terça-feira, 22 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Isabel de los Ángeles Ruano

JAVIER PAYERAS | Prólogo a Versos dorados, de Isabel de los Ángeles Ruano

 


Mis palabras no llegarán a sus oídos; tal vez serán leídas por otros y silenciadas entre las estanterías de una biblioteca, pero difícilmente podrá escucharlas.

Seguramente no me recuerda, ¿por qué habría de hacerlo?, hace tiempo le entregué un pequeño folleto con mis poemas, usted lo guardó dentro de una bolsa plástica y me dijo que llevaba prisa y que después vería de qué se trataban. Me dejó diez años esperando. Ahora, de nuevo frente a usted, estoy seguro que tampoco logrará reconocerme. Soy uno de los miles que mira caminando apresuradamente por las calles del Centro; otro ser anodino que al verla, baja la vista y sigue de largo.

Hace unos días la encontré sentada al lado de la fuente de la Plaza Central. Metía la mano en el agua. Su maletín estaba tirado en el suelo y sus cosas rodaban por todos lados. Me acerqué para recogerle los lapiceros y algunos papeles, y al entregárselos ni siquiera me hizo caso, simplemente seguía viendo el reflejo de su mano en la fuente.

En otras ocasiones la he visto caminando por la Sexta Avenida o parada frente a la vitrina de algún almacén, y de inmediato me viene un recuerdo de infancia: una vez que se acercó a mi madre para venderle una pequeña loción, y mi mamá, después de comprársela, me explicó quién era usted. Pasarían años para descubrir un libro suyo, Torres y Tatuajes, para leer sus palabras y entender de qué se trataba eso, ser poeta.

Ha tomado esta ciudad como todas las cosas: su luz mostaza, su ruina, esa mercenaria sobrevivencia de quienes la transitamos y la vivimos. Ha logrado precisarla, cartografiar con ella su geografía interior. Y le devuelve palabras. Le arroja sus dedos para que no los congele el desencanto o el ruido; usted mejor que nadie sabe que para escribir en Guatemala se necesita demasiada vocación. Voluntad o masoquismo. De eso que al leerla uno se encuentre una y mil veces con versos deshechos, con líneas dispares entre murmullos, dobleces de hastío o de ira deslindando en la soledad o la ternura. Coincide en los lugares de esa ciudad secreta, esa que cada día se nos construye adentro; donde fluyen figuras del pasado, espectros que vuelven luego de deambular sin tiempo, de trepar durante años entre los edificios y pedir asilo en los letreros luminosos. Cada transeúnte que la encuentra a su paso vuelve hacia usted. Cada biógrafo suyo evade verbos y enumera adjetivos: talentosa, sufrida, arrogante o —llanamente— loca; la dejaron suspendida en la mujer de hace cuarenta años, la niña genio que saludó León Felipe, la estudiante de letras, la periodista. Poco sabemos qué pasa ahora, sólo alcanzamos a verla deambular.

La voz de un poeta que camina; que nunca se le ve arrellanando un sofá y aporreando profesionalmente una computadora, tarde o temprano se convierte en la voz de todos.

Algunos de sus versos han quedado en el paréntesis de las páginas que me sorprendieron:

 

Estoy frente a un espejo sin límites

Contemplo mis contornos en penumbra

Estoy en mi habitación oyendo los ruidos

                               De la ciudad

Contemplando los árboles de los arriates

                               Y las rotondas

Y veo aparecer un caracol de siluetas que aborrezco.

 

Olvido la carga de la vida

Y el dolor de la muerte.

Vivo en el centro de la ciudad

Con una mecánica isocronía

Con un compás terrible repitiéndose

Con la regularidad de los motores

       Que atraviesan calles y avenidas

Con la insomne agonía de días esparcidos

Con esta coloración de mi sangre tormentosa

Y estos días moribundos

Y tediosos

 

Y me hacen pensar, que la buena poesía no sirve cuando no es perfecta en la vida. Isabel, puedo leerla detrás mío, puedo sentir cómo coincido con usted. Whitman, Vallejo y Miguel Hernández se inmolaron en un fuego que se alimentó de ellos. Las palabras. Es para mí es un honor dirigirle las mías, tan torpes y deleznables.

 


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§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

 

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