De esta manera, si ‘canto que ha sido valiente,
siempre será canción nueva’ (1974) en voz de Víctor Jara, [2] la
proyección de esa forma de comprender lo político desde la cultura se
resignifica poderosamente en lo contemporáneo nacional e incluso si pensamos en
la situación de la región latinoamericana.
La canción nueva, esa incansable búsqueda y
renovación de energías, se vitaliza en medio de una escena sociocultual y
política donde lo nuevo, lo creativo, debe disputar sus parcelas de existencia
con los estereotipos y los lugares estandarizados de fácil control político.
Controlar el oído a través de un soundtrack es una iniciativa reguladora de
heterogeneidades que tiende a ser una práctica por parte de la hegemonía –sobre
todo en ciertos momentos políticos como los golpes de estado (Carreño 2017)-, [3]
sin embargo el arte tiende a diversificarse para no ser presa de los embates
monológicos de quienes pusieron el casette u hoy en día programan las opciones
sugeridas para escuchar en las reproducciones de youtube.
La creación musical y sus versiones de lo creativo,
promueven elaborar una posibilidad subversiva, otra mirada, una oportunidad
para permear los modelos en favor de la polifonía y, por lo tanto, favorecer la
renovación y participar interpretativamente de una divergencia. Así, la
valentía en la canción siempre nueva, es el disco que no aparece como selección
en el wurlitzer, o es la canción grabada sobre el cassette original de otro
cantante, o el cd pirata, o la música descargada de internet en páginas fuera
de campo. Es, al mismo tiempo, el “canto libre que se quiere regalar” (1970), [4]
como si Víctor siguiera cantando en nuestros corazones, alimentando nuevas
voces y estimulando la politización de nuestros cuerpos.
Camila Moreno, Ana Tijoux y Carolina Frambuesa
hacen aparecer su valentía musical en la calle, en la escena underground, en
los club de fan, en los bordes del barrio cultural hegemónico de moda y, desde
esa atesorada orilla, montan producciones musicales que piensan una
colectividad, elevan una alerta, diversifican audiencias y abren lugares de
reflexión individual y colectiva que deja espacios desde donde elaborar una
crítica a la situación nacional y, al mismo tiempo, revisitar la interioridad
para ponerla en diálogo con el afuera.
En este sentido, pienso a Camila como una voz de
alerta, mientras Ana es la de un colectivo que habita y canta con ella y
Carolina es mirada autoreflexiva de una persona en medio de un mundo patriarcal
en permanente búsqueda de legitimación. Todas ellas, desde esos lugares que
podemos pensar feministas, construyen lo comunitario en sus alianzas y temas,
mientras que, a su vez, son posicionamientos biopoéticos [5] (Carreño
2013) desde la creación de su música, que insiste en hacer frente a las huellas
y manifestaciones actuales agresión, extendidamente naturalizadas en la
cotidianidad.
En la canción ‘millones’, hace más diez años, se
musicaliza la alarma en torno a las instancias políticas de retroceso del
Estado en su responsabilidad nacional y el avance significativo de lo privado,
como mecanismo de administración no solo de lo político, sino también de las
personas:
Farmacéutica,
trasatlántica, trasandina / una vida se apaga porque le estorba, / que no se
muera pronto pa' darle la vacuna. / Ellos dicen ser buenos, / reparten
pastillas / hay que pena que le da si se hace tira. / Ellos dicen ser buenos,
reparten pastillas / Hay que pena que le da, pero es mentira. / Quieren millones,
millones (Moreno 2009).
Camila escenifica los lugares hasta donde el
mercado lleva lo biopolítico, por sobre sujetos y colectividades. La vida
controlada por mejoradas formas de disciplinamiento y tecnologías
clasificatorias. ‘La vida se apaga porque le estorba’ y, al mismo tiempo, la
vida existe mientras se pague por ella o, como ya sabemos en el binarismo
biopolítica/mercado, la vida es legítima y, por lo tanto válida, mientras las
personas alcancen los niveles de productividad esperados para cada una.
Esto es, sin duda, un correlato en clave musical de
lo que acontece actualmente en Chile en el ámbito de las jubilaciones, por
ejemplo, pues, al finalizar el período laboral -a los 60 ó 65 años, para
mujeres y hombres respectivamente- las personas reciben una notificación que
expresa la expectativa de vida que podrá cubrir con el monto en dinero que ha
conseguido acumular durante sus años de trabajo. La vida, entonces, tiene un
tope según el dictamen de las empresas que administran las pensiones. Un anuncio
necropolítico que cifra “bondadosamente” los años hasta donde los sujetos serán
considerados, antes de transformarse en un problema para el Estado. Una carta
que señala el desamparo de iniciativas gubernamentales para los adultos
mayores.
En este sentido, desde la voz de Camila, esos
lugares de dolor se resignifican en la música, para construir una alerta y
fraternización frente a la violencia. El llamado es a articular iniciativas y
decisiones, personales y colectivas, para renegar ese camino de abandono sobre
el que se insiste en conducir la vida y desmontar las vías neoliberales de
administración política. La consigna es clara:
Ellos
gobernaron el pasado, la rutina, la energía / no gobernaran el futuro.
Ellos
gobernaron el pasado, la rutina, la energía / no gobernaran el futuro.
No.
/ No gobernaran el presente, el futuro.
(Moreno 2009)
Restablecer la participación ciudadana y política
de las personas es fundamental para que no siga anquilosándose un mecanismo de
gobierno que piensa, a su territorio y quienes lo componen, como un laboratorio
de cuerpos y subjetividades prescindibles. No es posible sostener que las vidas
se agotan y se desechan, o que se alimenta de violencia cotidiana hasta
naturalizarla.
En este panorama compartido cotidianamente, es
necesario construir estrategias que propicien reflexión y acción en distintos
espacios y momentos. Diversificar las posibilidades comprensivas de la
audiencia para revitalizar el deseo de participación cuidadana y alterar la
herencia política, desde la destotalización del panorama que canta Camila en
‘millones’. Un deseo compartido frente a la vulneración, un lenguaje común, una
energía transmitida en la música y en lo creativo, una biopoética que circunda
y posiciona el discurso artístico-político como un lugar de enunciación
comunitario.
En sus letras existe un coraje, una decidida
posición por torcer y fracturar concepciones tradicionales y hacer porosos los
imaginarios convencionales a través del fomento de la autonomía en la toma de
decisiones y concretar la voz y cuerpo político:
Voy
a tomar el viento a mi favor / y a navegar hacia un viaje mejor y a contemplar
la infinidad del sol / con la certeza de un trato mejor. Fiel a tus valores
debes ir, / caminar por esa senda y resistir para que tu conquistes ese buen
vivir y / aunque lo tengan todo no tienen de a ti, que los peces gordos no
pueden volar. (Tijoux 2014) [7]
Habita una energía en el discurso y proyecta una
confianza. La voz rapera resignifica el ruido de la calle en una melodía de
convicciones por sostener. Convicciones que apuntan resideñar el horizonte en
función de nuevas formas de coexistir. [8]
Para cerrar este breve panorama, Carolina
Frambuesa, la más joven de las tres, desde la Región del Bío-Bío, transita con
su guitarra por diferentes partes de Chile y la ciudad de Santiago, con sus
creaciones ha generado múltiples seguidores/as a través de plataformas como
Youtube y participa regularmente de encuentros de autoformación feminista, así
como también de un circuito artístico ligado a lo popular.
Carolina propone el yo como legítimo lugar de
transformaciones autónomas que tienen como consecuencia actos de rebeldía. De
este modo, el acto de (re)visitarse activa las posibilidades de pensar el mundo
y los diálogos que alimentan lo individual, lo colectivo y políticamente lo
ciudadano.
“Que vuele el humo del que va descubriendo / y del
que se siente libre igual que yo” (2013) nos canta Carolina Frambuesa, para
correr el velo oscuro y abrir los sentidos hacia la circulación reflexiones que
se distingan de las matrices convencionales heredadas para pensar el yo. Quitar
el humo no es solo desplazar la opacidad, si no también la oportunidad de
miradas alternativas. Entiendo el paisaje dibujado en las notas de nuestras
cantantes como un lugar político. Un espacio creativo donde es posible
reflexionar comunitariamente, sororamente si queremos.
Pienso en lo comunitario porque el ‘ser en común’
es una forma de reflexionar la existencia, la posibilidad de hacer estallar las
barreras de las diferentes versiones coloniales que han construido y heredado
permanentemente epistemes agresivas que tributan al desplazamiento de sujetos y
sus ideas creativas.
Las invitaciones que nos hacen Camila Moreno, Ana
Tijoux y Carolina Frambuesa, se activan ciudadana y políticamente en Chile con
el “Mayo Feminista” de 2018 y el “Estallido Social” de 2019, aún vigente, y que
tiene como consecuencia la posibilidad de cambiar la constitución política del
país, vigente desde la dictadura.
La música sigue sonando, nuevas creaciones. Otro
país es posible, pensamos, mientras compartimos el canto colectivo de
diferentes esperanzas, mientras se escucha, desde los audífonos de compañeras y
compañeros, el verso de una canción de Ana que dice: “rendirse jamás como
primer manifiesto”.
NOTAS
1. García, Marisol. (2013). Canción valiente. 1960-1989 Tres
décadas de canto social y político en Chile. Santiago: Ediciones B.
2. Jara, Víctor. (1974). “Manifiesto”. En Manifiesto.
Inglaterra.
3. Carreño, Rubí (Eds.) (2017). La rueda mágica. Ensayos de
música y literatura. Manual para (in)disciplinados. Santiago: Ediciones
Universidad Alberto Hurtado.
4. Jara, Víctor. (1970). “Canto libre”. En Canto libre.
Odeón.
5. Para profundizar en el concepto ‘Biopoética’ se recomienda leer el
libro Av. Independencia. Literatura, música e ideas de Chile disidente (2013)
de Rubí Carreño Bolívar.
6.
Moreno, Camila. (2009). Almismotiempo. Sello azul.
7. Tijoux, Ana. (2014). “Los peces gordos no pueden volar”. En Vengo (CD).
8.
Estas atenciones, dice María José Barros, pueden ser leídas desde matrices de coloniales
en el entendido que las epistemes con que Tijoux se acerca a comprender los
territorios y sujetos están íntimamente mediado con lo latinoamericano y un aparato
de lectura y comprensión que se elabora desde la experiencia socializada. Para
profundizar estas reflexiones se sugiere la lectura del artículo “Ana Tijoux: activismo, descolonización y feminismo”, publicado en
Revista de Humanidades en año 2020. (www.redalyc.org/articulo.oa?id=321262129002)
DÁMASO RABANAL GATICA. Profesor del Instituto de Ciencias de la Educación en Universidad Austral de Chile. Doctor en Literatura y Magíster en Letras, mención Literatura (Pontificia Universidad Católica de Chile); Magíster en Didáctica de la Lengua Materna, Profesor de Castellano y Comunicación y Licenciado en Educación, (Universidad del Bío-Bío); Diplomado en Estudios de Género (Universidad de Chile). Sus intereses investigativos están relacionados con el estudio de la cultura a través de la Educación, la Literatura, el Género y los Derechos Humanos. Investigador del Equipo “Cartografía Literaria del Cono Sur” en la Facultad de Lenguas y del “Programa de Memoria” del Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. En Chile, es investigador del Equipo “Literatura y Escuela” de la Universidad Autónoma de Chile.
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UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 174 | junho de 2021
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