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EDITORIAL
Recordamos aqui
uma conversa entre Armando Romero e um dos editores da Agulha Revista de Cultura, pelas ruas de Cincinnati, diálogo que
trazia em si a promessa de um livro que ambos seguiriam escrevendo. A
impossibilidade desse livro converteu o texto em parte de um dos capítulos de
outro livro, Viagens do Surrealismo, 2 –
Atlas, que está em curso. Uma conversa entre dois poetas, um brasileiro e
outro colombiano, enquanto caminham pelas ruas nevadas de uma cidade
estadunidense, reflete um mundo possível que hoje nos parece fora de plano.
Além do tema proseado, e sua importância incondicional para a cultura, esses
dois poetas andarilhos nos estimulam a vencer o presente e criar novas
perspectivas de vida, coletiva e individual.
Também
incluímos na presente edição, como artista convidada, a brasileira Lia Testa
(1977), dublê de poeta e colagista. Lia trabalha com colagens feitas à mão e suas
composições de obras-colagens, como
ela mesma nos diz, exploram procedimentos
de justaposição e sobreposição de imagens. Suas séries de colagens tratam de
temas relativos ao erotismo (e seus atravessamentos) e o nonsense como fio condutor. Lia também
é autora dos seguintes livros de poesia: Guizos
da carne: pelos decibéis do corpo (2014) e Sanguínea até os dentes (2017).
EL SURREALISMO MIENTRAS CAMINA POR LAS CALLES CON ARMANDO
ROMERO Y FLORIANO MARTINS
FM El tema del surrealismo me
parece que todavía contiene un sin-número de perspectivas por explorar. Una de
ellas, por ejemplo, es la que toca a la comprensión que artistas e
intelectuales tienen con respecto a la realidad cotidiana, las fuerzas que
mueven la vida de la gente. Recordemos a Breton que decía en un discurso en
1922 que tanto deseaba –hasta entonces, por lo menos– una revolución
sangrienta, como si fuera esta la manera con que la gente podría liberarse de
toda forma de opresión. Pero lo que pasa es que el control de la revolución
implica una nueva forma de opresión, y mejor lo había comprendido Rene Daumal,
al decir que en toda sociedad el pueblo es el que más comprende la dialéctica,
porque no la mira desde una perspectiva intelectual, sino que la vive intensamente.
No quiero aquí referirme únicamente al error del acercamiento del surrealismo
al comunismo, pero antes de tocar un punto que me parece tener un alto grado de
equivocación y de permanente renuevo entre los artistas de todas partes –ya no
importa que sean surrealistas o no–, el cual es el abismo que muy pocos logran evitar entre la realidad
concreta y su idealización de esta misma realidad. El surrealismo, justamente
por haber propuesto una subversión en la lectura del tema, seguro podría haber dado
un aporte más grande al mismo, lo que acabó no ocurriendo. Que te parece si
empezamos nuestro dialogo por aquí, hablando de las cosas cotidianas que
entraran en la poesía y la plástica surrealista, pero que no lograran de todo
entrar en la dimensión humana, en el carácter de la mayor parte de los artistas
y poetas del surrealismo. ¿Hay en todo eso una contradicción, o es natural que
así pase entre creadores y vida real?
AR Lo más terrible de esta contradicción es que la observamos hoy mismo entre
los intelectuales, ya sean poetas o artistas plásticos, que preconizan una idea
de establecimiento de repúblicas socialistas o revolucionarias, donde lo que se
esperaría es una amplia libertad, pero donde lo que se consigue es silencio
frente al poder y la represión. Ahora bien, si vamos al surrealismo no creo que
los problemas surjan de los Manifiestos o de las proposiciones de Breton y sus
amigos, sino de la práctica surrealista, donde el liderazgo pasó a ser más
importante que el pensamiento. Entonces el problema es la desobediencia, pero
no a las leyes caducas de la sociedad como se querría, sino a las ideas de
cambiar la vida, cambiar el mundo. Fueron muy pocos los poetas surrealistas que
lograron cambiar la vida en el sentido estricto de la palabra, ¿Artaud, Daumal,
Desnos…? Aunque creo que no es necesario ir a la locura o a la mística o al
sueño hipnótico, para encontrar un cambio en la vida. Ese cambio, esa
transformación, también se puede encontrar en la vida de todos los días, con
tal de no caer en las mentiras de cualquier tipo de sociedad que no esté basada
en el amor, la libertad y la poesía. Y esa es todavía la ilusión de una
realidad otra, que no tenemos frente a frente. Por eso, los poetas que queremos
substraernos a estas sociedades marcadas por cualquier tipo de poder, ya sea de
izquierda o derecha, vivimos el eterno exilio en nuestro mundo interior, donde
el sueño se realiza dando vida y carne a nuestros fantasmas, componiendo
paisajes donde prima el amor loco, y donde la relación con el mundo se hace a
través de vasos comunicantes, al alto nivel de la vida. Creo que frente a las
torres de guerra y poder, hay que oponer las torres de marfil, o la catacumba
como quería el mismo Breton. La libertad nos queda bien por dentro, ya que por
fuera sólo prima la sumisión.
FM Pero la libertad hay que sacarla de adentro, desentrañarla como si fuera
lo mejor de cada uno de nosotros, poetas o no, ya no importa, porque el límite
entre la libertad y la sumisión no puede ser dado por la creación artística. Un
poema no puede garantizar un mundo mejor para nadie, ni siquiera para quien lo
escriba. La libertad como “un nacimiento perpetuo del espíritu” como lo quería
Paul Eluard, si, pero que se realice como tal, que sea algo más allá que simple
libertad de expresión o exaltación retórica. Lo que ha pasado con el
surrealismo, en lo peor, es que ha tocado en muchas heridas, todas ellas
fundamentales para el desarrollo de un nuevo hombre, pero no las pudo abrir con
la vehemencia necesaria, con un grado más intenso de actuación, haciéndolas
sangrar sin restricciones, destrozando incluso sus pudores más cotidianos, que
hicieron que muchos no fuesen más allá de una fantasía de la libertad. Es por
eso que se debe volver siempre a la importancia de aquellos que trataron de pelearse
más febrilmente con los temas de la locura, la hipnosis y la mística, como
mencionas arriba. Son categorías fundamentales que fueron tratadas con esa
fuerza mágica de fundir vida y obra en casos como los de Gherasim Luca, Georges
Bataille, y los que bien recuerdas: Desnos, Daumal, Artaud. Y así en otras
categorías, como el humor negro, la histeria, las doctrinas herméticas, el amor
loco, lo maravilloso, donde se pueden ubicar tantos poetas y artistas
importantes, lo que nos estimula pensar sobre las razones de cierto fracaso del
surrealismo en términos de esa misma relación propuesta como punto central del
movimiento, la relación no de todo imposible entre vida y obra. El concepto de
libertad es la mejor trampa para develar la hipocresía de una sociedad. El
mismo surrealismo no ha escapado de esa trampa, sobre todo cuando estaban en
juegos los postulados morales del movimiento. Si volvemos a la fuente
primigenia, a las tres piedras básicas –poesía, amor y libertad– ya veremos que
la última fue, bajo el punto de vista moral, siempre condicional, una teoría
con restricciones prácticas de toda orden. Aquí podríamos enumerar casos los
más abyectos tratados directamente por Breton con respecto a las opciones
sexuales o al comportamiento social. Pero no hay que cuestionar al surrealismo
aisladamente por eso, no pasando de mala fe las sospechas o rechazos de sus
críticos que le niegan importancia tomando por base tales aspectos. Hay dentro
del surrealismo muchos artistas y poetas que no incurrieron en esas fallas, al
mismo tiempo que la historia de la creación artística esta rellena de casos los
más lastimables de hipocresía. La verdad es que jamás se supo contestar a que
función debe atender un poeta en la sociedad que le toca vivir. Cuando abrimos
al azar las páginas de un libro lo que nos suena mejor al espíritu son los
versos que allí se encuentran, y cambian las preferencias de un lector para
otro, siendo el grado de sensibilidad de cada uno lo que determina cual la
mejor imagen, el mejor poema. La biografía del autor sigue importando más a la
promiscuidad del mercado. Los malos versos amorosos de Paul Éluard siguen
exitosos y sin depender de las contradicciones de su carácter, así como los
descubrimientos de tantas equivocaciones en las traducciones de los textos
bíblicos no afectan la fe de un solo cristiano en todo el mundo. Pero en verdad
la sinceridad es un atributo considerable, la gente cree en la sinceridad como
la piedra indispensable para que se mueva su vida. Si la religión, la política
y el mercado trataron de envenenar su nido sagrado, la sinceridad no podría
perder su referencial en el arte, lo que dejaría el mundo sin respuesta, o
peor, en manos de sus brújulas falseadas, sus malos profetas. Por eso sigue
siendo fundamental volver al tema, recordando la fuerza que le dio el
surrealismo, su percepción de que “lo que califica la obra surrealista es el
espíritu en el que ha sido concebida”, esa creencia incondicional en la
sinceridad del creador, volver siempre al tema como quien busca las pistas para
el fracaso de la especie humana. Si, pues no se trata de un fracaso del
surrealismo.
AR Es bien interesante que hemos empezado este nuestro diálogo informal sobre
el surrealismo, señalando algunas de las fallas de sus haceres y quehaceres.
Como tú lo dices, las fallas están más en la forma cómo algunos de los poetas y
pintores interpretaron su libertad creadora y vital, prescindiendo a veces de
ciertos dictados que los identificaban como surrealistas. Pero estas fallas,
que como vimos, empiezan por la cabeza de Breton, no pueden servir para
calificar o descalificar a todo un movimiento, que marcó con su sello mayor a
todas las vanguardias en el siglo XX. De ahí su grandeza y perpetuidad.
Ahora bien, si reflexionamos en Dadá, es decir, si es
posible reflexionar sobre algo que nos exige la no-reflexión para su
comprensión, o aprehensión, vemos que Tzara y sus amigos de Zurich querían
tirar la última piedra, y en efecto, la tiraron. Pero la tiraron tan lejos que
todavía no podemos saber dónde cayó. Muy por lo contrario, el surrealismo si
bien tiraba piedras, las tiraba a objetivos cercanos, que no estaban más lejos
que la casa del vecino de Breton, o el Café de Flore, o un bar de Montparnasse.
Y es por eso que todavía está con nosotros, no importan sus metamorfosis, de lo
cual sería bueno que habláramos después. Porque estas piedras, dirigidas contra
una sociedad marcada por los desperdicios de la lógica y la razón, que habían
llevado el pensamiento occidental a los despropósitos económicos de la
burguesía, o al horror asperjado por la guerra, caen precisamente en el blanco
de los ojos de los europeos de comienzos de siglo. Más adelante empezarán a
repercutir en nuestras sociedades latinoamericanas, cuando éstas dejan de ser
sociedades semi-feudales para empezar con su lento proceso de
industrialización. De allí su valor hasta hoy en día.
Pero si retomamos las críticas al surrealismo vemos que
seres tan distantes, poética e intelectualmente, como Ezra Pound y Pablo
Neruda, coinciden en crear para el surrealismo una atmósfera de cobardía, de
poetas acorsetados como señoritas finas, o de escapistas de una realidad que
ellos quieren encontrar como fuente ineludible para la poesía. Podemos ver que
los problemas de crítica al surrealismo se entrecruzan entre los que defendían
una realidad que necesitaba modificarse, pero no cambiarse totalmente, verse
con ojos lúcidos, pero no alucinados, y los que no entendían el forcejeo de las
metáforas surrealistas para sacarlos de las gavetas donde los habían metido
Descartes y sus amigos de pensamiento lógico y racional. Recuerdo que un amigo
poeta, muy dentro de la corriente de la poesía como razón y pensamiento, me
dijo un día que le gustaba mucho cómo yo terminaba uno de mis poemitas en
prosa, y quería saber cómo había hecho para llegar a ese verso final. Yo le
dije que había sido un hacer automático, que la verdad es que no lo había
pensado, sino que así había salido, sin mucho esfuerzo. Desilusionado, mi amigo
poeta me dijo que ahora, al saber su extraño origen, ese verso había perdido
todo valor para él.
FM Hay un tema fundamental que aquí tratas de evocar que es justamente el de
las metamorfosis, de tan preciosa riqueza que en algunos casos tales cambios no estuvieron al
alcance de la sensibilidad de Bretón, por ejemplo. Pero no hablo aquí
de modo negativo, como una crítica, sino pensando en singularidades que se
manifestaran en distintos tonos, saltando de matrices diversas, camino a formas
basadas en la mezcla, la relación amorosa de amplia entrega al otro, y el
mestizaje. Asimismo, con la presencia de la industria y del mercado, el arte de
mayor consistencia no se ha dejado abatir, jamás perdió fuerza frente a las
trampas del éxito o del prestigio oficial. En la plástica las posibilidades de
trabajo y afirmación estética se ampliaran de tal manera que técnicas y estilos
supieron crear un ambiente valioso de realizaciones, de que son ejemplos las
portadas de discos y la escenografilla cinematográfica. Lo mismo se puede
verificar en el art pop, los grafittis y instalaciones. En la literatura la
presencia de la prosa poética como que permitió la búsqueda de otros lenguajes,
sea la crónica policial, el teatro, los relatos mediúnicos,
la ciencia-ficción etc. La simbiosis entre esas variadas piedras-de-toque
es lo que pasa a valorar la importancia de un arte otro que naturalmente puede volver a decepcionar por
exasperación formal, en muchos casos por la obsesión de representar algo nuevo
a cada letra, a cada forma. Ya no importa que sea surrealista o no la base de
esa equivocación. El tema es del mismo orden de lo que ha motivado tu amigo
poeta a desilusionarse al descubrir que no tenías dominio total sobre la
creación de un poema. La nota triste, que hace actual y siempre necesario el
surrealismo, es la repetida pérdida de confianza del hombre en si mismo, la falta
de clarividencia permanente a guiarnos por el interior de nuestros sueños,
deseos, recuerdos. La conciencia, lo mismo que la novedad, está en otro sitio.
Hay que regresar siempre al territorio de la unidad
rítmica, la unidad mágica que nos pone en contacto ulterior con
todas las fuerzas de la existencia humana. Y no se puede llegar a ese punto de
floración ígnea como si fuera un blanco, o ilusionado de que se puede tener
dominio sobre él. El dominio de técnicas no debe ser confundido con el dominio
de la creación. Hace casi un siglo el surrealismo repite tales preceptos,
renueva el cuidado que debemos tener ante los vicios más precarios del arte. En
el caso de nuestro continente, hay particularidades que exigen cuidado mayor al
tratar de ellas. Pero lo que importa es que tengamos en cuenta la necesidad de
aclarar ciertos puntos en este encuentro, para ir definiendo desde ya algunos
tópicos iniciales, que mantengan relación directa con el surrealismo y nuestra
experiencia poética. Creo que es necesario ir al principio de todo, empezando
por la atracción inicial que ha ejercido sobre nosotros el surrealismo y lo que
descubrimos en su cajón de maravillas.
AR Yo no sé a ciencia cierta si uno llega al surrealismo o éste
le llega a uno un día cualquiera, cuando menos se lo espera. Yo creo que estaba
sentado en mi casa del Barrio Obrero de Cali, ya hace mucho tiempo, cuando de
improviso apareció esa luz montada en el cuadro de un poema de Prévert, que
hablaba de un desayuno bañado en amor, y que venía como apéndice de mi libro de
aprendizaje de francés. Desde ese entonces la poesía surrealista se apoderó de
mi casa, se metió por los corredores, sacó el gato de su agujero, espantó a las
hormigas, y allá sigue encaramada en el abovedado, gracias a la escalera de un
viejo maravilloso a quien llamábamos Don Pacho. Entonces para peor, cuando creí
que me salvarían los poemas de amor de Neruda, o los caballos verdes de Lorca,
se desencadenó sobre toda la ciudad el torrencial Pellegrini, y ya todo fue
inundación. Ya no había perros sino “licántropos”, los peces en la mesa eran
“solubles”, los poetas todos eran “poetas negros”, cualquier dolor de muelas
era “la capital del dolor”, las navajas eran “las armas milagrosas”, en el
cementerio todos los cadáveres eran “exquisitos”, y “tanto soñé contigo” que
las potenciales noviecitas salieron corriendo, huyéndole aterrorizadas a la
“unión libre”. No había remedio, yo era un poeta surrealista, y por primera vez
se justificaba que no me cambiara las medias a menudo.
FM Lo más probable, en mi caso, es que la puerta del
surrealismo fue más que abierta, rota por el Marqués de Sade, que me ha
visitado ya a principios de la adolescencia con sus 120 días de Sodoma, libro que de inmediato se ha convertido en mi
caja de Pandora de infinitos pecados, los apenas pensados y también los
realizados. Fue con Sade que he dialogado acerca de los conflictos del deseo,
la exasperación del sexo, los desbordes eróticos que se podría llamar de
criminales tomando por base nuestras sociedades y su fulgor de la hipocresía.
Así es que entro en el surrealismo por la ventana del erotismo, un erotismo que
se mezcla a mis lecturas de teatro y novela, mucho más que de poesía. Es que en
la biblioteca de la casa de mis padres los únicos libros de poesía eran el Paraíso Perdido de Milton y el volumen
de los sonetos de Shakespeare. Paul Eluard fue el primer poeta surrealista que
he leído, cuando tenía ya como 16 años, luego seguido de El poeta en Nueva York de García Lorca, las residencias nerudianas
y el brasileño Murilo Mendes, este último difícilmente considerado surrealista
por su declarada búsqueda de una poesía en Cristo. Pero en verdad era una
poesía rellena de metamorfosis, de imágenes dotadas de una fuerza de
transformación tal que me han apasionado. En principio de los años 80 es que
aprendo a leer en español y luego los dioses me regalan la antología del
surrealismo en lengua francesa organizada y traducida por Aldo Pellegrini, que
ha provocado una verdadera revolución en mí, sobre todo porque allí conocí a
poetas como René Daumal, René Char, Malcolm de Chazal, César Moro, Hans Arp
(cuya obra plástica ya entonces me encantaba)… Y el estudio introductorio de
Pellegrini, con sus luces sobre los aspectos esenciales del surrealismo, fue
pieza fundamental a desafiarme a buscar más y más la convivencia con la poesía
y una mejor percepción de la plástica. Todo era como una confirmación de mucho
que ya había leído o intuido en Sade, de tal manera que un mundo nuevo
comenzaba a desvelarse con fuerte presencia en mi vida, lo que luego se ha
enriquecido con las novelas y ensayos de Bataille. Era la filosofía entrañable
de los postulados del surrealismo lo que yo trataba de descubrir y que me había
cambiado toda la manera de mirar las cosas.
Os Editores
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• ÍNDICE
ISABEL GÓMEZ-SOBRINO | Ludwig Zeller: Arquitectura del
escritor, de Hernán Ortega Parada
JORGE BOCCANERA | Olga
Orozco: Siempre tuve relámpagos
JUAN CALZADILLA | El surrealismo en Venezuela: Héctor
Poleo
JUANA MARTÍNEZ
GÓMEZ | Las prosas desmesuradas de Vicente Huidobro
LAURA MULVEY | Cosméticos e abjeção: feminismo e
fetichismo na fotografia de Cindy Sherman
CARLOS
SATIZÁBAL | El canto Radical de Angye Gaona
OMAR CASTILLO | Romance de Medellín, escribir cuando hace
miedo la ciudad
PÉRICLES PRADE |
Floriano Martins – Em torno de um atípico paideuma poético
RUTH WILLIAMS | Kim Hyesoon: The Female Grotesque
SAMUEL VÁSQUEZ | De milagro en milagro – Conversación con
Édgar Negret
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Agulha
Revista de Cultura
UMA
AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 151 |
Março de 2020
Artista convidado:
Lia Testa (Brasil, 1977)
editor geral
| FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente
| MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design
| FLORIANO MARTINS
revisão de textos
& difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC Edições ©
2020
Obrigada pela parceria, querido Floriano! A vida é uma grande colagem!!! Abraços poéticos e fraternos, lia testa.
ResponderExcluirOlá, Floriano. Gostaria de lhe entrevistar p um programa na Frei Caneca FM, rádio aqui de Recife. Não consegui achar seu contato. Envio aqui meu Whatsapp e email p nos falarmos, se puder. (juliojulissimo@gmail.com e (11)977029389
ResponderExcluirExcelente revista. Un abrazo virtual desde Guadalajara, México.
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