∞ editorial | La vida imaginaria del
Surrealismo
00 | Los días de viaje son de constante descubrimiento. La semana previa a la publicación de esta edición se dedicó a la realización de un encuentro internacional de poetas, que tradicionalmente forma parte de la Feria Internacional del Libro de Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra. El encuentro, magistralmente coordinado por los poetas Gabriel Chávez Casazola, Gary Daher y Valeria Sandi, reunió a poetas de diferentes generaciones y países, y permitió descubrir algunas voces valiosas. Igualmente relevante fue el conocimiento de la Fundación Cultural Esteros: https://esteros.org/, argentina, presidida por la poeta Carolina Zamudio. Con estas dos indicaciones damos comienzo a otro capítulo de nuestra serie dedicada al Surrealismo.
01 | Silenciosamente el
espíritu nos prepara para lo inesperado. Ese pétalo de misterio que nunca
sabemos hacia dónde se elevará. Ni siquiera podemos aludir a sus valores, pues
son tan diversos que la razón jamás podrá tocarlos. Es evidente que lo que hacemos
en nuestra vida no es fruto de los extravíos, sino de la desconcertante
delicadeza de todas las cosas aparentemente disonantes que vislumbramos. Ese
insólito encuentro descrito por Ducasse –sí, la mesa de disección, la máquina
de coser y el paraguas, como un trío de jazz–, el saber que ubicamos dentro de
nosotros mismos gracias a otro trío: la poesía, el amor, la libertad, son las
notas del viaje, la música de las alturas, los choques imprevistos entre lo
físico y lo incorpóreo, entre la evidencia y el deseo, una constante puesta en
escena de todos los caprichos de la realidad. Esta provocación dialéctica gana
más ímpetu cuando se inscribe en la mecánica objetiva del humor. Lo
maravilloso, el sueño, la locura, despiertan en sus regiones inexploradas gracias
a la ondulante llama del humor, que lleva en sí el viento necesario para hacer
girar este nuevo mundo, descubierto a través del encuentro de objetos e
imágenes repentinas. La creación se define, pues, por esta luz, algo
accidental, algo deseada, que configura el encuentro, la experiencia
compartida. Gracias a ella siempre somos una cosa y otra cosa. Una vida y otra
vida. Un misterio y otro misterio.
02 | Transcribo las palabras de Isidore Ducasse (hábilmente
plagiadas de Pascal): No estamos contentos
con la vida que tenemos. Queremos vivir una vida imaginaria en los pensamientos
de los demás. Nos esforzamos por parecernos a quienes somos. Hay un estado
de inquietud permanente, de rebeldía sagrada que conforma el alma del creador,
sin la cual no se puede hablar de poesía. Confirma lo que André Breton y
Philippe Soupault escribieron incluso antes de la redacción del primer
manifiesto del Surrealismo: La inmensa
sonrisa de la tierra no nos basta; necesitamos los desiertos más grandes, las
ciudades sin suburbio y los mares muertos. El paisaje era múltiple y la
voracidad por devorarlo definiría la extensión mágica que este movimiento
ocuparía entre nosotros. Todo viaje está marcado, en esencia, por el apetito.
El viaje como degustación de lo desconocido. Lo que hace que su territorio no
siempre sea visible. En rigor, el gran viaje es un salto a lo inexistente.
El Surrealismo
ahondaba en el interior de la imagen para desentrañar sus misterios, el
espectáculo de su belleza o lo revolucionario de sus vaticinios, es decir, para
responder al llamado de sus innumerables conexiones entre sí y la relación
amorosa con los otros polos de la existencia humana. para ser cumplido
visitado. Los mundos subterráneos son una fuente inagotable de portales
abiertos a la iluminación. Los años 1920 son magnéticos. Al reunir en una gran
sala el carácter sugestivo del combate y la subversión, dieron una visión
amplia del comportamiento del hombre respecto de todo lo que lo inquieta: el
maquillaje político, el liderazgo estético, la cacería religiosa, otras agonías
de un siglo que languidecía en no entendía a qué venía. Todos los vicios
pendían de un hilo. El surrealismo aparece como la única intervención
quirúrgica posible. En este sentido, Artaud da en el clavo: Lo que pertenece al dominio de la imagen, la
razón no puede reducir y debe permanecer en la imagen, a menos que corra el
riesgo de desaparecer. Pero la imagen surrealista era de una osadía hasta
entonces impensable. Su idea de dominio involucraba también los territorios de
la razón. Era urgente deshacerse de sus deformidades, para que los viajes
adquieran la perspectiva de visiones formuladas por una muy singular sensación
de desorden. Viaje fuera del mundo y dentro del hombre.
El Surrealismo
se convierte así en un movimiento que conquista distancias insondables, no sólo
las inmersas en el alma humana, sino también la geografía tangible: era urgente
salir de las galerías y cafés parisinos; cruzando los velos que daban acceso a
otras habitaciones. Ciertamente habría una pasión ardiente entre la inquietud y
la ignorancia. El primer pasaporte se emitió en forma de revistas. París fue
entonces un gran imán, que hizo su primer viaje hacia sí misma. Y cuando está
allí, enseguida brotan chispas de una inquietud que tan bien resume René Char
en una de sus máximas: Harás el alma que
no hay mejor hombre que ella. Este surrealismo nunca dejó de hacer. No se
trata de redecorar el abismo o armonizar un cúmulo de dudas. No se trata de
reinventar, sino antes de reventar. El Surrealismo es un truco de libertad
contrario a las dinámicas habituales de liberación limitadas a un plano
sociológico. El Surrealismo es una lujuria fructífera.
La fatalidad
del viaje es que no se limita a sus aspectos, no se limita a sus mapas
impresos, ni niega los límites trazados ajenos a toda confirmación. Los viajes
del Surrealismo son, ante todo, la confirmación de una inquietud. Pensemos en
Japón, Brasil o Haití, lugares cuanto menos curiosos donde el Surrealismo se
expresa a través de vísceras muy singulares. Con la excepción de los seguidores
ortodoxos del movimiento, lo que encontramos en estos países es una riqueza de
imagen y visión de un espíritu que se entiende que está allí, en ese aspecto de
explorarse a sí mismo. Otra opción valiosa se refiere a Australia, Portugal y
Canadá, donde la fuerza psíquica evocada por el surrealismo teje un laberinto
que no requiere más que entrega, ajena a cualquier influencia específica.
Breton en la
década de 1950 observó que la influencia del surrealismo produjo obras tanto
surrealistas en esencia como marcadas por su espíritu. Artaud fue un viajero
audaz, defendiendo que siempre quiso llevar su espíritu a otra parte. Dijo
buscar la multiplicación, la delicadeza,
el ojo intelectual en delirio, no la profecía arriesgada. El otro lugar
siempre ha sido una meta del Surrealismo, un punto insólito donde se identifica
la extrañeza; tierra en la que asimilamos las disonancias como parte de nuestra
vida. No fue sólo la limitación de un escenario marcado por los disturbios lo
que nos llevó a la segunda guerra mundial. Aunque Paul Éluard ha observado que,
en la guerra, los muertos son conducidos a una consagración, es decir, que de
algún modo se convierten en Dios. La guerra no es el agotamiento de Dios, sino
el agotamiento de la poesía. No importa dónde Dios quiera actuar después de la
guerra. Las religiones se acostumbraron a operar en un territorio
convenientemente deforestado, viendo allí la oportunidad para sus diezmos y
estribillos. Cuando René Crevel dice que cree en un dios de los encuentros, es
evidente que su idea difiere de aquella árida crítica de Luis Buñuel cuando
decía que el Dios creado por el hombre es
un espíritu maligno. Lo que hace que ambas observaciones sean un punto
interesante de discusión no es una contradicción en términos de adhesión al
movimiento.
Los
surrealistas nos ofrecieron una mesa inagotable de reflexiones, los temas
proliferan como en raros momentos. René Crevel sugirió que el estilo era un arte de arreglar las sobras; Man Ray
dijo que la estética distorsiona la belleza; Ya en 1960, Joyce Mansour llamó la
atención sobre la limitación moral del escándalo, que toda forma de violencia
terminaría por no tener impacto frente al perenne rechazo a los motivos
sexuales –los argumentos de la censura y la regulación de la pornografía están
en bancarrota–. divisas ante la hipocresía respecto al tema; André Masson
colocó su jaque mate: Hay que tener una
idea física de la revolución. Esta corriente de consideraciones tenía como
denominador común un principio de desmoralización, aunque consciente del riesgo
de convertirse en una nueva moral. Inevitablemente, algunos surrealistas se
volvieron (o se encontraron) moralizantes. La moralidad no es desconocida, es
parte inseparable del hombre. Pero su negativa es la mejor salud de una pureza
que se empeña en engañar al destino, una especie de beso en la boca con
múltiples labios, o el lado lúdico, la felicidad de un descubrimiento de otro
mundo en cada mundo que tocamos. Breton cierra este párrafo con una máxima
fascinante: La moral es la gran
conciliadora.
03 | FERNANDO FREITAS FUÃO | Arquitecto, artista y ensayista brasileño, nacido en 1956. Comenzó a hacer collages en 1975, el mismo año en que ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Federal de Pelotas (1975-81). En 1987 se trasladó a Barcelona para realizar el doctorado en la Escuela Técnica Superior de Arquitetura, donde desarrolló la tesis La arquitectura como collage. En 2011 publicó el libro Un collage como trayectoria amor (Editora UFRGS). Cuenta con una serie de artículos y ensayos que giran en torno al Collage, así como textos publicados sobre algunos collagistas. Articula interlocuciones del collage con la filosofía, la arquitectura, la psicología y la educación. Desarrolló la investigación Un collage en Brasil, arquitectura y artes plásticas, bajo la perspectiva del surrealismo (1992-1995. CNPq). Perteneció al Grupo Surrealista de São Paulo, liderado por Sergio Lima y Floriano Martins durante la década de 1990. Desde entonces, ha impartido una serie de cursos y talleres sobre collage. Mantiene el blog http://mundocollage.blogspot.com/ y https://fernandofuao.blogspot.com/.
Floriano Martins
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CARLOS M. LUIS
| Aproximaciones a Yves Tanguy
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ENRIQUE DE
SANTIAGO | Vocales de pájaros en la poesía de Enrique Gómez-Correa
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FLORENCIA ABADI | Henri Michaux: animalidad y conciencia
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FLORIANO MARTINS | Susana Wald y la vastedad simbólica
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GASPAR GARÇÃO | Luis Buñuel e os
jogos do imaginário: surrealismo, sexo e religião
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LAWRENCE LENHART | A
Snippet of the Matter: The
Literary Cosmogony of Malcolm de Chazal (Mauritius)
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/06/lawrence-lenhart-snippet-of-matter.html
LUIZ
NAZARIO | O erotismo mórbido de Walerian Borowczyk
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MÁRCIO
CATUNDA | André Breton e a propagação do Surrealismo
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/06/marcio-catunda-andre-breton-e.html
MAURICIO D. AGUILERA
LINDE | Estrellas de mar: Maria Irene
Fornes y la reescritura femenina del melodrama
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/06/mauricio-d-aguilera-linde-estrellas-de.html
PAULO JORGE BRITO E ABREU | Poesia
de António Maria Lisboa: meu louvor e a defesa do surrealismo
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/06/paulo-jorge-brito-e-abreu-poesia-de.html
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Agulha Revista de Cultura
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 11
Número 210 | junho de 2022
Artista convidado: Fernando Freitas Fuão (Brasil, 1956)
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editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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