Marvel Moreno era la invitada de honor en cada una de las
reuniones del grupo Reflexión sobre la condición de la mujer de América Latina;
así que ella abría el evento y nos hablaba de su universo literario; un universo
que tenía un nombre, Barranquilla, y que giraba en torno a la sociedad mal llamada
de “élite”; y sobre todo nos hablaba de su familia, de ese ambiente opresivo, asfixiante,
controlador, excesivamente retrógrado, católico hasta los tuétanos, y de la escasa
o nula posibilidad que tenía una adolescente en los años 50 del siglo pasado de
independizarse y ser libre. Ese mundo opresivo de las familias barranquilleras de
los años 40 y 50 del pasado siglo. La escuché hablar del mundo de las tías, un ambiente
burgués donde la mujer es algo así como un objeto decorativo, y si bien se la pone
en el centro de una casa lujosa, en realidad su vida está ritmada por las tradiciones,
el control social y familiar y sobre todo por el poder omnímodo del marido que le
tocó en suerte. En otras palabras, la mujer estaba confinada en las cuatro paredes
de su hogar como lo fueron sus congéneres en el gineceo griego. Tal vez por eso
aceptó casarse, con solo 23 años, con un hombre que posteriormente la aplastaría
en el sentido literal de la palabra. Su nombre es Plinio Apuleyo Mendoza. Un escritor
que frecuentaba el Grupo de Barranquilla, y al que ella asistía desde 1960,
un escritor de izquierda y con aires de gran intelectual.
Desde la primera vez que hablaron juntos, ella, Gaby, tuvo
la impresión de hallarse frente a un hombre valiente, pero desvalido. Sentados en
una mesa del Country Club, viendo caer en torrentes la lluvia de agosto sobre las
matas del patio interior, descubrieron que compartían los mismos gustos literarios
y opciones políticas. Ella creía soñar: una persona que leía a Marx y sabía manejar
los cubiertos, un partidario del Che Guevara aficionado a Proust, un izquierdista
que se expresaba con moderación. Y ese era el hombre que la burguesía pretendía
amordazar impidiéndole trabajar y amenazándolo de muerte. (Marvel Moreno, El tiempo de las amazonas, Alfaguara,
2a reimpresión 2020, pág. 15).
Ese mismo personaje regresaría muchos años después a Colombia
convertido en un hombre que yo no dudo en catalogar como de extrema derecha, posiblemente
fascista. Ya para entonces Marvel Moreno estaba muerta; sin embargo, antes de su
deceso había dado instrucciones al crítico literario Jacques Gilard y Fabio Rodríguez
Amaya para que su última novela, El tiempo de las amazonas, fuese publicada;
ya que sabía que la Hoz la esperaba con impaciencia en el umbral de su habitación.
Por otra parte, hacía mucho tiempo que se había divorciado de Plinio Apuleyo Mendoza
e incluso en 1982 se había vuelto a casar; esta vez con Jacques Fourrier. Sus últimos
años los pasó en una gran precariedad económica, mientras que el padre de sus hijas
nadaba, y aun nada, en la opulencia. Bueno, dirán que si estaban separados, y que
si cada uno había seguido su propio camino, él no tenia ninguna responsabilidad
económica para con ella. Y eso es cierto. Solo que después de su muerte él se opuso
durante veinticinco años a que esta novela fuese publicada; aducía, y aun aduce,
que no estaba terminada. Así que en el fondo se consideraba, y a lo mejor se considera,
el esposo de Marvel Moreno; por eso, en una postura claramente patriarcal, muy machista
y bastante misógina, habría manipulado a las hijas, las verdaderas albaceas de la
obra de Marvel Moreno, para que se negaran una y otra vez a entregar los manuscritos
a una editorial. Parece ser que la verdadera causa de este rechazo sistemático es
que no deseaban que las historias familiares saliesen a la luz. Es decir, no querían
que los secretos de maltrato psicológico y físico, de los que parece haber sido
víctima la autora, así como su enfermedad, su pobreza, la imposibilidad de acceder
a buenos tratamientos médicos, fuesen conocidos a través de esta prodigiosa novela.
El personaje de Luis sería el retrato, no sé si fiel, de Apuleyo Mendoza; y ella
misma sería Gaby, la experta en arte; como lo era en vida la misma Marvel Moreno.
Luis tenía invitados a comer casi todos los días… Durante los primeros meses
ella zanjeó la dificultad pagando de su propio bolsillo los gastos de mercado, pero
cuando no le quedó un centavo se encontró obligada a hacerle frente a la tacañería
de Luis. Todas las mañanas, muy temprano, le explicaba que o bien le daba la plata
para comprar las botellas de whisky y de vino, la carne y las legumbres, los quesos
y los postres, o bien anulaba la comida. Luis tenía un acceso de ira: la acusaba
de robarle su plata, o la amenazaba apretando los puños, la boca crispada de rabia
y al fin tiraba sobre una mesa los francos que ella le pedía. Ella, Gaby, no sabía
qué hacer: no disponía de los medios para regresar a Colombia porque Luis, después
de haber escondido la chequera del banco de Miami donde estaban sus ahorros, le
había prohibido inclusive abrir el correo que el banco les enviaba mensualmente.
Además la debilidad de su cuerpo le impedía reaccionar. ¿Cómo buscar un trabajo
en esa ciudad hostil y glacial cuando no podía caminar una cuadra sin arrastrar
los pies de cansancio y sentir que se iba a caer al suelo? ¿Cómo adquirir un pasaje
de avión si ni siquiera podía comprarse un etiquete de metro? (Op.
Cit. pág. 44)
Así comenzó
a desenmascararse el que aparentemente fuese un hombre violento en grado extremo,
que buscaba aplastarla, anularla, desaparecerla a cómo diera lugar. Ese mismo hombre
se hacía pasar de izquierda y abogaba por los derechos del pueblo.
(Gaby) desde hacía un mes aplazaba su cita con el médico
porque no podía pagarle sus honorarios… ¿Cómo era posible que él la viera languidecer
de fiebre sin ayudarla? … insensible ante el espectáculo de una persona carcomida
por la enfermedad, encaminándose lentamente hacia la muerte. … Luis había sido contratado
por una agencia de publicidad cuya sede estaba en Suiza y no tenía derecho a los
seguros sociales, pero le pagaban bien y gastaba un dineral invitando a cenar a
sus amigos. Con la plata de una de esas comidas, Gaby habría podido ir a ver al
médico o comprarse al menos una gabardina para el invierno. Su indumentaria consistía
en un par de botas, un blue jean y dos faldas. Alguien le había pasado un jersey
y una ruana. (Op. Cit, pig. 48)
Y por
supuesto, Marvel Moreno también dejó huellas de su propia vida a través de los múltiples
personajes femeninos que pueblan El tiempo de las amazonas. Con respecto a esta etapa precaria
de los últimos años, y de la exclusión de los medios literarios de la que fue víctima
-exclusión que habría sido dirigida detrás de bambalinas por Plinio Apuleyo Mendoza-,
Jacques Gilard y Fabio Rodríguez Amaya escribieron en 1997:
Desconocida por el gran
público, ignorada por los medios de comunicación, tergiversada por los editores,
envidiada y censurada por la cultura oficial y de régimen, objeto de altanero esnobismo
incluso de sus compatriotas famosos, hostilizada por la familia, aislada por la enfermedad, asediada por la pobreza,
con todos estos, para nada pocos obstáculos, suscita
estupor que haya logrado publicar tres libros en vida. (https://www.bbc.com/mundo/noticias-51243682)
Es de anotar que Carla y Camila Mendoza, sus hijas, que no son críticas literarias,
y que según algunas personas que las conocen de cerca no serían ni siquiera buenas
lectoras, al menos esto es lo que Mercedes Ortega afirma (1), escribieron un prólogo
de solo página y media, y en el cual, muy temerariamente, afirman:
¿Por qué esperamos veinticinco años para
tomar una decisión?
En primer lugar, no sabíamos si ella hubiera deseado publicarla. … Y es que
El tiempo de las amazonas puede llegar a sorprender por varias razones.
… es un libro muy denso que presenta un número importante de personajes cuyos
destinos se entrecruzan. El lector fácilmente puede sentirse perdido frente a la
profusión de historias, de anécdotas y de relatos de vida que se cuentan. En realidad,
nuestra madre introdujo todos los temas de las novelas y cuentos que ella hubiera
querido escribir, pero sabía que la carrera contra el tiempo ya había empezado y
que la iba a perder.
Por otro lado, la novela está escrita
con un estilo a veces muy directo y expeditivo que puede sorprender a aquellos que
han leído En diciembre llegaban las brisas o sus cuentos. (Op. cit, pág, 11)
Bueno, ya se sabe que Marvel Moreno les dijo a Jacques Gilard y a Fabio Rodríguez
Amaya que deseaba que su obra fuese publicada; así que este argumento es falaz.
Pregunto: ¿cuántas obras póstumas se publican cada año? Por otra parte, el
argumento que esgrimen sobre su reticencia a publicar la novela demuestra el desconocimiento
literario que tienen Carla y Camila Mendoza al afirmar que la novela es densa; un
comentario por lo demás bastante insulso y que yo no comparto. El tiempo de las amazonas
no es una novela difícil de leer; aunque puede prestarse a algunos momentos de confusión
por la cantidad de personajes que aparecen en sus 330 paginas; y si eso fuese un
obstáculo para la lectura en ese caso Cien años de Soledad sería imposible
de abordar; y hasta ahora nunca he leído que alguien afirme en uno de sus proemios
que la obra maestra de Gabriel García Márquez sea “densa”. Así pues este prólogo,
si así puede llamársele, invita más bien a hacer una lectura con bastante prevención;
como si en cierta forma Carla y Camila Mendoza, las hijas de Marvel Moreno, se excusaran
por lo que aparentemente considerarían una mala novela. Cuando no se tienen las
herramientas necesarias para hablar sobre una obra literaria, es preferible abstenerse
de escribir un prefacio; para eso existen los críticos literarios. No en vano en
Alfaguara, la casa editorial de El tiempo de las amazonas, y con el fin de demoler los
prejuicios de las Mendoza, les dijo con vehemencia: “Puede ser una obra gris, pero contiene pepitas de
oro”. Aunque yo no la considero una “obra gris” y creo que más que
“pepitas de oro”
es una obra magistral desde todo punto de vista. A no ser que consideren que el
machismo, la violencia de género y la misoginia, que desnuda Marvel Moreno, sea
un ambiente gris.
Pues bien, en ese ambiente gris hemos vivido las mujeres desde hace miles de años;
¿Por qué ocultarlo? ¿Acaso esperaban que una escritora, aguda y extremadamente inteligente,
como Marvel Moreno, ocultara la protervia de la sociedad patriarcal?
Por ahora regresemos a la juventud de
Marvel Moreno. El formar parte del Grupo de Barranquilla
le permitió conocer a Álvaro Cepeda Zamudio y a Gabriel García Márquez. Leía con
fruición a Faulkner, a Joyce, a Virginia Woolf y a Carson McCullers; escritores
que influyeron notablemente en su obra literaria. En otras palabras, Plinio Apuleyo
Mendoza no formó a Marvel Moreno; por el contrario, en ella encontró a un par, a
una mujer inteligente y extremadamente culta para su edad; características que se
acentuarían con el correr de los años. No en vano, y como anotaba anteriormente,
Marvel Moreno se convirtió en una gran especialista en Arte; y por supuesto, jamás
dejó de leer ni de interesarse por la escritura; solo que en un ambiente aparentemente
oprobioso y de extrema precariedad económica no le era posible escribir con la asiduidad
que hubiese deseado. Y a pesar de todo, la obra que dejó es de una gran importancia;
solo en un país machista y misógino como Colombia una escritora de tal envergadura
pasa desapercibida. Y si afirmo esto es porque no hay que olvidar que El tiempo de las amazonas
le debe la luz a seis escritoras y feministas, entre ellas Mercedes Ortega, que
en el 2019 tuvieron el coraje de presentarse en una charla que Plinio Apuleyo Mendoza
tenía con el periodista Mauricio Vargas (2) sobre Marvel Moreno, su charla no era
sobre la escritora sino sobre la adolescente que alguna vez fue reina del Carnaval
de Barranquilla, entre otros temas anodinos; es decir, aun hoy en día el que fuera
su marido sigue banalizando su obra; imagino que los celos lo carcomen y que así
busca hacerle sombra; sabe muy bien que él no le llega ni a los tobillos. Pues bien,
en la charla a la que hago referencia estas valientes amazonas entraron al salón,
lleno a reventar de espectadores, llevando una camiseta blanca que decía: Es el tiempo de las amazonas,
y se pararon delante de los espectadores; los dos seudoconferencistas siguieron
como si nada pasara; en otras palabras, el machismo y la misoginia, que siempre
denunció Marvel Moreno, seguían ahí; como el dinosaurio de Monterroso.
Marvel Moreno denuncia los juegos de poder, muchos de ellos bajo el disfraz
de la seducción; una seducción que después se convierte en una relación de verdugo-víctima.
Defensora a ultranza de la educación laica, del control de la natalidad, del derecho
de la mujer a educarse, a trabajar, a ser independiente económicamente, a tener
su propia cuenta bancaria (no hay que olvidar que este derecho solo le fue otorgado
a la mujer francesa a finales de la década del 60 del pasado s XX; además para poder
trabajar debía tener una autorización escrita de su marido; y por su fuera poco
carecía de la patria potestad de los hijos; todo esto era una herencia de la lacra
del Código napoleónico). Recuérdese que Marvel Moreno se instaló en París en 1971;
es decir, la Revolución del 68 acababa de pasar y todos los cambios de la sociedad
francesa apenas estaban siendo asimilados por la gente. Lo que sí cabe decir es
que la educación laica y obligatoria existe en Francia desde 1882; este enorme salto
fue dado por el ministro republicano de Instrucción Pública Jules Ferry. Ya en 1880
Camille Sée había creado la escuela secundaria para las mujeres. Tal vez la cita
que mejor resume su posición laica es cuando habla de los reaccionarios franceses;
los que en Francia se conocen como “les catho” (por católicos extremistas).
Los amigos de Paul eran reaccionarios
puros. Estaban en contra del aborto, la contracepción, la escuela laica y los inmigrantes.
El feminismo les causaba horror. (Op. cit, pág, 278)
Y esta característica de los católicos
radicales son una constante en Colombia; máxime que ahora hay que sumarles las innumerables
iglesias de garaje que aparecen todos los días como si fuesen maleza, y que se oponen
a los derechos de la mujer, de los homosexuales, de los transexuales, a la eutanasia
y a los inmigrantes. Poco o nada ha cambiado desde el momento en que Marvel Moreno
escribió el libro; por eso creo que las editoriales en Colombia no se interesaron
en publicar y promocionar su obra. La sociedad patriarcal es una pandemia virulenta
que sostiene una política de Estado injusta y criminal.
Y por supuesto, no hay que olvidar que
cuando una mujer desconoce su propia condición femenina repite hasta el infinito
el machismo; puesto que somos las mismas mujeres las que ayudamos a perpetuar esta
ideología de extrema derecha, léase fascista; incluyendo, por supuesto, a muchas
personas que se consideran de izquierda y que son intelectuales. Y creo que nadie
mejor para ilustrar esta idea que la entrevista que Fabio Rodríguez Amaya le hiciera
a Marvel Moreno en 1988:
Vamos con una provocación: ¿tú
no crees que la mujer utilice su sexualidad, para, no puedo decir vengarse, pero...
para joder al hombre?
¿Tú crees? Yo no lo pienso. Los problemas
con la mujer dependen de que ella tiene más necesidad de gozar sexualmente, tiene
más necesidad de la mejor actitud del hombre, que el hombre de la mujer. Los hombres,
por ejemplo, van a un prostíbulo y hacen el amor, y sienten placer, pero no sabemos
nada de la importancia de ese placer, y luego todo ha terminado. Para una mujer,
en cambio, es necesario que el hombre tenga toda una conducta, una manera. El placer
de la mujer no es automático. Los hombres no aceptan la sexualidad femenina, por
eso mismo yo en mis narraciones parto de esa base. (Una entrevista inédita, Revista Semana)
Imagino
que Rodríguez Amaya, en el caso eventual que en esa época ya hubiese leído el manuscrito
de este libro, no recordaba esta frase lapidaria de Marvel Moreno:
El placer
femenino los irritaba, quizás porque en el fondo les producía miedo (Op.cit. pág. 105)
Y más adelante:
Por miedo, Enrique se había encerrado desde su juventud
en un sudario. Temía al amor, el sexo y las mujeres. De hombres como él estaban
llenos los monasterios (Pág. 270)
Y si traigo
a colación esta desafortunada pregunta de Fabio Rodríguez Amaya es porque resume
muy bien lo que la mayoría de los hombres, aun aquellos que son intelectuales y
académicos, piensan de las mujeres. En esa cita se condensa el imaginario cerril
de una sociedad pacata, ancorada en prejuicios milenarios, que le han enseñado que
la mujer es una Eva peligrosa que incita al “pecado”, a la “falta”, al “oprobio”;
en otras palabras, que incita al hombre a pasar las puertas del averno y por ende
de la condena eterna. Y si, ya dirán que me equivoco puesto que Rodríguez Amaya,
junto con Jacques Gilard, defendió la obra de Marvel Moreno de las garras de su
propia familia; y si bien es cierto, su pregunta “provocadora” denota que ni él
mismo entendía para la época de esta entrevista la importancia del feminismo, mucho
menos el derecho a la libertad sexual -algo aceptado desde siempre en los hombres-,
y mucho menos entendía que una mujer que goza del sexo no se “venga” de ningún hombre
y tampoco busca “joderlo”. Lo que demuestra esta pregunta desafiante, en la que
él mismo duda de las palabras que debe utilizar, es hasta que punto él sentía temor
de la sexualidad de las mujeres, de abordar un tema que seguramente consideraba espinoso
y posiblemente hasta que punto sus prejuicios le impedían entender a fondo a una
escritora de la talla de Marvel Moreno; y por ende, su discurso claramente feminista.
En otras palabras la pregunta de Rodríguez Amaya refleja los prejuicios religiosos,
e incluso yo diría su machismo y su misoginia; aunque pienso que él no era del todo
consciente o al menos trataba de arrancarse las telarañas que aun tenía en su comportamiento
“viril” sin que lo pudiese lograr.
No en vano
Marvel Moreno tiene en cuenta esta mirada machista que tienen los intelectuales
cuando se refieren al placer de la mujer, e incluso sus comentarios, que en muchísimos
casos minimizan la violación, y al hacerlo la convierten en un chiste kitsch, misógino
y extremadamente violento; y por supuesto no lo ven como un crimen:
Hablando de un asesino condenado a muerte por violar y
enloquecer a una muchachita en Estados Unidos, (un escritor) le afirmó que la última víctima se había vuelto loca, sí,
pero de placer. (Op, cit. pág. 238)
Y ese miedo
al placer sexual, al que se hacía alusión anteriormente, conlleva a que en algunas
sociedades se niegue el derecho a la mujer de gozar en la cama; me refiero a la
mal llamada “tradición” que lleva a que en muchas comunidades musulmanas, cristianas,
e incluso indígenas, se practique la ablación del clítoris e incluso de los labios
menores y mayores (3).
Con Alberto resultaba imposible tener relaciones amorosas
normales, cuando afirmaba que en ciertos países africanos los negros habían encontrado
la solución arrancándoles el clítoris a las mujeres (pág. 126).
Tal vez
por ese miedo a la mujer, inoculado como un veneno por la religión que enaltece
la figura de la madre como una divinidad, lo cual provee de cierta seguridad al
hombre que los hijos que tiene son de él y no del vecino, es que una vez que la
mujer ha dado a luz, y a veces criado a su descendencia, son “… abandonadas como perros para ser despojadas de sus bienes
apenas se convertían en un estorbo”. (pág. 241)
Y este
abandono se incrementa escandalosamente cuando la mujer comienza a envejecer, aunque
cabe decir, y Marvel Moreno es muy consciente de ello, que esta práctica también
se da si se es un hombre.
Nadie quería saber lo que pasaba en los hospitales y los
ancianatos, donde la muerte merodeaba. … Los franceses… No en balde eran católicos
y se sometían a la voluntad del papa y endiosaban a sus hombres políticos. Más independientes
y acostumbrados a rendirle cuentas a Dios sin la intervención de un sacerdote, los
protestantes nórdicos empezaban a imaginar la instauración de la eutanasia como
respuesta a los progresos de la medicina. …. alargaba a la fuerza la vida de los
ancianos que solo pedían reposar tranquilamente en un cementerio, sin inquietarle,
tampoco, las condiciones carcelarias de los asilos donde terminaban sus vidas. (Op cit, pág. 242-243)
Marvel
Moreno no dudó en abordar todos los temas, por espinosos que parecieran, en los
años 90 del siglo pasado; aun hoy en día, cuando el siglo XXI ya entró a la segunda
década, Francia se resiste a aprobar la eutanasia; mientras que en los países limítrofes
como Bélgica, España y Suiza está permitida, a veces con algunas variantes como
puede ser el suicidio asistido. Otro de los países que lo aceptan es Holanda, y
en Colombia también está legislado y permitido si se trata de una enfermedad terminal.
(6)
Y por supuesto,
habló del derecho a amar y a ser amados en la vejez; y este aspecto me parece muy
importante puesto que desde hace algunos años se rinde un culto desmesurado a la
juventud; nos han querido vender la idea que una persona mayor, y mayor a veces
es alguien que acaba de cumplir 30 años, es poco menos que anciana. Hombres y mujeres,
seducidos por una frivolidad que raya en la estulticia, se someten a los bisturíes
de los cirujanos, a los que yo no dudo en llamar “lúgubres marchantes de la miseria
humana” (7). El amor y la sexualidad son inherentes a la condición humana; lo que
ha hecho la religión es exaltar el primero y condenar el segundo; es decir, mutila
los deseos de la carne, algo tan natural como respirar, y se refiere al amor idealizado
como la única senda para encontrar la supuesta “salvación eterna”.
Marvel Moreno, como muchos escritores, poetas y artistas, penetró el silencio, lo esculcó,
lo arañó, lo rasguñó, lo horadó, mostró sus cicatrices, las abrió con un bisturí,
sacó sus propias vísceras y las puso al sol para que se secaran y luego se quemaran,
para que se volvieran purulentas nuevamente. Las escritoras como Marvel Moreno navegan
en la oscuridad, y algunas, muy pocas en realidad, dan saltos en la luz. Podría
decirse que Marvel Moreno, por su calidad de excluida, fue una escritora maldita
entre las malditas; esa condición de renegada, de paria, de alucinada, de loca,
de agorera, de chamana, le permitió escudriñar en los arcanos más insólitos y más
desconocidos. El Tiempo de las amazonas es la prueba de ese viaje al averno
que ella hizo a través de toda su vida.
La obra de Moreno cobra cada vez más importancia
en un país que si bien la vio nacer siempre le dio la espalda. Lo mismo hizo con
Emma Reyes, la pintora que se radicó en París, y que dejó una serie de cartas donde
cuenta su infancia miserable en un país que se considera muy católico pero que deja
morir a sus hijos de hambre, que los abandona en los caminos llenos de barro donde
son explotados laboral y sexualmente. Sus cartas fueron publicadas hace algunos
años de forma póstuma y desde entonces se la considera también como una escritora,
una escritora maldita.
Y si bien Marvel Moreno conocía muy bien a Gabriel García Márquez y a varios escritores del Boom latinoamericano, tal y como lo anotaba anteriormente, ninguno de ellos abogó por su trabajo literario. Supongo que Carmen Balcells escuchó hablar de ella, y como sucedió con Albalucía Ángel simplemente la ignoró. Los escritores del Boom prefirieron mirarse y leerse entre ellos mismos; lo que denota que consideraban que el oficio de escribir es patrimonio exclusivo de su género. Otra vez la concepción falsa e injuriosa que las mujeres escribimos porque somos locas o para entretenernos. Es decir, el oficio de escribir, como profesión propiamente dicha, no existía si era una mujer la que decidía seguir el mundo de las Letras. A lo sumo se le permitía ser profesora de Literatura. Una visión que no ha cambiado mucho. Cabe recordar la exclusión de la que fueron víctimas las escritoras colombianas por parte del Ministerio de la Cultura en el año 2017 cuando se invitaron diez escritores a París para ser presentados a casas editoriales y a traductores. En ese momento preciso nació un movimiento llamado Colombia tiene escritoras. Y sin embargo, como gran paradoja, la ministra era una mujer; me refiero a Mariana Garcés. Una gran vergüenza, un gran desatino, y un acto de misoginia llevado al centro mismo de la miseria humana. Esa condición de la que por más esfuerzos que hagamos es imposible liberarnos.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) Presentación: El tiempo de las amazonas, de Marvel Moreno, en Casa de
América (Madrid, 18.05.2021)
(2) https://www.semana.com/libros/articulo/el-episodio-en-el-panel-sobre-marvel-moreno-en-barranquilla-en-boca-de-una-de-sus-organizadoras/71179/
(3) https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/female-genital-mutilation
https://www.unicef.org/es/historias/lo-que-debes-saber-sobre-la-mutilacion-genital-femenina
(4) https://www.scielo.br/j/cpa/a/xJD63CNNvmwyjdHmrJxSc4s/?lang=es
(5) https://panoramacultural.com.co/literatura/7336/clitoris-clitoris-el-poemario-de-maria-estela-guedes
*****
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Número 175 | julho de 2021
Artista convidado:
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