• EDITORIAL – O MILAGRE DA CRIAÇÃO
Os Editores
1 FLORIANO MARTINS | Louise Bourgeois
1911-2010 França
Para os amantes do acaso objetivo – essa manifestação da necessidade
do espírito –, cumpre recordar que a primeira residência de Louise Bourgeois foi
justamente no mesmo prédio da Galeria Gradiva, de André Breton, na Paris dos anos
1930. Mesmo que posteriormente ela tenha considerado o Surrealismo um anátema –
explicava que os surrealistas fizeram piada
de tudo. E considero a vida uma tragédia –, cabe sua identificação com o movimento,
na linha de uma criatividade excêntrica que o identifica, embora jamais tenha feito
parte do mesmo. Louise foi muito hábil na relação com esse anátema. Seu sentido de criação foi voraz, dotado de uma volúpia experimental,
das torres fálicas ao labirinto da memória de sua infância, dos tentáculos realçados
de um humor lancinante aos corpos soterrados em si mesmos por suas funções domésticas,
tudo nessa brilhante escultora era motivo para sua insurgência – por mais que ela
declarasse a firme busca de um apaziguamento –, para o indisfarçável encantamento
de seu espírito. A frondosidade de seu erotismo foi marcante na realização das mais
relevantes instalações da controversa arte contemporânea. O que Louise apontava
como um exercício de memória também o foi entranhável fonte de pressentimentos,
resultado de uma visão aguda da realidade que ela soube constantemente reinventar
com os instrumentos de sua imaginação criadora.
2 BERTA LUCÍA ESTRADA | Louise Bourgeois: El arte es una garantía de salud mental
El 31 de mayo de 2010 murió
en Nueva York una de las figuras más emblemáticas del arte contemporáneo, Louise
Bourgeois; quien en diciembre próximo habría cumplido cien años. Recordé, entonces,
que en 1978, hojeando el periódico, había leído por primera vez su nombre; estaba
al pie de una foto que mostraba algo para lo que la sociedad no estaba aún preparada,
y mucho menos yo, que venía de una provincia mojigata y conservadora. Se trataba
de la exposición “A banquet fashion – A fashion show of body parts”.
Era un
performance presentado en la Galería de Arte Contemporáneo de New York, donde el
crítico de arte Gert Schiff se paseaba entre las obras de la artista luciendo un
extraño vestido en látex que ella misma había confeccionado para la ocasión. No
volvería a saber de ella y mi frágil memoria la olvidaría.
Sólo
en el año 2007 pude estar frente a una de sus obras. Fue en el Museo Guggenheim
de Bilbao, donde se encuentra una de sus grandes arañas y la cual amenaza con engullir
a los turistas que se pasean debajo de sus inmensas patas. Esta cercanía me dejó
el amargo sabor de no poder contemplar sus Cell, sus tótems o sus dibujos; pero
al menos había podido tener una idea más real de la genialidad de Louise Bourgeois.
Esta frustración desapareció en mayo de 2008 cuando pude visitar la retrospectiva
que le dedicó el Centro Pompidou de París. Más de 200 obras, exposición jamás hecha
hasta ese momento de su producción artística, en cuanto a la cantidad de obras se
refiere. Es de anotar que nunca una obra, o más bien el conjunto de ellas, me había
producido un impacto tan absoluto y brutal. Sus Cell me sumergieron en un mundo
doloroso, oscuro, turbio; fue como descender a las tinieblas de un pasado agobiante
y lacerante. No en vano la autora siempre estuvo fascinada por el psicoanálisis.
Yo no sería la única espectadora en confesar su confusión. Al respecto la artista
decía: “Mis obras son una reconstrucción del pasado. En ellas el pasado se ha vuelto
tangible; pero al mismo tiempo están creadas con el fin de olvidar el pasado, para
derrotarlo, para revivirlo en la memoria y posibilitar su olvido”. O bien: «Todos
los días uno tiene que abandonar su pasado o aceptarlo, y entonces, si no puede
aceptarlo, se hace escultor.» A lo que yo le replicaría: o escritora.
Louise
Bourgeois nació el 25 de diciembre de 1911, en el seno de una familia burguesa y
adinerada, cuyo oficio era el de restaurar antiguos tapices. Es en este taller que
comenzó su labor de dibujante, al “recrear” los trazos que el tiempo había arruinado.
Más tarde ingresó como alumna al taller de Fernand Léger, quien le hizo comprender
que su verdadero camino no era el dibujo ni la pintura sino la escultura. De ahí
a admirar a Bruncusi o a Giaccometti no había sino un paso. Sus primeros dibujos
nos muestran a la mujer-casa. Una obsesión permanente en su obra. La mujer que no
puede ni debe prescindir de ese espacio que en muchas ocasiones se convierte en
una cárcel; sobre todo cuando la figura paterna, o la figura del marido, corresponde
más bien a la de un cancerbero o un torturador.
Durante
toda su vida la artista trató de exorcizar una infancia traumática, no sólo con
el dibujo sino con la escultura, “Destrucción del padre” (1974), obra a la que haré
referencia más tarde e incluso con la escritura, “Niñez abusada”. Tal vez por eso
dice: “Cuando se experimenta el dolor, uno se puede enclaustrar con el fin de protegerse.
Pero la seguridad de la guarida puede también ser una trampa”.
Cuando
Louise Borgeois cuenta con escasos 11 años su madre cae enferma y ella debe cuidarla
hasta el momento de su muerte, acaecida 10 años después. Como respuesta a la enfermedad,
el padre, y con la aceptación tácita de su esposa, llevó a vivir bajo el techo familiar
a su amante. Un acto que Louise Bourgeois siempre sintió como una violación: “Ser
artista es una garantía para nuestros congéneres que los agravios recibidos no harán
de nosotros un asesino”.
Los dibujos
de la Mujer-Casa, realizados a partir de los años 40, cuando ya la artista se encuentra
viviendo en Nueva York, nos muestran las piernas frágiles de una mujer sosteniendo
un inmenso rascacielos, por lo que su identidad queda perdida entre las ventanas
y chimeneas del paisaje neoyorkino o bien nos muestran a la misma autora volando
por encima de ellos o flotando en el aire.
Es la
época en que su condición de exiliada se le hace insoportable. Sabe que no podría
vivir en el seno familiar pero tampoco puede abstraerse al dolor que significa estar
lejos de las personas que ama. Conocer a Louise Bourgeois es enfrentarse a un mundo
sensible del cual no se habla, pero que está allí: el hogar. Dicho en otras palabras
el territorio que cualquier especie animal protege y defiende. En él se abriga,
en él ama y en él sufre. La casa puede ser vista, o vivida, como un remanso o como
una prisión. Durante milenios la mujer estuvo aislada de la sociedad, recluida en
un gineceo, sin permitírsele espacios para la expresión estética. Carencia que experimenta
la artista, y que se refleja en esos ejercicios bastante íntimos, innovadores dentro
de la plástica, aunque imagino que no debieron haber sido concebidos para ser vistos
por persona alguna, mucho menos para ser expuestos en una galería o museo. Los veo,
más bien, como ejercicios introspectivos que tratan de dar respuestas a la vida
de una mujer enclaustrada entre cuatro paredes, a las cuales se llama “casa”. Y
desde allí observa como la vida transcurre sin que a ella le ocurra nada extraordinario,
y, peor aún, sin que ella pueda hacer algo por cambiar el mundo que la rodea. No
hay que olvidar que durante años Louise Bourgeois fue considerada sólo la esposa
del gran especialista de arte primitivo Robert Goldwater, sin que las galerías o
los museos se mostrasen interesados en su extraordinaria obra. Estos primeros dibujos,
que bien podrían clasificarse como surrealistas, de una u otra forma desnudan su
alma, y nos dan la mirada de una mujer en un mundo de hombres hecho para hombres;
de ahí sus Femmes-Maison (Mujeres-casa). Mujeres que llevan la casa a cuestas y
se identifican a tal punto con ellas que finalmente sus estructuras reemplazan sus
rostros demacrados y marchitos.
La obra
de Bourgeois siempre estuvo marcada por una permanente búsqueda de la identidad
de la mujer, en el buceo de su propia psique; búsqueda que se acentuó en los últimos
años, cuando la muerte la acechaba en cualquier lugar de su apartamento. Ella misma
decía: “Mi cuerpo se convierte en la materia prima y yo expreso lo que siento a
través de él”.
Al mismo
tiempo que creó la serie mujer-casa, defendía el rol de la mujer, sin que se nunca
se hubiera considerado una feminista comprometida. Yo diría, más bien, que fue una
feminista consciente del papel que le ha tocado jugar a la mujer en la sociedad
de todos los tiempos; lo que la hace, a mi modo de ver, mucho más feminista que
las radicales que han contribuido a crear un ambiente de desconcierto y rechazo
en la sociedad actual.
A finales
de los ’60 crea “Personajes”,
son Tótems
que recuerdan los héroes o antihéroes de su infancia, pero marcados por el fantasma
del exilio y que no hubiesen podido ser concebidos en su país de origen: “Yo no
hubiera sobrevivido en Francia en el caos de la celda familiar”, explica la artista.
Es una obra compuesta aproximadamente de 80 esculturas, cada una con una identidad
bien definida. Son esculturas frágiles, con un equilibrio precario y que recuerdan
un poco a las obras de Brancusi. Algunas de ellas representan el tema ya explorado
de la Mujer-Casa; los rascacielos que encierran y que ahogan, pero cuyos techos
permiten respirar. No en vano es en la terraza del edificio donde vivía, donde instaló
por primera vez su taller.
La soledad
es otro de los temas recurrentes de la obra de Louise Bourgeois: «Al principio hacía
figuras solitarias que no tenían ninguna libertad… Ahora hago grupos de objetos
que se relacionan entre ellos… Pero todavía existe el sentimiento que me movió al
principio: el drama de uno entre muchos».
En los
años ’60 se muestra como “l’enfant terrible”, que siempre la caracterizaría, al
desafiar el puritanismo radical de la sociedad americana al crear “La abstracción
excéntrica”. Un serie de falos desproporcionados, algunos colgando del techo, otros
emergiendo de superficies que recuerdan los drapeados de Bernini. Es en este momento
que crea “Niñita”. Un inmenso falo con el que posará orgullosa para el fotógrafo
Robert Mapplethorpe en 1982.
Una vez
más surge la Louise Bourgeois que quiere bucear en el inconsciente. Ella misma dice:
«toda mi obra está basada en mi infancia». Por lo que para llegar a arrullar un
falo proverbial, y tomarse una foto con él debajo del brazo, como si se tratara
de una baguette, con una sonrisa de mujer realizada sexualmente y sin tabúes a la
hora de gozar del sexo, tuvo que haber librado una lucha consigo misma del tamaño
de una catedral gótica. Sobre todo para expresar su sentimiento con respecto a “Niñita”:
“Cuando yo cargo un pequeño falo en mis brazos, me da la impresión de cargar un
objeto amable, no un objeto al que yo le haría daño”.
Es en
esta década que su obra alcanza dimensiones extraordinarias, sus temas abarcan todo
el mundo femenino: el coito, el embarazo, la crianza, la lactancia, el cuerpo de
la mujer en el espacio, el dolor, sobre todo el dolor humano; y estos temas son
representados con todos los materiales que tenía a su alcance: bronce, mármol, yeso,
látex, madera. En cuanto al exorcismo se refiere, ella misma decía: “El exorcismo
es algo sano. Cauterizar, quemar con el objetivo de sanar. Es como cortar las ramas
de los árboles. He aquí mi talento”.
En 1974
creó la serie a la que hacía alusión anteriormente, “La destrucción del padre”.
Por una
parte, quiere aniquilar la imagen paterna, y por otra, deshacerse del dolor que
le ha infligido la muerte del marido. Es una instalación turbadora. Es una gruta
concebida como un pequeño teatro, donde la artista, junto a su familia, se dispone
a darse un gran festín, a todas luces antropófago. La figura del padre amado, y
a la vez odiado, surge, en esta su primera instalación, como «Una pieza claustrofóbica,
demasiado claustrofóbica, sin que ofrezca ninguna salida”, tal y como lo expresaba
la propia artista. El gran escultor Richard Serra dice al respecto: “La fuente del
dolor, el corazón y la ansiedad de esta obra son indescifrables, no obstante despierta
en mí recuerdos de experiencias personales que yo preferiría olvidar”. En esta obra,
como en muchas otras, no es tanto la materia prima la protagonista como el color;
sobre todo el rojo. El rojo puede significar pasión, pero también violencia, desastre,
caos, aniquilación, rabia y olvido. Y por supuesto el negro, muerte, tragedia, llanto,
duelo.
No es
sino hasta el año de 1982, con la retrospectiva que se realiza en el Museo de Arte
de Nueva York, que esta artista prodigiosa comienza a ser conocida en el ámbito
internacional y a ser nombrada al lado de genios como Picasso o Giaccometti.
En 1980
Louise Bourgeois se trasladó a vivir a un gran loft. Lo que parecería una anécdota
sin importancia, se convirtió en uno de los ejes fundamentales de la obra que comenzó
a tomar forma a partir de ese momento. Son las Cell, o Celdas, donde la artista
comienza a recrear todo el universo de su infancia. Sillas, brocados, tapices, miembros
colgando, juguetes. En la década de los 90 la artista recrea las habitaciones de
sus padres y la suya propia. Al observarlas, el espectador no puede escapar a la
sensación de opresión y de ahogo que las invade. Las puertas, las ventanas, los
laboratorios, las habitaciones íntimas, invitan al voyeur que abriga en cada uno
de nosotros a fisgonear, léase bucear, las obsesiones que dieron lugar a tan extraordinarias
instalaciones. El símbolo de la tragedia y de la desesperanza está magistralmente
representado en este ambiente traumático que cuenta, sin decirlo explícitamente,
el abuso del que posiblemente fue víctima en su niñez. El buceo y la búsqueda de
los recuerdos se hace aún más intenso, todo el pasado se despierta y grita para
no ser olvidado ni ignorado.
Luego
vendrían las Cell encerradas por una inmensa araña.
Homenaje
a su madre, a quien ve como a alguien que trabaja permanentemente, que teje y desteje
como la eterna Penélope. Desteje, no para destruir sino para restaurar. No hay que
olvidar que el oficio de su madre era el de restauradora de tapices antiguos y a
Louise Bourgeois le gustaba recordarlo: “Yo vengo de una familia de restauradores.
La araña es una restauradora. Si destruyes su tela, ella no se desespera. Ella teje
y repara”. Al mismo tiempo sus arañas son un homenaje a la madre que cuida, que
protege, que ama. Entre las dos había un lazo muy fuerte, hasta el punto que cuando
la madre murió, Louise Bourgeois intentó suicidarse.
En los
últimos años, hablo de la presente década, la artista, ya nonagenaria, encontró
nuevos canales de expresión. Lejos de sentarse en una butaca, a esperar que la muerte
le tocara la espalda, se dedicó a crear cabezas y tótems utilizando burdas telas
y tapices antiguos: “Yo necesito mis recuerdos. Ellos son mis documentos. Me paso
la vida mirándolos… y estoy profundamente celosa de ellos”.
El trabajo
de su progenitora, el de tejedora, apareció nuevamente en sus manos y al igual que
ella se convirtió en otra Penélope. Como toda su obra, este es un trabajo inquietante,
un grito que sale de sus entrañas para recordar el embarazo, el parto, la crianza
de los hijos, el hijo problema, el amor de madre. Los años que precedieron a su
muerte los pasó encerrada en su apartamento, pero dedicada a la creación artística.
No en vano Louise Bourgeois no dejó nunca de repetir que “el arte es una garantía
de salud mental”, a lo que yo agregaría: una garantía de sentirse vivo.
3 JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Poemas de Louise Bourgeois
EL SENTIMIENTO DE LA PIEDRA
En el laberinto sonoro
de la roca
vibra el hueso ancestral
Más adentro escucho
la pasión
El material se descompone
en viajes y en lluvias
sin recuerdo
Se amolda al soplo
a su ignorancia de
las cosas
Oigo
en el crujido de su
boca
un fuego solitario
Crepita de placer
entre la nieve
Un temblor fino evoluciona
desde un extinto mar
que se llenó de huecos
de peces interiores
de oídos vaciándose
en oídos
PASIÓN DE HERRUMBRE
El dolor con su serrucho
de óxido
talla en las cuerdas
más graves
y más rudas
suena a bajo
inmensamente abajo
carcomiendo la raíz
del fierro
en ascenso visceral
sin centro
despedazando el alma
con su armonía de
hormigas
De tanto pesar se
desvanece
el polvo la voluntad
la niebla
El dolor templa y
destempla
la fuerza que destruye
o comienza a deshacer
haciendo
su gesto de soberbia
su apariencia inmortal
de aire duro
El dolor que no respira
en el agua
de otro tiempo
no muere en el olvido
En salud ajena baña
la carne de imágenes
nacidas de la carne
Cuando solo es coro
de la herrumbre
nada queda en pie
salvo el rencor
que se detiene con
golpes
de bastón en los tobillos
sin acabar lo que
consume
UNA VETA DE MUJER
Me encuentro en la
oquedad
de un útero de mármol
poblado de vértebras
lunares
de pies y manos atadas
al silencio
de vísceras abstractas
Huelen a insomnio
y a deseo
Despiertan el hambre
la lujuria la piedad
y el llanto
Una escritura fetal
inexpresiva
me hace deletrear
los pulsos de un viejo
corazón
sus formas de hablar
y de sentir lo nuevo
Una línea ancestral
en el capullo
se nombra con golpes
de cincel
Limpia de ruinas su
presencia
Transfigura el desgarrón
y el desaliento
en gestos de placer
con clave morse
Una veta de mujer
hay en el fondo
de esa rareza
líquida en la piedra
Sin correr
fluye hacia adentro
El sufrimiento nos
apresa
con sus tentáculos
de barro
Nos hace recorrer
los hoyos
de donde alguna vez
salimos
Nos calca las huellas
del poder
la andadura del metal
sobre la tierra
precioso motivo de
la muerte
PEDACERÍA
Yacimientos personales
Pedacerías humanas
entre el polvo
Enigmas de terror
se duelen de sí
se rompen en la sombra
se niegan la existencia
TEMPERANZA
Algo sostiene a la
pesada carne
en su volumen vascular
en su columna de glándulas
y humores
en su temible gravedad
Cómo puede mantener
el equilibrio
el ancla terrenal
fuera del agua
Cómo puede subsistir
esta criatura
de líquidos y arcilla
incontinente
Colgada al llanto
No se conmueve de
su forma
Nace y bate en el
molde de las sombras
su delirio de ser
dios
Algo sostiene al verbo
vacío
Rebosante de mí mismo
Turgente de voces
de frases calcáreas
submarinas
Su reino arrastra
gruñe muerde sangra
se victima
Lame el placer y el
dolor con obediencia
o pasa entre los dientes
la venganza
el gusto a sexo a
risa a palabras sin sentido
PROYECTO
Erguida en sus dos
patas la razón
devora uñas excrementos
sangre
Caiga quien caiga
se levanta
entre la duda matinal
y el miedo
Desciende de un punto
de luz
observador de estrellas
Roca y vísceras humeantes
olor en brama
cansancio de tierra
en el olfato
en la garra y en las
fauces
Largas cadenas de
terror
corren nadan flotan
vuelan piensan
ESCULTURA EN PIEDRA
Un mar de anuncios
sucumbe al coro y
la tragedia
Es lo mismo preñar
que destruir
Una lengua anudada
hace el intento
de leer las pisadas
de tribus ordinarias
Alguna vez pasaron
de largo sin temor
por los augurios de
plagas y epidemias
por la muerte inevitable
Ausencias con marcas
de hachas en los huesos
Ardor de fuego que
se quema
El peso del aire descrito
por la gota a punto
de caer sobre la lengua
sedienta de forma
y de conjuro
En la estrechez de
la nada
la amplitud del cuerpo
es útil
a la piedra que anima
su memoria
Un ritmo de cincel
marca su acento
La obsesión del canto
de sus vetas
en la dureza de un
yo
sordo
informe
Cuenta los golpes
de barreta
Los filones de un
cuerpo en otro
De uno en uno
No se encuentran los
hilos que los unen
sino el temple
la esperanza
Objetos llaves cerraduras
EL OJO EN VELA
¿Qué ven los ojos
que no percibe el sueño?
las manos del ciego
sobre el aire
su tacto de jabón
en la figura
nocturna y cálida
del bronce
Resbala su obscenidad
ingenua
Desnuda la forma sin
rozarla
La piel contra el
metal
Las formas del deseo
Pupilas murciélagas
del ciego
*****
• ÍNDICE
AGATHI DIMITROUKA | Bolívar, eres bello como un
griego [Parte 3]
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/agathi-dimitrouka-bolivar-eres-bello.html
BERTA LUCÍA ESTRADA
& FLORIANO MARTINS | Las
sombras suspensas
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/floriano-martins-berta-lucia-estrada.html
CRISTINA PÉREZ
JIMÉNEZ | Manuel Ramos Otero y su “archivo vivo de posibilidades”: una entrevista
a Frances Negrón Muntaner
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/cristina-perez-jimenez-manuel-ramos.html
DAVID CORTÉS CABÁN | El camino de regreso, de Alessio Brandolini
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/david-cortes-caban-el-camino-de-regreso.html
FLORIANO MARTINS | Língua
de infinitos mundos – Jovens poetas brasileiros
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/floriano-martins-lingua-de-infinitos.html
MAGGY DE COSTER | George Sand y Louise
Michel: dos feministas vanguardistas del mundo literario francés
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/maggy-de-coster-george-sand-y-louise.html
MANUEL MORA SERRANO | El criollismo
poético en Santo Domingo de 1901 a 1921
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/manuel-mora-serrano-el-criollismo.html
NICOLAU SAIÃO | O Índio e o ocidente - Reflexos
de duas visões diferentes sobre o mundo
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/nicolau-saiao-o-indio-e-o-ocidente.html
PAULA GARRIDO | Realidad desalojada, de Braulio Arenas
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/paula-garrido-realidad-desalojada-de.html
ZUCA SARDAN & FLORIANO MARTINS
| As sete tragédias de Sardanelo & Martinico [Parte 2]
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/2021/06/zuca-sardan-floriano-martins-as-sete.html
|
|
SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO
ARGENTINA | BOLIVIA | BRASIL | CHILE |
COLOMBIA | CUBA | ECUADOR | |
EL SALVADOR | GUATEMALA | HONDURAS | MÉXICO |
NICARAGUA | PANAMÁ | PERÚ | |
REP. DOMINICANA | URUGUAY | VENEZUELA |
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 173 | junho de 2021
Artista convidada: Louise Bourgeois (França, 1911-2010)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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