terça-feira, 29 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | José-Luis Appleyard

CÉSAR GONZÁLEZ PÁEZ | José-Luis Appleyard: Me gustaría reencarnarme en mí mismo

 


Tal vez pocos sepan que la mesa en que José-Luis Appleyard se sentaba religiosamente, casi todos los días, para recibir a sus amigos era el número 39 del Bar San Roque. El día que conversamos, atardecía y como para los noctámbulos era temprano, el poeta estaba solo, era el momento propicio para hacerle una entrevista informal.

El mozo, Bernardo Torales, salió a atendernos y pronto, acompañados de una fría cerveza, se desencadenó el diálogo. Conversaciones que siempre deslindaban en la literatura. Para romper el silencio, aprovechando el tema sorpresa, le pregunté al poeta.

 

CGP | ¿Tú crees en la reencarnación?

 

JLA | No, yo soy católico creyente, no creo en la reencarnación así tal cual como la conciben otras religiones, otras filosofías.

 

CGP | En el supuesto caso de que existiese para ti la reencarnación, ¿en quién te gustaría reencarnarte?

 

JLA | Nunca me he hecho esa suposición y creo que sinceramente, respondiendo en forma hipotética a esa pregunta, me reencarnaría en mí mismo.

 

CGP | O sea que te amas mucho...

 

JLA | Jesús dijo que el amor a sí mismo es el patrón del amor, es el metro del amor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Entonces, uno debe amarse a sí mismo, no en el sentido narcisista, sino que se respete a sí mismo y que de ese autorrespeto surja el respeto hacia los demás.

 

CGP | ¿Eres supersticioso?

 

JLA | [Sonríe] Sólo en una cosa, en no cortarme las uñas los días con aire, el resto no lo soy.

 

[A la mañana de este encuentro celebrado en 1993, José-Luis había recibido el Premio Municipal de Literatura por su libro Desde el tiempo que vivo, editado por Ricardo Rolón. Un volumen que reunía los artículos aparecidos en este Correo Semanal, en donde hablaba de temas universales, saliéndose de su estilo costumbrista con temas locales. Era su libro 13º.]

 

CGP | Al final, el 13 te trajo suerte.

 

JLA | Así es, me trajo suerte, este libro que hasta el momento es el menor de mis hijos, o “el pahaguecito” como le decimos por acá. Lo mimé mucho y confié mucho en él. Yo puse mucho de mí en este libro, pero también de este mundo que nos rodea que tuve fe en él desde que lo comencé a escribir.

En Estados Unidos se le tiene miedo al trece, hay edificios que no tienen piso 13, pero como es un número ambivalente a mí me dio suerte. En ese aspecto recuerdo a un gran amigo, ya desaparecido, Ricardo Mazó, que nació un 13 de setiembre. Él siempre decía que el 13 traía suerte.

 

CGP | ¿Cómo se te ocurrió el tema del fin del siglo en Desde el tiempo en que vivo?

 

JLA | Desde hace varios años empecé a leer varias cosas, historias de diferentes autores, de diferentes credos, para tener una noción de lo que había sucedido en este milenio porque me sentí parte, un grano minúsculo de arena, entre los millones de hombres que vivieron en este milenio, y sentí que yo era también protagonista de este final.

 

[Luego de una pausa, el poeta reflexiona.]

 

JLA | Un milenio terrible para mí, que comienza con la peste negra prácticamente y terminará probablemente con otra peste terrible como es el sida. Dentro de esos dos paréntesis han transcurrido mil años y eso me fue obsesionando, comenzando a escribir esos capítulos, la mayoría de los cuales aparecieron en Última Hora, pero siempre teniendo yo la convicción de que esos capítulos eran para un libro.

 

CGP | En el último capítulo seleccionaste a la Madre Teresa de Calcuta. ¿Cuál fue el motivo?

 

JLA | Es porque justamente dentro de esa tiniebla de barbarie que ha caracterizado a este siglo, a pesar de las luces de la gran civilización, creo que la imagen de la Madre Teresa se eleva como una imagen esperanzadora del próximo milenio. Que no todo está perdido mientras existan personajes como ella, como lo hicieron dentro del milenio San Juan de la Cruz o una Santa Teresa de Jesús y otros grandes que rompieron esa constante de maldad, de egoísmo, de codicia, que caracterizó el andar de los hombres durante esos mil años.

 

CGP | Digamos que no es un tema local (por el premio), sino universal...

 

JLA | Exactamente, pero aquí recurro a la remanida cita de Tolstoi, que dice que quien describe su aldea describe al mundo y nosotros somos parte de esa parte del mundo, con todos sus defectos, con todos sus vicios, pero también con sus virtudes, que desgraciadamente son las menos.

 

CGP | ¿Cuál fue el mensaje final de todos esos artículos?

 

JLA | Es una reflexión sobre la realidad del hombre con un pretexto que nos da el tiempo. Porque el tiempo es compañero del hombre, y así como tenemos aniversarios y celebramos centenarios, yo creo que el final de diez siglos es propicio para meditar sobre la realidad humana. El hombre, por más que se haya lanzado en estas últimas décadas al Universo, llegó al espacio, llegó a la Luna y piensa ir más allá, pero nosotros seguimos siendo esta bolita de Tierra, que somos una especie de célula dentro del Universo. Tenemos que pensar tal cual somos y no tener ambiciones desmedidas y también ver la limitación de la vida del hombre, evitando que en esa limitada existencia hagamos tanto mal, tengamos tanto afán de gloria, de poder, etcétera.

 

[…Y la improvisada conversación se suspende porque van llegando los amigos del poeta, como Víctor-jacinto Flecha, Jacobo Rauskin y William Baecker, dispuestos a festejar el merecido premio.]

 


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§ Conexão Hispânica §

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