quarta-feira, 8 de setembro de 2021

AGATHI DIMITROUKA | Bolívar, eres bello como un griego [Parte 5]

 


Agulha Revista de Cultura, dirigida por el poeta, dramaturgo, traductor, editor y artista plástico Floriano Martins se une al proyecto liderado por la poeta, escritora y traductora griega Agathi Dimitrouka en el cual reúne a voces latinoamericanas que publican poemas cuya temática es la cultura helénica o la Grecia actual. Este proyecto, que va a acabar en una antología en libro natural, lleva como título el famoso verso del poeta y pintor griego y surrealista Nikos Engonópulos “Bolívar, eres bello como un griego” y se publica por la revista de cultura Χάρτης (hartismag) presentando a poetas de América Latina. Y eso porque sus países, los que otrora fueron colonias de España, se animaron por la Revolución Griega de 1821 y lucharon por su propia Independencia con el Libertador Simón Bolívar. Además, fueron de los primeros países que reconocieron a Grecia como país independiente. Así, pues, armado cada uno con su pluma, y con único estandarte la poesía, nos reunimos cada mes para celebrar los doscientos años desde aquella llama que nos ha unido y nos sigue uniendo.

 

FRANCISCO MORALES SANTOS nació en Guatemala, el 4 de octubre de 1940. Cofundador del grupo de poetas Nuevo Signo, con José Luis Villatoro, Roberto Obregón, Luis Alfredo Arango, Delia Quiñónez, Antonio Brañas y Julio Fausto Aguilera. En 1998, el Ministerio de Cultura y Deportes le entregó el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” y en 2009 la Universidad de San Carlos de Guatemala le otorgó la distinción Emeritissimum. Escribe poesía y narrativa. Muchos de sus poemas han sido traducidos a varios idiomas como el quiché, el inglés, el francés, el portugués, el italiano y el ruso. La mayoría de sus poemarios están reunidos en la antología personal Asalto al cielo. Ha publicado cinco libros para niños. Es el primer poeta guatemalteco de origen kakchiquel.

 

AIDA TOLEDO (Guatemala, 1952). Poeta, narradora y ensayista. Graduada de Doctora en Filosofía (2001); con grado de Maestría en Artes (1997) en la Universidad de Pittsburgh, USA. Licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Realizó una estancia post-doctoral en la Universidad de Aguascalientes, México. Ha publicado varios libros de poesía, narrativa corta y diversos ensayos con especialidad en escritura maya y myjeres. Ha ganado cuatro Premios de Literatura. Trabaja como profesora e investigadora en la Universidad Rafael Landívar en Guatemala. Sus poemarios: Brutal batalla de silencios (1990); Realidad más extraña que el sueño (1994); Cuando Pittsburgh no cesa de ser Pittsburgh (1997); Bondades de la cibernética (1998); Pezóculos (2001); Por los bordes (2003); Con la lengua pegada al paladar (2006); Un hoy que parece estatua (2010); Nada que ver (2012); El cielo se está cayendo a pedazos (2016); La verdad es algo gelatinoso (2016); Más que una pequeña trampa (2018).


JACOBO RAUSKIN nació en Villarrica, Paraguay, en 1941. Desde Oda, Asunción 1964 hasta Montaje de un minué callejero, Asunción, 2021, ha publicado más de cuarenta libros de poesía. Una parte significativa de su obra se ha publicado en Argentina, México y España. Su Obra poética, Arandurá Editorial, Asunción, 2018, se publicó en dos tomos. La Editorial Pre-Textos de España publicó en un tomo sus Poemas selectos, Madrid, Buenos Aires, Valencia, 2018. Entre otros premios, obtuvo en 2007, en Asunción, el Premio Nacional de Literatura y en 2014 recibió el Premio Rosa de Cobre, de la Biblioteca Nacional Argentina, Buenos Aires, por el conjunto de su obra poética.

El humanismo, en su versión latinoamericana, y una visión personal renovadora de la cultura clásica, se mezclan en su poesía tanto con las formas de la tradición como con expresiones formales de la modernidad, creando una obra extensa y representativa de nuestro tiempo. Ejerció la cátedra en la Universidad Católica de Asunción y, desde 2005 es miembro de número de la Academia Paraguaya de la Lengua y académico correspondiente de la Real Academia Española.

 

*****

 


1 | FRANCISCO MORALES SANTOS

 

 

EL ARRIBO DE UN HOMBRE

 

Recobrado el aliento

no en minutos sino en lapsos

como los que ha durado

el amor sin esperanzas,

un aliento que tiende a ser espada

mas para el pecho es tallo

de raíces bravas,

Teseo se levanta

por la sangre de un ser que no es el suyo,

en un siglo que lo aleja

de casa y de motivos,

de aquel cruel minotauro

trocado en miniatura.

Hoy Teseo no luce como un héroe.

Su papel de mortal del siglo veinte

con viejas experiencias

se impone frente al miedo

y aquello que parece invencible

se retira como una fútil sombra.

 

 

CONFESIÓN A PENÉLOPE

 

El devanar la espera

prudentemente en husos

de incógnitas medidas

le ha valido ganar mis simpatías,

señora cuyo rostro hasta ayer

desconocía

mas hoy se me revela

en la anónima vecina,

una entre mil,

que borda en la tela de la luna

la efigie del amado.

Lo siento por Ulises,

maestro del coraje,

pero usted, señora,

ganó mis simpatías.

 

 

OBSEQUIO DE VANGELIS

 

Para Lourdes Chávez

 

Acaso síntesis de una mujer delgada,

acaso su palabra

de recorrido breve

al oído del amante,

o sus cabellos o sus dedos

dentro de agua movible,

la melodía frágil asciende

convirtiendo

el recinto

en

una

flauta.

Tiene todo el acento

de un ánfora

que se vacía lenta

y tocada por el viento

en las márgenes del mito

canta a través de siglos.

 

 

ENCUENTRO

 

Yo no puedo pensar como Odiseo

en que al volver a casa

encontraré a mi esposa

esperándome anhelante

con besos y sonrisas

pero veo una línea imaginaria

que me lleva a las líneas de su mano

y de estas a cada obra suya…

 

 

REGLAS PARA ENAMORAR GRADUALMENTE A UNA MUCHACHA

 

Primeramente hay que apartarla de sus bordados de silencio

pues Penélope solamente hubo una,

luego dejarla ordenar sus pensamientos, el sístole y el diástole

que no hallan cabida en ningún lado.

Llamarla de algún modo

que además de cariñoso

no se haya dicho a nadie

ni a nadie se repita;

bautizar con su nombre una flor o su perfume;

infiltrar un poema en sus oídos sin que ella se percate.

De vez en vez ofrézcasele una porción de letras.

Pero cuidado, ¿eh? Las metáforas dadas en abundancia

causan indigestiones a quien no las consume con regularidad.

Désele a deshojar un libro de amor del gran Neruda

para que la declaratoria de amor resulte fácil

y para que comprenda a qué grado de locura

puede llegar la mano que busca aprisionarla.

Envíensele flores, aunque haya que cortarlas

en el parque más próximo a su casa.

Luego, habrá que esperar que algo la agite;

por ejemplo: un temor de once mil diablos.

 

 

MI RELACIÓN CON GRECIA

 

Mi admiración por Grecia viene de muy temprana edad a través de lecturas de las obras de Homero y más tarde, cuando llegan a mis manos algunos poemarios de Yorgos Seferis, Constantino Kavafis, Yanis Ritsos y Odysséas Elytis. No podía faltar Nikos Kazantzakis. De igual manera, la cultura griega me llega por medio de los compositores Vangelis y Mikis Theodorakis.

 

 

2| AIDA TOLEDO

 

PRIMERA VOZ [1]

 

OH DESNUDA

Oh desnuda imagen

De Ulises

 

Antes del orgasmo

Yo te invoco

 

 

DURANTE LA AUSENCIA

De Ulises

Penélope no tejió

Escribió epigramas

 

Se pulió en el arte

Del ensañamiento

 

 

LA PRIMERA

En cultivar el arte

Del grafiti

Fue Penélope

Maculó su baño

Con dibujos

E inscripciones

Alusivas a Ulises

Y a los otros

 

 

MUSITANDO

Musitando para sí

El nombre de Ulises

Penélope hizo el amor

A cada uno

De sus ambiciosos pretendientes

 

 


CONDECORACIÓN A PENÉLOPE

Genial en Penélope

El invento del tejido

Estableció un recurso

Vigente aún

 

Nos atreveríamos a sostener

Imperecedero

 

 

SEGUNDA VOZ

 

1

El ojo

De mi Polifemo

Miró siempre

En una sola dirección:

La de su ego

 

 

2

Los días con Polifemo

Fingí

Como Ulises

Divertirme con el monstruo

Paciente esperé

Que se embriagara

Y como Ulises

Disfrazada salí de la cueva

Y no regresé

 

3

En aquellos días

Como Ella

Inventé un tejido

No para los pretendientes

Sino

Para alejar

A mi supuesto Ulises

De la cama

 

4

En ocasiones

Durmiendo

Junto a Ulises

Soñaba complacida

 

Y como él

Emprendía viajes

Sin retorno

 

5

Me quedé allí como Penélope

Pero

            sin tejido

            sin Telémaco

            sin propiedades ni

            pretendientes ambiciosos

Sola

            aquella noche de julio

            en que llovía

 

6

Aquí yo

                        ella en el espejo

Ella

La que fornica

La que a besos

                        los deslabia

La que los lame

 

Esa dichosa mujer

                        en el espejo

 

aquí yo

Atrapada en el tejido

 

7

Va a venir

Y yo lo estaré esperando

No pasarán diez años

Ni se irá a una guerra

 

Va a venir

Porque

                        no hay tejido

                        no hay Troya

                        no hay caballo

                        ni trampa

 

Sola yo

Escribiéndole

                        estas líneas

 

NOTA

1. Todos los poemas presentados aquí, están tomados del libro: Realidad más extraña que el sueño, Guatemala (1994), [segundo lugar en el certamen 15 de septiembre, 1992].

 

 

LAS POETAS CONOCEMOS EL SILENCIO: SOBRE UNA RELACIÓN LITERARIA

 

Crecimos creyendo en mitos y leyendas que aparentemente no eran nuestros. El mar en la costa sur de donde venía mi abuela, tenía el enigma de lo críptico y cenótico que hoy me circunda. Éramos niñas creciendo en las periferias latinoamericanas. Creyendo en príncipes azules, en princesas que habían olvidado la zapatilla en algún lugar que se había borrado de nuestros cerebros.

La vida de la escuela secundaria nos ofreció más mitos, unos más relacionados que otros con nuestras propias vidas. Se trataba de esas largas lecturas que hubo que hacer de manera obligatoria, pero al mismo tiempo obsesiva y determinante. La Ilíada, La Odisea, La Eneida, ahítas de personajes exóticos y recordables, con los cuales entramos a dialogar en los sueños, en las pesadillas, en la imaginación de nuestra propia escritura. Los dioses tan diferentes a los dioses cristianos, tan humanos y llenos de defectos, nos decían mucho más a nosotras, que íbamos creciendo híbridas y descentradas.

 Los mundos míticos de aquellas épicas, o las obligatorias lecturas de la tragedia griega hicieron la otra parte. Cubrieron otros significados, esclarecieron aquellos síndromes de las nuevas sociedades burguesas e industrializadas. Descodificaron y ayudaron a desconstruir, las deformaciones que toda mujer posee en espacios absolutamente patriarcales.


Vivir las vidas ficcionales de otros tiempos y en otros lugares lejanos y míticos, colaboró ardientemente en mi formación literaria. Aquellas lecturas marcaron y definieron una pasión. Se convirtieron en espacios de viaje. En lugares para migrantes lectoras, que buscaban desentrañar la realidad de sus propias vidas, en los análisis de las vidas de los personajes, de las reflexiones y la crítica de los epigramas y su capacidad sintética.

La idea del viaje, de la ausencia, del poder y la caída, se convirtieron en otra manera de comprender nuestra propia circunstancia. No dudo que la figura de Penélope sea central para el mundo de las mujeres de todos los espacios del mundo, hoy y ayer. O que las historias de huidas, escapes, reencuentros y pérdidas, sean distintas, por ser griegas. Lo que tienen en común con los lectores de distintos lugares es compartir experiencias humanas. Hasta en la vida de los propios dioses hay semejanzas. Quizás porque los valores de la sociedad griega, insertos en las obras, son más manejables por las sujetas contemporáneas de otros lugares del mundo como yo.

Quizás sea el asombro el elemento central de mi lectura de poetas griegos. Encontrar y percibir que allí en el registro de esta poesía había algo semejante fue impactante y especial, para mi propia escritura. Se trataba entonces de valores que la gente llama universales, y que yo entiendo como contemporáneos. La sociedad griega cuya cultura da lugar a diversas obras leídas, tenía una extraña contemporaneidad, en la que hasta ahora caigo. Se trataba de experiencias a veces límite, a las que el ser humano en época contemporánea está mucho más expuesto.

Nunca fui a Grecia, sino en los libros que he leído. En los poemas que han marcado mi propia escritura, en los temas que sobre el mundo de las mujeres y sus valores he recogido en mi propia interpretación.

Nunca viaje a Grecia sola, sino acompañada de múltiples y diversos personajes, sumidos en mis propios sueños y pesadillas. Interpreté a Grecia a través de esos libros, de esas lecturas repetidas de poemas y narraciones repletas de valores.

La tragedia griega en su representación no se aparta de la vida latinoamericana. Porque no está marcando espacios geográficos, sino situaciones en las cuales los seres humanos nos vemos involucrados, azotados y azotadas por nuestro sino, lo queramos o no.

Sí estuve en Grecia cada vez que sentía la necesidad de volver y retomar una historia, un poema, un epigrama.

Si eso es haber conocido un lugar, yo he estado allí varias veces y no me arrepiento.

 

 

3 | JACOBO RAUSKIN

 

ARIADNA*

 

1

Quien ayer te ha dejado,

Ariadna, hoy te deja,

de repente, en mis brazos,

triste aún, pero tierna.

 

2

Amable vecindad de numerosas luciérnagas

que en silencioso coro son mínimas estrellas.

Dulce canción de grillos, de cigarras tardías,

que aquí ha de quedar para más tarde o nunca.

O para ti, Ariadna, si quieres desnudarte

con la flor de un deseo y en sábanas de hierba.

 

3

Ariadna, perdona el blanco de mi página.

En vano busco ahora una palabra

digna de un hombre enamorado.

 

4

Llama un desconocido a mi puerta

y desde ahí me dice:

 - Dame sal, dame azúcar, dame, no seas malo -.

Vivo yo rodeado de almas pedigüeñas,

muy poco puedo hacer para aliviarlas.

No tengo provisiones, ni un kilo de arroz tengo.

Tengo libros y té, agujas para no coser

y un hilo largo para pensar en ti, Ariadna,

y en el laberinto nuestro de cada día.

 

5

Óyeme, ya estoy viejo para mentir.

Me adapto por un tiempo a las cuevas,

después las abandono: son frías.

Y donde ahora vivo, la cocina

es muy pequeña, el ascensor es una hipótesis,

la vista al vecindario no existe.

Aquí yo paso dos inviernos a un mismo tiempo:

el que me trae el viento frío

y el frío que me deja el no tenerte conmigo.

De modo que mañana, jueves, devolveré

las llaves de este inmueble más bien rupestre.

Buscaré un lugar con una ventana

como la de un dibujo de Matisse.

Una ventana amiga de las flores

que viven en comunicación con el viento.

Una ventana amiga del viento

y de tu mano cuando te acerques

con voluntad de abrirla, con ganas de ver

entrar por ella el cielo con una flor.

Una ventana para la dicha de tus ojos.

 

6

Ha llegado la noche y comienza a llover,

llueve sobre la vida amorosa de los árboles.

Y tú, bella en traje de baile y zapatillas,

que hoy haces de la casa un escenario,

sigues con tus ensayos de danza jazz, danza sombra,

danza antigua más contemporánea que nunca.

El cansancio es tu compañero de baile.

Le dices adiós, buscas la almohada,

ya cierras blandamente los ojos.

Unos pasos de lluvia sonámbula

danza serán cuando te duermas.

 

7

En ti despierta el mar de mis naufragios, Ariadna,

cierro los ojos para verte con todo el cuerpo.

 

8

Fui un tiempo el vagabundo invisible

ante los ojos de esa gente sureña, pero rica,

de la que viven los capítulos más tristes

de tantos novelones olvidables.

Subía yo a los trenes de carga,

postes clavaba por un plato de sopa

y otras cosas también hacía

no muy merecedoras de largo comentario.

Cuando se me arrimaba una esperanza,

casi siempre a la hora de la ceniza

en los prados abiertos al cielo y al mal tiempo,

entraba yo en un verde y sonoro laberinto

donde oía a las aves dadoras de consuelo.

Entonces repetía tu nombre

sintiendo que así me acompañabas.

Fue el mío un largo ayer sin ti.

He vuelto, no sé cómo ni por dónde.

He vuelto, siento que al desnudarte dejas

al cielo hoy sin una estrella.

 

9

A quienes, bajo el manto de Venus, hoy se aman,

los ha de separar un dios en el que no creen.

 

10

Ariadna, has entrado en mi vida

con los brazos caídos como alas plegadas.

En ella permaneces desde entonces.

¿Cuándo fue? ¡Quién puede saberlo!

Ese instante no era parte del tiempo,

era un triunfo sobre la muerte.

Un triunfo momentáneo, por supuesto,

pero nunca he dejado yo de amarte.

 

11

Para pasar el tiempo en el Café Argos,

cuentan los compañeros

historias de robustas valkirias,

de ninfas rellenitas,

de alguna maritornes obsequiosa,

jocunda, cervecera y obesa.

Yo pienso en otro modo de entender el amor,

y callo, pienso en ti, Ariadna,

pequeña flor, también avecilla,

formas ambas de mi alegría.

 


*****

SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO

 























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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 180 | setembro de 2021

Artista convidada: Virginia Tentindo (Argentina, 1931)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com

logo & design | FLORIANO MARTINS

revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES

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