Muy joven todavía, se adentra en los textos
del Popol Vuh y del Memorial de Sololá, así como en las leyendas
relacionadas con el mundo maya. Pero también se advierte que antes de alcanzar la
mayoría de edad toma conciencia de los problemas sociales que agobian a este país
y que, como siempre, golpean a la población joven. Si los Poemas para comenzar la vida aparecen en 1961, cuando tiene 21 años,
podemos entender que comenzó a escribirlos cuando alcanzaba la mayoría de edad y
su pensamiento maduraba a fuerza de tempestades, porque eso y más fueron las acciones
contrarrevolucionarias de 1954. Como testigo de las jornadas de marzo y abril de
1962, encabezada por los estudiantes en contra de la dictadura de Miguel Idígoras
Fuentes, deja testimonio ardiente de la muerte de algunos de estos:
Los jóvenes preñan el futuro, padre:
lo piensan y alimentan de corazón
y su sangre rota
es pasto de hogueras.
(“Elegía del pueblo”)
Años antes, Nicolás Guillén había escrito:
Soldado, aprende a tirar:
Tú no me vayas a herir,
que hay mucho que caminar.
………………………….
Abajo estoy yo contigo,
soldado amigo.
Abajo, codo con codo,
sobre el lodo.
(Cantos para soldados y sones para turistas,
1937)
Obregón también dice alo parecido en aquellos
años en que la violencia se incrementa:
Soldado, recordemos
la tierra desnuda
llorando por tu ausencia;
el alba alimentando esperanzas
de nuevos calendarios,
—calendarios que traen
máquinas y libros
para explicarte el mundo.
(“Elegía del pueblo”)
La década del 60 es muy significativa en
la vida de Obregón, pues viaja a Rusia, donde estudia filosofía y a la vez concluye
uno de sus libros fundamentales: El fuego perdido, que aparece en ruso en 1968 con
el título de Códices y ese mismo año, como marcando el regreso del poeta a su patria
es publicado por la Dirección General de Bellas Artes.
Para el joven poeta, Guatemala es como el
pan diario. Lo confirma el poema donde refiere el encuentro en París con su amigo
y paisano Jorge Sarmientos, quien en esa ocasión se sentó al piano para ejecutar
una pieza musical:
El son era de Jorge nadie se lo disputa
Pero el muy fregado
de los bosques lo había extraído
y de los pájaros y de las aguas
del país que anda conmigo
(“Aquella lumbre sin sueño”)
Nada de Europa le obnubiló. Lo primordial
para Roberto, era centrar su pensamiento en todo aquello que tuviese que ver con
cambios trascendentales en la sociedad, pues había nacido en un país largamente
gobernado por dictadores, lo que en varios momentos de la historia ha llevado al
pueblo guatemalteco a rebelarse. De esa cuenta, en El fuego perdido, el poeta maneja
sabiamente una urdimbre en la que se juntan el recuerdo del país —la imaginación,
creatividad y laboriosidad de su gente— y el compromiso que tiene con el mismo.
Así, las páginas de este libro guardan uno de los poemas más hermosos que se han
escrito sobre la marimba. Pero hay otro poema igual de asombroso que describe minuciosamente
la naturaleza de nuestros mercados populares.
Pero aun cuando habla de las bondades de
la mujer con la que comparte sentimientos que un día afloran en La flauta de ágata,
hay momentos en los que reflexiona sobre la necesidad que siente de retornar al
país como cuando, en El fuego perdido, dice:
En la otra orilla del mar, ceñido a la fiera,
mi hermano revuélcase a los pies de la muerte.
y a mi hermano, ¿quién otro sino yo
tendría que darle una manita?
No hables. Este que ves ya no es Roberto.
Déjame, pues, partir.
Tu paraíso para mí sería un calabozo.
Suelta las amarras. Aparta la dádiva
de tu aliento.
Permite que me vaya. Me iré solo.
Paso a paso regresaré en la oscuridad,
orientándome por el resplandor de las hogueras.
(El fuego perdido)
Respecto de la persona, en Roberto Obregón
eran inconfundibles sus gestos fraternales: desde lo hondo de su personalidad afloraba
con frecuencia una sonrisa que matizaba sus conversaciones. O con la que salía al
paso de situaciones comprometedoras, como la vez en que viajaba con amigos a Costa
Rica y un oficial del Ejército guatemalteco subió al bus para revisar la documentación
de los pasajeros: en esa ocasión el militar le pidió su pasaporte, después se le
quedó viendo y en seguida le preguntó si tenía algún pariente estudiando en Europa
del Este, pues sabía que había un Obregón “becado por los guerrilleros”. Por supuesto
que, entre sonrisas, el poeta respondió que no tenía nada que ver con lo que decía
su fastidioso interlocutor. Esto ocurrió unos meses antes de su desaparición en
Las Chinamas, frontera entre El Salvador y Guatemala.
Otro atributo suyo era la agudeza de su
inteligencia, expuesta cada vez que generaba un espacio de discusión ya fuese sobre
literatura, arte o política, temas sobre los que siempre fue muy crítico y riguroso.
Estaba convencido de la necesidad de combinar el testimonio con la acción, experiencia
ésta en la que le antecedió su hermano Carlos, quien murió en un enfrentamiento
con elementos del Ejército.
Sin embargo, es necesario enfatizar que
sobre lo circunstancial está su aporte inobjetable a la cultura, aspecto que el
escritor Mario Roberto Morales sintetiza así:
A pesar de ser menos conocido y leído que Otto René Castillo,
Roberto Obregón constituye la cumbre de la poesía contemporánea de Guatemala, y
ejemplo típico de esa producción cultural truncada por la represión y el terror
contrainsurgentes. Obregón constituye la piedra de renovación de la poesía guatemalteca.
A la vez, su obra es uno de los experimentos poético-antropológicos más profundos
intentados en Latinoamérica, en la dirección del buceo del pasado y en el delineamiento
de rasgos esenciales de la identidad histórica.
Roberto Obregón es de los que «cierran los ojos y se quedan velando», como dice Miguel Ángel Asturias en su célebre Bolívar, toda vez que su poesía se reafirma ante el paso de los años, como solo ocurre con aquellos poetas que desde temprano encontraron su voz, se entregaron con tesón a la lectura y la escritura y, no conformes con lo meramente estético, optaron por exponer su vida pensando que así contribuirían a la consecución de un mundo repartido de manera justa.
*****
SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 181 | setembro de 2021
Artista convidada: Virginia Tentindo (Argentina, 1931)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
Nenhum comentário:
Postar um comentário