quinta-feira, 22 de julho de 2021

AGATHI DIMITROUKA | Bolívar, eres bello como un griego [Parte 4]

 


Agulha Revista de Cultura, dirigida por el poeta, dramaturgo, traductor, editor y artista plástico Floriano Martins se une al proyecto liderado por la poeta, escritora y traductora griega Agathi Dimitrouka en el cual reúne a voces latinoamericanas que publican poemas cuya temática es la cultura helénica o la Grecia actual. Este proyecto, que va a acabar en una antología en libro natural, lleva como título el famoso verso del poeta y pintor griego y surrealista Nikos Engonópulos “Bolívar, eres bello como un griego” y se publica por la revista de cultura Χάρτης (hartismag) presentando a poetas de América Latina. Y eso porque sus países, los que otrora fueron colonias de España, se animaron por la Revolución Griega de 1821 y lucharon por su propia Independencia con el Libertador Simón Bolívar. Además, fueron de los primeros países que reconocieron a Grecia como país independiente. Así, pues, armado cada uno con su pluma, y con único estandarte la poesía, nos reunimos cada mes para celebrar los doscientos años desde aquella llama que nos ha unido y nos sigue uniendo.

 

JORGE BOCCANERA (Bahía Blanca, Argentina, 1952) es poeta, ensayista y periodista. Vivió largos períodos exiliado en México (1976- 1983) y en Costa Rica (1989-1997). Ofreció seminarios, cursos y charlas en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina), Universidad de Costa Rica y Universidad de Salamanca (España). Coordina actualmente la Cátedra de Poesía Latinoamericana en la UNSAM. Escribió numerosos libros de poesía, de relatos y crónicas, de ensayos y de teatro, mientras textos suyos han sido musicalizados y llevados al disco; poemas suyos se han incluido en varias antologías de poesía y en la Juan Gelman de poesía argentina del Ministerio de la Nación. Participó en encuentros literarios realizados en varios países e integró el jurado de galardones literarios. Obtuvo numerosos y prestigiosos premios tanto nacionales como internacionales con más recién el Premio “José Lezama Lima”, Casa de las Américas, Cuba (2020) para su poemario Ojos de la palabra. Poemas suyos fueron traducidos al holandés, italiano, inglés, japonés, checo, portugués, búlgaro, francés, sueco, húngaro y griego.

 

ÁNGELA GENTILE (Berisso, Argentina) es profesora de lengua y literatura española e italiana. Especialista en Políticas socio-educativas y en la Enseñanza de la literatura. Post grado en Gestión Cultural (Flacso). Becaria Universidad de la Perugia. Integró el centro de estudios italianos (UNLP) Premio Nacional de Literatura –Ministerio de Educación y justicia de La Nación (bienal 1985-1987). Premio "Pregonero" Feria Internacional del libro 2009. Distinguida por la Asociación Mundial Amigos de Nikos Katzantzakis, Suiza, 2020. Premio Damaso Alonso 2020-Academia Hispanoamericana de letras, Madrid. Coordinadora Premio Strega 2020 (La Plata). Realiza junto a la Asociación Nostos “Ágora de Poiesis” y “Poetas griegos de la diáspora”- difusión de poetas griegos en español y griego. Publicó: Escenografías, Cantos de la Etruria (Edit Fénix) Los pies de Ulises (Edit, Ocelotos, Atenas, Grecia) Voces Olvidadas (Edit. Del Árbol, Auspiciado por la UNESCO; Lo sguardo di Demetra (Cuadernos de Casa Bermeja-Mago Ediciones); Bizancio (Edit, Vinciguerra) Pensar la lengua y la literatura (Edit Llongseller) Palabras originarias (Edit Mandioca); Giacomo Leopardi, poeta infinito (2019) Desde el origen (Edit del Árbol); Palabras, la voz de las mujeres indígenas (Edit Hudson, 2020). Incluida en la colección Juan Gelman de poesía argentina del Ministerio de la Nación. Ocho Centurias (Univ de Salamanca 2018). Madrás (Chile, Mago, colección Raúl Zurita, 2019); Madrás en portugués (Edit. Labirinto, Lisboa; Madrás en francés París, ed. L´Hammartan, 2021)

 

ALFREDO FRESSIA (Montevideo, Uruguay, 1948) es poeta, traductor y docente. Enseñó letras francesas durante 44 años. Destituido de la enseñanza por la dictadura uruguaya se instaló en Sao Paulo, Brasil, donde reside desde 1976. Ha ejercido la crítica literaria en medios de Uruguay, Brasil y México. Su obra poética ha sido traducida al portugués, inglés, francés, rumano, italiano, turco, árabe y macedonio. Ha sido editor de la revista mexicana de poesía La Otra en su versión impresa. Dictó clases en Marshal University, WV, Ohio State University de Columbus, Fundación para las Letras Mexicanas, entre otras instituciones. Publica desde 1973. Sus poemarios más recientes son La mar en medio (Buenos Aires y Montevideo, 2017) y las antologías Clandestin (Harmattan, París, 2013, bilingüe), Susurro Sur (Valparaíso, México, 2016) y Radici del Paradiso (Fili d’Aquilone, Roma, 2018, bilingüe). En 2019 publicó en Buenos Aires su libro de memorias Sobre roca resbaladiza, reeditado en Montevideo en 2020. Recibió varias distinciones (Premio Nacional de Poesía, Premio Bartolomé Hidalgo, Premio Morosoli a la trayectoria, entre otros). En 2018 la Alcaldía montevideana le otorgó el título de “Ciudadano ilustre” de su ciudad natal.

 

*****

 

 1 | JORGE BOCCANERA

 

EL ALTILLO

 

Casi a nueve peldaños de la muerte

bajo una luz difusa

te desvistes.

Esto no es la cubierta del Kabanos,

esto no se parece al paraíso,

es tan solo un altillo.

 

Aquí tus pechos vuelan,

tu cintura golpea entre mis brazos

y la humedad es una amiga,

mirando con ojos agrietados

un desorden de piernas.

 

Esto no es

la suite especial del Plaza Hotel,

ni una alfombra roja donde rodar a gusto,

es tan sólo un altillo.

 

Aquí tu pelo emerge de la noche

y es bandera de mimbre,

aquí una vieja cama pide a gritos

¡Socorro!

Aquí no hay vencedores ni vencidos

 

Afuera,

no muy lejos

la estrella herida de la tarde

rueda como un gato sin fuerzas

sobre el techo del mundo.

 

Aquí,

casi a nueve peldaños de la muerte,

tus ojos encuentran a los míos

y no tenemos tiempo siquiera a despertar.

 

 

OLAS

 

Tu corazón es una taza diminuta,

y es la única taza que precisa dos bocas,

y es la única boca que no se vuelca nunca.

Enormes olas,

locomotoras de agua se desploman cerca de tus

labios de Grecia.

Pero esto es Isla Negra y enfundada que vas

en un abrigo hecho para otro cuerpo,

hecho para otro clima.

Pero siempre en tus ojos brillando una tacita.

 

Hay un hombre encerrado en los papeles de la noche.

Sus vagabundos quieren levantar esa taza,

como los deportistas a sus copas doradas.

 

CINTAS

 

A mi madre, María Agustina

 

Aros para bordar, un costurero, toda

la vida un hilo. Enhebra olores en la cocina, zurce

palabras desgarradas.

Su nostalgia es de lino.

 

Nunca se nace, siempre

vamos cosidos a una madre:

Y calados, botones, bastidores, vivos para

la orilla de la lengua y encajes en la risa.

 

Junto a la rosa triste del alfiletero:

mi madre.

 

El camino lo alumbran las hebras de una estrella,

un viento de algodón, resplandor de abalorios.

 

Y en cada cosa que levantó el mundo,

la aguja y el dedal.

 

POSTALES DE GRECIA

 

A mi primo Costas Hisichos, ex diputado

y ex viceministro de Defensa de Grecia

 


I

La leyenda oriental del Hilo Rojo habla de destinos enlazados que se cumplen por sobre los tiempos y las geografías; de modo que esa hebra puede ajarse, tensarse, adelgazarse hasta ser una hilacha, pero nunca romperse. Más que un hilo rojo me ata a Grecia un cordón umbilical; el de mi madre María Agustina, y mi abuelo Alejandro Hisijos, nacido en la isla de Samos, que llegó como emigrante a Argentina a inicios del siglo XX con sus hermanos Heraclio y Jacobo.

Aunque me crie con mis abuelos paternos italianos, también emigrantes, el mundo helénico siempre estuvo presente, más allá de compartir el mismo nombre de mi abuelo samiense –“Alejandro”- y de familiares apellidados Sarantidis, Moraitis, Julys, Kalasakis, Pentakys, porque fue resonando en mis sentidos desde la infancia una cultura popular expresada en las numerosas anécdotas familiares, los sonidos, los sabores, las danzas griegas y la música de su lengua; vale decir todas aquellas actividades de una comunidad helénica que en Argentina se mantuvo unida a través de rasgos solidarios.

 

II

Suelo decir que quien nace en un puerto, lleva por siempre el viaje puesto. Nací en un puerto del Atlántico que alguna vez se llamó Puerto de la Esperanza, en la ciudad de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires, y mi vida y mi escritura están marcados por el tránsito. Incluso algún crítico señaló que mi poesía tenía la respiración de los viajes. De modo voluntario o deb n ido al destierro político, el desplazamiento territorial ha sido una marca de mis días desde los veinte años. Podría decirse que llevo el viaje en la sangre, en los ojos, en el caminar, en la curiosidad por realidades diferentes. Un maestro mío, el poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón dijo en consonancia con conceptos de Costantino Kavafis: “navegar me fascina, no la llegada a puerto alguno”.

Y aquí encuentro otro enlace esencial con Grecia; el tema del viaje: uno de los ejes de su historia, su mitología, su literatura y su arte en general, rubricado en esa Itaca que al mismo tiempo que es tierra firme, se desplaza junto a nuestros sueños, utopías, quimeras.

Vuelvo al puerto donde nací -en una época fue quizá el de mayor calado del cono sur americano-, repleto de barcos enormes vistos desde mi infancia. Subo las escalerillas de un enorme buque de bandera griega al que muchos llamaban “el Kavanos” y Lefteris, oficial de la tripulación y amigo de mi tío abuelo Eraclio, me acompaña en una recorrida por cubierta sin advertir que con ese gesto afectuoso está abriéndole las puertas a la aventura a un niño de apenas ocho años. Precisamente, entre las primeras palabras que conocí del idioma griego se me grabaron estas dos: KaloTaxidi.

 

III

Más allá de mi numerosa familia griega, los marineros y personajes diversos -como “Micho”, dueño del restaurante griego más concurrido del puerto durante cuarenta y cinco años, quien solía recordar su amistad en los años 20 en el barrio de La Boca de Buenos Aires, con el joven Aristóteles Onasis-, figura entre mis lecturas e influencias, la literatura griega. Y además de su narrativa clásica, cobran espesor aquellas obras poéticas con las que fui dialogando a través del tiempo. Me refiero a libros de Kavafis, Elytis, Seferis, Ritsos, Vretakos, Varvitsiotis y autores posteriores.

Sobre todo me atrajo la poesía de Yanis Ritsos, quizá por su lenguaje coloquial y su veta humanista. La suerte quiso que hacia 1980 desde México, donde viví exiliado, pudiera intercambiar un par de cartas con el gran escritor griego. Fue por intermedio de un tío que solía cruzárselo a Ritsos en Samos, donde el poeta pasó algunas vacaciones. Más tarde, en el 2000, dirigiendo una colección de poesía en Argentina, edité una antología de poetas griegos -Ritsos incluido- realizada por el escritor argentino Horacio Castillo. A Castillo lo había conocido un poco antes en forma casual (¿existe la casualidad?) y me interesó su propia poesía al punto de editarle una compilación suya; pero además debo decir que me impactó su amor por Grecia expresado, entre otras cosas, en un exhaustivo trabajo como traductor de poesía griega; labor que quedó reflejada en una decena de antologías; en especial una muy abarcadora, Poesía griega moderna, que va de Kavafis a Vanglis Kassos nacido casi un siglo después.

 

IV

Como dije, me atan muchos hilos con Grecia. Por ello no dejo de indagar en su historia pasada y contemporánea. En ese sentido en mi adolescencia, interesado por temas políticos, viví como propio el terrible golpe de la Junta de los Coroneles de 1967, y en 1973 la matanza de estudiantes del Politécnico, que con algunas semejanzas se replicaría en Argentina en 1976 con la toma del poder por parte de los militares, que dejó un lamentable saldo de treinta mil desaparecidos, miles de presos y otro tanto de exiliados. Entre esos desaparecidos figuran muchos griegos sobre los que aún se desconoce su suerte. Recuerdo en los años anteriores a esa asonada castrense de Argentina, haber estado consustanciado tanto de la realidad chilena -y el gobierno de Unidad Popular derribado por el general Pinoche mediante un golpe sangriento en 1973- como también de la coyuntura griega. Justamente ese año, el talentoso Mikis Theodorakys presentó en Buenos Aires la obra Canto General sobre textos del poeta chileno y Premio Nobel, Pablo Neruda. Otro hito de ese tiempo fue la exhibición de la película Z que narraba el asesinato de Grgoris Lambrakis por los militares fascistas, dirigida por Costa Gavras, quien años después denunciaría a la dictadura chilena con film Desaparecido.

Como alguien que desde siempre bregó, como tantos en mi país, por el respeto a los derechos humanos y una justicia más nivelada, también el hilo rojo de la leyenda con la que di inicio a estas notas me lleva a esos inmigrantes griegos que llegaron sólo con su esperanza, a los dirigentes obreros griegos reprimidos en diversas partes del país, a los cientos de obreros griegos que laboraban en los talleres ferroviarios de Remedios de Escalada -muy cerca de mi casa cuando me instalé con mi familia en el conurbano de la provincia de Buenos Aires-, y a tantos hombres y mujeres, griegos anónimos hermanados por el gesto solidario que brega por un mundo mejor. Sabiendo que, como escribió Yanis Ritsos, en la vida se alternan los momentos duros en los que debemos hacer de una piedra, una almohada, con aquellos momentos de dicha con un pez de oro nadando en nuestro pecho.

 

2 | ÁNGELA GENTILE

 

DANZA

 

El poeta dijo:

 —En la otra orilla hay fiesta.

 

Sus manos orientaron el viaje y su lengua la palabra.

Las naves seguían las estrellas junto al aliento de los remeros.

 

El poeta repitió:

 —Me esperan.

 y danzó en la noche.

Su cuerpo giró hacia Oriente y su rostro miró por última vez Occidente.

Lejos, las piras encendidas y los becerros sagrados, anunciaban lo eterno.

 

 

LUEGO DE TROYA

 

Cuando el poder les mostró sus abalorios,

los hombres regresaron desde la ciudad arrasada.

Olvidaron que la justicia no sopla sobre los ojos de los muertos

y el destino de todos es la Nada.

Allí, algunos marinos leyeron el cielo y navegaron por calles de agua.

Bebieron estrellas en fuentes troyanas lejos de las Cícladas,

y soñaron Sunión, donde naufragaron las naves aqueas.

Entonces, el rey de los hombres, siguió hacia su destino: Micenas.

 

 

CANTOS DE LAS LAVANDERAS NOCTURNAS

 

Hacia el oeste, Céfiro sopla sobre los lavaderos

donde nuestras jóvenes manos noche a noche sepultan la luna.

Aquí aguardamos las naves que temen el mar de negra obsidiana,

mientras navegaban junto a Euro, el funesto viento del Este.

Debemos lavar nombres, escudos y velar las sandalias de los héroes,

libando el agua sagrada de abril en nuestras manos.

Peregrinamos la arena de los cataclismos.

 Y cantamos.

 

 

LAERTES

 

He aquí un anciano.

La vejez que contemplas también habita en tu mirada.

Todos llevamos dentro algo profano:

un traficante de vinos y aceites, un perseguidor de gloria,

un desterrado de lo sagrado.

Soñé ruiseñores y un verano bajo los árboles.

Perseguí los pasos de Amor sin ser sorprendido y fui padre del más astuto de los

hombres.

 

 

LO SGUARDO DI DEMETRA

 

I

Dietro il cielo

c’ è l’ occhio dell’ uomo.

Sguardo deserto degli dei.

 Veglia.

 

II

Un uomo attraversa il giorno,

dietro l´ombra della vita.

Davanti soltanto il Desiderio.

 

III

Spogliarsi.

Io percorro la notte

cercando ingiallite fotografie.

 

IV

Non scorre l’ acqua nè la notte.

I cuori non battono piú.

Il vento è la misura degli uccelli.

 

V

Mai ho sentito vicino il mare,

l’ angoscia dell’ immensità,

l’ abitudine di calpestare gli autunni.

 

 

SABORES

 

El sabor de su cocina huele a todo el “Mare Nostrum”, a ánforas vertiendo aceite de oliva, a cráteras de vino, a legumbres y pescados. Los bizantinos les dejaron la forma de comer y sentir; pero los griegos les fueron dando el alma a los sabores; y es así que los productos frescos invaden los ambientes con el aroma de los limones, con los platos más templados que calientes, con los quesos como el feta, el kefalotyri, el kasseri y mizithra. Todos los ingredientes nos hablan de antiquísimas recetas como trahanas, skordalia, sopa de lentejas, retsina, pasteli. Alejandro Magno, al extender los territorios, contribuyó a la difusión de los sabores; también estos motivaron a Arquestrato a escribir un poema humorístico didáctico. “Hedypatheia” (La vida de lujo), donde aconseja a un lector gastronómico la mejor comida del mundo. Grecia se traduce en sabores.

 

ANNA KRITILAKIS, LOS SABORES DE GRECIA

 


Los campos griegos sembrados de olivos, de limoneros y de hortalizas, viajaron en el corazón de Anna Kitrilakis desde la mítica isla de Chios. Ana representaba el temple de los que –escapando de la guerra y habiendo sufrido hambre y enfermedades– se alzaron para reunir a todos en torno de su magistral mesa. Atrás quedaba la muerte, a mano de los nazis, de su hermano Giorgos, de sólo 14 años, simplemente por pedir comida. Esta mujer de baja estatura pero de gigante fortaleza cargó a sus espaldas la depresión de su madre Déspina Theodorakis y la vida de sus pequeños hermanos: Ángela, Giorgos y Tzeni. Se podría hablar de las manos maravillosas de Ana en la cocina; pero a su persona también la envuelve un halo de heroísmo como al dios Hermes. Ella colaboró llevando información a su tío que era parte de la resistencia; y fueron sus pequeñas huellas las que transitaron la tierra helena con los mensajes provistos por su padre Hércules (Hrakli), por amar aquello que los griegos sostuvieron desde siglos: La Libertad. Estos ejemplos de patriotismo son parte de un pueblo anónimo, patrimonio y orgullo en primera instancia de sus descendientes y de toda una comunidad. En las brumas del Egeo se perdía por el año 1944 un barco que transportaba griegos hacia un campo de refugiados creado por los ingleses en la isla de Chipre. Allí, Ana enfrentó la muerte y como gran luchadora superó la operación de un tumor craneal. De regreso a su amada tierra abandonó los estudios elementales; pero como los amados de los dioses reciben dones, ella al igual que la antigua reina feacia Areté, o la eterna Atenea, aprendió a bordar y a vender en los mercados su arte. La vida de Ana se mimetiza con la gran epopeya griega, con esas figuras rebeldes y nobles que sustentaron la historia de la cuna de la civilización occidental. En el año 1959 vendió sus ca-63 bellos y juntó sus ahorros, y partió hacia Argentina. Es en esta tierra donde finalizó su instrucción gracias al esfuerzo de aprender a leer y escribir en español de manera autodidacta, leyendo las revistas en el quiosco de su tío. Ana y la vida pudieron encontrar un equilibrio, la nostalgia siguió en el recuerdo; pero aquí conoció a Celestino Gronchi y tuvo a sus hijos Sergio, Marcelo y Elisabeth. Ana, portadora de los sabores de Grecia, fue digna embajadora de la gran gastronomía helena.

 

 

3 | ALFREDO FRESSIA

 

LOS PERSAS

 

Según Herodoto, la armada de Jerjes

ya había dejado Sardes camino a Salamina,

cuando el sol empezó a abandonar su lugar en el cielo

y a desaparecer. El día, sereno y sin la sombra de una nube,

se fue transformando en noche. El sol

tomaba el color del zafiro y, al mirarse entre sí,

los hombres se veían pálidos como muertos.

Todas las cosas parecían bañarse en un vapor oscuro.

El estupor y el espanto se apoderaron del corazón

de aquellos hombres jóvenes. Jerjes veía el prodigio,

lo siguió con atención y preguntó a sus magos

lo que significaba. El cielo, le respondieron,

anunciaba a los griegos la destrucción de sus ciudades

pues el sol, decían, es el astro profético de los griegos,

y la luna el de los persas. Jerjes, suspendido,

se encantó con la respuesta, alivió a sus hombres

con palabras confiantes y ¾no callará nunca

Herodoto¾ ordenó que retomasen la ruta.

 

Al morir lo comprendieron: morimos

de un eclipse, eternos como el zafiro,

y seguiremos el retorno de las lunas

mientras un Coreuta recite nuestros nombres.

Fue sólo para eso que vivimos.

 

Jerjes murió en palacio, asesinado por un traidor.              

 

 

PÍNDARO INTEMPESTIVO

 

Eclipse de Tebas, ¿vuelves otra vez del breve exilio

para apagar el sol de Montevideo? ¿Traes tú

el anuncio de otra guerra, la ruina

de nuestras cosechas, alguna innombrable tempestad de nieve

donde se oculte el temblor de los tiranos, o un desbordamiento

del mar que vendrá a vaciarse península adentro? ¿Será el hielo

sobre el descampado o un verano que los vientos del sur

harán derramarse en sudestadas furiosas?

¿Vas a inundar la tierra y expulsar a los hombres aterrados?

¿Nacerá entonces otra raza entre nosotros? ¿Y seremos otra vez

fantasmas sin bordes bajo la penumbra?

 

 

ÁYAX

 

Recuérdalo, llegar a buen puerto era ilusión,
tan feroz la hecatombe y tan mansas las bestias.
Llegar a algún puerto es obra de los hombres,
no llegar a ninguno es la única obra de los dioses.

 

 

DIARIO DE CAZA

 

Duró toda una noche. Navegamos

más allá de las columnas, lejos los bosques

donde ríe una diosa y las estrellas

sin memoria apuntaban al lunario. Yo les robo los pétalos

a las plantas carnívoras del jardín de las delicias.

Acecho sobre la escotilla, enhebro collares vegetales

para los tripulantes de efímeras gargantas. Mis dedos ágiles

siguen la línea sinuosa en el elzevir:

Estos son los ríos de Babilonia, se suben

en busca del olvido y vuelven siempre

soberbios como un planeta. A veces me detengo

en los jardines suspendidos del imperio, y ejercito

la muerte en mis últimos torneos de cetrería.

El Centauro me afiló los dientes y las uñas, tengo

la avidez de trece lunas llenas, y del viaje sólo recuerdo

unas cartas de navegación hundidas, una cacería

de altura y el canto de los marineros.

 

 

UN MUNDO COMPARTIDO

 


Mi estimada Agathi, editora de esta publicación, me pregunta sobre mis relaciones con Grecia, tanto la moderna como la clásica. Mi relación literaria con la Grecia moderna no es grande, pasa más bien por un grupo de poetas que, desde Kavafis, Seferis, Elýtis, han sido traducidos al español y nos han acompañado en nuestras lecturas desde hace años. Pero con relación al mundo helénico “clásico” la pregunta de Agathi tal vez podría ser invertida, a saber, interrogarse si existe alguien en el mundo occidental (Europa, las Américas, parte de África y de Asia) que no esté marcado y hasta constituido por la cultura griega. Creo que la respuesta sería negativa. Se trata efectivamente de una cultura que nos legó arquetipos, tropismos del alma, que van incluso más allá de la literatura. El “festín” de Homero, la “migas” recogidas por la tragedia, la democracia y sus límites, la filosofía, la arquitectura, todo esto va más allá de la literatura. Son los materiales de que están hechas nuestras almas, y digo esto desde el ‘Continente mestizo”, es decir, desde el Sur de América del Sur, donde también bebemos de riquísimas culturas precolombinas.

El otro día tuve la ocasión de escuchar “Los Suplicantes”, emitido desde Avignon por una radio francesa. Se trata de un texto que me acompaña desde mi juventud (como todas las tragedias de Esquilo), es decir, no tenía nada para mí de “novedad”. Y sin embargo, fui tomado por una emoción profunda, primigenia. Es evidente que el tema de los migrantes no podía ser más actual, y que yo mismo he sido un migrante, pero había algo más en la emoción que me llevó –otra vez, como cuando era joven- a las lágrimas. Ese “algo más” es la magia del mundo griego, capaz de dar forma a las pasiones humanas, y atravesar los siglos con una lozanía casi desconcertante. Y en el universo clásico podría decir lo mismo de la poesía lírica, y por supuesto, de la épica, la homérica, la que enseñé tantos años como profesor y a la que logro siempre descubrir aristas nuevas.

Para terminar, diría que mi carácter de mestizo cultural -porque puedo pasar de Hesíodo al Popol vuh, o de una mitología, la griega, a la otra, sea la inca, la maya, la azteca- me hace, y perdón por mi inmodestia, apreciar más aun el legado griego, la parte que la cultura helénica nos legó y por la que transito como si fuera la mía propia. Porque de hecho lo es, y la cultura de mi querida Agathi y de muchos de los que leen este testimonio es definitivamente universal.

 


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UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 176 | julho de 2021

Artista convidada: Susana Wald (Hungria, 1937)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com

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