quinta-feira, 22 de julho de 2021

MADELINE CÁMARA | Henriqueta Lisboa: una poeta en el reino de lo intemporal

 



Llueve, esa será la primera Palabra: ella, el agua venida del cielo, el agua que contemplo por mi ventana, el agua que inunda mi jardín, ella me conduce al texto que intento escribir sobre Henriqueta Lisboa. Confío en que este camino encontraré lo que debo decir de todo aquello que voy descubriendo, difícil es transcribir un encuentro, más aún una anunciación. Eso fue para mí encontrarme con la Voz de esta poeta brasileña.

Sucedió en el año 2015, en verano, cuando el flujo tremendo de trabajo de mi docencia universitaria se detiene por unos meses y la pausa, y las lluvias que acompañan esta estación en la Florida, abren otras puertas. Entró lo inesperado, una voz que venía de lejos, de un país para mí aún desconocido con un idioma ligeramente familiar. Pero no pude negarme a saber más sobre Henriqueta Lisboa luego de leer su magnífico ensayo “Poesia: Minha profesion de fe,” que me llegó en una versión fragmentada en inglés que divulgó Sara Castro Klarén. Luego, claro está, quise conocer su poesía, y encontré Henriqueta Lisboa. Obras completas I (Poesía geral (1929-1983), editada por Fabio Lucas (1985), que por entonces brindaba el mejor resumen de sus poemas, y que alimentó mi curiosidad al constatar su interesante evolución estilística y los registros variados que se iban revelando. También tuve acceso a sus ensayos reunidos en Convívio poético (1955), Vigília poética (1968) y Vivencia poética (1979), libros en portugués y de complicado acceso para las bibliotecarias de mi universidad floridana. No siendo conocedora de la lengua más allá de la afinidad que presenta con el español y de mi conocimiento de otras lenguas romances, me volqué sobre la búsqueda de su obra en español para dar con un vacío inexplicable donde solo fueron accesibles algunos poemas traducidos por Angel Crespo. Fue recientemente que supe de una antología de Adovaldo Fernández Sampaio donde también se incluyen y traducen poemas de Lisboa. Por supuesto, busqué algunos de los estudios que se le han dedicado, y obviamente me detuve en su correspondencia con Mario Andrade. Dentro de la academia me sentí muy afín con las ideas que plantea Adriana Rodrigues Machado en su disertación doctoral cuyo título traduzco como: “Rosa Plena: Lo Sagrado en la poesía de Henriqueta Lisboa.”

Pero la sed de acercarme a su obra era fuerte. Acudí a una apreciada estudiante de la Maestría de Español, ahora amiga y colega, Ester Bastián, nativa de Brasil, quien ya sabía de su coterránea. Ella estuvo dispuesta a traducirla y trabajar conmigo desde que se lo propuse en aquel intenso verano de indagaciones. Fue una necesidad personal, profundamente espiritual y a la vez de una gran intensidad intelectual. Creo que siempre llega así la Voz de Lisboa, reclamado toda la atención de nuestro espíritu y nuestra mente, su obra apela a la más clara razón y la intuición que la sustenta.

Emprendí el quehacer y desde entonces ha sido sin atajos. Ese mismo año Bastián y yo publicamos una nota de presentación de la autora al lector hispano en la prestigiosa revista Letras Femeninas (Vol 41, Issue  2015: 156-163) que se publica en Estados Unidos donde incluimos algunos poemas traducidos por Bastián. Le siguió en 2016, otra nota muy similar en otra revista literaria (Surco Sur Vol. 6, Issue 9 (2016): 14-15) pero anunciando otros poemas. La selección obedecía a intuiciones por mi parte sobre la estética de Lisboa, y al gusto personal de la traductora. Sin embargo, los lectores en español en Estados Unidos, que son muchos, pudieron ampliar el contacto con esta gran escritora que habían facilitado las previas traducciones de Crespo y Fernández Sampaio, y de seguro de otras que deben haber escapado a mis pesquisas. En la actualidad, me encuentro trabajando con Stockero, editorial radicada en Florida, una pequeña edición con todo lo que Bastián ha ido traduciendo y yo estudiando.

Sin embargo, acepto que mis estudios son solo aproximaciones, y no extensas investigaciones, porque estas las he dedicado a la filósofa española María Zambrano  desde hace dos décadas y sobre la cual añado un breve párrafo para beneficio de un público que quizás no la conozca.

 Zambrano nació en Vélez Málaga en 1901 y murió en Madrid en 1991. Fue la voz femenina más revolucionaria dentro de ese exilio español que salió de España asfixiado por el Franquismo y que, en el Nuevo Mundo, entregó lo mejor de sí comprometiéndose con los cambios socio políticos que las décadas de los años 40’ y 50’ trajeron a América Latina. Es de noble estirpe su aporte fundamental a la crítica del racionalismo: el método de la razón poética, cuyo humus se halla en las fuentes clásicas griegas de las que bebe Zambrano y en su estrecho vínculo con la poesía. Sin prejuicios como filósofa acudió a la superposición de campos e incursionó en lo religioso y en lo literario. Además, se posicionó como feminista, aun sin declararlo así, al incorporar el saber de la experiencia vivida a su método. Mucho se ha escrito mucho sobre cómo su exilio, sobre todo la vivencia del Caribe, moldeó la perspectiva vivencial que define el giro filosófico propuesta por la nueva razón zambraniana. El lector interesado podrá apreciar este método de pensar el mundo, de escribir el mundo, en el libro que mejor la revela, Claros del Bosque (1977), título escrito en su refugio en el Jura francés, antes de pasar un tiempo en Italia, cuando el periplo americano de la filósofa se cierra y comienza el regreso a casa para morir en su España.


Creo que ambas, Zambrano y Lisboa, tienen en común el amor por las fuentes del pensamiento clásico occidental, pero a la vez la curiosidad por los desarrollos de la teoría literaria y la filosofía de su momento. Fue el azar quien hizo que sus obras y vidas coincidan en las significativas épocas de entreguerras y postguerras. Zambrano experimentaba el exilio por su postura abiertamente antifascista en los momentos en que el dictador Franco logró derrocar la Segunda República, el sueño democrático y socialista del que la escritora participó y que luego convirtió en una personal batalla de ideas contra el irracionalismo occidental. Entre tanto, Brasil fue sacudido en estas décadas por transformaciones civiles que en lo político ponen fin a la llamada “vieja república,” mientras que el bullente movimiento de Vanguardia se impone en lo cultural. Pero Lisboa vivía una tranquila existencia en su natal Minas de Gerais. Allí nace en 1903 y allí muere en 1985. El eco de lo Historia siempre atraviesa su obra a través de la ética no de la política.

Mas que estas diferencias, quiero anotar que, en lo profundo de sus respectivos estilos y géneros cultivados, hay una voluntad de transmitir una Esperanza: la posibilidad de que el hombre trascienda su existencia como individuo apresado en una formación histórica. La poesía les servirá de Guía, Zambrano y Lisboa la concibieron así. De ahí que lo metafísico transpire en sus obras donde hay lugar para la mirada amorosa sobre el mundo exterior seguida de una la actitud de recogimiento y contemplación.

Por eso resultó inevitable que mi cercano trato con la razón poética zambraniana fertilizase mis lecturas de Lisboa. Solo para dejar anotada una de esas correspondencias que he encontrado entre ambas, propongo que en ambas pueden encontrarse influencias del gnosticismo. Entiéndase este, dentro del contexto de este artículo de divulgación literaria, como la amplia variedad de escuelas de pensamiento que desde la Antigüedad hasta nuestros días han postulado que el hombre encontrará su salvación a través de adquirir un conocimiento (gnosis) del origen divino que ha quedado apresado en su existencia corporal.

 Este tema está más estudiado en Zambrano. Otros prudentes investigadores también han visto esa influencia, por ejemplo, Jesús Moreno Sanz y Agustín Andreu, pero quizás respetando los deseos de la propia Zambrano, no creo se ha profundizado en ello, pues ella no quiso ser identificada con una corriente de ideas considerada herética para el cristianismo, dentro del cual se formó y nunca abandonó, así como no ser marginada como “esotérica” dentro del círculo de la filosofía, su campo profesional. Entre ambas tensiones, muy consciente de que todo valor intelectual es social, y sujeto a juicio colectivo, deseosa de un reconocimiento que le llega, aunque sea tardíamente al ser reconocida con el Premio Cervantes en 1984, Zambrano pudo ser una gnóstica vergonzante. Pero develar ese “su secreto áulico” como le llamaría Andreu, no es el objetivo de estas páginas en las que muy libremente afirmo que hay suficiente prueba textual, mucha más por supuesto de la que puedo ofrecer en este breve ensayo, para considerar que el gnosticismo es una de las fuentes de su obra.

 Con respecto a Lisboa, el presente texto no puede proponerse una afirmación sino adelantar una sospecha. Sobre fuentes similares ha trabajado con rigor Rodrigues Machado en sus tesis, tanto la de maestría, “La poesía esencial de Henriqueta Lisboa”, como la doctoral antes citada. Es muy probable que otros estudiosos también hayan abordado caminos coincidentes con estas impresiones mías pero mis lecturas sobre Lisboa tienen mucho por recorrer y no puedo dar fe de ello. Hasta el momento, pienso argumentar mi propia hipótesis trabajando en la correspondencia entre Lisboa y Mario de Andrade donde encuentro puntos de contacto con la que estableció María Zambrano con Gustavo Pittaluga, teniendo en común ambas relaciones lo que llamar la creación de una sicigia o pareja espiritual, uno de los preceptos practicados por los gnósticos y desarrollado conceptualmente por la llamada escuela valentiniana del siglo II, una de las más prominentes dentro del mundo helenístico que fue caldo de cultivo de las ideas gnósticas. Otros elementos que en mi opinión acercan a la autora brasileña al gnosticismo aparecen en algunos de los poemas que cito al final de este trabajo. Los analizo brevemente, limitándome a usar la filosofía gnóstica como una hermenéutica literaria para llegar a la poética de Lisboa.

Como estoy consciente de que escribo esta nota para un público hispano asentado mayormente en Brasil no estoy tomando espacio para dar un sumario de los libros publicados por la autora ni entro en detalles de sus contextos literarios ni históricos, que asumo conocidos. Hice esto en mis notas anteriores con modestia, pero con profunda admiración, y pude comprobar como su obra logra un estilo personal en medio de la presión literaria que ejercía el Vanguardismo, entiéndase Modernismo brasileño, sobre todo el ambiente intelectual que la rodeaba. Ella como Cecília Meireles y Jorge de Lima se distinguieron por su acento neo-simbolista. Pero todo esto, los estilos de moda e incluso los eventos políticos e históricos quedaron dentro de su poesía incorporados dentro de cauces silenciosos, personalísimos, llevándose a cabo la alquimia de lo exterior para crear su propia palabra poética. En sus poemas, una siente el infortunio de la catástrofe bélica, y, en su ensayística, la pasión que le provocó la escuela estructuralista. No sin que dejemos de mencionar el ejercicio de la traducción de escritores ingleses, españoles e italianos que la convierte en una pionera de la gestión de divulgación cultural transatlántica.


Pero de todas estas noticias creo sabrá mi lector hispano de Agulha Revista de Cultura. Afortunadamente mientras escribo estas líneas he tenido una agradable noticia, es más, la mejor noticia que he recibido en estos días de letargo veraniego donde todavía vivimos sometidos al miedo de un virus que vino a cambiarnos el sentido de nuestras vidas. Hablo de la necesaria publicación de la obra completa de Lisboa. La editorial brasileña Peirópolis se ha hecho cargo de la esperada entrega que se presenta cuidadosamente editada en portugués en tres tomos que recogen las tres áreas de creación antes mencionada: la poesía, la prosa y la traducción. Los tomos, confeccionados con delicadeza y pulcritud académica, son una invitación a que se continúe la exploración profunda de la obra henriquetiana. Un logrado trabajo que combina arte e investigación y que también pone a disposición del público un sitio web con datos y fotos sobre la vida de la autora y sobre los estudios que se le dedican. Estos preciosos tomos, de haberlos tenido en aquel momento iniciático del 2015, quizás me hubieran facilitado una comprensión mejor que la que hoy tengo de su producción, pero el hecho de que he obtenido su obra, y la información sobre ella, a retazos y con dificultades, sólo me motivó más. Y aquí concuerdo con José Lezama Lima, quien creo toma de Gracián aquel famoso decir: “solo lo difícil es estimulante”.

Este artículo de aproximación que Agulha Revista de Cultura y su editor Floriano Martins han recibido presenta la autora a un público amplio y lo hace en español en una revista brasileña, ¿Y por qué no? Agulha Revista de Cultura se destaca en el panorama de las letras lusoiberomaericanas por su vocación pluralista en cuanto a las lenguas que acoge. Por mi parte, cierro con tres fragmentos de poemas traducidos por Bastián que luego recogerá mi edición de Stockero. En estos versos espero que el lector podrá verificar, o explorar más, algunas de las influencias que he apreciado en la visión poética de Lisboa, particularmente las que apuntan hacia su vocación gnóstica. Otras, estoy convencida, están presentes en claves que aún no se me han revelado, y en poemas que aún no he leído. Estudiar esta rica herencia de imágenes e ideas me compromete a   nuevas incursiones en esta obra hermética en sentidos y cristalina en su lenguaje, una de las paradojas que caracteriza a una escritora esencial para el acervo mundial de la poesía.

Por ahora estas son algunas lecturas puntuales.

“Las fases” es nuestro título traducido de “Os Estágios.” Es este uno de mis poemas favoritos por la pureza conceptual con que expresa la idea aristotélica de un mundo animado por el Nous, donde todo lo creado por Dios lo representa. El énfasis en los distintos estados de la materia es algo que preocupó a los filósofos presocráticos y a la poeta de Minas de Gerais. Apreciamos además como retoma Lisboa el viejo símbolo de la aurora que encontramos en los versos escritos por los sabios sufíes, trabajado siglos después en Alemania por el místico zapatero Boehme, retomado por Nietzsche, y recogido más tarde por Zambrano. Y desde mucho antes de todo eso, imbuido en la cultura mesoamericana a través de Quetzalcoalt. Desde muy lejos le llega esa poderosa imagen a Henriqueta Lisboa que supo ser vaso e instrumento de saberes esenciales.

……………………………………..
Aleluya. Quizás exista un nuevo reino

 más allá de las fronteras

del mineral, del vegetal, del animal.

Quizás al desaguar del océano

salpicada de las iniciales espumas

otra aurora se abra. Quizás.

Aleluya por este quizás. Aleluya.

……………………………………..

 

“As criancas”, que traducimos como “Los niños,” nos recuerda la amistad que unió a Lisboa y a Gabriela Mistral. Ambas se conocieron en Brasil. Como se sabe luego Lisboa efectuó la traducción al portugués de versos de Mistral. El texto, dedicado a la chilena, busca a propósito un tono similar al mistraliano “Meciendo”. En ambas autoras se aprecia una intención de acercase a los niños como criaturas puras y a su silencio como aquel lugar donde se reposa a la sombra de Dios. Cabe destacar que Meireles, con quien se ha relacionado a Lisboa por el carácter místico y simbólico de su poesía, fue también una sensibilidad preocupada por la educación de la infancia a la que dedicó obra y esfuerzos. Es interesante que estas tres grandes mujeres ven en el niño la criatura de Dios en un estado ideal para proporcionarle la educación que mejor le abra los caminos hacia el pleno desarrollo de intelecto y espíritu.

 

Los niños cantan

          Quiero un silencio

               perfecto

           ni hoja al viento

      ni fuentes que murmuran

           entre los arbustos.

             Bien lejos

pájaros

risas.

      Nadie me busque

          nadie me bese

       Quiero el silencio

    de antes de la creación

……………………………………

 


Por último, para “Sibila”, título que se usa tanto en portugués como en español, sugiero una lectura de género, además de la interpretación de índole filosófica y mítica que reclaman estos versos. Imposible no usarla cuando Lisboa ya ha declarado su visión sobre la mujer en la cultura en un poema que hemos comentado “Moldear/Mujer”, aparecido en mi publicación de Surco Sur, donde hay una obvia crítica, a lo Sor Juana, al patriarcado y sus métodos de sujeción de la mujer.

En “Sibila,” el nombre remite ya a la mitología griega, y la imaginería porta todo el simbolismo oscuro que rodea a estas extrañas figuras femeninas que no han dejado de volver a inquietarnos con esa voz transhistórica que habla de eventos y eventos que se repiten, según lúcidamente nos dice el poema. Esta mirada transversal a la Historia es algo que también destaca el método de la razón poética en María Zambrano. Además de su contenido filosófico, en el plano literario, “Sibila” tiene destellos de un simbolismo distinto al habitual en Lisboa. Vemos el uso de ciertas imágenes sorprendentes, incluso coloquiales, en mezcla retadora con sus elevadas reflexiones, recurso que no es ajeno a la poesía de su época si pensamos en la poética vanguardista que inaugura Vicente Huidobro, autor estudiado por Lisboa.

 

Ahora es la voz de Sibila.

                  Ella no tiene voz y canta

                       Es ronca, pero canta

                     Muda habría de cantar.

                         Canta con los nervios

                          con los músculos

                          con todo el cuerpo

                          hasta con los cabellos.

                              ……………..

                               ¿Quién vio el rostro de la Sibila?

                                 ¿Quién se arriesgó al fondo del pozo

                                 en la búsqueda de humanos rasgos?

                                Quizás ella no tenga rostro:

                               es múltiple innumerable

en la imagen de la estratosfera.

                                  Mientras, es única - estructura

                                       vaso comunicante

                                    de eventos y más eventos

                                     que se disuelven pronto

                                   en aludes del tiempo

                                      (Los peces son portados

                                          en velocísimas bandejas

                                         de otra galaxia)….

 

Pero hasta acá mi comentario-muestra de textos. Esperamos que lo escogido, como avance de la edición en español, deje al lector hispano de Agulha Revista de Cultura, para cual se ha pensado este artículo, colocado invitadoramente en el brocal de una fuente profunda.

 


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Número 176 | julho de 2021

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