AUGUSTO MUNARO | El oculto rostro de la palabra. La poesía de Jacobo Rauskin
AM | Podrías
iniciar hablando un poco de las diferencias acerca de Esa mansa tristeza,
y tus libros anteriores.
JR | La poesía, tal como yo la entiendo,
es arte del significado, pero no significa nada si está ausente el arte. Por otra
parte, no podemos hablar de suma. El arte de escribir un verso no es el arte de
escribir un poema y el arte de escribir un poema no es el arte de escribir un libro
de poesía.
AM | ¿Cómo
situarías este poemario en relación al resto de tu obra?
JR | Esa mansa tristeza, en tanto colección de textos, o libro, responde a una manera de organizar
los poemas similar a la de los últimos libros que yo he escrito, los cuales a su
vez, vienen de los que escribí a lo largo de muchos años. Yo concibo el libro a
medida que van apareciendo los poemas no aún terminados y, también inician un diálogo
entre ellos. Ahora bien, yo no escribo poemas, yo compongo o pinto poemas; yo no
escribo libros, yo construyo un libro como un albergue para los poemas. Lo único
que yo escribo realmente son versos, y ellos nacen del arte más difícil de aprender,
no creo que nadie lo hubiera aprendido de un solo maestro sino de muchos.
AM | ¿De qué
modo creés que Esa mansa tristeza expresa la sensibilidad de tu poética?
JR | En Esa mansa tristeza, quiero
expresar los sentimientos y reflexiones que en mí despierta la historia que nos
toca vivir. Lo hago gracias a una mirada puesta en el destino común de los hombres
a los que la historia posterga cuando no oprime. Son muchas las voces que hablan,
mezcladas con la mía. Creo que ese destino común está presente en el núcleo de los
dos poemas largos del libro: La vida mal iluminada y Ronda para los buscadores
de tierra. En cuanto a los poemas de amor que aparecen en el libro, yo creo
que se explican por sí mismos.
AM | Un poema
del libro en particular me interesa. “Cemento fúnebre…”. ¿Cuál es su historia?,
¿lo recordás?
JR | Cemento fúnebre es un poema breve cuya historia no es otra que la que él propone con su
rima. Es un cortísimo cortometraje verbal sobre una ciudad que se convierte en una
distopía como llamamos hoy a los infiernos urbanos.
AM | ¿Cuánta
ficción respira el libro?
JR | Mucha ficción hay en todo este
libro y en cualquier otro libro mío. Mucha novela, mucho cuento, mucho cine, mucho
teatro también.
AM | ¿Existe
algún cambio en tu método de trabajo, desde Oda (1964) hasta Esa mansa
tristeza?
JR | A lo largo de tantos años, claro
que sí, claro que hubo cambios en la manera de trabajar, sobre todo, en la manera
de ver el vuelo de la poesía en las palabras.
AM | Respecto
a tu modo de escribir. ¿Hubo pocas correcciones en el libro?
JR | En éste y en cualquier libro mío
las correcciones son siempre numerosas. Yo sigo a Poe, para quien quitar la tinta
sobrante de la página, pasar el papel secante como se hacía entonces, es decir,
corregir, es el arte supremo.
AM | ¿De qué
clichés escapás cuando escribís?
JR | Me encantan los clichés, no escapo
de ninguno, busco acercarme a ellos para huir del falso refinamiento aristocratizante
de quienes no son aristócratas de la palabra ni de la música ni de nada. El lugar
común es una gran cantera del lenguaje. ¿Conoce usted una expresión más trillada
y requetetrillada que estas dos palabritas: Te amo? Bueno, es absolutamente
insustituible. Imaginemos una modulación, digamos, por ejemplo: La vida sin ti
no vale nada. Y tendremos otro lugar común. Los tópicos, los lugares comunes,
los clichés, abundan en el cine, en la pintura, en la música. Cuando están bien
usados, a nadie molestan. Pienso en el gran cine de ayer, en algunas películas de
Marcel Carné cuyos guiones fueron escritos por Jacques Prevért. En ellas, hay escenas
en los que ciertos clichés verbales del realismo llano adquieren el carácter de
expresiones simbólicas propias de una poesía dramática que no se versifica. Pienso
en Le jour se lève y en la frase “Alguien ha caído” que grita un ciego cuando,
subiendo él las escaleras, toca con su bastón a un hombre asesinado.
AM | ¿Cómo
manejás ese trinomio poeta-traductor-bibliotecario, en qué medida retroalimentan
tu escritura poética, y en qué punto la limitan?
JR | Ni la traducción ni la biblioteca
hacen otra cosa que alimentar mi escritura.
AM | ¿Qué
otras artes son influyentes en tu trabajo además de la literatura?
JR | Básicamente, la pintura y la música.
Le ofrezco un ejemplo tomado de Esa mansa tristeza: Despertarán los pájaros/
cuando el recién salido/ sol de la tibia aurora/ toque al río escondido.
AM | Se sabe
que, la razón por la cual Platón recusa a los poetas, es porque no hablan por sí
mismos, sino a través de la Musa. ¿Jacobo Rauskin cree en la inspiración?
JR | Creo en la inspiración, hay que
vivir inspirado, hay que dejar hablar a la musa, hay que servirla, hay que rogar
a Júpiter que ella que no nos abandone. Por otra parte, no hay que tomar en serio
a Platón cuando habla de los poetas.
AM | ¿Jacobo,
en poesía, la imaginación se ejercita?
JR | La imaginación, que intensifica
nuestra percepción de la realidad, se nos presenta casi siempre en forma de ejercicio.
La palabra poética, escuchada en el momento apropiado, nos invita a ejercitar la
imaginación.
AM | La poeta
uruguaya Circe Maia, cierta vez escribió: “El lenguaje no cubre sino descubre”.
¿El lenguaje en sí cubriría y el poeta sería quien quita el velo?
JR | La imagen de Circe Maia me recuerda
al velo de las mujeres orientales y, en esta ocasión a unos versos de Tasso referidos
al rostro de una mujer bajo el velo ritual musulmán. Los traduzco aquí: …osa
el pensamiento/ penetrar en la vedada parte. Creo en la osadía del poeta que
imagina el oculto rostro de la palabra.
AM | El registro
que utilizás en tus poemas es sencillo, sin embargo, la sintaxis está visiblemente
trabajada: ¿es en la sintaxis donde se logra la transparencia?
JR | La transparencia, que suele ser
una cuestión de grado cuando ella realmente existe, va de lo translúcido hasta lo
diáfano, del claroscuro hasta los colores más vivos. En el poema, ella está absolutamente
en todo, no sólo en la sintaxis. Además, los vínculos de lo sencillo con lo transparente
pueden ser engañosos. Recuerde usted a Pound cuando pretendía, en sus palabras “una
poesía clara y difícil”. Cuando hablamos de claridad en el mundo de las palabras,
hablamos de un aire o un agua que nos dejan ver pájaros o peces, por dar un ejemplo,
pero no hablamos de pájaros o de peces. Quiero decir que la lengua se interpone
entre la palabra y lo nombrado por ella. Una de las razones por la que descreo de
las traducciones de poesía como otra cosa que no sea la realización de ejercicios
nobles y serviciales es que la historia de la poesía es la historia de la lengua
en la que ella aparece, y la historia de la poesía va limando las palabras sólo
a medias, lo que realmente hace es buscar un aire o unas aguas transparentes que
permitan ver a las palabras cerca de las cosas que ellas nombran o a las que ellas
aluden. Los textos van reuniéndose, creando ellos lo necesario para ser modificados,
alterados por el contacto de unos con otros; finalmente, ya con cierta transparencia,
aparecen reunidos en el libro.
AM | ¿Escribís
buscando cierta organicidad, es decir, una obra en la que las partes respondan a
un todo, o escribís y los textos van reuniéndose azarosamente?
JR | Las partes responden a un todo,
y lo que suele ser peor, lo construyen a partir de un balbuceo, como sucede en Mallarmé
y en ciento diez mil seguidores de Mallarmé. Además, le recuerdo que el chicle es
también un todo y se estira dando origen a una serie en la cual el número de los
poemas supera largamente al número de variantes aceptadas por, digamos, el sentido
del poema. No creo en la organicidad, cada poema es un mundo, aunque se pase la
vida hablando con otro poema del mismo libro o de otro libro.
AM | ¿Cómo
valorás el estado actual de la poesía paraguaya?
JR | No leo la nueva poesía paraguaya
con la atención debida. Hay algunos jóvenes que, en mi opinión, prometen. Espero
que sigan escribiendo y buscando su expresión.
AM | Siento
que no podría cerrar este reportaje sin preguntarte sobre el modernista Manuel Ortiz
Guerrero. ¿Qué significa para vos el autor de “Loca”?
JR | Manuel Ortiz Guerrero fue, para
mí, un gran poeta en guaraní y no fue siempre un autor logrado en castellano. Más
aún, su unión con el músico José Asunción Flores fue fundamental para dar al Paraguay
uno de sus mayores tesoros: la guarania. Yo escribí un poema al que puse por título
Manú, como también llamaban a Ortiz Guerrero. En esa breve biografía en verso creo
haber expresado mi sentimiento hacia las canciones que él escribió en guaraní y
que los paraguayos llevamos en nosotros de una manera indeleble.
AM | ¿Qué
estás escribiendo actualmente?
JR | Un libro de ensayos.
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