CENTRO DE ESTUDOS BRASILEIROS | San José, Costa Rica, março de 2016 | Individual com fotografias digitais realizadas para capa e interior do livro homônimo de Alfonso Peña
2016 Rachel y sus arañitas # 1 |
2016 Rachel y sus arañitas # 2 |
2016 El affaire Bernard Ginger # 1 |
2016 El affaire Bernard Ginger # 2 |
2016 Réplicas de Manolo # 1 |
2016 Réplicas de Manolo # 2 |
2016 Leila y sus ascensores # 1 |
2016 Leila y sus ascensores # 2 |
2016 La amatista perfecta # 1 |
2016 La amatista perfecta # 2 |
2016 Labios de Violeta # 1 |
2016 Labios de Violeta # 2 |
El lenguaje y las artes se entrelazan, se confrontan, a veces crean vasos comunicantes o bien, se mistifican para crear universos oníricos.
La cercanía de la ensoñación en el tiempo
del relato y la abstracción en la contemplación de una obra de arte, nos devuelven
el devenir de un tiempo psíquico al margen de nuestra temporalidad. Pasar por el
tamiz de esta experiencia abre las puertas a una impronta que apenas atisbamos y
que puede desvelarse rasgando el espacio de la vigilia. Sólo así, existimos en un
instante en el que somos Uno con el Todo y en el que brevemente permanecemos en
un ensimismamiento que nos adentra en la marea de un océano, donde la magia y el
cosmos fluyen, en un vaivén que nos sumerge en las profundidades de unas aguas desconocidas
o tal vez, olvidadas.
El Surrealismo rompió los diques de esas aguas
apenas contenidas, para que fluyéramos libres y primigenios en otra realidad carente
de fronteras.
Desde que sonaron las palabras de André Breton
en aquel Primer Manifiesto de 1924 cuya
declaratoria contenía el desafío de un grupo de poetas que concebían el arte como
vías alternas de realidad. Girones de existencia contenidos en una cartografía desconocida.
Los ecos ancestrales de la tribu empezaron a repercutir en voces subsecuentes para
no callar jamás y esa sonoridad se expande dentro de un espacio imposible de asir.
Formas huidizas, aleteos de palabras, colores que se deslavan sin poder retenerlos.
Los acordes de una música lejana que nos envuelve quizás en la nostalgia de un mundo
arcaico. Un mundo primitivo que nos lleva hacia aquel instante donde la conciencia
apenas emergía entre la oralidad y el sueño. Un momento de nuestro paso como humanos,
al que tal vez podemos acceder de nueva cuenta, si nos atrevemos a abrirlo con “Las
llaves del deseo”. Al menos así, lo concibieron en 2016 en Costa Rica, un grupo
de artistas invitados por Amirah Gazel y Alfonso Peña, cuya iniciativa reunió a
seres de varias latitudes. Disimiles en experiencias, pero convergentes en el flujo
que hace añicos el sentido común, para invocar con vehemencia un impulso creador
llamado surrealismo. La cita fue en la ciudad de Cartago, llamada también, “la ciudad
de las Brumas” por la niebla que se desarrolla en la zona durante la mayor parte
del año. Una geografía propicia para dejarse llevar por el influjo y la cadencia
de otros ritmos ajenos y distantes. El recinto elegido fue el Museo, convertido
en territorio tutelar de más de 350 obras de arte. Un mosaico cultural de múltiples
visiones generacionales donde técnicas diversas, como collage, pintura, dibujo,
escultura, grabado y arte objeto, conformaron una aventura inédita en nuestro continente.
La primera exposición de arte surrealista en Centroamérica.
Los artífices de este magno proyecto contaron
con la complicidad de un brasileño ensayista, poeta, editor, artista plástico Floriano
Martins, autor de varios libros y artículos sobre el Surrealismo en América Latina
que ha puesto en el mapa del mundo la literatura de su país, en especial la de connotaciones
surreales. Para Floriano, me atrevo a decir, porque he mirado por algunas ventanas
de su creatividad, el surrealismo es mucho más que un tema, es una esencia, un estado
de ánimo, una forma de ser y estar en un universo ajetreado y caótico como lo es
su curiosidad intelectual, como la diversidad mágica de su arte, como la experimentación
de técnicas y estilos que nos adentran en los espacios oníricos que él crea.
“Las llaves del deseo” fue sólo una aventura
más que compartieron, Alfonso Peña y Floriano Martins. Un anhelo que se venía gestando
de tiempo atrás.
El abrazo intelectual y de resonancia creativa
entre estos dos artistas, unió dos sensibilidades en un cruce de geografías exuberantes
que propició la confluencia de dos lenguajes que resonaron en múltiples acordes
para crear, desde que coincidieron por primera vez, hace ya muchos lustros, una
serie de proyectos conjuntos. Un transitar en la cartografía del arte que recorrieron
en obras plásticas, en revistas digitales e impresas, en ensayos, en libros, en
foros internacionales, hasta que Alfonso abandonó este mundo para viajar por la
vía láctea, así lo imagino, hacia ese cosmos que alguna vez soñó con los ojos abiertos
en el atardecer, entre copas de cristal ahumado,
diálogos, sensaciones e ideas que emergían del sueño
Alfonso, era un ser inagotable de visiones
abiertas que provenían de la manera de asumirse como ciudadano del mundo. En su
alforja de creador trashumante cabían enseres de diversa índole. Lo mismo era un
promotor cultural generoso y fraterno, que un entusiasta coleccionista de arte o
bien, un editor arriesgando sus sueños literarios para invitar a otros a viajar
con él en la nave de los locos. La manifestación
más cercana de que sus itinerarios tenían otras coordenadas y de que sus pensamientos
rozaban espacios infinitos, está quizá en la nomenclatura de sus diversas andanzas
por los caminos del arte: Andrómeda, proyecto
editorial que contó con una serie de publicaciones impresas, incluida la revista
de artes plásticas y literatura de la misma filiación, que navegó con buen viento
durante diez años (1980-1990). Después vendría Matérika (revista digital e impresa) y el artefacto poético-gráfico
Manija, que dirigió junto con el editor
y escritor Tomás Saraví.
La avidez existencial y creativa de Alfonso,
lo ubicaron como agitador cultural y lo
fue en más de un sentido, al reunir en sus iniciativas, voces e identidades de ambos
continentes. Artista gráfico en búsqueda constante de la estética, se vinculó a
la corriente del Surrealismo Latinoamericano desde la década de los ochenta. Fue
autor de libros de diversos géneros, cuento, ensayo, entrevista que vieron la luz
bajo títulos, como Noches de Celofán, La Novena
Generación, Cartografía de la imaginación, Conversas, Labios Pintados de Azul, libro
de cuentos, este último, que celebran una estética vidriosa también llamada estética
del mal a la manera de los llamados escritores malditos, como Baudelaire,
Lautrémont, Bukowsky , Georges Bataille y muchos más.
El propio Baudelaire, en su tiempo afirmaba:
La virtud es artificial, sobrenatural. El
mal se hace sin esfuerzo, naturalmente, por fatalidad y de Isidore Ducase, Conde
de Lautrémont, se tiene la percepción de que acaso fue una víctima que cae en la degeneración como
consecuencia de la incomprensión… y, especialmente, de su extrema sensibilidad ante
la maldad humana, pues se mostró incapaz de entender a la sociedad oscura y podrida
en la que le tocó vivir.
Navegar contra corriente es otro de los atributos
del Surrealismo, así que en la edición número dos de Labios Pintados de Azul, Alfonso y Floriano, se embarcaron de nueva
cuenta en un viaje de imaginerías. La narrativa del primero fue secundada por la
inagotable creatividad del segundo para vislumbrar la otredad en un juego de espejos
y en esta segunda vuelta, el libro trasciende su valor literario para convertirse
en pieza de arte al incorporar la serie de fotografías digitales creadas exprofeso
por el artista brasileño.
Una vez realizada la publicación que mejor
escenario para festejar esta nueva complicidad que el Festival de Arte Surrealista,
“Las llaves del deseo”. El Centro de Estudos Brasileiros con sede en San José, Costa
Rica, abrió sus puertas, ese 2016, para exhibir en formato impreso la serie de imágenes
que bajo el mismo título “Labios Pintados de Azul” celebran con júbilo una cosmogonía
compartida en el bagaje cultural y en el profundo conocimiento de las tradiciones
de la cultura caribeña.
Si por una parte, el escritor costarricense
nos presenta en el libro que comentamos, personajes alcohólicos, pervertidos, voyeristas,
hechiceros, que nos develan un submundo difícil de presentar y que se mueven al
margen de un entorno social que los ignora, pero que los presiente como en un sueño;
por la otra, la galería del brasileño, crea atmósferas que nos adentran hacia visiones
movedizas donde figuras y elementos de cultos paganos se extienden como sombras
de esa otredad de la que nada sabemos pero que nos inquiere desde el silencio.
Hechicería, magia negra y realidad oscilan
como péndulo fatídico en una sucesión de situaciones inciertas que nos invitan a
traspasar los umbrales de otro mundo. En esta serie de imaginerías dislocadas, creadas
por Floriano, el tiempo se fragmenta en una pedacería de objetos que coexisten sin
orden aparente creando la impresión de una realidad evanescente.
Hay un misterio que se bosqueja en el manejo
del color, en el entrecruzamiento de objetos disimiles, que van de lo ancestral
a lo contemporáneo. Una atemporalidad transita por esta muestra visual para crear
una impresión onírica. Una mixtificación de ámbitos que permiten entrever una percepción
alterada entre la imaginación y el sortilegio. Cada propuesta plástica se insinúa
como detrás de un velo. Las huellas y los símbolos se conjuran de manera plástica
para dejarnos adivinar una fuerza sobrenatural que quizá podemos invocar mediante
acciones rituales. Hay una historia no contada que estalla como flash ante nuestra mirada. Una sucesión de
instantáneas como ecos de cierta iniciación y que se erige en pequeños altares que
son como puentes hacia un mundo espiritual oculto y desconocido. Resabios donde
el candomblé se asoma y nos recuerda el culto de un origen totémico. Una repercusión
de tambores como un llamado lejano y ancestral repercute también en esta propuesta
estética.
La obra de Floriano es sorpresiva e inesperada,
lo mismo poesía, ensayo o sus creaciones plásticas siempre nos vislumbran caminos,
figurados o insondables en el tránsito de la existencia. Sólo él habita un territorio
de confluencias, de diálogos polimorfos entre creadores y obras de arte. Hay también
otro aspecto que resuena como un eco presente en todo lo que hace y es la música.
Tanto el habla, como la escritura o sus creaciones visuales conllevan una musicalidad
de la que tal vez no es consciente porque es parte intrínseca de su forma de ser
y de estar en este mundo o quizá, se deba a su filiación brasileña. La exuberancia
de su país natal y su bonhomía como artista se desprende de su sonrisa amplia y
de su generosidad de brazo abiertos.
La coincidencia mágica de hallazgos insospechados
cruzó nuestros senderos en el 2016, en San José, Costa Rica. La ocasión, “Las llaves
del deseo” que propició nuestro encuentro surrealista. Alfonso Peña, Floriano Martins
y la que esto escribe nos estrechamos en un abrazo entrañable y fraterno que corrobora
lo que Borges alguna vez expresó: Todo encuentro
casual es una cita.
AGLAE MARGALLI | Abril de 2023
PROPRIEDADE IMAGINÁRIA
Galeria Virtual | FLORIANO MARTINS
SALAS DE VISITA
1990-2012 A IMAGEM E A SEMELHANÇA Entrevista com Floriano Martins
1998-2023 TRAJETÓRIA DE UM CAPISTA (seleção)
2010-2014 SÁTIRA DE ESPELHOS
2011 NA MÃO DE ADÃO CABEM TODOS OS SONHOS Texto de Jacob Klintowitz
2013 SOMBRAS RAPTADAS Texto de Berta Lucía Estrada
2014 BRONZE NO FUNDO DO RIO
2014 CINEMA IMAGINÁRIO Texto de Floriano Martins
2014 MÁSCARA IMAGINÁRIA Texto de Floriano Martins
2014 MÚSICA IMAGINÁRIA Texto de Floriano Martins
2015 A MOBÍLIA VIOLENTA DO FOGO
2016 CIRCO CYCLAME
2016 LÁBIOS PINTADOS DE AZUL Texto de Aglae Margalli
2017 OSSOS DO ESPÍRITO
2018 SELVA DE PELES
2023 O CEGO IDEALISTA Texto de Wasily Kaplowitz
2023 A ÚLTIMA LINHA CAPAZ DE DEVOÇÃO Texto de Maria Lúcia Dal Farra
Agulha Revista de Cultura
Criada por Floriano Martins
Dirigida por Elys Regina Zils
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
1999-2023
Nenhum comentário:
Postar um comentário