• EDITORIAL – LA DISTOPIA ES UN ANIMAL SEDENTARIO
El gran espectáculo que mueve hoy al
mundo es el de la imagen fabricada. Mal comprendido porque estamos en el centro
de un conflicto conceptual – la verdad y la mentira –, hay una atracción moral
en direcciones opuestas. La perspectiva de un cambio histórico definido por
clases sociales no funcionó. Existe la creencia de que una revuelta minoritaria
puede cruzar cualquier puerta, lo cual es completamente inviable. Las minorías se
auto-mutilan con la ilusión de que pueden alterar los patrones de costumbres de
forma aislada. El gran monstruo del consumo se ha convertido en el imperativo
religioso de la época actual. Como siempre, el plan de inmovilización social
más astuto y eficaz es la esperanza. La ilusión de la inacción dinámica. La
usura se encuentra tan bien establecida que se siente cómoda para fabricar la
imagen de un mundo donde su dominio no necesita ser total. Este es el golpe
maestro del consumo. El Palacio sagrado de este modelo de vida es el centro
comercial. Nada supera al disfrute del consumidor que caminar por los pasillos
de esta mina de efectos especiales. Una masa sonora imperceptible acentúa la
alienación y el deseo de comprar. Las conversaciones se vuelven mecánicas y las
puertas automáticas se cierran a cualquier dirección crítica. Los
desplazamientos tribales, antigua oleada de retiradas, éxodos rurales, hoy
migraciones forzadas, son mecánicas de automutilación, sin comunicación entre
sus bloques, sin perspectivas de convergencia, incapaces de promover ningún
cambio social. Perpetuum mobile donde
la conciencia de clase se redujo a una revuelta sin principios de los guetos.
La civilización parece estar siendo aniquilada por el desgaste de este perverso
mecanismo. No olvidar que el mismo verbo parecer
es imperfecto y es reflejado por toda carne. Parece que no hay forma de escapar
del reino de la imagen fabricada.
Uno de los templos de la imagen fabricada
fue el hospicio La Salpêtrière, en París a finales del siglo XIX, con su
determinación de interpretar los extraños síntomas que afectaban a las mujeres
como una simulación de locura. Una casa que debería dedicar sus días a
comprender lo que sucedía con la naturaleza violada – más que violenta – de la
mujer, optó por evocar las enfermedades psíquicas como fuente permanente de
espectáculo e inhumanidad. En esta ocasión, en la Agulha Revista de Cultura, tendremos como artistas invitados a los
médicos que trabajaron en La Salpêtrière, al neurólogo Désiré-Magloire Bourneville
(Francia, 1840-1909) y al fisiólogo Paul-Regnard (Francia, 1850-1927),
responsables del cuidado de estas mujeres, cuyo trato también quedó registrado
en forma de una inconfundible serie fotográfica.
Agregamos también en nuestro editorial un
texto revelador de la escritora colombiana Berta Lucía Estrada, que aborda otra
perspectiva del mismo fenómeno de la imagen fabricada, su perverso estado de
repetición, la forma en que el ser humano se niega a aprender de sus errores.
El inventario de catástrofes humanas será la reproducción infinita de una misma
página, el registro de un crimen de lesa humanidad cometido sin cesar, con sus
variaciones cada vez menos elaboradas. Agulha
Revista de Cultura insiste en que todas las dolencias de nuestro tiempo
tienen la misma matriz y que el catálogo de dominios del hombre sobre la mujer
– las páginas de la distopía puesta en escena en un cuerpo con su sensibilidad
embotada – es uno de los libros más efectivos de la derrota de la humanidad.
Os Editores
BERTA LUCÍA ESTRADA | ¿Escritura femenina, literatura de género, mujeres
escritoras o escritoras?
Desde hace algunos años los
periodistas, los críticos de literatura, las editoriales y los lectores, han
cosechado el término de literatura de género, escritura femenina o mujeres
escritoras. Yo prefiero utilizar el término simple y llano de escritoras. Lo
demás me parece que entra en el terreno de la exclusión. La literatura no puede
ser contemplada como una producción realizada por hombres o por mujeres. Simplemente,
hay buena o mala literatura, lo demás son clichés que menosprecian el oficio de
escribir, cuando quien lo ejerce es una mujer. Marguerite Yourcenar lo dijo
claramente en la excelente entrevista, Con
los ojos abiertos, que le hiciera Matthieu Galeyen 1980: Un hombre que lee, o que piensa, o que
calcula, pertenece a la especie y no al sexo; en sus mejores momentos, escapa
incluso a lo humano.
Os saludo
Teresa, mujer sin fronteras, cuerpo físico erótico, histérico, epiléptico, que
se hace verbo que se hace carne, que se deshace en sí misma fuera de sí misma,
ola de imágenes sin cuadro, tumulto de palabras, cascadas de apariciones,
gemela de Cristo, es Él en lo más íntimo de mí misma, yo Teresa, mujer de
negocios, fundadora, ¡Oh júbilo!, morir no es morir es escribir, una especie de
morada, de juego, Dios nos ama felices hijas mías, créanme, claro que si, jaque
mate a Dios también, por supuesto, eso libera, y al mismo tiempo mana, las
almas que aman escuchan, ellas ven hasta los átomos, eso las hace gozar, son
átomos infinitamente enamorados, si, hermana mía extática excéntrica escogida
conmovida imaginada pensada recreada gastada, fuera de sí misma fuera de mí en
mí, afuera, Teresa mi amor.
El júbilo que manifiesta Julia Kristeva por Teresa
de Ávila, no es el mismo que su obra me produce, pero me parece importante
tener en cuenta que alguien de la talla de Kristeva haya publicado una obra
sobre la mística en cuestión. De todas formas la apreciación es meramente
subjetiva y cada lector podrá hacerse su propia opinión sobre la calidad
estética o la pobreza literaria de su obra. Lo único que me queda por agregar
es que la visita al monasterio que Teresa fundó en su ciudad natal, Ávila, me
produjo una profunda decepción; puesto que el único recinto al que se permite
la entrada es un minúsculo museo donde están algunas reliquias de la santa,
entre ellas la falange de uno de sus dedos. Algo que a mi modo de ver es
bastante macabro, de todas formas no soy amiga de las reliquias, me parece que
han contribuido a crear todo un mercado de objetos supuestamente sacros y que
simplemente han enriquecido a muchas personas sin escrúpulos; comerciantes que
han tenido el desparpajo de convertir en objeto sagrado, lo que en cualquier
otra circunstancia no sería sino un objeto para tirar a la basura. Pero también
es verdad que quien habla, no reconoce ningún objeto como sagrado y mucho menos
como milagroso; puesto que otorgar dicha característica a un objeto cualquiera,
está más cerca del pensamiento mágico, leáse del pensamiento religioso
primitivo, que de la modernidad o de la postmodernidad. No obstante, es
imperativo reconocer la labor en gestión administrativa por desarrollada
Teresa; labor que dio como resultado la construcción y fundación de diez y
siete monasterios. Aunque también tamaña idea de erigir monasterios en toda
España, no me deja sino la amarga idea de una mujer enormemente ambiciosa y con
un deseo profundo del culto a la personalidad; tal y como el tiempo
transcurrido lo ha demostrado. Siempre he creído que el dinero recogido para
tamaña empresa hubiese sido muy bien invertido de haber sido dedicado a la
educación de todos los infantes, sin distinción de género; a la formación de
los artesanos de la época, y a su consecuente desarrollo empresarial. Pero
bueno, esa es otra historia y lo mismo podría decir de la cantidad de iglesias
que se construyen día a día en mi país o en cualquier país católico.
Pero el caso del sitio mencionado en realidad, es
un caso aislado. Internet cada día es más interesante, la información allí
recopilada es de una riqueza inconmensurable, lo que facilita enormemente el
trabajo investigativo; aunque cuando se trata de buscar información hay que
percatarse de la veracidad y confiabilidad del sitio, porque igual pueden
aparecer datos erróneos, que sólo conducen a enmarañar la información
recopilada.
Por otra parte, este libro es el producto de muchos
años de paciente lectura, de una búsqueda incesante de bibliografía novedosa,
de recorrer librerías en los viajes que realizo. Y sobre todo, es el resultado
de estar siempre dispuesta a dejarme sorprender por algo nuevo y desconocido;
así a veces me lleve desilusiones y me diga a mí misma que he tirado el dinero
a la basura. Como fue el caso con el libro Le cimitière des poupées (El
cementerio de las muñecas), de Mazarine Pingeot (1974), más conocida por ser la
hija que François Mitterand tuvo fuera del matrimonio. Y si bien Mazarine, con
escasos 34 años, logró pasar todos los exámenes que la acreditan como Agregée
de philosophie (profesora universitaria en filosofía), la verdad es que
como narradora lo hace bastante mal. También podría nombrar a otras autoras que
habiendo escrito obras importantes de pronto se dejan presionar por la
industria editorial y comienzan a publicar año tras año, sin tener en cuenta la
calidad estética que debe tener cualquier obra que salga a la luz. Es el caso
de la chilena Marcela Serrano (1951), cuyo libro Nosotras que nos queremos
tanto, me sedujo bastante, pero no así otros de sus libros, como Hasta
siempre, mujercitas. O el caso de la escritora estadounidense Tracy
Chevalier (1962), cuyo libro La joven de la perla me sumergió gratamente
en el universo íntimo del gran pintor flamenco Vermeer de Delft (1632-1675); no
obstante, su libro sobre el poeta inglés William Blake (1757-1827), El
maestro de la inocencia, me pareció que había sido encargado a un amanuense
–en francés se dice literalmente escrito por un negro– ya que tuve la
impresión que la autora le habría pagado a alguien por su redacción. Por
supuesto, es sólo una conjetura que no invalida para nada el libro en cuestión,
y como buena conjetura, no me es dable afirmar que Tracy Chevalier no sea la
autora; es sólo la impresión que tuve con la lectura de dicha obra. La misma
impresión la tuve con La ligne Bleue, de Ingrid Betancourt, Editorial
Gallimard, 2014. O escritoras que rápidamente obtienen un reconocimiento que a
mi modo de ver no está a la altura de la obra publicada, como es el caso de la
francesa Anna Gavalda (1970), autora, entre otras obras, de Je l’aimais
y Ensemble, c’est tout. Aparentemente es la autora francesa más vendida
en el mundo, pero su obra no ha logrado seducirme. O de Scholastique Mukasonga.
Y aunque seguramente los lectores del presente libro van a exclamar: no es
posible que no le guste, debo confesar que traté de leer Las abuelas,
de la británica Doris Lessing (1919), Premio Nobel de literatura 2007, y no
pude pasar de la mitad, a pesar de ser un libro de escasas noventa y cinco
páginas; por lo que aún no he sentido deseos de enfrentarme a su obra maestra El
cuaderno dorado. En una entrevista que dio a la BBC, cuando supo que le
había sido otorgado el Premio Nobel de literatura, Doris Lessing recordó, con
un sarcasmo evidente, que en los años 60 el comité seleccionador de la Academia
Sueca, había enviado a uno de sus representantes para decirle que no les
gustaba y que nunca ganaría el Premio Nobel. En el 2001 obtuvo el Premio
Príncipe de Asturias, que se sumó a una larga lista de galardones literarios.
Cuando el crítico literario Harold Bloom supo que Lessing había ganado el
Nobel, dijo lo siguiente: Es una decisión políticamente correcta. Al comienzo tuvo algunas
cualidades admirables, pero su trabajo en los últimos quince años es un
ladrillo. Ciencia ficción de cuarta categoría. Sin
embargo, no hay que olvidar que Doris Lessing fue un icono para la lucha
feminista de los años 60. Y Rosa Montero no lo olvida. Al saber que Lessing
había ganado el Premio en cuestión, dijo: Ha
sido y es un faro para las escritoras de varias generaciones.
Algo
similar me ocurrió con El turno del
escriba, de las argentinas Graciela Montes y Ema Wolf (Premio Alfaguara
2005). Dicho libro es un relato de 258
páginas, que muy bien hubiese podido ser publicado en una narración menos
extensa, lo que a mi modo de ver hubiera sido de gran ganancia para el libro en
cuestión. La narración vertiginosa, exuberante, bastante repetitiva, rica en
adjetivaciones, nos sumerge en el año de 1298, y nos narra la vida del
personaje cuasi legendario de Marco Polo en la prisión de Génova. El libro deja ver
la enorme investigación que hizo posible su redacción, y las autoras reconocen
la importancia de Internet, puesto que gracias a él pudieron recabar
información que de otra forma les hubiese sido imposible obtener. Y si bien está muy bien escrito, desde el punto
de vista de manejo del lenguaje, no deja de ser un libro agotador, cansa
rápidamente al lector. Después de haber leído los dos o tres primeros
capítulos, se siente la impresión de haberlo leído todo; ya que la narración es
completamente repetitiva. Leerlo significó para mí una dura prueba de tenacidad
y de disciplina, porque mi deseo más ferviente era abandonarlo lo más pronto
posible. [2]
Por otra parte, hay muchas otras escritoras de las
cuales no hablo en este libro y que me han dejado muy buena impresión. Es el
caso de las españolas Espido Freire (1974) con Melocotones helados, y
Susana Fortes (1959) con El amante albanés, o de la china Jung Chang con
Los cisnes salvajes. O la obra de Yasmina Reza (1959), escritora,
dramaturga, traductora y actriz francesa, de origen judío, quien se ha ganado
un verdadero reconocimiento por una obra erudita y de gran calidad estética.
Pero esa es la ventaja de la literatura, es
bastante subjetiva, y lo que a mí me guste, no necesariamente tiene que
gustarle a mi interlocutor y viceversa. En la literatura no hay verdades
absolutas, ni opiniones únicas. La literatura es un abanico en el que todas las
posibilidades pueden tener cabida, y esa es su gran cualidad, es su verdadera
magia.
Es posible que los lectores consideren que faltan o
sobran escritoras, y tienen razón, de todas formas la selección es subjetiva. A
modo de excusa, podría decir que mi deseo era hablar de algunos iconos, pero
ante todo, era dar a conocer escritoras que son desconocidas en nuestro medio;
ya que el mercado editorial colombiano, y en parte el latinaomericano, hace muy
pocos esfuerzos por difundir la obra de autoras de culturas diferentes o de
otros hemisferios. En otras palabras, es como si las latinoamericanas
siguiésemos siendo siempre menores de edad y no pudiésemos apreciar estilos y
lenguajes diferentes a los ya establecidos. Emprender este proyecto representó
un gran reto y un enorme placer, el del conocimiento, y el desafío de aprender
algo nuevo cada día; de sentir que a medida que el libro avanzaba, yo crecía. Y
si bien sigo bastante ignorante, lo soy menos que al principio del libro, lo
que me deja un sentimiento de satisfacción y el deseo de continuar con este
trabajo algún día, puesto que soy consciente que no he hecho sino empezar a
trabajar una veta insondable; en este caso preciso, la producción literaria de
infinidad de escritoras que aún no conozco, pero que espero encontrar en los
años venideros.*
NOTAS
1. Librerías
francesas: una en Avignon, otra en L’Isle sur la Sorgue y la otra en Banon, en
la famosa librería Le Bleuet. Banon es un pueblo medieval, ubicado en plena
montaña, y con una población de escasos 1500 habitantes. Sin embargo, posee la
biblioteca más importante de toda la Provenza (cuya ciudad más importante es
Marsella, con una población de 1’700.000 habitantes, teniendo en cuenta el área
metropolitana). Su visita es un regalo para los amantes de los libros. Está
ubicada en dos casas, y el acceso a sus diferentes dependencias se hace a
través de una especie de laberinto. Le Bleuet, posee la colección de La Pléiade
más completa que yo haya visto jamás.
2. Sentimiento que me
invadió en el 2007 con la lectura de Ursúa (Alfaguara, septiembre de 2005), de
William Ospina. Y es que a mi modo de ver hay muchas similitudes entre los dos
libros. Una de las principales coincidencias es la exuberancia del lenguaje,
pero también la sensación visual al momento de realizar la lectura. Otra
semejanza es la repetición constante y el sentimiento de mareo que dan las
imágenes que a veces parecen atiborradas las unas sobre las otras. No obstante,
comparto la idea de Gabriel García Márquez cuando afirmó que el libro de Ospina
está muy bien escrito. Sobra decir que tuve que hacer un gran esfuerzo para no
abandonarlo rápidamente, e incluso debo confesar que no pude terminarlo.
* Este ensayo forma parte
de mi libro ¡Cuidado! Escritoras a la
vista… (BLE Ediciones, 2009). Hoy en día forma parte del acervo
bibliográfico de la biblioteca de la Universidad Nacional de Colombia; puede
ser leído en formato integral y gratuito en el siguiente vínculo:
https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/48527/cuidadoescritorasalavista.pdf?sequence=1.
*****
• ÍNDICE
BASILIO BELLIARD | La autobiografía poética de Soledad Álvarez
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/basilio-belliard-la-autobiografia.html
FLORIANO MARTINS | Cinco poetas de Puerto Rico en defensa de la poesía
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/floriano-martins-cinco-poetas-de-puerto.html
FLORIANO
MARTINS | Dois encontros com Maria Lúcia Dal Farra
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/floriano-martins-dois-encontros-com.html
JOSÉ MÁRMOL | Ginny Taulé Paiewonsky: romper la inercia
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/jose-marmol-ginny-taule-paiewonsky.html
MARÍA ANTONIETA FLORES | El agua amarga de Blanca Varela
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/maria-antonieta-flores-el-agua-amarga.html
OMAR CASTILLO | Teresa Sevillano entre la algarabía y la aprehensión
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/omar-castillo-teresa-sevillano-entre-la.html
SERGIO RAMÍREZ | La poesía de Daisy Zamora
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/sergio-ramirez-la-poesia-de-daisy-zamora.html
SERGIO RAMÍREZ | Un tigre con alas (Celebración de Claribel Alegría)
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/sergio-ramirez-un-tigre-con-alas.html
VICTOR MONTOYA | María Josefa Mujía, la primera poeta del romanticismo
boliviano
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/victor-montoya-maria-josefa-mujia-la.html
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ | María Mercedes Carranza o el peso de la tierra
sobre el cuerpo
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/02/victor-rodriguez-nunez-maria-mercedes.html
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 166 | fevereiro de 2021
Fotógrafos convidados:
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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