Más tarde, esta ciudad fundaría el
Festival Internacional de Teatro; el primero que se hacía
en América Latina. Fundado por Carlos Ariel Betancourt,
presidente de Procultura Manizales, en 1968. Pocos años
antes, en 1965, se había inaugurado el Teatro Los Fundadores;
y para esa época rivalizaba con los mejores teatros europeos.
Para 1969 el chileno Sergio Vodanovic escribía, palabras
más palabras menos, que los manizaleños éramos locos no sólo por haber construido una ciudad en el filo del abismo sino
por haber creado un Festival de Teatro Universitario, cuya sede tenía un escenario y recursos técnicos
innovadores e inexistentes en ese momento en Latinoamérica.
Un Festival
que en sus inicios tuvo como invitados a Miguel Ángel
Asturias, Pablo Neruda, Ernesto Sábato, Jack Lang, Grotowsky, Alfonso Sastre, Mario Vargas Llosa (este último vendría de nuevo varios años después); entre otros escritores e intelectuales de gran renombre
internacional.
Cuando Neruda
asistió al Festival, el Teatro Los Fundadores se llenó rápidamente y sus puertas de vidrio
fueron cerradas; entonces, los estudiantes, ávidos de
ver y oír al Poeta, las rompieron y entraron en manada.
Yo aún era una niña para salir
por las noches; así que
no formé parte de esa muchachada
entusiasta que derribaba puertas para oír las palabras
del Poeta con el que la juventud latinoamericana comenzaba a amar y a desear. Vale
decir que antes de enamorarme de un hombre me enamoré del
amor gracias a Los veinte poemas de amor y Una Canción desesperada.
Luego, en mis años universitarios, vendrían Canto
General y Residencia en la Tierra,
entre muchos otros de sus libros. En 1974 el Festival se interrumpe para aparecer
nuevamente en escena en 1984 de la mano de Octavio Arbeláez Tobón; quien sigue siendo su
Director Artístico. Valga la ocasión para recordar al brasileño Aimar
Labaki, dramaturgo y crítico de teatro, que vino a numerosos
festivales y con el que tuve el placer de hablar en varias de sus visitas. Incluso
la primera vez que vino yo trabajaba en el diario La Patria y una de mis funciones
era asistir a teatro con él, hablar de las obras vistas
y luego ir a la sala de redacción; él me dictaba la reseña en portugués y yo la escribía en español. Luego la revisábamos juntos y el artículo salía publicado al día siguiente. Para
ese entonces en el diario La Patria se trabajaba con máquinas
de escribir que, aunque no eran muy antiguas tampoco eran modernas; nadie tenía un computador, ni Internet existía.
Cabe decir que en ese entonces mi conocimiento de la lengua portuguesa era prácticamente inexistente; y así y
todo nos entendimos muy bien y el trabajo fluyó sin ningún inconveniente. Algo completamente surrealista
si se le mira más de
treinta años después. Es de anotar que es otro brasileño
el que me pidió escribir este ensayo; me refiero al artista
plástico, poeta, ensayista, traductor y editor, especialista
en El Surrealismo, Floriano Martins. ¿Es el azar del
que habla Fernando Arrabal?
Ahora bien,
si hago referencia a mi ciudad y a su Festival es porque en el Teatro Los Fundadores
vi al menos dos de las obras de Fernando Arrabal (Melilla, España, 1932); y si mi memoria no me engaña
son Fando y Lis y El arquitecto
y el emperador de Asiria. No obstante, mi primer contacto con él no fue a través de los montajes
de sus obras sino en el plató de la televisión francesa. En la década de los
80 del siglo XX él era un asiduo invitado de un programa
literario que tenía lugar todos los viernes en la televisión francesa dirigido por Bernard Pivot. Pues bien, en la televisión, todos los viernes y en pleno horario triple A, y durante
tres horas, se llevaba a cabo una emisión con varios
autores célebres e incluso desconocidos que habían sido publicados recientemente; y Arrabal era uno de ellos.
Siempre me llamó la atención
su desparpajo, su irreverencia, sus deseos de provocar; y por supuesto su habilidad
para apropiarse de la palabra. Era un duende dispuesto a saltar y bailar con tal
de acaparar la atención de la audiencia. Para ese momento
yo ni lo había leído ni había visto ninguna de sus obras. Podría
decir incluso que su exuberancia y arrojo me molestaban; lo cual no quiere decir
que sus posturas me escandalizaran. No, él no pertenece
al tipo de personas que pueden escandalizarme. Lo que sí me escandaliza y me indigna
son los genocidios, como el colombiano.
Hay que recordar
que para entonces ya había pasado Mayo del 68 con su
maravillosa frase “Prohibido prohibir”; como también había visto la película de Woodstock;
ese maravilloso Festival que se llevó a cabo del 15 al
19 de agosto de 1969 y que rompió las estructuras de
una sociedad anacrónica y ultraconservadora como era
la de los Estados Unidos con su hermoso lema “Hagamos el
amor no la guerra”. Me refiero al movimiento Hippie que lo obligó finalmente a salir de la guerra de Vietnam. Y estaba la píldora anticonceptiva que había
sido autorizada en 1960. Es indudable que esta maravillosa posibilidad que se nos
dio a las mujeres para decidir con quien acostarnos y con quién tener hijos marcó un hito que los movimientos de liberación femenina supieron aprovechar. El París de los años 70 y 80 del s XX,
no es el París de hoy en día.
Como tampoco lo es la sociedad en la que hice el paso de la adolescencia a mujer
joven y con deseos de vivir y de tragarme el mundo. Y si digo esto, es porque en
los últimos años hemos visto
como una oleada furiosa de conservatismo y fanatismo ha ido tomando fuerza. Trump,
Bolsonaro, Uribe, Putin, Salvini, Vox, Marine Le Pen, Duterte, Maduro o Bukele;
son solo una muestra de las ira fascista que está tratando
de derrumbar la paz que se había construido después de la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras están desestabilizando esa gran victoria de la Modernidad: La
democracia. Así que las posturas provocadoras de Arrabal
no podían escandalizarme. La literatura me había blindado y me dio las herramientas para dudar de todo y
no bajar la cabeza ante ningún troglodita ni ante ningún fanfarrón o provocador. Además, mi padre
era un librepensador que me enseñó a refutar las ideas
y a argumentar; y también me enseñó que para poder hacerlo había que leer, leer mucho. De hecho crecí
en una casa donde el lugar privilegiado era la biblioteca.
Que un dictador,
cualquiera que sea, pero sobre todo si se llama Franco, encarcele a un artista o
a un escritor o dramaturgo, revela hasta qué punto le
teme a la pluma o al pincel. Los dictadores no sólo no ríen sino que la mayoría son ignorantes. Y digo la mayoría
ya que Stalin era un hombre muy culto; poseía una biblioteca
de más de treinta mil volúmenes. Una
biblioteca que era consultada a diario. Una historia que conoce muy bien Arrabal;
e incluso él dice que si bien es consciente del horror
del personaje –léase genocida-
también es consciente de su erudición. Incluso tiene un ensayo sobre él,
Carta a Stalin.
Y si bien Arrabal
es encarcelado en 1967 la verdad es que ya vivía en París, ciudad que nunca ha dejado, desde 1955. En ese año recibió una beca de tres meses
para estudiar en la capital francesa, donde se enferma de tuberculosis. Lo que él considera como “una
desgraciada suerte”, ya que ese impasse le permitió instalarse definitivamente en la ciudad soñada por artistas, escritores y dramaturgos; antes que fuese
reemplazada por Nueva York. Es de anotar que él ya escribía obras de teatro desde los años
50 cuando era un estudiante de Derecho; en ese período
escribe los primeros manuscritos de Pic-Nic y
El triciclo; al mismo tiempo que frecuenta el
Ateneo de Madrid. Lo que denota que desde muy joven tuvo interés por estar en contacto con intelectuales y artistas.
Y esto es importante
tenerlo en cuenta cuando se escucha hablar a Arrabal. Siempre hace énfasis en que a él le han tocado
“Los cuatro avatares de la Modernidad”: Los Movimientos
Dadá, Surrealismo, Pánico
y Patafísico.
Arrabal fue
un amigo cercano de Tristán Tzara con quien jugó innumerables partidas de ajedrez; una de sus grandes pasiones.
También frecuentó a Breton
pero rápidamente abandonó
el
Movimiento Surrealista ya que su talante dictatorial lo ahogaba. Es entonces cuando
crea, junto a Jodorowsky y Topor, el Movimiento Pánico;
también conocido como Grupo Pánico.
Una alusión al dios griego Pan.
El Movimiento
Pánico reúne la filosofía, la ciencia, el ajedrez, el azar, el caos y la confusión. Arrabal explica en la conferencia Impulsa Literatura: I
Encuentro de Jóvenes Escritores (Madrid) que el “Azar y caos, son palabras nobles”. [1] Gracias al “azar”
precisamente es que Arrabal termina instalándose
en París; en otras palabras, es cuando se convierte en
un “desterrado”. Él mismo dice que para escribir hay que vivir en el destierro;
algo que yo entiendo y comparto plenamente. Los desterrados vivimos en una tierra
ajena siempre; vayamos donde vayamos. Incluso, cuando regresamos a nuestro propio
país ya nunca somos los mismos. Yo lo llamo, “exiliado en sí mismo”. Así Arrabal
no comparta la noción de
“exilio”. Lo que me
lleva a recordar al padre de Marguerite Yourcenar. Él
era un errante perpetuo, donde quiera que fuera lo acompañaba
Marguerite, su hija. Su padre le enseñó el amor por los
viajes y por las culturas foráneas; hasta el punto que
cuando observaba en su hija un apego especial por un lugar determinado, empacaba
maletas y emprendía con ella un rumbo diferente. De esta
trashumancia Marguerite Yourcenar repetiría hasta el
cansancio la frase preferida de su padre: “Sólo se está bien
en otra parte”.
Desmenucemos
esa hermosa palabra, AZAR:
María Moliner, en su Diccionario de uso
del español (Editorial
Gredos, 3ª edición, 2007), nos explica que la palabra azar viene del árabe andalucí azzárh y del árabe clásico
zhar; palabras que significan
dado. O sea, cuando los eventos no obedecen a
decisiones divinas ni a fenómenos naturales sino a lo
que pueda surgir de un momento a otro, algo inesperado, dejando así las decisiones al azar;
como en un juego de dados en los que se juega
la vida misma.
Es el caso
de los “desterrados”. Y para hablarnos
de ellos Arrabal se remonta a Averroes (Córdoba, Al-Ándalus 1126 - Marrakech 1198) y a Maimónides (Córdoba, Al-Ándalus 1138 – El Cairo 1204). El
primero de origen bereber y el segundo judío sefardita.
Dos hombres prominentes y respetados por sus contemporáneos;
incluso ellos se leían
entre sí y se respetaban y admiraban.
Se dice incluso que Maimónides tuvo una gran influencia
de Avicena y de Averroes; y a su vez influyó en varios
pensadores musulmanes. Estos dos vivieron el “destierro”;
de ahí que Arrabal se remonte a ellos para hablar de
la importancia que tiene ser “desterrado” (que se arranca
de la tierra. Por lo tanto, desterrado
no
se opone a la palabra “exilio”; del latín exilium,
vocablo que viene de exsul (desterrado);
y que era explicado como arrancado del suelo.
Por su parte, el vocablo exul significa el que se ha ido; en otras
palabras exilio. No hay que olvidar que en griego
exó significa allá y edó significa
aquí. Por eso no comparto la
idea que tiene Arrabal con respecto al exilio; yo diría
que estas dos palabras, destierro y exilio, se complementan la una a la otra.
Por otra parte,
no se puede hacer abstracción del apellido Arrabal. En
castellano arrabal significa periferia, aledaño, suburbio (podría incluso decirse expulsado);
en otras palabras el arrabal es lugar que
está por fuera del centro de las
actividades económicas, sociales, culturales y políticas. Los arrabales son los
lugares marginales de las grandes urbes y donde a menudo se reproducen las condiciones
de pobreza e inequidad ad infinitum. El dramaturgo que nos ocupa lleva entonces
implícita esa categoría de
expulsado. En los arrabales el diseño urbanístico suele
ser sinónimo de caos y de confusión; no sólo sus callejuelas sino las casas que van construyéndose con materiales diferentes y con diseño que cambian con los años a medida
que la casa crece, se expande; a veces como un champiñón.
Y hay más con respecto al vocablo arrabal. Una persona arrabalera es sinónimo de
zafio, de vulgar, de tosco; e incluso puede verse como alguien estrafalario, estrambótico; en otras palabras es una persona que no es confiable.
Podría decirse
que Fernando Arrabal le rinde culto a su apellido. Construyó
su propio mundo, su propia existencia en la periferia cultural e hizo de su vida
la protagonista principal de su dramaturgia, de su ser y estar.
Pero volvamos
a Averroes y a Maimónides. El mismo Arrabal los menciona
cuando recuerda el congreso organizado por Dalí en la
ciudad de Barcelona y en el que participaron cien científicos
de todo el mundo; con el fin de preguntarse sobre la ley del azar y del caos; más no de la confusión. Por lo que
Arrabal hace énfasis en que cada vez que se habla de
concordia se termina
en la discordia. Una forma
de vivir relacionada con la confusión (léase arrabal, periferia) en la que los seres humanos
nos movemos permanentemente.
Y yo le preguntaría a Fernando Arrabal ¿Es ésta otra variante del destierro?
Porque no se trata solo de vivir en otro país, hablar
en otra lengua diferente a la materna, integrarse a una cultura nueva y desconocida
o quedarse por fuera de ella; es también el sitio que
cada ser humano logra a través de su propia existencia;
como se ubica en el cosmos; cuál es la relación que establece con el espacio, con los otros y consigo mismo.
En otras palabras, el arrabal que cada uno
de nosotros construye o destruye a lo largo
de su existencia.
Tal vez la
respuesta a esta interrogante está en la anécdota que Arrabal nos comparte sobre un pintor desconocido
que se acerca a Duchamp para que él le devele la fórmula mágica para vender bien sus cuadros. A lo que Duchamp le responde
que “él éxito y el fracaso están en manos del azar”.
En otras palabras, dice Arrabal, en manos de la confusión. E incluso
inventa una palabra incompletud.
Lo que me lleva
a preguntarme: ¿Qué
es
el éxito? ¿Qué
es
el triunfo? ¿Cómo huele? ¿Cuál es la sensación táctil? ¿Es áspero, es suave?
Esto le sirve
de proemio para recordarnos que si bien la revista Times publica cada seis meses una lista de las cien personas
más influyentes del planeta nunca incluyen a un filósofo, un poeta, un pintor, un escritor; y no necesariamente
porque su director sea un ignorante sino porque incluirlos no representa una ganancia
para la revista. Incluso tiene la lucidez para criticar la lista que aparece cuando
Hillary Clinton es la Canciller de EEUU, pero al que nombran es a su marido Bill.
Un ejemplo extraordinario para hablar del caos, de la confusión. Otra forma de hacernos caer en cuenta hasta que punto hemos
perdido la brújula que nos indique un Norte; hasta que
punto hemos olvidado escribir una bitácora de viaje (me
refiero, por supuesto, al viaje que es la vida); hasta que punto hemos invertido
los roles, poniendo la economía por encima del Humanismo.
Y Arrabal
nos explica que “influyente” es una palabra y una creación pánica.
Y agrega que no estar en esa lista es un homenaje al escritor, al pensador, al artista.
Y entonces trae a colación una anécdota que cuenta Platón con respecto
a la queja de los poetas, ya que a pesar de tener a Sófocles, a Eurípides y a Esquilo,
la gente prefiere ir a los estadios y no al teatro. Algo parecido sucede hoy en
día, seguimos considerando semidioses a los futbolistas
y lanzamos al ostracismo, a la caverna, al artista, al escritor, al poeta.
Y como colofón habla precisamente del poeta que salvó a Notre Dame de Paris. Me refiero, por supuesto, a Victor
Hugo. Una forma hermosa de realzar la importancia del poeta, de su lugar en el mundo,
de su rol en las sociedades y en la Historia; así a veces
pase desapercibido. Y luego trae a colación una de las
frases de Hugo: “Cuando el siglo tenía dos años nací en Bezançon,
esa vieja ciudad española”. Otra vez,
la concepción de confusión, de arrabal, de periferia.
Para volver nuevamente a hablar del “destierro” recuerda a Teresa de Ávila que afirmaba que para “conquistar
la gloria hay que ir a Francia”. En otras palabras, dice Arrabal, “la “gloria” solo puede existir en la poesía, en
el arte, en la literatura”.
De ahí que Arrabal sostenga que “El poeta
está en las catacumbas”; en otras palabras el poeta es un “desterrado” que vive en
el arrabal, en la periferia, en la confusión. De ahí que se le considere un “maldito”, y yo agrego:
el poeta puede incluso estar por fuera de la ley; como Villon.
El poeta ha
sido siempre visto como un paria, un pobre loco o un soñador. Más recientemente, en el siglo
XIX, los poetas fueron considerados malditos, como fue el caso de Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé y Verlaine.
Los poetas,
por salirse de todos los convencionalismos de la Época
Victoriana, eran condenados al ostracismo social y a la vejación. La cárcel también fue el castigo que se le impuso a Óscar
Wilde, cuyo único crimen fue haber amado con locura a
un hombre más joven que él;
el mismo “delito” por el que
fue acusado Verlaine. En otras palabras son transgresores, en cierta forma tránsfugas; viven en el filo del abismo, son funámbulos sin vara; los atrae el vacío, Le Néant, La Nada.
Para volver
a Fernando Arrabal, el poeta vive en las catacumbas; una especie de caverna de la
que habla Platón. Solo que el poeta no está encadenado ni mira solamente a las paredes de la roca. El
poeta, y eso lo sabe muy bien Arrabal, es más bien un
iluminado, es el que
hurga, penetra y desvela los arcanos; trata de conocer la verdad aunque no siempre
la comprenda.
Recuérdese que para
Arrabal el poeta vive en la confusión. No en vano
dice: “Caminar, avanzar enmascarados”. Una forma
de hacer alusión a Platón
cuando hace alusión a los hombres que salen de la caverna
y que al regresar a ella no pueden ver; ya que la luz del exterior los ha dejado
ciegos.
NOTA
1. El escritor y dramaturgo Fernando Arrabal
habla con jóvenes escritores en Impulsa Literatura: I Encuentro de Jóvenes Escritores,
Madrid: www.youtube.com/watch?v=T77VI28Zsos.
Bibliografía
El escritor
y dramaturgo Fernando Arrabal habla con jóvenes escritores
en Impulsa Literatura: I Encuentro de Jóvenes Escritores
–Madrid: www.youtube.com/watch?v=T77VI28Zsos
Entrevista a Fernando Arrabal en Late Motiv: https://www.youtube.com/watch?v=Wi8ukkc1NWU
Entrevista a Fernando Arrabal por Jesús Quintero: www.youtube.com/watch?v=QdXSiXIxw2M
Torres Monreal, Francisco. Introducción al Teatro Completo de Fernando Arrabal.
Fernando Arrabal, autor e ilustrador. Editorial Everest y F. Instituto Castellano
y Leonés de la Lengua. Editorial
Evergráficas, S-L. Carretera León-La Coruña, León (España).
BERTA LUCÍA ESTRADA (Colombia, 1955). Es escritora, poeta, dramaturga, crítica literaria y de arte, autora del blog El Hilo de Ariadna del diario El Espectador (Colombia). Integrante y secretaria del PEN Internacional/Colombia. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado trece libros, entre ellos La route du miroir, poesía (2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético (2012), y ¡Cuidado! Escritoras a la vista…; Todo lo demás lo barrió el viento, La Trilogía de la agonía que comprende las siguientes obras: El museo del Visionario (obra de teatro patafísica), Naufragios del Tiempo y Las sombras suspensas (Trilogía escrita al alimón con Floriano Martins). (2021). Y con el sello de ARC Edições y Editora Cintra fueron publicados los dos tomos que conforman El oficio de escribir (Ensayos críticos, 2020). Ha recibido cinco premios de poesía.
JOHN WELSON (País de Gales, 1953). Poeta e artista plástico, Welson é um desses personagens admiráveis por sua incondicional obsessão pela criação. Desde a infância que se dedica à pintura, ao desenho, à cerâmica e logo dando início também à escritura poética. Resultado dessa voracidade criativa é que tem em sua agenda um registro de mais de 300 participações em galerias em vários países. Nas últimas décadas produziu um abstracionismo lírico cuja ótica central é a paisagem de seu País de Gales. A seu respeito escreveu John Richardson: Quer sejamos encantados com a poesia de John Welson, fascinados quando suas pinturas batem à porta de nosso inconsciente, ou nos encontremos iludidos por suas colagens enquanto conscientemente reordenam nossa visão de o que é e o que pode ser, é possível, acredito, discernir através do vidro as sombras, os traços e os impulsos que revelam seu compromisso com a liberdade e o surrealismo. […] Para John, a violência em tomar ou separar é apenas a primeira etapa necessária de uma grande obra de desconstrução, necessária para reconstruir e reconstruir, permitindo assim que a realidade latente da vida cotidiana, que a ideologia burguesa mascara, surja e se destaque. É dessa maneira orgânica que o Maravilhoso nos é revelado. Mais uma vez, ele nos oferece um vislumbre do que poderia ser.
Agulha Revista de Cultura
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 05
Número 204 | março de 2022
Artista convidado: John Welson (País de Gales, 1953)
Tradução: Susana Wald
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
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