terça-feira, 21 de setembro de 2021

ÓSCAR JAIRO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ | Jaime Jaramillo Escobar: “La persona del poeta no importa. Importa lo que queda de él…”



OJGH | ¿Cada uno de sus libros desde Poemas de la ofensa, pasando por Sombrero de Ahogado y Poemas de Tierra Caliente tratan de un momento decisivo en su formación y experiencia poética: ¿De qué momento se trata ahora con Poesía de uso?

 

JJE | No sé contestar a esa pregunta, porque no entiendo lo de momento decisivo relacionado con formación y etcétera. Sinónimos de momento son ocasión y circunstancia. No escribo libros de poemas, sino poemas sueltos con los que después, si hay ocasión, se compone un libro. Así que ese momento al que te refieres puede ser, y es, de muchos años. Como no escribo los poemas pensando en libro, tampoco puedo precisar cuántos años se pueden adjudicar a un volumen. “Momento decisivo en la formación” me resulta un concepto raro. Toda la vida se está en formación y nunca se completa.

 

OJGH | ¿Qué relación tiene Poesía de uso, con aquello que en el Nadaísmo llamaron lo “maravilloso cotidiano” y por qué sí o por qué no; y en qué forma o no se incrusta en este libro?

 

JJE | No supe que en el nadaísmo hubiese algo denominado maravilloso cotidiano. Esa expresión es de otra fuente.

 

OJGH | ¿En qué medida la poesía que hay incluida en Poesía de uso tiene elementos simbólicos, o no le interesa en absoluto el mundo simbólico, en y para su poesía, como Baudelaire en las Correspondencias que dice: “El hombre pasa a través de un bosque de símbolos/que le observan con miradas familiares”?

 

JJE | Eso de “elementos simbólicos” es para los que estudian la poesía desde la academia; no para quienes la hacen. El símbolo se le aparece a los que lo buscan, como los espantos. Cuando se escribe un poema no se puede estar pensando en retóricas ni preceptivas ni teorías. Eso lo sacan después por deducción los estudiosos, pero la poesía no se lee con requisitos previos. Es una experiencia de sensibilidad. Por eso emociona, conmueve y pasa a ser parte de tu vida. Algo así como un virus.

 

OJGH | ¿En qué momento decidió usted, si es que se puede hablar de una decisión racionalizada, que tenía ya realizado un libro como Poesía de uso, y cuál es la intención de publicarlo en este momento y qué exalta y revela?

 

JJE | Se decide publicar un libro si se cuenta con editor, o si el autor asume el riesgo. Todo es mucho más sencillo de lo que un reportero puede pensar, porque él necesita complicar las cosas para que la redacción del periódico o revista encuentre gancho o impacto. La poesía no es una profesión. Es un vicio. No decidí nada. Lo decidió el editor. No me parece que exalte y revele cosa alguna por sí mismo. Es el lector el que puede alcanzar la revelación y exaltarse con ella. Si eso sucede, el libro queda justificado. Pero en realidad todo el trabajo es del lector, porque es más difícil leer un libro que escribirlo.

 

OJGH | En este libro Poesía de uso, hay todavía mucho de su tremenda hilaridad y de su contundente ironía, o las trata de la misma manera que en sus otros libros de poesía y por qué?

 

JJE | No me propongo ser hilarante ni contundente. Lo risible está en los hechos que se observan, porque sólo el hombre tiene el sentido de lo ridículo. Si un monito puede parecerte ridículo es porque tú lo haces ridículo poniéndole un traje. En cuanto a la ironía, que procede de la burla, cómo no asombrarse de tantas cosas absurdas que se imponen por falta de reflexión o con torcidas intensiones.

 

OJGH | ¿Considera usted que el poeta es también historiador, escribe de cierta manera la historia y por qué sí o no?

 

JJE | Buena pregunta. Los primeros libros de la historia de la humanidad han sido posibles por los fragmentos de cacharros encontrados por los arqueólogos, las pinturas rupestres y las inscripciones grabadas en piedra. La poesía es la forma natural de expresión del hombre. El verdadero invento es la prosa.

 

OJGH | ¿Por qué en su poesía, en la totalidad de sus libros de poesía, al menos para nosotros, hay una intención evidente de que su poesía es necesario leerla en voz alta y por qué?

 

JJE | Muy sencillo. Porque hablo en voz alta. En el mundo de fieras en que vivimos no se puede ser tímido, ni humilde, ni apocado, porque te comen vivo. Tienes que pisar duro y firme. Y asumir las consecuencias. Es una poesía en voz alta porque así la pienso. Uno de los libros publicados se titula precisamente Alta Voz. La poesía es canto. El canto está por encima del susurro. Originalmente el teatro se escribió en verso. Varios de los poemas que he dado a la publicidad han sido musicalizados y teatralizados. Porque es también poesía popular. El origen de la poesía es popular. Por eso en ese libro hay una sección de coplas.

 

OJGH | ¿Cuándo usted lee en voz alta sus poemas, ante el público, no hay allí en usted una inclinación por el teatro, porque el poema pueda tener también una vida teatral? ¿Por qué?

 

JJE | El teatro fue la primera de las artes que se inventó con ese propósito. Consta en varios libros. Los juglares llevaban consigo sus cantos. Las letras de las canciones son poesía. La voz es el instrumento primordial de comunicación. Si no hubiera sido por Berta Singerman muchos poetas hubieran permanecido desconocidos. Digo mal: no es el poeta el que tiene que ser conocido, sino los poemas. La persona del poeta no importa. Importa lo que queda de él, si es que ha sabido expresar un pueblo, una época, una cultura.

 

OJGH | Usted escribió una obra de teatro: ¿Por qué le interesaba o le interesa todavía el teatro, qué es para usted el teatro?

 

JJE | Escribí varias obritas que no conservo, porque eran ensayos. Una de ellas fue presentada en New York en una salita durante una temporada. No tuve ocasión de relacionarme oportunamente con el teatro profesional, carencia que lamento porque desde niño me gustó la payasada. En compensación, he tenido en los últimos años la fortuna de conocer y formar amistad con los integrantes del Matacandelas, el grupo más excepcional de teatro que he conocido, pero la explicación debida no corresponde a esta entrevista.

 

OJGH | ¿En su poesía cómo se instala la relación con la naturaleza y la ciudad (Novalis decía que la ciudad era otra naturaleza), qué son para usted y cómo se funden entre sí ono?

 

JJE | Separar naturaleza y ciudad no me queda claro. Mejor sería el campo y la ciudad, incluyendo en ésta la que en portugués se llama cidadesinha. La pregunta sería pertinente si en Colombia existiera el campo con sus campesinos, pero eso ya pasó. Ahora el campo es la versión nacional del infierno, en poder de toda clase de diablos. Desplazados brutalmente a las ciudades, los campesinos sobrevivientes se convierten en seres desvalidos, que no tienen acceso ni siquiera a la caridad.

 

OJGH | ¿De usted como poeta, qué se nombra y se pronuncia en su taller de poesía y qué no, o sea, qué no se debe ni puede nombrar ni pronunciar en ese taller de fundición?

 

JJE | Allí no hay cosa alguna vedada. El taller somos todos sus integrantes y se hace entre todos. No es para fabricar escritores artificialmente. Tenemos un método indirecto por el cual se aprende sin tener la sensación de que alguien esté enseñando. Nuestro lema es una frase de Óscar Wilde: Nada de lo que puede aprenderse por medio de la enseñanza vale la pena de ser aprendido.

 

OJGH | ¿Qué incidencia tiene o tuvo en su formación y experiencia poética el movimiento surrealista y por qué sí o por qué no?

 

JJE | En lo que he publicado no hay influencia surrealista porque pretendo ser racional, que es todo lo contrario. El surrealismo fue novedoso en sus comienzos, pero sus continuadores intentaron llevar al máximo el invento y destruyeron su novedad, su gracia, su capacidad de invención poética. Derivaron en infinidad de ismos y novedades viejas por desconocimiento de la historia.

 

OJGH | ¿Qué poder le ha concedido usted o no, en su experiencia poética, a la experiencia mística y a la vida ascética, y cómo ha poseído la totalidad o no de su vida como poeta?

 

JJE | La palabra misticismo ha confundido sus significados, por lo cual requiere precisión. Los sadhus son místicos en el mundo hindú, a la vez tan espiritual y positivista. No me considero poeta; no soy tan pretencioso. Se ha publicado que en Medellín hay más de seiscientos poetas. No puede ser. Los poetas imprescindibles en la poesía antioqueña son sólo siete: Gregorio Gutiérrez González, autor del poema épico sobre el cultivo del maíz. Epifanio Mejía, el dulce cantor tan maltratado por la ignorancia general de la época. Porfirio Barba Jacob, de prohibida lectura en el Liceo de Andes cuando estudié allí, por lo cual lo leí a escondidas del prefecto, y me contagió el virus de la poesía. Ciro Mendía, que siguió escribiendo después de haber quedado ciego, y su obra inédita parece estar perdida. León de Greiff, el más alto poeta de la lengua española, aunque no lo crean, pero algún día tendrán que aceptarlo. Jorge Robledo Ortiz y Carlos Castro Saavedra, por la simple razón de que así lo considera el pueblo, aunque los eruditos tengan otra lista, pero es que son demasiado eruditos.

 

OJGH | ¿Cuando escribe lo hace pensando en un lector presente y futuro; es usted mismo su lector presente y futuro y por qué, para qué lo es o no lo es?

 

JJE | No vuelvo a releer lo que he publicado, porque no me voy a quedar toda la vida repitiendo lo mismo. Pienso en el lector solamente mientras escribo, puesto que escribir es hablar con el lector. De ahí en adelante el texto tiene que asumir solo el resto del trabajo.

 

OJGH | ¿En su poética hay o no relaciones con una poética de la meditación y otra de la acción, o ellas se conectan entre sí y cómo se dan en ella?

 

JJE | Meditación es otra palabra que se presta por lo común a malos entendidos, porque se relaciona con lo religioso. Más claro el término pensamiento. Todo escrito debe decir algo comprensible para el entendimiento normal. De no ser así, tiempo perdido. Se dan excepciones, como en todo, porque lo extravagante también tiene su minoritaria clientela.

 

OJGH | ¿En su vida ha llevado máscaras, qué máscaras ha llevado y por qué, y sí la poesía le propicia la liberación de esas máscaras o antes ella también lo es?

 

JJE | Utilicé el seudónimo de X504, que no es máscara sino el número de mi cédula de identidad (504547). Se hizo famoso, para qué negarlo, y no sólo en Colombia. Después del primer libro seguí utilizando el nombre por conciencia de responsabilidad. En el primer caso no trataba de ocultarme, puesto que no tenía de qué. Los sucedáneos fueron costumbre, moda y juego en ese tiempo.

 

OJGH | ¿Usted ha escrito haikú, qué consideración le merece el haikú y si ha tenido relaciones con la tradición del haikú y por qué?

 

JJE | Escribí unos pocos. La estética japonesa seduce por su concisión, en la cual logra profundidad y sobre todo una limpieza ejemplar.

 

OJGH | ¿Podría indicarnos tres principios (vías o medios) que le han sido esenciales para vivir como ha vivido su experiencia poética y qué los ha hecho indelebles e indestructibles y por qué?

 

JJE | Son cuatro: Estudio. Reflexión. Voluntad. Desinterés. Una especie de rebeldía contra lo irremediable.


 

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