El
pensamiento patriarcal más prevaleciente busca la exaltación, por un lado, del logos,
y por otro de lo espiritual en su forma masculina, una espiritualidad que desprecia
el cuerpo, la carne, y que domina y esclaviza la materia.
El
pensamiento patriarcal, según se desarrolla en la Grecia antigua —cuya influencia
sobre nuestra cultura es enorme— exalta los ideales del cuerpo masculino, de la
destreza masculina, sobre todo en áreas como la fuerza, la disciplina militar, y
la necesidad de demostrar la superioridad de unos sobre otros.
El
pensamiento patriarcal, en lo más recóndito, se puede calificar como espérmico. Surge del remotísimo ámbito que
está escondido en todos nosotros, hombres y mujeres, en que el esperma parte en
su viaje hacia el óvulo, solo, impulsado por una fuerza misteriosa contra toda corriente
y contra todos, incluso los otros espermas.
El
esperma debe llegar antes que todos los otros espermas al óvulo y debe penetrarlo
para ahí perder su identidad y soledad y hacerse uno con el óvulo, proceso en que
ambos cambian y se convierten en algo completamente otro de lo que fueron cuando
estuvieron separados.
Todos
los elementos íntimos del esperma están presentes en el óvulo fecundado. Y todos
los elementos íntimos del óvulo están también ahí, pero ahora están en una unión
inseparable. Así comienza un proceso que lleva a un ser único y especial. Este ser
surge por la multiplicación y de las diferenciaciones de las células dadas por los
mensajes que han llevado los elementos íntimos del esperma y el óvulo. Comparten
la totalidad de los componentes de ambos.
Del
mismo modo la civilización nueva que se viene tendrá características muy distintas
a la que ahora conocemos. Tan distintas como son distintas las condiciones y características
del patriarcado del anterior culto de la Diosa, culto que aún sobrevive en nuestras
psiques. De la unión del patriarcado con el nuevo fluír del culto de la Diosa surgirán
formas de vida de los seres humanos que serán nuevos, únicos y especiales.
En
nuestro tiempo, cuando el patriarcado todavía prevalece, el problema está en un
desequilibrio, porque todo lo que es esencia de lo que fuera el culto a la Diosa
—que tuvo una duración enorme anterior al patriarcado— ha sido postergado en aras
de los ideales de lo espiritual y del logos.
Pero
las conquistas que ha hecho el patriarcado nos dan también los elementos con los
cuales podemos cambiar el mundo y establecer un equilibrio nuevo y una espiritualidad
y materialidad sanos. La lógica misma, gran conquista que nuestra civilización guarda
y debe resguardar, nos lleva a entender las maneras en que hemos errado en postergar,
ahogar y amordazar la parte de nuestra naturaleza que es el cuerpo y nuestra relación
con la materia.
Para
entender esto debemos servirnos de toda la lógica que hemos podido aprender y también
de elementos de nuestro pensamiento que exceden a ésta. Debemos pensar y sentir,
razonar e intuir. Debemos unir estos elementos cuya existencia nos ha sido develada
con el trabajo de muchos siglos de grandes pensadores y también como trabajo de
la psicología profunda.
Si
la materia es sagrada, si en vez de ser deleznable y vil y es algo que debemos enaltecer
y venerar, se da una realidad diferente en todo lo que hacemos. Un ejemplo de ello
pudiera ser que consideremos a los alimentos como el cuerpo de la Diosa, la Naturaleza
con N mayúscula, lo más deseable y venerable. Si la comida es el cuerpo de la Diosa
entonces nuestra manera de comer se hace más significativa y sacralizada. Nada de
lo que es alimento deberá ser desperdiciado, y el alimento que ingeriremos será
algo que nos hará partícipes de la naturaleza misma de la Diosa Tierra, de la Diosa
Universo. Lo último porque ya sabemos que estamos constituidos por elementos de
la Tierra misma y que ésta está constituida por elementos que están en el Universo
todo. Estaremos comiendo a un animal que es parte de la Diosa Tierra, estaremos
consumiendo vegetales que provienen de Ella. Deberemos considerar que sin Ella no
nos es posible subsistir. Deberemos entender que cuando no la consideramos sagrada
la estamos envileciendo, pero que con ello nos estamos envileciendo a nosotros mismos,
porque somos parte de Ella. Si somos parte verdadera de Ella nuestra vida misma
comienza a tener sentido.
Estamos
sujetos a la Diosa Tierra y somos sus servidores al mismo tiempo que somos sus hijos
y productos. Por ello nuestro amor a la Diosa Tierra es también un amor a nosotros
mismos y a todo lo que es parte de Ella. Así como un árbol es producto de la Tierra
sagrada, nosotros también lo somos. El árbol es nuestro hermano, es un organismo
vivo igual que nosotros, producido con los mismos elementos del universo de los
que se constituye la Tierra y de los que estamos constituidos. Si entendemos que
el árbol, los pastos, los animales, y todos los humanos somos hermanos, nuestro
amor a unos y otros será muy patente.
Se
ha pensado que las plantas, por ejemplo, no tienen sentimientos. No es así. Quienes
observan con cuidado pueden atestiguar que hay plantas que se mueren cuando sus
dueños fallecen, por más que otras personas los cuiden. Se ha visto también que
las plantas crecen mejor con cierto tipo de música que con otra. Y los animales
son tan capaces de sentimientos como nosotros. Eso es muy evidente para todos los
que han convivido con ellos. Los perros lloran la muerte de los humanos a quienes
están apegados. Los elefantes lloran la muerte de los de su propia especie. Los
humanos también lo hacemos y se supone que esto nos separa del resto del reino animal.
Quizás la verdad sea más sutil y más compleja.
EDUCAR
LAS MUJERES
Parece que quienes se interesan en el medio ambiente al punto de que dedican
su vida a este tema son muy frecuentemente mujeres. Parece que hay un cambio, parece
que hay una nueva esperanza para nuestro planeta. Esto me parece, es, normal. Las
mujeres están siempre envueltas en procesos naturales, a cargo de sus hijos, luego
nietos, a cargo de la alimentación de sus familias, empecinadas en crear jardines,
rodearse de flores, llenar todo de macetas. Dicen que son las mujeres las que han
descubierto que las semillas se pueden cultivar, que son las que pusieron las bases
a la agricultura. Los varones estaban mientras tanto muy ocupados en la cacería,
igualmente necesaria.
Es cierto que la tarea de la vida es hoy de ambos y la tarea de salvar
la vida es de todos por igual. Varones y mujeres por igual. Pero es cierto también
que cuando fueron los varones los que hicieron la mayoría de las decisiones, como
ha sido el caso durante más de cuatro milenios, primaba la idea del dominio, del
poder sobre lo natural, y no la del apoyo y el respeto.
Hoy vemos que la naturaleza a nuestro alrededor se puede desmoronar arrastrándonos
consigo, la vida en nuestro planeta puede morir, causando también nuestra muerte.
Hoy sabemos que somos también culpables de producir los gases que matan, las basuras
que matan, la contaminación que mata.
La solución para que podamos salir del problema es informarnos. Es imprescindible
que nos informemos, que tengamos más conocimientos para que actuemos sabiamente.
Es imprescindible la educación. En la educación está la solución.
Los seres humanos ya no actuamos tan rápida ni tan automáticamente, nuestros
mecanismos son culturales. Pero la cultura, como todo lo vivo está siempre en cambio,
no es estática, no es rígida. La rigidez es muerte. La información, sumada a los
elementos culturales que manejamos cada uno de los grupos humanos puede generar
los modelos que serán los que nos permitan solucionar el grave problema en que vivimos.
La información incorporada a nuestro amor a la vida, a nuestro modo cercano a la
naturaleza bien puede generar esos modelos.
En el mundo cambiante se ven cada vez más mujeres opinando, trabajando,
cambiando la cultura. Las mujeres tienen cada vez más conciencia de su rol importante
en promover y lograr el cambio que necesitamos. Por eso educar a las mujeres es
fundamental. Bien puede ser que la opinión da las mujeres educadas, aunada a sus
experiencias milenarias de protección de la vida, sea fundamental para salvar la
humanidad y nuestro planeta.
Educar a las mujeres puede llevar a producir el cambio que buscamos, que
necesitamos con urgencia absoluta. Ejemplo de ello son las científicas que he visto
en la televisión, dando un paso con sus ideas hacia ese cambio. El cambio está aquí,
las que hacen el cambio ya están trabajando y logran hacernos llegar sus ideas.
Soy optimista. Mi nieta tiene futuro.
*****
SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 182 | outubro de 2021
Artista convidada: Susana Wald (Hungria, 1937)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições © 2021
Visitem também:
Atlas Lírico da América Hispânica
Nenhum comentário:
Postar um comentário