El interés que Horacio Castellanos Moya tiene en este período histórico responde
a dos motivos esenciales: darle un pasado al personaje de Alberto Aragón de Donde no estén ustedes (2003) y, más importante
aún, rastrear en su historia familiar. Su padre, Crescencio Castellanos Rivas, participa
en el golpe de Estado contra Martínez y llega a formar parte de una larga lista
de enemigos políticos del dictador (Ching 1). Como Castellanos Moya confiesa en
una de sus entrevistas, este hecho es uno de los que más motiva su interés por los
sucesos de abril y mayo de 1944:
Incluso una novela como Tirana memoria, que es una novela que me obligó a buscar históricamente,
a investigar, a clasificar: si me salió es porque tenía una pulsión. Mi padre había
participado en ese golpe y yo tenía una gran curiosidad hasta que al fin descubrí
cómo se había salvado--que no está en la novela porque lo descubrí cuando ya la
había terminado--. Pero descubrí por qué estaba tan obsesionado yo con el 44: mi
padre fue condenado a muerte en el 44 y me preguntaba cómo se salvó, cómo fue. Ese
era el motivo oculto de la novela. (Zunini 3)
Como se puede apreciar a través de las palabras de Castellanos Moya en esa entrevista,
la muerte de su padre, acaecida después del golpe de Estado, no solo le deja un
vacío afectivo sino también un vacío de memoria. Esa muerte trunca la transmisión
de memoria de una a otra generación que generalmente se da ante una situación traumática,
evitando que él logre una visión clara de lo sucedido. A pesar de que es probable
que algo de esta memoria le llegara a Castellanos Moya a través de sus familiares
y de la memoria colectiva que sobre el 44 se vivía en el país a fines de los cincuenta
y sesenta, hay muchas preguntas que Castellanos Moya no logra responderse y es por
ello que los hechos históricos del 44 se vuelven una obsesión para él. Su posición
de heredero de una memoria incompleta es lo que lo impulsa a la investigación histórica
y a la escritura de su novela, como él mismo lo confiesa: “Probablemente escribí
un libro para contarme lo que mi padre no me contó, porque murió cuando yo era chico.
Esa es mi intencionalidad personal, aunque el libro funcione en otras dimensiones”
(Sanz y Nóchez 3).
Por otra parte, esa obsesión que los hechos del 44 despiertan en Castellanos
Moya nos explican el título de la obra y el epígrafe de Elías Canetti, al enfatizar
ambos textos la exigencia y la tiranía que supone la memoria:
¿No sería más correcto que no quedase nada
de una vida, absolutamente nada? ¿Qué la muerte significase extinguirse de pronto
en todos los que retengan alguna imagen de uno? ¿No sería más cortés frente a los
que vendrán? Pues tal vez todo lo que queda de nosotros constituye una exigencia
que les abruma. Quizá por eso no es libre el hombre, porque queda demasiado de los
muertos en él, y ese mucho se resiste a extinguirse.
Este es un libro de ficción. Los caracteres
principales son, pues, ficticios. No obstante, la escenografía histórica de la primera
parte (Haydée y los prófugos), así como muchas de las situaciones y personajes a
los que se aluden en ella, tienen su base en la historia de El Salvador en 1944.
Debo aclarar que en este caso la historia ha sido puesta al servicio de la novela,
es decir, la ha distorsionado de acuerdo con los requerimientos de la ficción. (357)
En este trabajo analizo cómo interactúan la historia y la ficción en Tirana memoria para crear textualmente la
memoria ficcional de los llamados “sucesos de 1944” en El Salvador. Concretamente
mi trabajo estudia cómo, mediante el recurso a la personalización y al diario ficcional,
Castellanos Moya vuelve presentes hechos históricos y elementos ficcionales que
al ser presentados como vivencias y experiencias de la subjetividad que los enuncia
y registra, se constituyen en memoria para el lector. Para llevar adelante este
trabajo, primero que todo nos será de mucha utilidad revisar la función que la ficción
tiene en la construcción de la memoria, tal como esta se evidencia en las narrativas
de la memoria en América del Sur y Centroamérica, para luego entrar en el análisis
de Tirana memoria.
A través de sus diferentes géneros, pero especialmente a través de la ficción,
a lo largo del tiempo la literatura ha funcionado como “forma de lucha contra el
olvido y contra la voluntad de amnesia… (García Jambrina143). Ello se produce no
solo volviendo al pasado para recuperar y rescatar una memoria que se ha desvanecido
en el tiempo sino también para crear memoria, cuando esta es un vacío y no se puede
recuperar. Al entrelazar diferentes discursos como son el discurso histórico y el
discurso ficcional, la literatura, y en especial la novela, se constituye en un
espacio donde personajes y hechos del pasado cobran vida ante nuestros ojos. Como
Luis García Jambrina apunta: “La literatura ayuda… a hacer memoria, a fin de entender
cómo fueron o pudieron ser determinados hechos, y a mantener activo el recuerdo
de los mismos, para que, entre otras cosas, no vuelvan a repetirse” (143). De la
misma opinión son los críticos Francois-Xavier-Lavenne, Virginie Renard y Francois
Tollet al indicar que “from a strictly mnemonic point of view, literature provides
more than a means of reflecting on memory: it is also the site of the rebirth and
construction of individual and collective memory” (“desde un estricto punto de vista
memorístico, la literatura provee más que un medio de reflexionar sobre la memoria;
es también el sitio del renacimiento y la construcción de la memoria colectiva”;
1). Lo que es más, para Lavenne, Renard y Tollet, en un momento determinado la ficción
puede ser capaz de expresar mejor, a través de la imaginación, aspectos de una memoria
que no puede ser nombrada por diferentes motivos, o cuando se trata de una memoria
ausente: “Unlike history, fiction does not have the obligation to tell the truth
about this reality… Moreover,
since fiction does not have to keep to the historical and factual truth, it can
imagine what will otherwise never be known or said and explore the uncertainties
of the past” (“A diferencia de la historia, la ficción no tiene la obligación de
decir la verdad acerca de esta realidad… Lo que es más, puesto que la ficción no
tiene que ajustarse a la verdad histórica y factual, puede imaginarse lo que de
otra forma no habría sido nunca conocido o dicho y explorar las incertidumbres del
pasado”; 8). Lo anterior lleva a que estos críticos señalen que la literatura, y
en especial la ficción, puede ayudar a superar los obstáculos que impiden el recuerdo
de un evento traumático que no se puede comunicar debido a la carga emocional que
produce. Como estos
mismos críticos indican:
In Ricoeur's view, when confronted with events
“at the limits” that seem impossible to imagine and represent through the detached
discourse of history, one need to explore other modes of representation capable
of depicting the horror and preserving its memory. Fiction is one of these modes…
Fiction does not have the obligation to tell the truth and can thus express things
that would remain unsaid otherwise.
Desde el punto de vista de Ricoeur, cuando uno se ve confrontado con sucesos
“en los límites” que parecen ser imposibles de imaginar o representar a través de
un discurso distante de la historia, uno necesita explorar otros modos de representación
capaz de mostrar el horror y de preservar su memoria. La ficción es uno de estos
modos… La ficción no tiene la obligación de decir la verdad y puede por lo tanto
expresar cosas que de otra forma permanecerían no dichas. (8) [2]
Por otra parte, el valerse de la ficción
para crear memoria es un recurso que se ha hecho presente en una serie de obras
publicadas tanto en América del Sur como en Centroamérica. Por ejemplo, durante
la década de los setenta y ochenta surgen en Argentina y Chile una serie de textos
que se valen de la ficción para hacer memoria de ciertos períodos que marcaron la
vida nacional de estos países de manera dramática. Como el crítico José Di Marco
apunta:
Nos llama la atención que estos textos
coincidan en el gesto fundamental de asumirse y presentarse como ficciones que postulan
y “actúan” una memoria social. No son “novelas históricas” ni “relatos testimoniales”;
no las orienta solamente una voluntad reconstructiva ni predomina en ellas una intención
de denuncia pero, sin embargo, “hacen memoria”. (2)
De acuerdo con Di Marco, en estas novelas se hace “como si los narradores y protagonistas de ellas fueran testigos, sobrevivientes
y/o cómplices de la represión, como si
el cuerpo discursivo de las novelas estuviera constituido por testimonios, recuerdos
e historias de vida…” (5). Entre las novelas a las que José Di Marco se refiere
se encuentran Memorias del río inmóvil
(2002) de Cristina Feijóo, Bajo el mismo cielo
(2002) de Sylvia Silberstein y Dos veces junio
(2002) de Martín Kohan. De la misma opinión es Sandra Beatriz Navarrete Barría,
quien estudia las ficciones narrativas de Argentina y Chile que tratan el tema de
la recuperación de la memoria, destacando la utilización que estas narrativas hacen
de los géneros referenciales: “En estas ficciones narrativas podemos apreciar un
trabajo de apropiación flexible de los géneros referenciales para construir una
ilusión anamnética formal desde diversos gestos de validación y/o cuestionamiento
de dichos registros escriturales, produciendo una reactualización del ejercicio
de memoria social en la escritura literaria” (63).
Entre las obras que esta crítica menciona se encuentran El fin de la historia (1996) de Liliana Heker,
En voz baja (1996) de Alejandra Costamagna
y Escenario de guerra de Andrea Jeftanovic
(60-61). Por su parte el crítico Werner Mackenbach estudia las narrativas de la
memoria que surgen en Centroamérica a fines de los ochenta, tales como el testimonio,
las memorias individuales y los informes de la verdad, destacando cómo también en
esta zona la ficción se ha ocupado del pasado. Así, al hablar de novelas como Sombras nada más (2002) de Sergio Ramírez,
Con pasión absoluta (2007) de Carol Zardetto,
Limón Raggae (2007) de Anacristina Rossi,
e Insensatez (2004) y Tirana memoria (2008) de Horacio Castellanos
Moya, este crítico señala la importancia que la ficción tiene en estas obras y las
especiales relaciones que esta establece con la memoria y la historia: “Todas estas
novelas utilizan la historia como pre/texto para la literatura y se valen de la
memoria como recurso ficcional estableciendo una nueva jerarquía en la que la literatura--como
creación --ocupa el lugar dominante sin pretender substituir a la Historia y la
memoria…” (248). A la misma vez, Mackenbach indica cómo en las novelas mencionadas,
la historia, la ficción y la memoria se entrecruzan y en muchas ocasiones establecen
relaciones conflictivas. Esta particular definición de “narrativas de la memoria”
que emplea Mackenbach nos es de mucha utilidad para leer Tirana memoria. Como se verá, en esta obra la historia entra como un
elemento importante para enmarcar los “sucesos del 44” en El Salvador. Sin embargo,
es la memoria ficcional que se crea en el texto la que fundamentalmente define la
obra.
Ahora bien, si se toma en cuenta que muchas veces el término ficción se ubica
en oposición a la verdad -especialmente si la verdad se entiende como adecuación
o correspondencia a una realidad en sí-- el lector podrá preguntarse qué tan válida
resulta una memoria que incluya elementos históricos pero también ficcionales y
si la imaginación puede crear una memoria falsa para los lectores. Para ahondar
en este punto, hay que señalar que el acercamiento entre memoria y ficción se vuelve
problemático sobre todo para algunos filósofos como Ricoeur, para quien la memoria
se encuentra referida al pasado y la ficción, al campo de la imaginación: “As Ricoeur
has pointed out, memory and fiction pursue different aims: memory, like history,
pursues the past, whereas fiction need not do so… fiction is bound to the realm
of imagination, while memory appears to reject imagination in order to focus exclusively
on the real for first and foremost it seeks to be faithful to the past” (“Como Ricoeur
ha señalado, la memoria y la ficción persiguen diferentes objetivos: la memoria,
como la historia, persigue el pasado, mientras que la ficción no necesita hacer
eso… la ficción está atada al campo de la imaginación, mientras que la memoria parece
rechazar la imaginación para concentrarse exclusivamente en lo real ya que principalmente
busca ser fiel al pasado”; Lavenne et al. 4).
Sin embargo hay que recordar, primero que todo, que esa distancia que se marca
entre memoria y ficción no es tan grande como se cree. En la actualidad, muchos
sicólogos, sociólogos e historiadores opinan que no puede hablarse de una memoria
totalmente fiel al pasado. Por ejemplo, los estudios de Lavenne, Renard y Tollet
demuestran que la memoria no retiene y tampoco reconstruye la impresión original
de un hecho sino fragmentos y pedazos de ese pasado, que sirven como fundamento
para la reconstrucción de las experiencias de la memoria (Lavenne et al. 5). A la
misma vez, esos fragmentos e imágenes que almacenamos en la memoria evolucionan
a la luz del presente: “Memory is thus a dynamic and evolving phenomenon. For Candeau
memory is more of a constantly updated reconstruction of the past than a faithful
reconstitution” (“La memoria es por lo tanto un fenómeno dinámico y en evolución.
Para Candeau la memoria es más una reconstrucción constante y actualizada del pasado
que una reconstitución fiel”; Lavenne et al. 6). Esta plasticidad le da un giro
creativo a la memoria y la acerca a la ficción.
Por otra parte, se debe recordar que aunque la función etimológica de la ficción
sea “fingir” o “simular”, ya desde la Poética
de Aristóteles se introduce el concepto de verosimilitud para la obra poética,
con lo que se apunta a otro tipo de “verdad” para ella. Así, en la Poética de Aristóteles se afirma que el criterio
que rige la ficción es la verosimilitud, en el ámbito de lo posible: “Y también
resulta claro por lo expuesto que no corresponde al poeta decir lo que ha sucedido
sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad…
Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía
dice más bien lo general, y la historia lo particular” (157-158).
Esa verosimilitud se alcanza al hacer que la realidad que
se describe en una obra mantenga una coherencia lógica dentro de la trama, los personajes
y el mundo que se presenta en ella. Por eso, para Di Marco, en las narrativas de
la memoria ficcional no se inquiere sobre la “verdad” o la “falsedad” de los textos:
Por lo tanto, es lo verosímil y no lo verificable lo que debe
buscarse en las memorias ficcionales. Lo que es más, dado el carácter más amplio
y profundo de la ficción para conceptualizar una realidad dada--carácter que ya
Aristóteles menciona al señalar que la poesía es más elevada que la historia--puede
decirse que la memoria ficcional tiene la capacidad de expresar de una manera más
profunda y desde diversos ángulos, lo que sucedió en el pasado. [3]
Pasaremos ahora a analizar cómo la historia y la ficción se
interrelacionan en Tirana memoria para
crear la memoria ficcional.
La novela de Castellanos Moya se divide en una primera parte
que comprende el diario ficcional de la protagonista, Haydée, durante los días del
golpe de Estado contra el general Hernández Martínez y el desarrollo de la huelga
de brazos caídos; a la vez, esta primera parte incluye la fuga de su hijo Clemente
y su amigo Jimmy a través del país luego que el golpe de Estado fracasara. La segunda
parte ocurre en 1973 y es narrada por el Chelón, un viejo amigo de los protagonistas
Haydée y Pericles. En ella se nos pone al tanto de lo que les ocurre a los personajes
principales de la primera parte así como también de la nueva situación de crisis
que enfrenta el país a comienzos de los setenta. De las dos partes, únicamente “Haydée
y los prófugos” se refiere directamente a los sucesos históricos de abril y mayo
del 44, siendo el diario de la protagonista el espacio escritural donde la memoria
ficcional de estos sucesos se hace presente para el lector. La segunda parte nos
deja entrever la nueva crisis política a la que el país se ve enfrentado en la década
de los setenta con el surgimiento de los diferentes grupos guerrilleros.
Los datos históricos que Castellanos Moya incluye en la primera
parte de la novela se basan en fuentes testimoniales e historiográficas escritas
sobre el golpe de Estado de 1944. Estas fuentes se incluyen en la “Nota del autor”
ya mencionada y son las siguientes: Relámpagos
de libertad (2000) de Mariano Castro Morán, Nonviolent Insurrection in El Salvador (1988) de Patricia Parkman, El Salvador 1930-1960 (2002) de Juan Mario
Castellanos, Abril y mayo de 1944 (1988)
de José Raúl Flores y Las Jornadas cívicas
de abril y mayo de 1944 (1979) de Francisco Morán. De ellas, las fuentes que
más se hacen presentes en la novela de Castellanos Moya son las tres primeras. Relámpagos de libertad es un libro testimonial
ya que su autor fue parte y testigo del golpe de Estado de 1944; Nonviolent Insurrection in El Salvador es
un libro de historia meticulosamente trabajado por su autora, en el que se utilizan
documentos, archivos y entrevistas con participantes de la insurrección como el
Dr. Jorge Bustamante, el Dr. Fabio Castillo y el Dr. Reynaldo Galindo Pohl. El Salvador 1930-1960 aporta interesantes
datos sobre el levantamiento contra Hernández Martínez, aunque también considera
subsiguientes períodos de la historia nacional.
Los sucesos históricos que Castellanos Moya toma de las fuentes
ya mencionadas e introduce en el texto de Tirana
memoria se extienden desde marzo de 1944 hasta el 9 de mayo de ese mismo año.
Estos incluyen los acontecimientos cruciales que le permiten al lector orientarse
cronológicamente en el desarrollo y fracaso del golpe de Estado, los fusilamientos
que se dan por orden de Martínez y la huelga de brazos caídos que se desarrolla
cuando la vía violenta fracasa. Por ejemplo, fechas claves que el autor trae a la
narración son: el 2 de abril, día en que estalla el golpe contra el general Martínez;
el 3 de abril, día en que el golpe fracasa; el 4 de abril, día de terror en la ciudad
una vez que el golpe ha fracasado; el 5, 6, 7 y 8 de abril, días en que la ciudad
se llena de rumores sobre torturas y posibles ejecuciones; el 9 de abril, día en
que comienzan los consejos de guerra en contra de los alzados en armas; el 10 y
el 11 de abril, días en que tienen lugar los fusilamientos de los implicados. Otros
acontecimientos históricos importantes que la novela recoge de este período son
los fusilamientos que se reinician el 24 de abril, el comienzo de la huelga de brazos
caídos el 5 de mayo, el asesinato del estudiante Chepito White el 7 de mayo y la
renuncia del dictador el 8 de mayo. Además, la novela introduce los nombres de personajes
históricos importantes de ese momento, como lo fueran el Dr. Romero, político opositor
a Martínez, el periodista Jorge Pinto y algunos militares golpistas, entre ellos
los hermanos Gaviria, el General Marroquín y el coronel Tito Calvo. También se incorporan
al texto algunas de las razones históricas por las cuales el golpe fracasa, así
como acontecimientos que llevan a la huelga de brazos caídos. Entre las primeras
se menciona la incapacidad de los alzados por detener al General Martínez cuando
este se conducía a la ciudad de San Salvador desde el puerto de La Libertad; entre
los segundos, los ajusticiamientos de algunos implicados en el golpe y la captura
del Dr. Romero cerca de la frontera con Honduras.
Sin embargo, lo importante en esta novela de Castellanos Moya
es que todo ese material histórico, que proviene de fuentes historiográficas escritas,
se presenta en el texto como memoria. Para apreciar el cambio textual que los hechos
históricos relacionados con el golpe tienen en Tirana memoria, hay que recordar que para los estudiosos de la historia
y la memoria existen diferencias entre ambas prácticas discursivas. Por ejemplo,
al hablar sobre el aporte de Maurice Halbwachs a la distinción entre memoria e historia,
Jeffrey K. Olick apunta: “La marcada diferenciación entre la historia y la memoria
es clave en sus primeros trabajos sobre la memoria social. Según el autor, la historia
es 'memoria muerta'; una manera de conservar los pasados con los que ya no mantenemos
una relación 'experiencial orgánica' “ (128). Por otra parte, el mismo Halbwachs,
en su libro On Collective Memory, señala
que la historia comienza donde el recuerdo termina: “General history starts only
when tradition ends and the social memory is fading or breaking up” (“La historia
general comienza solo cuando la tradición termina y la memoria social se está desvaneciendo
o fracturando”; 78). Por su parte, Pierre Nora establece una diferencia clara entre
memoria e historia en el estudio del pasado. Para él, aunque se acepte que en muchos
casos la memoria es la base de la historia, la primera involucra la subjetividad,
la emotividad y el cambio, y la segunda, la rigurosa búsqueda de la verdad histórica
a través de documentos y archivos. La memoria es un proceso vivo, que sufre transformaciones
y que se basa en la experiencia de aquellos que son sus portadores. La historia
es un discurso que se construye e interpreta a partir de la documentación existente:
Memoria e historia funcionan en dos registros radicalmente
diferentes, aun cuando es evidente que ambas tienen relaciones estrechas y que la
historia se apoya, nace, de la memoria. La memoria es el recuerdo de un pasado vivido
o imaginado. Por esa razón, la memoria siempre es portada por grupos de seres vivos
que experimentaron los hechos o creen haberlo hecho. La memoria, por naturaleza,
es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, inconsciente de sus
sucesivas transformaciones, vulnerable a toda manipulación, susceptible de permanecer
latente durante largos períodos y de bruscos despertares. La memoria es siempre
un fenómeno colectivo, aunque sea psicológicamente vivida como individual. Por el
contrario, la historia es una construcción siempre problemática e incompleta de
aquello que ha dejado de existir pero que dejó rastros. A partir de estos rastros
controlados, entrecruzados, comparados, el historiador trata de reconstruir lo que
pudo pasar y, sobre todo, integrar esos hechos en un conjunto explicativo. La memoria
depende en gran parte de lo mágico y sólo se acepta las informaciones que le convienen.
La historia, por el contrario, es una operación puramente intelectual, laica, que
exige un análisis y un discurso críticos. La historia permanece; la memoria va demasiado
rápido. La historia reúne; la memoria divide. (1)
Para presentar como memoria los hechos históricos de abril
y mayo del 44 es decir, “como recuerdo de un pasado vivido o imaginado” (Nora 1),
la novela de Castellanos Moya recurre a dos técnicas narrativas ficcionales como
son la personalización y la utilización del diario íntimo ficcional. La personalización
es una estrategia narrativa mediante la cual, según Fernando Aínsa, “lo histórico
se personaliza y se percibe y enuncia desde una subjetividad… Los sucesos que se
conocen informativamente por la historia, son 'vivificados' gracias al arte de narrar,
dando la sensación de que, además de sabidos, han sido experimentados” (56-57).
En el texto, la subjetividad que personaliza los hechos históricos, transformándolos
en memoria, es la subjetividad de Haydée, la protagonista, mediante la escritura
del diario íntimo que lleva desde que su marido Pericles cae preso por órdenes de
Martínez, a fines de marzo del 44. Este diario ficcional sigue las convenciones
usuales del diario íntimo como son la incorporación de un orden cronológico, el
uso del tiempo presente o del pasado inmediato en los diferentes registros, la confesión
íntima y la presencia de lo cotidiano en las diferentes entradas. A través de esta
técnica narrativa del diario íntimo, Castellanos Moya utiliza ficcionalmente una
práctica escritural que, “junto a las crónicas, las cartas, testimonios, tradiciones
y relatos orales”, se considera una forma privilegiada para la preservación de la
memoria (Aínsa 70). El uso de la primera persona como testigo, es decir, como alguien
que puede decir “yo lo vi, yo lo escuché decir” (Aínsa 71), o como participante,
contribuye al efecto de verdad referencial de lo narrado y también a la ilusión
anamnética de la que habla Sandra Beatriz Navarrete Barría. En este sentido, al
estudiar las narrativas de la memoria chilenas y argentinas Navarrete Barría apunta
muy acertadamente que en las ficciones narrativas de las memorias recientes “lo
que nos acerca a la categoría de memoria no es lo rememorado, o sea escenas del
pasado, sino que más bien, el cómo se ha llegado al objeto rememorado, en otras
palabras, cómo se produce el fenómeno estético de la 'rememoración', característica
que resulta justamente de la apropiación de distintos niveles de las escrituras
del yo… “ (58).
Véase, por ejemplo, en la siguiente entrada del 2 de abril,
cómo mediante la escritura de Haydée el golpe de Estado contra Martínez se personaliza
y se registra como una experiencia que si bien afecta a la nación entera también
tiene serias repercusiones para la familia Aragón. Al leerla, el lector recibe lo
narrado como el recuerdo de una experiencia vivida en el presente o en el pasado
inmediato de la protagonista.
En el resto de esa entrada del 2 de abril, Haydée continúa
inscribiendo su vivencia de hechos históricos importantes como son: el apoyo que
la aviación y la infantería dan a los golpistas, el fracaso del Teniente Mancía
en detener a Hernández Martínez en su ruta hacia San Salvador y el atrincheramiento
de este último en el Palacio Negro (48-51). Desde la narración de Haydée, estos
hechos vuelven a cobrar vida en el tiempo y el lector de la novela, mucho tiempo
después, los recibe como experiencias registradas por ella en esa época, es decir,
como memoria. Como bien señala Fernando Aínsa, “en la ficción novelesca, el tiempo,
por muy remoto que sea, se representa a través de vivencias, de diálogos y de la
percepción de conciencias individuales, donde las experiencias de los personajes,
tanto los actores como los testigos, se viven como un tiempo actualizado” (71):
Los aviones dejaron de bombardear con la llegada de la noche;
también los nutridos tiroteos han cesado, aunque una u otra ráfaga se escucha con
cierta regularidad. El Dr. Romero, a quien han proclamado líder civil del golpe,
anunció por la radio que las fuerzas contrarias al general cesarán los ataques durante
la noche a fin de evitar más víctimas inocentes; hizo un llamado a la población
para que se sume al movimiento; confirmó que el General Marroquín y el Coronel Tito
Calvo, medio hermanos y desafectos a mi marido, encabezan la asonada militar. (52)
A la vez que el diario ficcional y la personalización le permiten
a Castellanos Moya presentar un marco histórico referencial del golpe contra Martínez
como experiencia de la protagonista y de su grupo social, cada entrada incorpora
elementos de ficción que también se leen como experiencias registradas en el diario
íntimo. Como ya hemos señalado al comienzo de este trabajo, la imaginación es también
un elemento importante en la creación de memoria.
Los elementos ficcionales que el diario de Haydée introduce
complementan y les dan cuerpo a los datos históricos, unificando el tiempo individual
de la protagonista con el tiempo social: las entradas del diario ficcional arman
no solo el desarrollo del golpe y sus consecuencias sino el registro de cómo el
personaje de Haydée y su entorno familiar y social experimentan esos momentos. Con
ello, el lector entra en el juego de aceptar como memoria no solo los hechos históricos -que
cualquiera puede constatar en las fuentes de Castellanos Moya- sino también la ficción
que se presenta en cada entrada. Como Trevor Field apunta, “all first person accounts aim to
persuade the reader that they spring from a world which reader and narrator both
inhabit: they try to create an 'as-if-reality'… “ (“todos los relatos
en primera persona buscan persuadir al lector que se originan en un mundo en el
que tanto el lector como el narrador habitan: tratan de crear una realidad 'como
si fuera real'… “; 25).
Esos elementos ficcionales que Castellanos Moya crea incluyen
primero que todo a la familia Aragón, como representante de las familias de clase
media que intervienen en el golpe. Miembros de esta familia son el esposo de Haydée,
Pericles, quien se encuentra preso por órdenes de Martínez y sus hijos Clemente
y Betito. A ellos se añaden una serie de personajes también ficcionales como Carmela
y el Chelón, los vecinos Raúl y Rosita, el estudiante universitario Chente y Doña
Chayito, la presidenta del comité de madres y esposas de prisioneros políticos.
Mediante la familia Aragón, y esos otros personajes que interactúan con ella, el
texto nos introduce a la clase media urbana, por ser este el estrato social de donde
surge la mayor parte de los líderes del golpe de Estado y de la huelga de brazos
caídos, tales como estudiantes universitarios, médicos y diferentes grupos de profesionales.
Tanto los personajes principales como los secundarios interactúan con los personajes
históricos y participan de los sucesos de abril y mayo del 44 de una u otra forma.
Por ejemplo, en la entrada del 4 de abril, Haydée registra el dolor y la angustia
que experimenta por no saber nada de su hijo Clemente, quien ha participado en el
golpe de Estado, así como también el apoyo que recibe de su círculo social:
Desesperación, angustia, rumores, impotencia. Y el terror
en todas partes. De cierto nada sé sobre Clemen: unos amigos me llaman para contarme
que dicen que lo han visto en un lado; otros para contarme que dicen que lo han
visto en otro lado… En la radio repiten los nombres de los oficiales capturados
y hacen un llamado a los que se han dado a la fuga para que se entreguen, que confíen
en la clemencia del general. El diario Latino y otros periódicos han sido clausurados. (63)
En la siguiente entrada podemos apreciar cómo interactúan
los personajes ficcionales con los sucesos que están ocurriendo en la ciudad luego
de la captura de unos estudiantes universitarios que se dedican a preparar la huelga
de brazos caídos.
En casa de Raúl estaban otros médicos… Raúl me presentó; eran
los doctores Salazar y Moreno, padres de otros estudiantes capturados. Los tres
hombres bebían whisky, ansiosos; Rosita tenía mejor semblante, aunque la mirada
un poco perdida… Inquirí sobre la situación de los muchachos. Raúl me dijo que aún
estaban detenidos en el Palacio Negro, pero que el director, el coronel Monterrosa,
le había dado garantías a la Directiva del Colegio Médico de que no iban a ser maltratados…
El doctor Moreno me explicó que con la captura de los muchachos el general busca
desmoralizar al gremio médico para que deje de apelar por la vida del doctor Romero.
(19)
Esa “ilusión anamnética” que desarrolla el lector ante las
entradas del diario ficcional, se acentúa aún más por el hecho de que el marco referencial
histórico que se le entrega a este lector se fusiona con la ficción, constituyendo
un todo en el que es bien difícil distinguir entre ambos tipos de discurso. Puede
decirse que en Tirana memoria se da una
negociación constante entre hechos históricos y hechos de ficción y se crea una
novela tersa y sin altibajos, donde el lector se enfrenta en su lectura con un todo
armónico, sin que el texto establezca mayor distinción entre ambos órdenes de realidad.
Solo un lector atento podrá descubrir algunas diferencias entre ambos discursos.
Por ejemplo, los sucesos históricos son descritos desde una posición exterior: la
protagonista únicamente escribe lo que ve, oye o se dice en la sociedad, pero los
lectores no tenemos acceso a esos hechos desde dentro. Así, Haydée anota en su diario:
“Dicen que a los golpistas los están torturando con salvajismo para que revelen
los nombres de todos aquellos que los han apoyado, que el propio general está en
el Palacio Negro supervisando los interrogatorios, que ya comenzaron los preparativos
para los consejos de guerra y que pronto ordenarán los fusilamientos” (99).
Lo mismo ocurre
con los personajes históricos que el texto incluye. Por ejemplo, en una de las entradas
de su diario Haydée nos habla de un personaje histórico como es Don Jorge Pinto,
dueño del diario El Independiente, quien
fuera golpeado por las fuerzas de Martínez al punto en que tiene que ser internado
en un hospital. En la visita que Haydée realiza a la clínica para apoyar a este
periodista, se juntan personajes de ficción y personajes históricos en un mismo
plano: ella, don Jorge Pinto y su mujer. Sin embargo, en el texto no tenemos ningún
acceso a la interioridad de los personajes históricos: “El rumor sobre don Jorge
resultó cierto: el pobre se debate entre la vida y la muerte, sometido a delicadas
operaciones. Fui a la Policlínica a acompañar un rato a Teresita y a sus familiares;
salí muy impresionada” (63).
A la misma
vez que en Tirana memoria Castellanos
Moya crea una serie de personajes ficcionales que viven junto a la protagonista
los sucesos del 44, el diario ficcional de Haydée inscribe una serie de situaciones
sociales que, aunque mencionadas en las fuentes historiográficas de Castellanos
Moya, son desarrolladas ampliamente en la novela por la imaginación del autor. Estas
situaciones no se circunscriben únicamente al entorno familiar de la protagonista
sino que abarcan la manera en que la clase media y la sociedad en su conjunto viven
los días posteriores al golpe. Puede decirse entonces que en Tirana memoria la ficción “crea memoria”
de estos aspectos para las generaciones actuales que prácticamente desconocen este
período de la historia del país.
Estos aspectos son la represión y la zozobra que
los ciudadanos de San Salvador viven en los días subsiguientes al golpe, la importancia
que la clase media adquiere en ese momento y el desarrollo político que tienen muchas
mujeres de esta misma clase cuando sus esposos o hijos son víctimas de la represión
de Martínez.
Con respecto al primer punto mencionado
debemos señalar que la represión que se desata luego del golpe de Estado es algo
que la protagonista anota en su diario con lujo de detalles, haciendo a los lectores
experimentar un período ya ido, pero no por eso menos importante para el país. De
acuerdo al texto de Haydée, San Salvador es entonces una ciudad pequeña donde casi
todas las familias de ciertos recursos viven en el centro de la ciudad y se conocen.
De una u otra forma estas familias se encuentran conectadas a alguien que ha participado
en el golpe o conocen a alguien que lo ha hecho y eso hace que el miedo entre ellas
sea mayor. Los fusilamientos son un ejemplo de lo que Martínez es capaz de llegar
a hacer en contra de sus opositores, y estos fusilamientos se viven en la ciudad
con pesar y miedo. Así describe Haydée el 11 de abril, día en que comienzan los
fusilamientos de los implicados en el golpe.
Son las once de la noche. Muchos estamos en vela, con el alma en un hilo. El
consejo de Guerra comenzó esta noche, entre las ocho y las nueve, en el Palacio
Negro. El general no ha respetado el día santo… grande es su apostasía, más grande
será su sed de venganza… La ciudad está como petrificada, en un silencio de muerte.
Siguen vigentes el toque de queda y la ley marcial desde las diez de la noche. (116).
De la misma forma, Haydée anota en su
diario íntimo cómo la represión invade todos los aspectos de la vida de los ciudadanos:
La policía política está desatada, infiltra
orejas por todas partes, hasta en la procesión de hoy, donde fueron fácilmente reconocidos
y poco faltó para que la gente los abucheara, por descarados; los que vigilan la
casa siguen por ahí, merodeando. Mucho miedo debe de tener “el hombre”; más miedo
nosotras (110).
En una realidad como esa, la solidaridad entre los amigos es algo que la novela
destaca. Por ejemplo, luego de que el gobierno condena a muerte a Clemente, Haydée
escribe en su diario: “Apenas terminaban de transmitir la noticia en la radio, cuando
los amigos y conocidos comenzaron a solidarizarse. Los Alvarado llegaron de inmediato;
el teléfono no paró de timbrar” (118).
A la misma vez, a través del diario de Haydée y mediante el recurso a la ficción,
Castellanos Moya nos hace vivenciar no solo la solidaridad que se da entre todos
los miembros de la clase media que no apoyan a Martínez sino el papel determinante
que tiene esta clase en la derrota del dictador. De ella se originan los estudiantes
universitarios, los comprometidos en el golpe, los fusilados, y también algunos
personajes históricos como el Dr. Romero, líder del movimiento en contra de Martínez,
y el estudiante universitario Fabio Castillo Figueroa. Esta clase media es la que
lleva el liderazgo de la huelga de brazos caídos y, mediante alianzas con las clases
altas y las clases trabajadoras, logra derrotar al dictador.
En la tarde, luego de visitar a don Jorge y a Teresita en la Policlínica, me
vine a casa de mis vecinos, donde celebraban el cumpleaños de Rosita, aunque en
verdad la fiesta era también fachada para una reunión de médicos con vistas a la
huelga de la próxima semana… Chente llegó un rato, como siempre a las carreras,
y me reveló al oído que los farmacéuticos, los jueces de paz y hasta las vendedoras
del mercado están alistándose para irse a la huelga y que se necesitará más apoyo
en efectivo de la gente de arriba. (262)
Del mismo modo, el registro que hace Haydée de sus
experiencias nos permite ponernos en contacto con una serie de actividades que la
clase media emprende para lograr la renuncia de Martínez. Es así que la novela recrea
la decisión de diferentes segmentos sociales como son los profesionales, cafetaleros,
hombres de negocio y pequeños empresarios de colaborar con la huelga de brazos caídos
y derrocar al dictador. El lunes 24 de abril, Haydée anota lo siguiente en su diario:
Los universitarios
se fueron a la huelga general en protesta por las ejecuciones. Raúl me lo confirmó:
la universidad permanecerá cerrada… la idea es impulsar una huelga general de brazos
caídos, que cierren todos los negocios y las oficinas, los hospitales y las escuelas,
que se suspenda el transporte público y los ferrocarriles, que cada quien permanezca
en su casa y se paralice el país hasta que el brujo se largue. (240-241)
Y es así, también, que cobran vida ante nuestros
ojos las reuniones en los más diferentes lugares, las misas que a veces son la primera
parte de un mitin en apoyo a la huelga y el esfuerzo de los estudiantes universitarios
para que diferentes grupos sociales paralicen sus actividades. Todo ello se produce
dentro de un clima tenso, con la Guardia Nacional y las tanquetas apostadas cerca
de cualquier manifestación.
¡Otra vez la intimidación y la violencia! El general
no cede, más bien contraataca. Estábamos a punto de iniciar la misa de novenario
por el alma del teniente Marín, cuando los guardias nacionales irrumpieron en la
iglesia… Lo que nunca imaginé es que ese brujo fuera capaz de meter guardias al
interior de la iglesia con orden de desalojarnos… Por suerte los muchachos los vieron
venir y se largaron a tiempo, para evitar disturbios y capturas. (253)
Ricoeur también señala
otro importante papel que juega la ficción al volver los ojos al pasado. La ficción
está “authorized to detect unactualized potentialities of the historical past, in
the mode of imaginative variations” (“autorizada para detectar potencialidades no
actualizadas del pasado histórico, en el modo de variaciones imaginarias”; citado
en Lavenne et al. 8).
En Tirana memoria Castellanos Moya desarrolla
una “potencialidad no actualizada” en sus fuentes históricas sobre abril y mayo
del 44, como es la participación activa de las mujeres de clase media en la lucha
contra Martínez. Al ser un sujeto activo de esa participación, Haydée nos deja ver
en su diario, con lujo de detalles, cómo se desarrolla esta participación y hasta
donde llega.
En primer lugar, puede decirse que de las tres fuentes históricas que más inciden en Tirana memoria, únicamente el libro de Parkman
menciona más de una vez esta participación. Sin entrar en detalles de ningún tipo,
esta historiadora establece la posible presencia de las mujeres en la segunda fase
de la lucha contra Martínez. Así, su obra nos refiere la probable visita de una
delegación de mujeres jóvenes a la Embajada de Estados Unidos, el 17 de abril, para
solicitar al embajador que le pida a Martínez clemencia para el Dr. Romero, recientemente
capturado en el oriente del país (64). Según Parkman, también hay evidencia de la
participación de las mujeres, especialmente de las viudas de los ejecutados y de
los estudiantes universitarios, el día 5 de mayo. Castellanos Moya toma como base
toda esa información y la ficción la reelabora y amplía adjudicándole un papel en
los sucesos de abril y mayo del 44. En otras palabras, en este punto la ficción
desempeña un papel fundamental al inscribir estas participaciones en el diario de
Haydée como experiencias vividas por esta y un grupo de mujeres como ella que sufren
la represión de miembros de su familia por parte de Martínez. Por ejemplo, el diario
de Haydée dedica varias páginas a desarrollar sus encuentros con Doña Chayito y
otras mujeres también de clase media, cuyos esposos o hermanos han sido condenados
a muerte o fusilados luego del golpe de Estado. En estas reuniones se planifican
las acciones a tomar, siendo una de ellas la visita al embajador norteamericano
para solicitarle que le pida a Martínez una amnistía para todos los presos políticos:
“A las ocho de la mañana en punto estábamos en la embajada americana… La reunión
fue breve: hubo una foto, en la que todas posamos mientras doña Chayito le entregaba
el comunicado al embajador” (179). De la misma manera, el diario de Haydée nos informa
de las actuaciones de las señoras el día 23 de abril, cuando acuden a la misa de
riguroso luto, en protesta por los nuevos juicios y fusilamientos que se planeaban
para ese día. Esa entrada de Haydée nos describe en detalle la reunión que se da
en la iglesia entre ella, sus amigos y muchas otras personas que llegan a apoyarlos.
Sin embargo, la reunión termina precipitadamente luego de la misa, ya que el general
ha apostado un tanque de guerra en las inmediaciones, y un pelotón de guardias rodea
la iglesia: “Doña Chayito se dirigió hacia la calle… desafiante, de cara a los guardias;
varias de nosotras la seguimos. Me temblaban las piernas mientras bajaba los escalones.
En ese instante el oficial de mando desenfundó su pistola e hizo varios disparos
al aire; los guardias nos apuntaron y desde el tanque lanzaron una ráfaga horrenda”
(238). Esta participación femenina también tiene lugar el día 5 de mayo, de acuerdo
a Tirana memoria, fecha en que ya se ha
producido el inicio de la huelga de brazos caídos. “A las nueve en punto de la mañana,
vestidos de riguroso luto, María Elena, Betito y yo llegamos a la iglesia El Rosario…
Nosotros nos quedamos cerca de la entrada, reconocí a varias amistades y a las compañeras
del comité” (293).
La última entrada del diario de Haydée narra el éxito de la huelga de brazos
caídos y la renuncia del dictador el 8 de mayo: “¡Renunció el brujo! Lo anunció
por la radio, a las siete de la noche, mientras miles y miles permanecíamos en la
plaza frente al Palacio Nacional, adonde nos habíamos trasladado en masa luego del
entierro de Chepito” (304).
En conclusión, Tirana memoria es una novela que haciendo justicia
a su título construye la memoria de los sucesos de abril y mayo del 44 en El Salvador
y de la clase media que se ve envuelta en ella. La construcción de esta memoria
se produce mediante la utilización de la ficción a través de dos técnicas narrativas:
la personalización y la utilización del diario íntimo ficcional. Mediante ellas,
tanto los hechos históricos como los hechos ficcionales se presentan al lector como
experimentados por una subjetividad que los registra. Aunque el lector sabe que
el diario de la protagonista es ficcional, su función como documento de memoria
produce en los lectores una “ilusión anamnética” que el texto se encarga de construir.
Con ello, Tirana memoria es capaz de ofrecerle
al lector la posibilidad de asomarse a un período importante de la historia del
país y entender el papel que la clase media desempeñara en la derrota de Maximiliano
Hernández Martínez, desde la ficción. Con ello, también, Castellanos Moya supera
en su obra la tiranía de la memoria mencionada en el primer epígrafe ya que la ficción,
mediante el uso de la imaginación, le permite el ejercicio de la libertad.
NOTAS
1. Con La diáspora (1988), su primera novela publicada, Castellanos Moya crea
una obra de ficción que incluye el hecho real de la muerte de Mélida Anaya Montes,
ocurrido en 1983 en Nicaragua, a manos de sus mismos compañeros de lucha, y el subsecuente
suicidio del comandante Marcial, culpado del asesinato. La ficción analiza el efecto
desestabilizante y desmitificador que este hecho tiene en algunos combatientes
asilados en México. Luego de esta obra, la presencia de la realidad conflictiva
y violenta de la que Castellanos Moya forma parte aparece en sus novelas generalmente
como un escenario importante de la trama. Por ejemplo, Baile con serpientes (1996), El asco (1997), La diabla en el espejo (2000) y El
arma en el hombre (2001) tienen como
referente histórico el período de posguerra en El Salvador y la violencia indiscriminada
que se vive luego de la guerra civil. Sus siguientes obras, casi todas ellas centradas
en la saga de la familia Aragón, presentan también un marcado referente político
y social. Así, Donde no estén ustedes (2003) narra el final de Alberto Aragón--hijo
de Haydée y Pericles, como un fracasado embajador de El Salvador en México luego
de la firma de los Acuerdos de Paz. Desmoronamiento
(2006), ambientada en los sesenta y setenta tanto en Honduras como en El Salvador,
introduce la guerra con Honduras en 1969 y el golpe de estado de 1972. Aquí surgen
personajes como Clemente Aragón y su esposa Teti y la suegra de Clemente, doña Lena.
Insensatez (2004) se centra en el período
guatemalteco que sigue al estudio de las masacres indígenas y a la escritura del
libro Guatemala, nunca más (1998). La sirvienta y el luchador (2012) se ambienta
en el San Salvador de 1980, año en que es asesinado Monseñor Romero y los escuadrones
de la muerte recorren impunes las ciudades del país. Nuevamente se retoma aquí el
pasado de los Aragón, siendo el personaje principal la sirvienta de Haydée, María
Elena. Por último, El sueño del retorno
(2013) se ubica al final de la guerra civil y nos muestra los traumas y la vida
de Erasmo Aragón, hijo de Clemente y doña Esther, en su exilio en México y su constante
deseo de volver al país. La última novela de Castellanos Moya es Moronga (2018). La novela se centra en dos
inmigrantes salvadoreños en los Estados Unidos, pero con fuertes lazos con el pasado
y la guerra civil de El Salvador. Personajes centrales de esta novela son el nieto
de María Elena y el hijo de Esther y Clemente.
2. Dentro de esta misma línea de valorización de
la ficción Sara R. Horowitz argumenta en Voicing
the Void. Muteness and Memory in Holocaust Fiction que la ficción es un vehículo
importante para pensar sobre el Holocausto y la memoria traumática de las víctimas:
“In many works by survivors of the Nazi genocide, the liberties of fiction enable
their authors to contemplate and express what could not be arrived at as well otherwise”
(“En muchas obras de sobrevivientes del genocidio Nazi, las libertades de la ficción
les permiten a sus autores contemplar y expresar aquello a lo que no se podría llegar
tan bien de otra forma”; 2).
3. Es por este carácter especial de la literatura,
y en este caso de la ficción, para producir un conocimiento que va más allá de los
hechos presentados por la historia o la vida cotidiana que Fernando Aínsa nos recuerda
la importancia que algunos libros de ficción tienen en la comprensión de un determinado
período histórico, ya que para él la ficción es “indispensable para entender la
mentalidad y la sensibilidad de una época” (44). Por ejemplo, según Aínsa, El libro del buen amor y La celestina son fuentes que todo lector
debe leer para entender la Edad Media española; también se debe leer a Balzac para
conocer la historia de Francia (44).
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Ediciones El otro, el mismo, 2003.
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Trans. Valentín García Yebra. Madrid: Gredos, 1974.
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México: Editorial Tusquets, 2001.
___. El asco. Barcelona:
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___. El sueño del retorno.
México: Editorial Tusquets, 2013.
___. Insensatez.
México, D,F,: Tusquet Editores, 2004.
___. La diabla en el
espejo. Madrid: Ediciones Linteo, 2000.
___. La diáspora.
San Salvador: UCA Editores, 1989.
___. La sirvienta y
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Penguin Random House Grupo Editorial, 2018.
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HORACIO CASTELLANOS
MOYA (El Salvador, 1957). Criado en El Salvador, ha vivido en
varias ciudades de América y Europa, en particular en la Ciudad de México, donde
ejerció el periodismo durante doce años. De 2004 a 2006 residió en Frankfurt como
escritor invitado por la Feria Internacional del Libro de esa ciudad. Ha sido escritor
invitado en la Universidad de Tokio y actualmente imparte clases en la Universidad
de Iowa. Es autor de diez novelas, de las que siete han aparecido en Tusquets Editores,
han sido traducidas a varios idiomas y han alcanzado un destacado éxito de crítica
internacional: El arma en el hombre, Donde no estén ustedes, Insensatez, Desmoronamiento,
El asco, Tirana memoria y La sirvienta y el luchador.
Sus narraciones breves se reunieron en el volumen Con la congoja de la pasada tormenta,
y la traducción inglesa de Insensatez mereció el
XXVIII Northern California Book Award 2009. Publicamos ahora en España Baile con serpientes, una novela que vio la luz en 1996
y en la que Castellanos Moya introduce de lleno a los lectores en un torbellino
de vidas encontradas que esconden celos, infidelidades y venganzas.
ROSE MARIE GALINDO. Doctora en Literatura
Hispanoamericana por la Universidad de Wisconsin-Madison, es en la actualidad profesora
emérita de la Universidad de Wisconsin Rock County. Ha publicado los libros Novela y crisis política en El Salvador (San
Salvador: Editorial Delgado, 2001), Cinco
escritores salvadoreños de posguerra (San Salvador: Editorial Delgado, 2015)
y Un recorrido por la poesía de Claudia Hérodier
(San Salvador: Editorial Delgado, 2016). A la vez, ha publicado artículos de crítica
literaria sobre escritoras centroamericanas y chilenas en revistas de reconocida
importancia como Confluencia, Chasqui, Hispanófila y Cincinnati Romance
Review. Está preparando un cuarto libro que incluye a escritores como el guatemalteco
Eduardo Halfon, el salvadoreño Horacio Castellanos Moya y la escritora costarricense
Anacristina Rossi.
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SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 178 | agosto de 2021
Curadoria: Juana M. Ramos (El Salvador, 1970)
Artista convidada: Liza Alas (El Salvador, 1982)
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