terça-feira, 22 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Rigoberto Paredes

GALEL CÁRDENAS | Sobre Rigoberto Paredes

 


La Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UEAH) y la intelectualidad hondureña en general, se encuentran conmocionadas por el deceso de nuestro querido y extraordinario poeta Rigoberto Paredes, un maestro de la literatura nacional que trascendió las fronteras que separan los pueblos del continente latinoamericano.

Centroamérica fue para él un espacio más que formaba parte de su tierra natal, fue el campo traviesa de su andar de trovador egregio que visitó centros culturales, universidades, librerías, grupos literarios, revistas de corte estético en cuyas páginas dejó signada su poesía de una factura y textura que transpiraba la siempre serena pluma que escribía con estilo que —al decir de Helen Umaña— era de ritmo reposado, de una especial mesura, en donde casi siempre la ironía formaba parte de su visión crítica del mundo, de su contexto cultural, político y fundamentalmente punzante, cuya esencia fue volcada en su poesía epigramática por más señas, en donde el carácter lúdico —por lo general y no necesariamente— siempre afilaba su ristre con el objetivo de poner en cuarentena el mundo del estereotipo de la sociedad contemporánea, en la cual la ironía y la mordacidad eran siempre riscos donde el océano de la cotidianeidad chocaba contra la fuerza del humanismo imperecedero de su poesía.

Lector insaciable de los poetas mayores de la poesía universal, recorrió culturas, lecturas y con ello países como quien viaja en el Pegaso de Zeus, el jefe olímpico de los dioses del parnaso, y así leyó a Safo, Anacreonte, Catulo, Marcial, Garcilaso, Boscán, y demás autores liricos del renacimiento, poetas medievales, barrocos como Góngora y Quevedo, tanto españoles como italianos e ingleses.

Rigoberto era un cúmulo de lecturas especializadas en poesía de todos los tiempos, y lo marcaron los poetas vanguardistas más connotados del futurismo, del dadaísmo y del expresionismo de nuestro mundo contemporáneo, y las voces que le rodaban en su memoria no se apartaban los colosales griegos Giorgos Seferis, Yannis Ritsos, Constantino Cavafis, Costas Cariotakis, Andreas Embiricos, textos que solíamos prestarnos entre nosotros sus amigos del ayer y del hoy, y compañeros de este viaje terrestre que protagonizamos junto a él con toda la intensidad posible que un poeta del siglo XX pueda asumir.

Pasaron por nuestras manos toda la generación del 27, los poetas de habla inglesa, como Walt Withman, Ezra Pound, T. S. Eliot, William B. Yeats, Edward E. Cumming o Hughes Langston.

Leímos conjuntamente poetas franceses, alemanes, rusos, chinos, árabes, en fin, a lo mejor recorrimos estas lecturas cada uno en sus casas pero con la conciencia colectiva que nos caracterizaba, a cuya cabeza siempre emergía nuestro amigo, hermano y compañero poeta Rigoberto Paredes, con el cual pusimos la poesía hondureña en una nueva instancia, con un lenguaje que rechazaba la retórica, el academicismo, el purismo lingüístico, y asumía la invención del habla cotidiana, la mala palabra, el humor, la ironía, el sarcasmo, la burla mesurada pero alegre, y así nos encontramos con los poetas progenitores latinoamericanos como Vicente Huidobro, César Vallejo, Pablo Neruda, de tal manera que un tiempo estuvimos inmersos y enfilados o como poetas vallejianos o poetas nerudianos, cuestión que —con el pasar del tiempo—, fuimos olvidando la polémica estéril, pues ya éramos nosotros mismos con nuestras propias voces.

De modo que Jorge Luis Borges, José Lezama Lima, Octavio Paz pervivían en nuestras bibliotecas animándonos siempre, junto a los nicaragüenses Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Luis Alberto Cabrales, Joaquín Pasos, Salomón de la Selva, Ernesto Cardenal, y además los salvadoreños Roque Dalton, Roberto Armijo, Roberto Cea, Alfonso Quijada Urías, los guatemaltecos Roberto Obregón, Otto René Castillo, Carlos Illescas, los costarricenses Jorge Debravo, Alfonso Chase, Laureano Albán, Ana Istarú, Ana cristina Rossi, Osvaldo Sauma.

Con muchos de ellos Rigoberto y nosotros junto a él, conversamos, compartimos mesas de lectura, convivimos, intercambiamos experiencias. Pasaron por nuestra tierra invitados por el poeta Paredes, en los encuentros de literatura centroamericana y en los simposios literarios que organizábamos con la UNAH.

Pero los padres de nuestra generación de vanguardia fueron Roberto Sosa, Òscar Acosta, Pompeyo del Valle, y Antonio José Rivas, quienes nos arroparon con su magnífica poesía y sus ejemplaridades humanas, los acompañamos y con ellos crecimos para construir la generación de vanguardia del país, tanto en su primera fase como en su segunda etapa, de la cual somos protagonistas.

Rigoberto Paredes fue un fundador de la nueva literatura y con su magisterio fundamos editoriales como Editores Unidos, Editorial Guaymuras, y por último, él creó Ediciones Librería Paradiso.

Muchas revistas fundó como Alcaraván, Galatea e Imaginaria, formó parte de Consejos Editoriales en todo Centroamérica y en parte de América Latina.

Fue tan reconocido y amado, que el poeta salvadoreño, en su face book del día de hoy martes 10 de marzo, Miguel Angel Chinchilla, escribió:

 

A la comunidad poética centroamericana les comunico que este día ha fallecido el poeta hondureño Rigoberto Paredes. José Cemí, Opiano Licario, Fronesis, Foción y los demás personajes de “paradiso”, y yo también, nos declaramos en duelo por el fallecimiento de este bróder poétido centroamericano.

Que San Juan de la Cruz patrono de los poetas de habla hispana le ayude a cruzar el río de la eternidad.

 

Rigoberto escribió ensayos, artículos de fondo, y fue autor de obras como “En el lugar de los hechos”, “Las cosas por su nombre”, “Materia prima”, “Fuego lento”, “Lengua adversa” y, más recientemente, “Partituras para cello y caramba” (2013) e “Irreverencias y reverencias”.

En esta obra pudimos encontrar las huellas de todo lo que vivió, dijo, experimentó, asumió, expuso, trabajó, luchó, fundó, y su poesía ahora forma parte del legado que nuestra generación entrega a las posteriores etapas del desarrollo de la literatura nacional.

Con su muerte, que es su vida, viaja en el Pegaso inmortal de su obra literaria hacia el orto infinito donde los dioses del parnaso lo reciben con el calor mismo que él no entregara en su palabra, su voz, su abrazo, su risa y su presencia siempre serena.

Hoy se une a la pléyade de los escritores inmortales de nuestra patria, hoy se encuentra en la diestra de Juan Ramón Molina, Froylán Turcios, José Antonio Domínguez, Alfonso Guillén Zelaya, Clementina Suárez, Jacobo Cárcamo, Antonio José Rivas, David Moya Posas, Nelson Merren, Roberto Sosa, Oscar Acosta, Finlander Díaz Chávez, Medardo Mejía, y todos los que construyeron con su obra el esplendente edificio de la poesía nacional, donde ahora acudimos sus amigos a repasar, degustar, y conmovernos con la más hermosa lectura que un ser humano pueda imaginar cuando repasemos uno por sus versos sabios, exactos, irónicos, traslúcidos, y pausados a la vez, del amigo y hermano que ha sido es y será el poeta Rigoberto Paredes.

Hasta pronto querido compañero, hermano y cómplice de nuestros sueños utópicos de la patria que hoy recoge la totalidad de tu vida imperecedera. Rigoberto Paredes eres el sol que nunca fenece.

 


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§ Conexão Hispânica §

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Fortaleza CE Brasil 2021



 

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