∞ editorial | O
mundo de volta ao que não estava escrito
01 | El tiempo pretende acercarse a las quimeras más ardientes.
Destila pesadillas a través de las bodegas de los barcos nocturnos. El rugoso océano
de la memoria reacciona y busca prominencias subterráneas que puedan sustentar los
nombres que resurgen. La historia evita ciertos recuerdos. Siempre será posible
que los modelos antiguos oculten las grietas en la piel de los mares. Cómo decir
que no se puede bañar el mundo en niebla salina. La casa atada a los hombros de
sus habitantes. La selva sembrando sus discursos comestibles. Un breve viaje escrito
al revés y los sueños más íntimos van pegados a la tela de fuego. Las noches saltan
del lenguaje cuando quieren ser reconocidas. Por la aspereza del salto, se modifican
hasta el límite de lo desconocido. Como practicando la ausencia de lo que planearon
dentro de nosotros. ¿Hacia dónde vamos mientras la historia se disfraza de sutil
burla? ¿Hacia dónde se precipitan las respuestas, ilusionadas sobre el futuro? Un
collage solitario se desprende del muro anónimo de tanto dolor y anuncia que aún
queda mucho por demostrar hasta que el día y la noche sean agotados por los vientos.
02 | Por supuesto, no somos los primeros en preguntar inquietantemente
cuán inadecuada es hoy la definición dada al surrealismo en su Primer Manifiesto. La defensa de un puro automatismo psíquico y del dictado del pensamiento fuera de todo control
ejercido por la razón e independientemente de cualquier preocupación estética o
moral, no hace más que acentuar lo que Ernesto Sábato considera su tendencia
a la indefinición. Su entrada en la noche oscura del inconsciente dio como resultado
el a veces jugoso juego de imágenes en el que la realidad permanecía intacta. Otro
punto que alimenta su falta de definición es que el movimiento no se dio sin preocupaciones
morales. Por un lado, el Surrealismo se convirtió en una causa –la causa marxista,
por ejemplo, o la causa del automatismo– de modo que su razón de ser, que legitima
la adopción de una actitud creativa ante la vida, fue absorbida por las manifestaciones
de muerte que representó el entorno histórico de su época de nacimiento. Por otro
lado, estaba la certificación de la moralidad en su nivel más despreciable, bajo
los dictados del daño de André Breton.
Hablamos de la razón de ser y, ojalá, volvamos a tocar la
piel de lo indefinido. Podríamos comenzar con la acción para cambiar las cosas en
el ámbito de la imaginación. Antonin Artaud habló de la necesidad de introducir
transformaciones profundas en la escala de las apariencias, en el valor del sentido
y en el simbolismo de la creación. Esta es la puerta abierta por las fuerzas de
lo maravilloso. Las brillantes palabras de Henry Miller sobre este punto: Los mismos surrealistas demuestran las posibilidades
de la maravilla que acecha en el lugar común. Y lo hicieron por yuxtaposición. Pero
el efecto de estas extrañas transposiciones y yuxtaposiciones de las cosas más diferentes
solo refrescó la visión. El autor del Trópico
de Cáncer considera esta hazaña insuficiente, pero ¿no era precisamente eso
lo que pretendía Breton con el tema cuando afirmaba que sólo lo maravilloso es bello?
Por tanto, la moral y la estética estuvieron más presentes
en el Surrealismo de lo que uno puede imaginar. Incluso son parte de las innovaciones
esenciales del movimiento, especialmente cuando sale de Francia y se mueve primero
por Europa y luego por otros continentes.
∞
El horizonte
debe contener la trampa de sus extremos. El cruce accidental de destacamentos. Todo
en su piel quedará escrito como si fuera el rasgo triunfante del caos. Una alegoría
con sus huellas de extravío y el rompimiento de las aguas que llevamos dentro. Los
dioses insisten en la descomposición de las causas humanas, por lo que es necesario
no dejar perecer los cuerpos bajo el sello de las falsificaciones clericales. Debemos
mantener el vigor que nos protegerá de las sutilezas de la moralidad. Mantener las
puertas abiertas para que el aire agitado de lo imprevisto envuelva nuestros cuerpos,
permitiendo que las fuerzas ocultas no dejen de buscar las iniciales de sus bendiciones.
Aquí es de dónde venimos. Aquí es donde estamos. No importan los mundos olvidados,
las masacres de la memoria, los frecuentes ataques contra la preservación del misterio.
Hay una rabia mortal en los fanatismos que no debemos permitir que invadan el escenario
de nuestra representación de la historia. Aunque se queme toda escritura, algo en
nuestro espíritu debe permanecer radiante como el cableado eléctrico de incesantes
descubrimientos. Aves o serpientes, dioses o figuras irreconocibles, no debemos
temer al empirismo siempre que no se limite a crear una red de ilusiones. Los caminos
de la eficacia no deben ser perturbados por falsos iniciados. Incluso cuando se
destruyen los vestigios de algunas civilizaciones, debemos mantener el resplandor
del milagro. Recordemos con la sombra astral de Robert Charroux: El misterio no está en la interpretación ni en
la influencia caprichosa de los astros, sino en la diferente capacidad de recepción
de los individuos.
03 | Cada vez que posamos la mirada en el centro ardiente de la obra escultórica de Agnes Arellano (Filipinas, 1949) –la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura–, vemos cómo los destellos reveladores de todas las dualidades metafísicas que involucran religión y filosofía fluyen a través de ella. Cada una de sus esculturas captura y expande un sistema que encuentra su lugar en los mitos y en la sexualidad. Cada pieza es como una linterna que nos permite viajar por el interior de los mundos que evoca. Al juntar estos mundos, en un escenario rehecho por fragmentación, superposición y unión de imágenes, Agnes prefiere llamarlos paisajes, un recorte totalmente surrealista, a partir del cual la mezcla de materiales o ideas dispares nos lleva a componer otra realidad. En sus obras encontramos una disciplina de la intuición, en cuyo erotismo de sus recovecos descubrimos esencias evolutivas de nuestro propio estar en el mundo. Ella misma nos dice: busco pistas sobre mitos, historia y folklore. Este es el tejido de mi trabajo y tiende a darle un fuerte elemento narrativo. Sin embargo, no solo estamos hablando de cuentos de hadas. El material debe sondear las profundidades psicológicas. La forma en que estas innumerables realidades se conectan a través del modelado de las formas en la obra de Agnes recuerda naturalmente la defensa que André Breton hizo de la filosofía, una especie de vaso comunicante entre el continente y el contenido. Es una fascinante perspectiva de lo sagrado, la extensión de un cuerpo en otro, de una materia en otra, o como ella misma destaca: La diosa blanca, de Robert Graves, recuerda el sonido de un perro aullando desde lejos que hace erizar la piel y que da escalofríos, la musa de la que tomamos –inhalamos– respiramos, para crear la Forma fuera de la Visón. Cualesquiera que sean las causas de esto, debe ser sagrado.
Floriano Martins
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ALDO PELLEGRINI | Sobre Wolfgang Paalen
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/11/aldo-pellegrini-sobre-wolfgang-paalen.html
ANTÓNIO CÁNDIDO FRANCO | Manuel de Castro
– Os versos de gelo
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CARLOS M. LUIS | Max
Ernst, surrealismo, alquimia y collage
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/11/carlos-m-luis-max-ernst-surrealismo.html
CÉSAR BISSO | Olga Orozco: la niña que soñaba en un lugar llamado Toay
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/11/cesar-bisso-olga-orozco-la-nina-que.html
DANIEL NESTER | Conversations
with Tomaž Šalamun
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FLORIANO MARTINS | Thomas Rain Crowe, Surrealismo y Generación Beat
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GARY DAHER | Alejandra
Pizarnik: maga solitaria
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JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Juan
Calzadilla – Las respuestas preguntan al porvenir
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MIRIAN DE CARVALHO | O dia e a noite
nas Paisagens Íntimas de Wega Nery
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/11/mirian-de-carvalho-o-dia-e-noite-nas.html
OMAR CASTILLO | El fuego
y la poesía en César Moro
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2022/11/omar-castillo-el-fuego-y-la-poesia-en.html
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Número 217 | novembro de 2022
Artista convidada: Agnes Arellano (Filipinas, 1949)
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