Los fantasmas no deben
jamás salir de casa.
PHUONG DÜ
Homenaje a Julia Domecq
y sus amigas imaginarias.
LA
ÚLTIMA NOCHE DE JULIA DOMECQ
Las
noches se reúnen para buscar los motivos
de
la muerte de Julia Domecq. Una de ellas insiste
que
las luces conspiraron contra los espejos, que
nadie
puede aceptar sus trucos fatales. Julia
caminaba
en la playa oscura con sus pies desnudos.
Con
el viento se aconsejaba, deseosa de abrigar
en
su cuerpo las rutas secretas de la luna. Julia
y
su marea íntima adormeciendo los barcos de pesca.
Nadie
puede entender lo que hubo en su última noche.
Las
fieras que salieron de las nubes, con sus ojos
hambrientos,
le enseñaron los dientes metálicos
del
abismo. ¿Cómo seguir con las cruces mientras
la
voz de la muerte evoca una cena marítima
de
cuerpos ahogados? Julia cubre los trazos de los
ventarrones.
Las noches reunidas siguen buscando
el
enigma de los vértigos y la primera hora
del
mundo sin ella. Tres veces encontraron su cuerpo frío.
Tres
veces la muerte decía cosas
distintas
y desabrigadas. Nosotros, que pasamos
por
la playa, nos damos cuenta de la ausencia
de
algunas noches y entre los barcos de pesca
apenas
uno lleva en su piel escrito el nombre
de
Julia. ¿Cuántas veces morimos por ella?
¿Cuántos
mares guardamos como un secreto
de
su ausencia? De nada sirven los tres cuerpos
encontrados.
Julia sigue muriendo cada noche.
Como
una marea sangrando sin motivo.
Un
crimen, nada más. Ya nadie puede entenderlo.
EL
SUEÑO APÓCRIFO DE NINA FORTUNE
Las
piedras comienzan a cantar con la mañana.
Hay
que decirles que el cielo no existe, que no pueden
cantar
como si la distancia fuera un sitio recuperable.
Sin
saber la morada de sus convulsiones irregulares
o
la moneda salvaje de sus vicios melancólicos,
el
cielo no reside en parte alguna, como los espasmos
esenciales
de los errores de Nina Fortune. Ella, la bella
incriminada
con su humor, condenada a explicar
las
enfermedades de la materia. Ella, atormentada
por
la aspereza de las causas impuestas, la posesión
de
una moral despreciable. ¿Cuántas veces ha pasado
por
este andén de sueños, el círculo vicioso de la imitación?
Una
paradoja escondida en el cerebro, copiando
las
frecuencias de muerte de esa diosa convencida
de
la existencia del cielo, cuya locura fue recibida
como
la irreductible catástrofe de este siglo.
¿Cuál?
El tiempo cambia a todo instante. Nina
Fortune
ha presenciado muchos dolores. Su cuerpo
es
la fuente de sus inevitables mentiras.
Su
paradoja se llama inversión. Nadie puede
saber
la extensión de sus síntomas. La máscara
gangrenada
de sus evidencias. Todo es farsa
en
ella, excepto la gloria de su desaparición.
LOS
CORDONES MORTALES DE AUGUSTINE LURIE
Ahora me estoy
convirtiendo en ironía.
A. L.
Un
día imaginamos que nuestros hábitos estaban
estrictamente
instalados y que era imposible
que
los espíritus se liberaran de sus cadenas y pasillos
siniestros.
Los rezos no tenían que preocuparse
por
los bosques que rodeaban las viejas mansiones.
Lo
sobrenatural no influyó en las noches dormidas
en
silencio. Nuestra cabeza reclinada sobre
almohadas
blancas sueñan con el nuevo trigo
de
una vida feliz. Sin paredes crujientes ni luces
que
estallen. No hay ondulaciones debajo
de
las alfombras ni cicatrices en el techo.
Esta
vida imaginaria y sin sospecha de invasión
de
otros mundos logró alimentar nuestras almas
durante
muchos años. Una euforia se ramificó
por
todas las habitaciones con sus ritos seguros.
Una
noche escuchamos el chello del viento
anticipando
un hechizo. Un destello de granos
tan
fascinante que no le dimos a esta fiesta
de
sonidos un sentido corrosivo. Y sutiles
campanillas
albergaban los pueblos iluminados
de
nuestros hábitos. Cada una de nosotras
permaneció
en su habitación, encantadas
por
esa canción cargada de misterios. Cuando
se
fue la noche, tuvimos un agradable silencio
y
una fresca sensación de inmortalidad.
La
mañana avanzaba lentamente con su culto
a
la armonía. Y poco a poco nos reunimos todas
en
la cocina para la primera comida del día.
La
desconcertante ausencia de Augustine Lurie
nos
llevó a su habitación. Sobre la cama
deshecha,
como la proyección de un enigma,
encontramos
los cordones de sus zapatos.
Nada
más. Durante varias noches esperamos
inútilmente
que el chello y las campanas
nos
devolvieran a Augustine. El silencio se convirtió
en
la catástrofe más terrible que nos sobrevino,
destrozando
nuestros sueños y hábitos.
LOS
ESPEJOS CIEGOS DE JOSEFINA RAMOS
Las
sombras toman su lugar en la mesa.
Las
aguas comparten el pasto de nuestras visiones.
Una
noche por cada astucia. Un credo contra el destino.
Josefina
sonríe como una leyenda, su cabello ondulado
alimenta
el viento. Una multitud aguarda la curación,
el
oratorio de las almas en agonía. Sangre llorosa
de
una terrible experiencia. Los rostros desfigurados
por
el fuego. ¿Cuántas somos? Llevamos su cuerpo
desconectado
de las heridas. Su dolor parecía herirnos más.
Josefina
contra el clero. Dios comería en otro sitio.
Nuestras
carnes se arrepienten de tanta vida devota.
Nuestras
luces encendidas por dentro. Ante el espejo,
las
sombras sostienen a los espíritus. Las velas se ríen
de
nuestros espejismos amordazados. ¿Cuántas
siguen
escuchando el llanto de esta furtiva ausencia?
Josefina
trabaja los capítulos de sus días en la tierra.
Nunca
ha existido una cura para tantos males.
Muchos
santos descubiertos con sus sombras degradadas.
Si
alguna vez ella regresa, las aguas prevalecerán.
CONFESIONES
DE HELENA SALUSTRE
Confieso
los pecados que no cometí,
los
dolores que no siento. Confieso
los
besos que no recibí, las noches
que
no duermo. Si quieres, te confieso
las
pérdidas que no tuve, las cruces
que
no desenterré. Y más: confieso
las
plagas que no lancé, los tormentos
que
no causé. Los perros colgados
atormentan
mis sueños. Las lluvias
lamen
las tumbas de los pequeños
hijos
asesinados. Lloro por las luces
que
me incriminan, lloro por los
marcados
fantasmas de mi soledad.
Si
quieres, les confieso la inocencia
que
nunca me acarició. Confieso
las
cosechas que no envenené, los
niños
que no marqué con la señal
del
diablo. Ruego que no me corten
las
manos, que no me cosan el vientre.
Las
noches empapadas de horror
desfiguran
mis súplicas. Esto es
todo
lo que pido: déjame enterrar
a
mi dulce Astrid. Así que les confieso
que
soy todo lo que quieren de mí.
POR
DONDE PASABA SUZANNE DU PRAT
Confesiones
de hornos, las convulsiones de calderas,
los
mitos que surgen cuando los cráteres son hurgados.
Los
altos precios que pagamos por los últimos restos
de
una humanidad barrida como miserable arena.
Las
leyendas prohibidas hacen con que los niños salvajes
encuentren
sus símbolos escupiendo ríos de fuego
en
los valles profundos y desconocidos de su alma.
Como
estatuas de paso en pensiones
abandonadas,
menhires con su rostro oculto en las fotografías.
Caminamos con los ancestros cincelados en la piel.
Suzanne Du Prat me sorprende con su pregunta:
¿No hay mujeres en tu vida? ¿Cómo explicas
que los druidas
sean siempre estos viejos suspendidos por
hilos como péndulos
en malas condiciones? Yo no sabía qué decirle, cómo
dejarla pasar con sus organismos vivos mientras
evolucionaba dentro de mí con divergente astrología.
Las mujeres se fueron, abierto el grifo de la inmortalidad.
Yo me quedé con los extraños poderes del agua,
evaporando, transmutando, rellenando y secando.
No fue la última vez que vi a Suzanne en los radioactivos
ciclos de la tierra. Ella había pasado como una verdad
fantástica tratando que las mujeres regresaran
de los temporales y descargas eléctricas de mi
ser.
LOS PASOS PERDIDOS EN LOS
OJOS DE SILVIA DENGUER
Mis ojos conocen
mejor las noches por dentro.
Como fuentes de
un abismo insondable, sus cables
deciden qué hacer
con los movimientos nocturnos.
Como cilios
iluminados y los labios de los árboles
más hambrientos,
que preparan los caprichos
que hacen oscilar
las nieblas y las selvas, las sombras
y las estrellas.
Una vez me ha dicho Silvia Denguer
que sus ojos se
hundieron en la oscuridad como
si se buscaran a
sí misma. las columnas esparcidas
por el camino se
ramifican entrelazadas en la parte
subterránea de su
visión como escaleras que conducen
a mil caminos.
Como un capítulo salvaje de las nieblas
que iluminan
distintas formas de identificar el paisaje.
mientras hablaba
pensé que mis ojos eran
tan parecidos a
los de ella que tal vez en la confusión
de las noches se
confundían y ahora cuando veo
a Silvia contarme
estas cosas la oscuridad
se vuelve loca
sin saber a qué mirada pertenece.
Quizás uno de
nosotros se ha escapado del otro,
hasta el punto de
que no dejamos rastro
de su paradero.
Tal vez tenga que crear otra
oscuridad dentro
de mí, para que la noche pueda
ver su abismo
perdido. Pero también es posible
que ya no podamos
hacer nada el uno por el otro.
JANET
HORNE Y LA PARTICIÓN DEL MAL
Los
pesos son accidentes graves
ante
la falta de equilibrio del mundo.
Una
ráfaga de cenizas ansiosas
por
mostrar sus manifiestos de reforestación.
El
propio cuerpo codicia otra residencia.
En
el momento del fatal martirio,
a
nadie le interesa el argumento de ser el último.
La
historia no tiene un nombre propio
y
se tambalea contra la loca discusión
de
todas las cosas del pasado.
Los
oyentes exigen la presencia del milagro
anunciado
en la puerta. Somos bestias
torturadas
en nombre de Dios.
La
cruel mimesis de una simulación
que
intensifica nuestra caída.
Gloria
a la lujuria y al flagelo de los goces
imperturbables. La verdadera belleza
no se compadece de sí misma, fortalecida
con cada retablo de sus destellos.
Si es cierto que Janet Horne fue la última
mujer quemada para alimentar
la perversión humana, lo que nos
muestra
la
imagen es que sus carnes masticadas
al
fuego todavía imprimen en la gastada
tela
de nuestro destino el lenguaje
siniestro
de un contrato macabro: todos los días,
a
cada momento, una última mujer
retoma
la partición del mal, el abominable
fetiche
de nuestra marcha por la tierra.
LAS
ABSTRACCIONES FALSIFICADAS DE LUCÍA ROSALES
El
abismo es una costa enferma. Las piedras están
mutiladas
para que nadie pueda identificar sus perfiles.
Figuras
llevadas a los estragos, ahuyentando sus formas.
Las
casas pintadas unas sobre otras, una ciudad entera
de
prodigios emparedados. Las ventanas enterradas
son
el refugio de los gritos que no pudieron salir.
La
mano que rehace los códigos de esta destrucción
estética
insiste en su interés civilizador. Los esqueletos
de
la infamia bailan en honor a los cuerpos desgarrados.
Una
mancha puebla el comercio de los argumentos.
Un
borrón cautivo que puede sufrir por la vegetación
creciente
de sus garabatos. Una bestia mitológica
que
gobierna el mundo. El rostro de Lucía Rosales
está
presente en el excéntrico mandamiento
de
las inversiones. Lo que ella llama el privilegio
de
sus pinceles es un paisaje destrozado. La sangrienta
semejanza
refleja el sacrificio de los espejos. Licuadas
o
quemadas, enterradas o arrastradas por el viento,
las
nuevas formas acaban descubriendo que sus pecados
fueron
cambiados en el pesebre. Algunas de ellas,
arrulladas
por la sórdida vanidad, condujeron
sus
ilegibles barcas a través del abismo interrumpido.
El
mismo abismo erigido como un invento falso.
Lucía
Rosales firmó los cuadros más bellos de su tiempo.
Detrás
de uno de ellos leemos que la realidad es excesiva.
El
abismo es un tótem con los sentidos extinguidos.
EL
MAR Y EL LABERINTO EN LAS ROPAS EMPAPADAS DE MARGARITA BUTLER
El
mar toca su cuerpo cansado en la quilla
de
un laberinto abarquillado. Los acertijos
que
flotan en su piel ondulada son de diferentes
edades.
Se han olvidado las disonancias del pasado.
Una
multitud de acólitos todavía cree en el espíritu
clásico.
No importa el aburrimiento de Prometeo
en
su fundición, quizás arrepentido de la humanidad
que
creó. Los dolores aumentan en los almacenes
de
la historia. Ninguna piedra cocida provocaría
una
estampida de monstruos marinos. Las asambleas
sangran
sus advertencias del fin de los tiempos.
La
cómica tormenta de noticias de una nueva
tierra
prometida. La realidad es una mecánica
de
especulación. Nada en el mundo es real.
No
hay ciencia ni religión que explique los cuerpos
arrojados
al mar. Ni el arte más mediocre encontraría
una
excusa para el flagelo de las violaciones.
Los
discursos de la verdad son tóxicos. La razón
hace
que las horas cambien de opinión. Margarita
Butler
siguió escribiendo cartas en la prisión durante
algún
tiempo. Algunos fragmentos encontrados
narran
la deriva de un inmenso laberinto. Construido
para
que la humanidad aprendiera a reconocerse
en
sus muros, terminó vagando por los océanos,
deshabitados
y sin rastro de la vida que habían
albergado.
Las aguas se embriagan con las cenizas
de
la imaginación. El pasado es un secreto
tan
extraño que nadie supo mantener inalterado.
BERTHE DE ARÇAY Y EL PALACIO
DE LA VENGANZA
Durante días sin
noches planeé su asesinato.
Para él incluso
preparé una tumba como una bóveda
dentro de una
montaña. Un lugar donde su cadáver
estaría
acompañado por la eternidad de todas
las mujeres a las
que difamó y mató. Una canasta
de mimbre para
cada una de sus cabezas.
El gran salón de
espejos de sus ojos cristalizados.
La carga secreta
de tantos dolores, la grotesca
tortura de sus
sufrimientos, los pergaminos
de tantos
horrores. El arte de las apariencias fue trazado
de manera
indescifrable para que nadie notara la sombra
de la venganza
proyectada sobre cada uno de esos cadáveres
cortados en sus
tumbas abiertas. Las lenguas de aquellas
mujeres
sufrientes fueron bañadas en oro fundido
para que ellas
mismas, en su infinita bondad,
no revelaran el
origen de mi inevitable sacrilegio.
Tuve que
deshacerme del conflicto de las supersticiones.
Soporto mi culpa,
sin prestarle mucha atención.
Un hombre
arrastra sus miserias e incluso sueña
con el tesoro
podrido de sus crímenes. Las sociedades
someten a la
humanidad a alucinaciones aberrantes.
Durante años
seguí el pasado, cavando sus súplicas,
exigiendo en
silencio la denuncia de esas muertes.
No hay ruina más
asombrosa que su aceptación.
TOMOKO
IANODA Y EL ELOGIO DE LA INCONSISTENCIA
El
cielo estaba cansado de sus lunas rotas,
las
sombras ensangrentadas de los clanes y
los
trozos de oscuridad repartidos en las comidas.
Las
flores carnívoras en el invierno se convertían
en
mujeres agrupadas con sus garras eléctricas
que
decían a qué hombres devorarían.
Los
muertos también tenían algo que decir.
Si
no estuvieran tan lejos de casa,
sería
otra la versión de sus imperios caídos.
Sin
embargo, no se dio la palabra a las víctimas.
Quizás
en otra temporada, cuando los cuerpos
eran
un desperdicio y los gallos se ahogaban
con
los granos mohosos del amanecer.
El
amor arruina las mejores orquestas
y
el beso perseguido de las trampas.
Los
moldes de la memoria dan lugar
a
las mejores ilusiones. Nada se compara
con
el clímax de las cortinas. Las escaleras
esconden
la fiebre de los siniestros
ladrones
de tormentas. Tomoko Ianoda
cerró
la ventana y se durmió. Sus sueños
se
confundieron con los fantasmas
que
alimentaban la cámara de ecos
de
la vigilia. Su noche comenzó con estilo,
con
una evocación de quién construiría
el
castillo de naipes desde la utopía.
Tomoko
estaba poseída por el gusto
por
la paradoja y las dañadas redes
de
transgresiones. Según ella, todos
los
dioses eran corruptos, lo que justificaba
la
curva privilegiada de los retrocesos.
El
elogio de la inconsistencia era el mejor
método
para comparar el inconsciente
con
un chantaje de la razón. Al recrear
la
vergüenza de las relaciones, Tomoko
se
permitió un sueño reparador. Ni siquiera
se
dio la vuelta en la cama. Nadie (nadie)
sospechaba
cómo sería la vida cada mañana.
LORETTA
ADAMS Y LA CIUDAD ETERNA
Salve
el polvo de la tierra y sus verbos desiguales.
Los
capítulos del caos que le damos a la luna a diario.
Salve
los invitados exaltados por la síntesis de errores,
las
silenciosas alturas de las oraciones y las sombras entornadas.
Los
triunfos derretidos, los ungüentos que arden los ojos,
las
piedras encantadas que no podían dejar el cielo.
Los
ángeles embalsamados no vuelven a gritar al viento.
Salve
el alma que brilla cuando aceptan su miseria,
el
papiro manchado de sangre que envuelve a los muertos.
Los
cargadores recogen las fugas de seres extraños
y
el renovado desfalco de tantos horizontes ocultos.
Loretta
Adams estaba bebiendo cerveza en su inframundo.
Los
dioses saqueadores se emborracharon a su lado
al
planificar el despojo de muchas urnas sagradas.
Salve
la ira de todos los primogénitos violados,
las
vastas columnas de oscuridad que emergen del dolor.
Salve
los granos de terror enterrados con los amantes,
las
bocas silenciadas de los temas más infundados.
Loretta
cosía sus papiros y amaba a los cargadores.
Sus
ojos brillaban dentro de las tumbas abiertas.
Brillan
a través del poder que ofrecen tantas impurezas.
Salve
la prosperidad de sus campos diezmados,
la
fiesta de la gasa que elude la eternidad desvencijada
y
el poderoso canal construido a través de la tierra.
ESTRENO
PROHIBIDO DE LAURA TRINDADE
Los espejos destrozados tirados por la borda.
Rosas condicionadas por las lluvias que giran
como peonzas. La bella aparición de la momia
arrastrándose por la mesa en el banquete
de las cartas marcadas. Los fondos falsos
compartiendo los pájaros que no entendieron
el truco. El vudú de las dagas ciegas desgarrando
la noche. Una lista de compras inusuales de Laura
Trindade para editar su película. No hubo noche
esa noche. Las luces siguieron siendo acólitos
de la oscuridad. Los magos fueron a comer pastel
en la esquina del teatro. No se sabe qué pasó
con la momia, pero ella nunca asistió a los ensayos.
Laura guardó silencio mientras masticaba
las orquídeas negras y encendía el obturador
automático de la cámara antes de cerrar el estudio
y marcharse para siempre. La lista de compras
fue destrozada por los vientos. No volvió a llover
en esa película enmarcada por el vacío.
Las cartas iban dirigidas a otras apariciones.
Nunca volvimos a saber nada de Laura Trindade.
EL MANTO ROJO DE MADELEINE
DE MAISTRE
Los explosivos
destrozaron las noches
con sus
insolentes vigilantes. En las calles
todavía
encontramos los restos de su cobardía.
La historia
reformada y reticente se mezcla
con los dolores
más crudos. Los cabellos
cortados de la liberación
idealizada,
el epílogo
melancólico del idilio celeste,
los metros de
tierra que revelan tantos cuerpos
enterrados en el
silencio de las noches.
Quién sabe adónde
fueron los desesperados.
Bajo el manto de
Madeleine de Maistre,
muchas mujeres
gradualmente dejaron
de sentirse
culpables. Mientras aprendían
a fabricar
explosivos, sintieron que, aunque
el cielo se
derrumbaba sobre sus cabezas,
tenían que
contener el desenfreno
que las estaba
matando. Las manifestaciones
también se
preparaban para detener los relojes.
Las horas deben
gritar hasta el último
aliento de su
infamia. Dramas análogos
se escondían como
orbes magullados en sitios
inventados en
detrimento de las pruebas.
¿Quién llora ante
esta humanidad caída?
¿Cuánto esfuerzo
deben hacer estas mujeres
para recuperar su
dignidad degradada?
Los explosivos
evocan una fusión
de muchos
tormentos. Ya no hay refugio
en la vida ni en
la muerte. El manto rojo
de Madeleine
encierra un último sentido,
repudiado y
contrario a todo lo que ella misma
piensa. Pero las
calles desprecian la razón.
EL
BARCO PESQUERO DE SALETE ROSENTHAL
Nunca
hubo un límite para la presencia física
de
la desesperación. Cuerpos apilados, máquinas
de
tortura, realidades desconocidas. La tediosa
vida
mecánica proyecta un fatalismo que tiene
extrañas
formas de tormento. Un corte de arriba
hacia
abajo en la singularidad de las preguntas.
Una
duda que se arrastra como gusanos de angustia.
El
pacificador sacó la lengua. El lenguaje humano
es
incapaz de corregir su raquitismo. Los gritos
que
se pronuncian en medio de la devastación
buscan
un ojo que los lleve. Un barco de pesca
que
puede salvar algunos sentidos degradados.
Las
ciudades escriben sus manifiestos de esclerosis.
El
dolor es una frase privada de fundamento.
Una
vez que los hombres se han vuelto locos,
no
aceptan la restitución de sus almas aterrorizadas.
Salete
Rosenthal siempre viajaba con una segunda
noche, en caso de naufragios en el desierto.
Ella desafía la espiral de las correspondencias,
la percha de las leyendas heridas y el frío plato
de la agonía. Siempre sospechó del atavismo
de
las sectas destructivas. Su red de pesca estaba
tejida
con la insolente línea de la incredulidad.
Su
pez tendría que encontrar una respuesta
a
cada peligro sumergido. Era imposible
albergarla
en un sueño. Todas las civilizaciones
han
experimentado el mismo vértigo pasivo.
Salete
quería hacer del asombro un código secreto
de
irreversibilidad. La consciencia transfigurada
del
azar y su barco que nunca regresó al puerto.
LA
MALDICIÓN DE GEORGIA AL-MARIA
Las noches se abrieron
para crímenes breves.
El barrio pasó por el
nombre que le dieron.
Al principio, Georgia
Al-Maria afiló sus cuchillos
y sedujo a una horda de
cómplices. Las pequeñas
bombas caseras que hizo
electrizaron las revueltas
más secretas. Georgia
tarareó mientras manipulaba
sus ingredientes
explosivos. Los chicos cómplices
esperaron la hora para
repartir puñados de esperanza.
¿De qué otra manera
podríamos deshacernos
del destierro de esa
época? Las horas retrocedieron
temiendo nuevas
cárceles. Los espejos del hambre
falsificaron sus
reflejos. Era necesario detonar
todo ese horror. Las
calles se llenaron de pánico.
Las granadas se
pudrieron en las alcantarillas.
Georgia Al-Maria
maldijo cada partícula de ese odio
acumulado. No quedaba nada
más por hacer.
EL
REGRESO DE ANNABEL LEE
Se
encontró el fantasma de Annabel Lee
en
una de las lunas de un antiguo planeta a la deriva
en
el espacio entre nuestras mentes conspiradas.
Cuando
cerraste tu libro diciendo que un día
volverías,
escondí en mi cuerpo una de las llaves
de
la gran despensa donde mezclabas las hierbas
y
quesos de tus manuscritos. Los ratones royeron
los
recuerdos que se colaban por detrás
de
las estantes. Una rara colección de asteroides
previó
una avalancha de párrafos encriptados,
una
narrativa de misterios que harían de las noches
el
alfabeto errante de tus pájaros negros. Una vez más,
escondí
todas las semillas, los pasos astutos,
plataformas
de aterrizaje para regresos anónimos.
Los
sueños se desnudaron, releyendo tantos refranes,
las
piedras contadas arrojadas a la cristalería
de
cometas fabulosos. Annabel Lee era el ángel
tocante
de estas caídas, la lámpara encantada
que
empapaba las luces de rompecabezas. Las noches
masticaban
planetas fugaces. Nadie te vio cuando,
furtiva,
volviste a triunfar en el caos. No sabes
que
escondí la última llave que quedaba en el cielo.
UNA NOCHE A BORDO DE
CAROLINE COLNETT
300 batallas
inminentes en nombre de la belleza. Los grandes fracasos conllevan una corona
de riesgos. Quizás sea más peligroso rendir cuentas a la esperanza. Los siglos
se acumulan y los hombres no han aprendido nada. El este no siempre está donde
dice el mapa. No hay dos arroyos o rutas convergentes que no escondan a los
pasajeros decapitados a bordo de sus irresistibles trucos. Las planchas de oro
y plata de un recuerdo al que le encanta jugar el papel de coordenadas
traicionadas. Los caminos, como los mares y los cielos, creen en la crueldad de
los deslizamientos. Los legados se organizan como expediciones entre las
figuras robadas de Caroline Colnett y los sables oxidados. Su mirada es una
gruta impensable. Sus pechos son las cajas de piel que guardan el botín de las
noches arrojadas en los sótanos de la virtud. Ella siempre contradice su moral
exagerada. Los habituales calibres de sus orgasmos, las perlas que transmiten
su intimidad carnal, los lechos arenosos de su cuerpo en tiempos de lluvia.
Caroline es mi plan de vértigo constante, el atlas de los declives que
favorecen el robo de las cartas que cambian constantemente el norte de tantas
batallas que enfatizan la crueldad de su belleza. Ella y la irresistible hazaña
de sus fuegos artificiales controlados por el azar.
MARLENE
SMITH Y LOS ESPEJOS BAJO EL MAR
A veces escribía cartas de lugares en los que nunca
he estado, Marlene Smith confesó
en una de ellas.
Los
rostros perdidos estaban siendo destrozados
por
el olvido. Una casa de espejos se elevó
gradualmente
y sus paredes internas tocaron
el
infinito. Helena vio el mar por primera vez
en
las olas de un mantel. Con la madera de sus piernas
construyó
el puerto del que partió para descubrir
nuevas
tierras. Pronto aprendió a nadar en espejos,
lo
que le permitió descifrar las señales recibidas
de
otras galaxias. En medio de su inexplicable
desaparición,
se encontró en una librería de viejos
un
pequeño paquete de cartas dirigidas a Marte
a
un señor Varxs Cornijo. Lugares inexistentes
pueblan
la ilusión de que la vida se puede arreglar
de
otra manera. Los rostros que no vemos secretan
los
bocetos que nos hacen. He estado planeando
regresar a tu hogar desde hace algún tiempo,
a los abismos artificiales que plantaste en Marte.
El
brillante manuscrito de Marlene Smith
pareció
sumergirse en las aguas profundas
de
esos papeles. Ciertamente, quienes escribieron
esas
líneas hicieron algo más que regar el patio
trasero
de su imaginación. De dónde venimos
es
una trampa salvaje en la que la ciencia,
el
arte y la religión nunca lograrán
un
consenso. Los espejos tienen infinitos pliegues.
SERVILLETAS
ALADAS DE SILVINA CAIXETA
Los
platos dormidos donde guardamos el hambre
por
los incontables minutos de las inquietudes.
Abejas
azucaradas lamiendo los labios de una visión
parsimoniosa
de la realidad. La receta embrionaria
para
una felicidad bañada en aceites vegetales
y
un estado de ánimo aluvial. Silvina Caixeta
enseña
a los ojos de todos sus cuadernos de giros
y
pone en marcha su cosecha de destellos.
Sus
salsas estaban preparadas para compartir
misterios. Las lágrimas acumuladas en una jarra
reconocieron la precisión de su uso. Pronunciación
designada por las estaciones de apareamiento.
El pasto del silencio fue la reconciliación
con vislumbres milenarios, la pulpa de órganos
guardados
en silos de cuero. Una cocina descansa
dentro
de otra como siluetas preparadas
para
envolver la eternidad. Silvina abrió los tubitos
de
condimento en una perfumería dotada de sueños
y
espejismos, donde la embriagadora composición
de
sus trucos culinarios la convirtió en una leyenda.
NUALA KAVANAGH Y LA
ADVERTENCIA DEL RELÁMPAGO
En Limerick ella
comenzó a armar
el rompecabezas
de sus venerables muertes.
Se consideró que
las primeras piezas
revelaban
imágenes peyorativas.
Como los perros
despreciables
que devoraron un
cadáver detrás de la Catedral.
Como el corazón
de ese muerto
que previamente
había sido quemado
por brujas en el
centro de un pequeño bosque.
La mística
ancestral constituía
otra región de
ese juego. Un relámpago
anunció las
vísceras expuestas de esas creencias.
Su luz
infinitesimal fue considerada
una apoteosis de
los cielos. Una fracción
de sacrificio de
cada una de nuestras vidas.
Una extraña forma
de pesadilla
fiel a nuestros
impulsos. En Limerick,
Nuala Kavanagh
pasaba las noches tejiendo
ese fabuloso
tapiz, tarareando y pescando
las imágenes más
aterradoras de la memoria.
Los murciélagos
volaron desde la torre
de la Catedral en
busca de sus diminutos
frutos nocturnos.
Las sacerdotisas-arpistas
improvisaron una
música dolorosa
en medio del
trance hipnótico de los fieles.
Cada vez que
aparecía un nuevo cadáver
en el rompecabezas,
el relámpago
daba una
advertencia: No te equivoques
con el perro negro, no te protege ni te inspira,
su altar debe dejarse al final, no juntes sus
piezas
antes de ubicar el amuleto con el ojo de serpiente.
EL
RÍO CON EL QUE NOS CREA JULIA MANZANARES
Las
formas desesperan, deletreadas por la angustia
con
que reconocemos a los fantasmas. Los árboles
eligen
nuestro cuerpo como el centro de sus tormentos.
La
gravedad encantada por el presagio de estos bultos
tormentosos.
Ángeles despojándose de sus alas,
letras
que emergen de orgasmos, las conexiones
profundas
con todo lo que hemos perdido.
Es
imposible aplicar la lógica a los sabores de estas
orgías
que irradia la pluma de Julia Manzanares.
Las
huellas místicas de sus avalanchas eróticas.
La
amplitud de voces y ondas de una leyenda.
El
altar se hinchó como la improvisación de un huracán.
El
río subterráneo con sus espectros se amontonó
y
volvió al absurdo por la corriente. Julia baraja
la
narración como un hechizo extraordinario.
La
confianza en que las imágenes serán la fuente
más
clara de deseos. El sudor de estos cuerpos
descubiertos
vuelve sobre el camino de formas
indescifrables.
La impresión que tenemos es que
el
propio cuerpo de Julia Manzanares es la pluma
con
la que acentúa los sentidos del mundo.
DOROTHEA QUIROGA ESTUVO AQUÍ
UN DÍA
La casa de
Dorothea Quiroga no quería mudarse.
En la calle
silenciosa donde vivía, la mayoría
de las casas
habían desaparecido. Las dos últimas
eran la suya y
una en la esquina, abandonada
hace mucho tiempo,
que todos creían ser
la morada de un
fantasma. El escarabajo Facundo,
que vivía con
Dorothea desde que era un niño,
se dirigió a esa
casa oscura y regresó con los ojos
nublados de
asombro, diciendo que la casa
inicialmente
parecía vacía, pero pronto notó
cómo los muebles
iban apareciendo
y desapareciendo,
de manera desigual,
como si
estuvieran indecisos entre un mundo y otro.
Con la lámpara de
su curiosidad encendida
como una ciudad
de luciérnagas, Dorothea estaba
decidida a ver
esta casa fantasma. Cuando ella
y Facundo
llegaron allí lo que vieron fueron
los muebles de su
propia casa, como si hubieran
cambiado de hogar
por arte de magia. Era imposible
saber qué pasó. ¿Estoy condenada a habitar siempre
la misma casa, donde quiera que vaya? ¿Es este mi
castigo
por no dejar ir mi casa? Cuando abrió la puerta
de su nueva
morada vio que la calle estaba
completamente
vacía y sus ojos se nublaron
haciendo que el
mundo entero a veces desapareciera.
Cuando se volvió
para hablar con Facundo,
ya no estaba. Los
muebles oscilaban entre lo visible
y lo invisible, y
Dorothea no tenía a nadie
con quien hablar
sobre la moraleja de la historia.
EL
ORO IMAGINARIO DE AURORA LEONARDOS
La
inmensa cordillera acogió las lágrimas de Dios.
Aurora
Leonardos solía decir que el hombre
había
creado a Dios para llorar por sus errores.
Las
montañas han sobrevivido a todas las vertiginosas
leyendas
de angustia. Era necesario saltar desde
el
más alto de todos los picos. Inventar la altura precisa
para
los saltos que revelen la esencia del ser.
La
joven Aurora fotografió las colinas de la miseria
humana.
Sus ojos eran una súplica por fábulas
del
inconsciente. La vida imaginada por Dios
siempre
fue sacudida por nubes azotadas por el viento.
Las
ciudades de abajo fueron recortadas como
un
triunfo de espejismos. Los hombres olvidaron
hace
mucho tiempo el texto original de este teatro
y
repiten las frustrantes frases de la usura.
Aurora
Leonardos se negó a crear una nueva
disciplina
del error. Aceptó todos los riesgos
de
un mundo sin Dios. No se sabe con certeza
si
saltó desde lo alto de la cordillera
o
si todavía vive allí con un fuego siempre
encendido
en medio de esas lágrimas petrificadas.
LAS
MUJERES PÁNICAS DE NATALIA CIRLOT
Si
todas muriéramos ahora, yo dejaría que la luna
negra
hiciera resonar sus hechizos. Las noches baten
las
manos como si fueran la implosión de las trincheras
del
insomnio. Una cuadrilla de pájaros atados
a
sus muñecas como un pañuelo y cada una de nosotras
esconde
un breve secreto que no da cuenta de todas
las
muertes. Los ojos cautivos del vacío tienen
un
sabor atormentado como trapos de un amor
que
ha hecho que todos los espíritus detenidos
sacrificaron
sus vuelos. A bordo sólo una bandada
de
pisos ensangrentados. Maldades escritas al revés.
Los
cuerpos sin vida que perdieron la rotación
del
inconsciente. Un ataque de escobas arrojadas
al
fuego. Natalia Cirlot nunca supo llegar más lejos.
Si
tuviéramos que tatuarnos el pasado en las glándulas
que
nos obligan a mejorar la agotada mecánica
de
la angustia, de un plumazo dejaríamos
nuestras
sombras a cargo del suntuoso relato
de
tantos crímenes. Pero ninguna de nosotras
había
podido dormir durante mucho tiempo.
Nuestras
lenguas calcinadas estrangulaban
las
frases que buscaban un desgarro en las paredes
para
escapar. ¡Oh, luz que rasga las cicatrices
de
estos sueños imposibles! ¡Oh, hojas
de imágenes que transpiran como un desorden
atrapado en el abismo! Si todas muriéramos ahora,
Natalia Cirlot al menos habría dejado una
nota
declarando
que la noche no es una amenaza.
EL TESORO DE WARDA MUFARREH
Muchas noches
quedaron escondidas
bajo la fría
alfombra nocturna del desierto,
quizás como
evidencia de la imperfección
del tiempo, o
incluso como refugio
de distancias que
durante el día
no se podían
alcanzar. Los primeros
poemas escritos por
Warda Mufarreh
fueron como una
ofrenda a esas noches
y sus espejos de
espaldas al sol.
El enigma de sus
versos pintaba
rostros con sus
partes intercambiadas.
Mujeres con ojos por
oídos,
bocas y narices divirtiéndose
cambiando de tarea,
frentes mezcladas
con cuellos. Sus
poemas presentaban
un mundo en el que
todo estaba
dispuesto a ser otra
cosa. El coraje
que demanda la
metamorfosis
es como una llave
fragmentada
cuyas partes están
ocultas
por todo el mundo. Warda
colocó
en sus versos las
piezas esparcidas
de esa llave. Una
metáfora podría
convertir una vasija
tosca en un lago
con la piedra
líquida de la lluvia.
Figuras saltaron de
las chimeneas
de las casas
invisibles que parecían
espejismos. Cuando
ella escribió
su primer libro, le
había enseñado
a atravesar la
inmensidad nocturna
del desierto. Como
un alma empeñada
en multiplicarse
donde quiera que fuera.
ALBERTINA
LUMMI Y SU AUTOBIOGRAFÍA ABANDONADA
El
gran espejo de la habitación describe
una
alegoría desconcertante. Las imágenes
tenían
miedo de pegarse a la curva de la mirada.
Dos
pares de brazos levantados descendieron
repentinamente
hasta sus caderas, desde donde
pudieron
vislumbrar las piernas entrelazadas
de
las dos mujeres. Quizás era solo una mujer
y
su reflejo. El frenesí mesurado con el que
aquellas
figuras en movimiento daban
la
impresión de que la habitación se inclinaba
sobre
sí misma, cuestionando las formas
que
relucían. Los sutiles y escasos vestidos
parecían
volar como pájaros nocturnos
en
la inquietud del aire. Una belleza
que
se rehace constantemente y un enigma
que
se prepara para el impacto de sus llaves.
Quizás
fueron dos amantes desbordando
sus
volúmenes figurativos. El espejo sabía
mucho
más que esos cuerpos impregnados
de
lujuria y humor que confunden el esplendor
de
escenas inagotables. Los pezones alzados
dejaron
una avalancha de secretos a los ojos
codiciosos.
Los vientres como dos rocas
pegadas
entre sí compartiendo el mismo
lecho
de un gran río. El cuerpo de cada una
de
esas mujeres era su propio reflejo.
Nada
importaba que ellos fueran uno solo
y
que su nombre fuera Albertina Lummi.
LA
MENTIRA INCREÍBLE DE MASUMO KEMKO
Cuando abrimos las puertas de las últimas moradas
ya era imposible confirmar la mentira de los dioses. Estábamos a
muy poca distancia del abismo
que reinaba como un monstruo en la basura.
Erige su cabeza anómala el pastor de los despojos,
una tumba de rocas dominada por el cambio de sombras. Cuando me
acerco a su ilusión, sus dedos tocan
las enigmáticas arenas de mis ruinas, la civilización
perdida mientras el mercurio grababa las distorsiones
de lo que jamás fue posible regresar a la semejanza.
Metales destinados a la muerte, mujeres excavadas,
los diámetros tenebrosos profundamente penetrados,
nuestros cuerpos, fracasos
dedicados a la ciencia.
Masumo Kemko soñaba con la sanación de su isla.
La gran pirámide industrial que succionaba el eco
de la vida, las generaciones hechas pedazos,
el cementerio de las tradiciones destrozadas,
once mil invasiones de ácidos y arquetipos envenenados.
Ella sabía que nada quedaría de este lodo de repeticiones.
Sus hermanas, con sus nombres ocultos, el centro
de sus voces soñando con aguas limpias. Nada quedará,
sus hijos comiendo misterios, el idioma quemado.
Solamente ella, nadie más, parecía durar para siempre.
LIANA
STEPANOVIC Y ALGUNOS POEMAS AUTOMÁTICOS
Los
retratos bailan a lo largo del delgado pasillo
que
conecta una casa con otra. Es probable
que
todos secreten simulacros en medio de tantas
sonrisas
ocultas. Las imágenes muestran un grado
de
excitación incalculable. Hay un doble cuerpo
que
formula asociaciones que convierten escenas
en
recuerdos parciales de catástrofes. El corredor
es
un río que ignora los ruegos del mar. Los miembros
agitados
de Liana Stepanovic encubren los motivos
y
las sospechas de una rectitud distorsionada.
Ella
actúa en ambas casas como camorrista
para
los ataques febriles. Los retratos se aventuran
en
la sangre de todas las mujeres. Los perfiles
son
como piezas de una paradoja. La escritura
automática
impresiona a los espíritus en su acto
extremo.
Liana acorralada por los espasmos terribles
de
un acto sexual. Nada se compara con la actitud
evasiva
de sus antojos. La conducción del río es
una
asociación con el azar. Las miradas preguntan
cuáles
son los retratos que mejor representan
el
poder de la seducción. Mientras el deseo carnal
cuenta
sus cuerpos agotados, Liana Stepanovic
revela
la negra sensibilidad de su muñeca.
Algunos
poemas no son más que una gavilla
de
las contradicciones de quienes los escribieron.
PALÍNDROMOS DE CONSTANZA
GOUJON
Cuando desciende
la oscuridad y la muerte
no sabe a quién
llamar. Cuando los tesoros
salen a la calle
sin que nadie pueda encontrarlos.
Cuando las flores
del desierto de lo oculto
se enfrentan a
sus miedos más inescrupulosos.
Un pequeño portal
se funde con la realidad,
con los terribles
créditos de inexactitud.
Un misterio se
desvanece con sus serpientes líquidas.
El azar
transcribe sus palíndromos. Las oraciones
desgarrando la
carne en un doble sentido.
Todo el que llora
descifra con sus lágrimas
los secretos
relatos de la risa. Este era el drama
insípido de
Constance Goujon, en su descarada
defensa de hechos
inexistentes. Parecía imposible
convencerla de
que el tiempo tiene una dirección
perversa. Cuando
las impresiones de la imprudencia
deletrean las
venas de sus instalaciones.
Cuando el
inventario del silencio argumenta
a favor de los
sentidos gastados. Cuando
las ciudades se
revuelcan en mares falaces.
Cuando todos
somos prisioneros de un gran cuadro.
La obra de arte
solitaria surgida de las conquistas
más violentas.
Este fue el momento preciso
en que Constance
exhortó a las últimas gemas
de la razón y
gritó a todo pulmón que su ofensiva
labor debía
continuar. Cuando la vida no es más
que una colección
dispersa de hechos explosivos.
RAFAELA
KOSHA Y LA GRAN OBRA DE LOS TOBILLOS
Una
mujer tendida sobre cojines.
La
sombra se separa del cuerpo.
Las
piernas ligeramente separadas
presagian
un intervalo entre
la comprensión de la escena
y una nueva combinación de signos.
Rafaela Kosha nombró nuevamente
los talismanes que se encuentran
en cada obra y su fantasía. Su movimiento
era
análogo al olvido. Quizás la mujer
fue
un preludio de la imaginación.
Pechos
y tobillos, nuca e interior
de
los muslos, luces genitales
al
alcance de la mano: ¿esta
vorágine
erótica pertenecía
a
la mujer o a su sombra?
El
tiempo alternaba la energía
de
sus espirales. Una voz parecía
venir
de lejos y traía una caja
con
nuevas posiciones para
distribuir
por toda la escena.
Rafaela
disfrutó de las vibraciones
cósmicas.
Una sucesión mística
de
agujas silenciosas fluyó de su boca.
La
sombra fue el triunfo vibratorio
de
esa pequeña muerte. Una mujer
que
se libera de la materia hasta
el
descubrimiento de una
próxima
fuente de atracción.
EL
ENCANTADOR PERFUME DESCUBIERTO POR GERALDINE KIRBY
Geraldine
Kirby se masajeó la vagina y salivó
cuando
sintió el acercamiento imaginario
de
su amante. Sus manos estimularon
los
subterráneos de esa inmensidad dispuesta
a
absorber toda la energía del mundo.
Los
enigmáticos fluidos en sus articulaciones.
La
catedral estaba arrodillada ante su cuerpo.
Arquitectura
de gangas inusuales. ¿Cuántas
veces
deletreó la calidez expansiva de su elixir
interior?
Su pensamiento brindó por las arrebatadas
fuerzas
del deseo. La creación requiere un estado
de
latencia permanente. La libertad de vaciarse
hasta
ser invadido por una convulsión vigilante.
Geraldine
Kirby llevaba mucho tiempo
haciendo
el amor con una criatura invisible.
Quizás
el recuerdo en sí. Quizás el falso
testimonio
de una realidad paralela. Los espíritus
lujuriosos
cubrieron la creencia en el parecido
como
una tierna confesión de íncubos
distantes.
Le dio a cada uno
de
sus dedos la oportunidad de convertirse
en
un demonio. E hizo que las noches
bebieran
la leche de sus ansias de violación.
EL
MANUSCRITO OLVIDADO DE PRISCILLA AKBAR
No
saldré de esta sala hasta que se hayan
leído
todos los manuscritos. Tendré la fuerza
para
identificar las trampas que se me han puesto.
Las
confesiones sospechosas, la violencia
de
los interrogatorios, las páginas rasgadas,
tendré
que descifrar el alfabeto de los huecos,
memorizar
las vestimentas de los fantasmas,
evitar
los vaivenes de la ley. No fui hecha
para
la plataforma de los artificios. La fe
no
está escrita con sangre. Amar no requiere
sacrificio.
No tengo que demostrar mi inocencia.
La verdad me hace perder el tiempo. Ella no está
interesada en lo que tengo que revelar.
¿Cuántas hace que ella no me mira a los ojos?
Le dije que tengo miles de nombres,
que mi sufrimiento está ramificado por todas
las mujeres y, sin embargo, nadie
me
ha dicho nunca por qué estoy prisionera.
No
puedo ser testigo de lo que no ha sucedido.
El
frío es insoportable. No quiero comer
esta
harina húmeda. Mi piel se agrieta.
Si
algún día alguien me encuentra, ya no sabré
quién
soy. Si alguien realmente puede probar
mi
culpa, el mundo ya no será un buen hogar.
EL LEGADO ARBITRARIO DE ROSA
CORREY
Cuando me
despierto, justo cuando abro los ojos,
te veo pasar del
sueño a la vigilia. Quizás no seas
más que destellos
de mi deseo desgarrado,
fragmentos de
esas sombras que van y vienen
sin que sepamos
nunca lo que quieren. Tu silencio
me sorprende, que
no me pidas nada ni que estés ahí
para perseguirme.
A medida que su aparición
se vuelve
frecuente en mis mañanas, me doy cuenta
de que la escena
no es más que una melancolía gastada.
Un cierto vacío
se esparce, como la sed de un milagro
arrastrándose por
la casa. No creo que haya solución
para esta visita
diaria. Al mismo tiempo,
el prodigio de su
paso de un mundo a otro
no revela
ansiedad ni deseo de comunicación.
Entonces, ¿qué
estás haciendo en mi vida?
¿O me estoy
volviendo loco y tú no eres nadie?
Con el tiempo
intento inventar un nombre
y motivos para tu
presencia. Tu imagen se presenta
ahora como la
crónica inefable de los lugares
prohibidos. Y te
siento dentro de mi ser
y dispuesta a
descender conmigo
hasta la
clandestinidad de mis suspiros.
Hay momentos en
nuestro caminar
en los que juro
escuchar tu voz, como un fantasma
que ha soplado su
propio nombre en mi oído,
y las manchas
incontroladas de esa visión
se fijaron en mi
mente, recortando la memoria
como un collage
de designios. Pienso entonces
cómo los mitos
son precarios y, sin embargo,
atormentan la
vida de quienes no saben cómo frenar
sus anhelos. Es
posible que un día yo mismo muera
en tus brazos, y
luego seré yo quien pase de la vigilia
al sueño, en el
instante en que cierres los ojos para dormir.
EL
TIEMPO SINIESTRO DE EMBY LANAUTO
El
laberinto presiona la desnudez de sus ermitaños.
La
multitud secuestrada de cortesanas encargadas
de
los placeres contratados. Las rameras atribuyen
sus
poderes a los conjuros de la carne, los polvos
sangrientos
de sus víctimas golpeadas y la caída
de
los ladrillos del alma, el suplicio provenzal, los
titulares
del reino mantenidos en el calabozo a pan
y
agua. Obscura violación de los derechos ilegales.
Cirujanos
que se enriquecieron cambiando el rostro
de tantas sombras, purgando vicios con venenos
De hierro y fuego, devotos deformando los reflejos
de los creyentes en la mofa de Dios y su diablo.
Con ella, Emby Lanauto, teólogos y mercaderes
descifraban angustias y miedos en confesiones
siempre que estaban a su lado, desnudos todos,
bañados en el sudor viscoso de las tentaciones.
Ella con sus armas de golpes invisibles, la punta
de la lengua y el negro licor de lágrimas deseadas.
El dolor se oculta como un tesoro a contar los días
para ser descubierto y la persecución de ciudades
en las horas de sus crímenes fatales, las madres
heridas, traicionadas, olvidadas en las ciénagas.
El cuerpo un día desea deshacerse de sus ventanas
y las navajas elegidas son la evidencia de la soledad
del laberinto. La misma residencia donde Emby
Lanauto, incógnita como el
aguafuerte del caos,
aguarda
que los ermitaños se ahoguen en su baba.
KATALIN
DEL BOSQUE
El
diablo es una cabra y confunde
a
las tejedoras del bosque. ¿Quién cree
que
estas chicas son capaces de brujería?
¿Gracias
a quién nos han quemado vivas
tantas
veces? Los molinos de viento
cantan
una canción aterradora
en
las noches con luna llena. Las runas
están
pintadas en la memoria para
que
no amanezca el día. Katalin confesó
que
no amamos sino la noche.
Nadie
ha visto nunca los cascos
del
demonio y el dominio de sus voces
alteradas.
Katalin voló más alto
con
sus manos imitando a un águila
y desde arriba vio cosas que nunca
sucedieron. Los cuerpos silenciados,
la carne traicionada, los huesos rotos.
Las alas crecieron mucho y muy rápido
Katalin comenzó a perder los pies,
los
pechos, los ojos. Solo la lengua
volaba
y cantaba y gritaba y no sabía
a
quién más engañar. A partir
de
entonces, la cabra ya no quiso
confundir
a las tejedoras que
aún no habían sido quemadas.
Katalin huyó del bosque.
Los días perdieron sus noches.
EL
PECADO ORIGINAL DE LA GIGANTA RADZIRA
Las
botellas encontradas en la playa parecían
reflejar
las almas de los muertos. Esto es
lo
que todos querían creer. Los gatos afirmaron
que
las migraciones eran una forma de protegerse
de
la inundación y otras oraciones ciegas.
Las
tiendas del sol albergaban a mensajeros
de
otro mundo. Como gemas fertilizadas
dentro
de símbolos. Una rosa equilibra
las
fuerzas de la perversión. Las tumbas protegen
a
una fauna misteriosa de ser aplastada por la deidad.
El
girasol teje sus glandes en nombre de la abundancia.
La
gigantona Radzira masticaba a los gnomos
mientras
el universo se retorcía en su médula.
Los
cielos son negros-negros, con la garganta abierta,
sorbiendo
la grasa de los sueños. Los ríos
de
mantequilla describen una nueva saga donde
las
calles se tensan por las injustas dosis
de
sus castigos. Lo grande torció los verbos.
Lo
pequeño fue arrojado de la corona con un grito.
Radzira
estaba atravesando esa terrible experiencia,
el
brillante recipiente del conflicto, la persistencia
del
mal. Quizás algún día dejaría de ser un gigante.
Quizás
una alegoría supo explorar su cuerpo estirado.
Mientras
tanto, mantuvo algunos gnomos
debajo
de los juncos en el pantano,
para
que el hambre no la atormentara más.
LECCIONES
IMPACTANTES DE VICTORIA RAMOS
Una
piedra me duele por dentro. Vine aquí
para
persuadir al abismo de que volviera a vivir
conmigo.
La soledad es una mujer intransigente.
Nunca
tiene que ver con mazmorras o la inmovilidad
de
los desiertos. Cuando se da cuenta de que puede
hacernos
daño, es como una enfermedad
que
seduce al sol. Hay una justicia inconfundible
que
opera en el subsuelo de la moral. No nace
evocada
por brujas ni asistida por falsificadores.
El
primer cable recluta a sus fantasmas. Los dolores
solitarios
abandonan sus cuevas para atravesar
los
circuitos de la carne. Todo parece un simulacro
y
así los dioses preparan sus condolencias.
Cuando
los caballos extravagantes se reconocieron
en
la vegetación móvil, se pudo escuchar los vicios
preparando
las balsas para la gran travesía.
Los
centenarios eran una raza difunta que
lamentaba
constantemente las frases truncadas
de
los evangelios. Un orfanato místico difuminó
el
horizonte. Ya no había forma de salir de allí,
de
su pasto de opresión. Las virtudes eran vidrios
borrosos
que confundían los cantos de nostalgia
y
abandono. Una procesión indescifrable
no
dejó descansar a nadie. La tragedia
no
acepta consejos ni ventajas. La última imagen
de
la inocencia es una piedra encadenada al fondo
del
abismo. Me quedo haciendo mi ronda febril sola.
NADIA ANJUMAN Y LA COPA DE
LAS TORMENTAS
La historia es sorda y no escucha los
gemidos humanos.
Pero la historia no existe lejos de los
hombres, así que
sordos somos nosotros todos. Lo que
deseamos recordar
es una realidad que dibuja otros signos de
lo vivido.
Las voces muy penosas que hablan con sus
dolores anunciados
no reconocen las lenguas cortadas, los
velos sangrados,
los cuerpos que imploran protección por
las calles.
Las voces de la historia son un castillo
en que los hombres
ocultan la vida sin que ella pueda decir
en que
se ha convertido. Nadia Anjuman fue
deshonrada
entre las paredes de ese castillo, con su
fuego sentenciado
a las quemaduras del silencio. La historia
ha perdido
la sentencia flamante de la libertad.
Ahora está cerrada
la cocina mágica de sus prodigios, como
las montañas
por donde paseaba con sus sueños. Nadia y
las piedras
de la vastedad de sus pensamientos.
Muerta, su silencio
nos dice que la historia es cantada por
hombres sordos.
LA
NUEVA MORADA DE JULIANA DI SALIETRI
Los
nombres son recordados como hojas desangradas
o
piedras desgarradas de las manos del tiempo.
Un
abecedario quemante en la memoria con sus letras
invadidas
por la vida violentada de cada una de ellas.
Las
sombras en su desmayo orquestal y los pasos
que perdieron el color de la piel del misterio.
Noches sufridas en cada nombre. Luces deshechas
por la agonía del recuerdo. Las ciudades robadas
en el tembloroso corazón de sus ruinas. Una de ellas
acostumbrada a decir que el polvo trae en su pecho
los nuevos habitantes de los sitios por donde pasan.
Los nombres conocían distintos apodos, casi siempre
temporales alimentando el orgullo de la muerte.
Fue así que un día Juliana di Salietri llegó
a su pecado original, contorneando los rayos
como serpientes charlatanas en el árbol de la vida.
Descubrió como decirles: Ahora morirán todas.
Como brazos y piernas de un mito alucinado
Juliana inventó los nombres que resucitarán.
Los
goces y los credos de su deseada civilización.
UNA
REENCARNACIÓN PARA SARAH JANIAK
Su alma era un transmisor de incierta frecuencia.
¿Cuántas horas debemos pasar juntos, hasta la caída
de su consciencia provisoria? Las emisiones fálicas
y el filamento de sus armónicas transferencias,
susceptibles a las formas, al modo como el universo
entra en cada una de nosotras, como los ciclos duplos
improvisan su génesis y el código genético del horror.
A través de la analogía revelamos nuestra personalidad.
Los guerreros sangran por sus mujeres, y los reyes
niegan que la verdad sea condicional. Un apocalipsis
en descomposición es suficiente para perturbar
los efectos del caos. Ya no es irrevocable el orden
secreto de la naturaleza humana. Como animales
que migran para el interior de sus huesos. Como
objetos que contestan sus sombras invertidas, Sarah
Janiak desfigura los proverbios, y los hace temblar
como la consecuencia eléctrica de sus miedos.
Una noche dormimos en su cuerpo, soplando lunas,
revolviendo las cicatrices de los privilegios heredados.
Las selvas estudian las protecciones intransigentes.
La muerte percibe que es demasiado tarde para ella,
y cada una de nosotras despertó en otro sitio.
LA REALIDAD DE LOS SUEÑOS DE
CLARA VALENCE
Mis hijos algún
día serán mayores que yo.
Con la confianza
de una amistad que supera
las arrugas del
tiempo y las casas azotadas
por el viento
donde nos refugiamos de los males
terrenales. Por
mucho que las ruinas humanas
escriban los
subterfugios de su atormentada
historia, mis
hijos algún día cuidarán
del oro macizo de
nuestras leyendas.
Las aterradoras
bestias morirán una a una,
renaciendo con
sus fantásticos bustos
y sus infelices
castillos. Los dioses se esconden
detrás de la
fortuna de su imperio de orgullo
y crueldad. Las
vírgenes del reino describen
sus ditirambos
amenazados y lloran
mientras esperan
que el agua se caliente.
Antes de que el
mundo de cada una de ellas
se evapore y se
lleve los restos de sus famosas
almas, mis hijos
recogen en vasijas mágicas
los hechizos que
convierten el sueño
de cada noche en
días sutiles. Las sombras
que desaparecen
trazan un camino que pocos
saben seguir. Las
antorchas llameantes
de la inquietud
surcan los vientos
como bailarinas
que van en busca de suerte
en otras fuentes
de vértigo. Mis hijos
pasan junto a mí
con sus planes encantados.
Ahora estoy en sus
brazos, cada vez más joven,
como la madre que
siempre quise ser.
LA
CURIOSIDAD DE LA LENGUA DE YUE MEIFENG
Hay que hacer maravillas con los fracasos,
me dijo
Yue
Meifeng mientras saqueábamos la abadía
de
nuestros cuerpos, viejas ruinas de la carne
y
los secretos de la sangre. Nada tendría más
efecto
que el vino de sus palabras: la riqueza
de la vida está en los refugios de las ilusiones.
El
cerro escarlata, las cajas de pedrerías,
la
marea alta de sus excavaciones, todo, sí,
como
una impropia inquietud y los días
que
no hacen parte del calendario. Entre
lozas
y candelabros soplaba la mar tranquila
de
su nombre en mis ojos, precioso regreso
de cosas que jamás pensé que fueran mías. Yue,
mi
pequeña, en mis brazos, confidenciando
el
relicario de sus locuras, entre orgasmos
y
lágrimas, Los grandes amores entierran
sus privilegios temiendo la eternidad,
me lo dijo
y
sonrió, quizás no queriendo que le creyera.
EN NOMBRE DE KAYENA GOVIRA
Cuando ella
comenzó a contar los sellos
de los misterios
que custodiaban su destino,
descubrió que
algunos sueños estaban
escritos en
lenguas desconocidas.
Los fantasmas
sonrieron en los estrechos
confines de su
bullicio. Los libros fueron cosidos
con hilo de lana
de ovejas. Había un presentimiento
inusual detrás de
cada palabra, como el anuncio
de alguna
creencia desterrada.
Alucinaciones que
a veces surgían
de sus lecturas
estaban impregnadas
de dramas
inverosímiles. ¿Quién podía
creer que algún
día sus aldeas serían destruidas?
Los fuegos
florecieron por todas partes,
y en poco tiempo
ellas fueron llevadas a un rincón
olvidado de la
historia. La razón permanece
oscura en su
tragedia. Los pasos que se retiraron
dejaron en su
lugar una simbología indescifrable.
Algunos de esos
sellos fueron grabados
en doloroso
silencio. ¿Quién podría predecir
la secuencia de
muertes de nuestra gente?
Kayena Govira
empezó a preparar su relato
con una reflexión
angustiada: Nadie me pidió
que fuera mujer. Las noches gemían en las páginas.
El cielo estaba
escrito a mano en la piel.
¿Cuántas fueron
las figuras que huyeron del fuego?
¿Cuántas agonías
se describieron en esos meses?
La fabulosa
belleza de la mujer irradiaba
las claves que
todas deberíamos seguir.
Kayena, Kayena,
la diosa amiga que dejamos atrás
para contar
nuestra historia. La mujer
que siempre busca la unión de nuestros pueblos.
SAVYA BARRAULT PONIÉNDOSE SUS ZAPATOS
Las
palabras del ahorcado eran más que un juego.
Las
arenas desconfiadas del semen encontrado
en
la quilla de los barcos, la marea perforada
y
el número indivisible por otros. ¿Por donde
pasan
los siglos sin que el polvo sea consumido?
¿Desde
cuándo negocia la clemencia los estragos
de
sus islas sumergidas? Los diamantes eligen
mujeres
y hoteles de sus malas costumbres.
Una
de nosotras se llama Savya Barrault, la otra
hace
mucho olvidó sus quejas y camina por
la
playa en las noches de borrasca. Su enigma
reposa
como un mensaje cifrado en el mar
de
las botellas extraviadas. Las letras moteadas
del
ahorcado negaban los planes de ese juego
de
dejar el monstruo narrar la historia humana.
Nadie
sale de este ensueño de encriptaciones
sin
haber probado que lleva una iglesia enterrada
en
el subterráneo del alma. Un lugar que sea
el
escondite del ahorcado y su juego macabro.
LA CALIDEZ CON QUE AMO
CASSANDRA ROUX
Hay un privilegio
ritual en los besos de esa mujer.
Como si
estuviéramos bañadas en las cascadas
de Wang Wei. Como
si las entradas descritas
en su dulce
lengua fueran el signo de un nuevo ascenso.
Como la luz
vertiginosa que transcribe su espíritu
en mi cuerpo. Como
la posible analogía de mil dinastías.
Como la vida
armoniosa de mi deseo.
Como una oración
para que ella nunca me abandone.
Como una pipa
sagrada que aspira en el aire
con su humo el
encuentro de nuestros sexos.
Hay un privilegio
ritual en los besos de Cassandra
Roux que me
convierte en la más afortunada de las amantes.
LA SUFRIDA CONJETURA DE LOS
NOMBRES OLVIDADOS
Me arrancaron las
lágrimas antes
de que la piedad
me llevara al oído
los efectos de su
borrachera.
Las ordalías
rasguean sus rosarios
como si la culpa
fuera la única
traición
concedida. Los dolores
estaban escritos
en el interior
de las almohadas
distribuidas
a todas las
mujeres. Los dolores
y una pequeña
suma de oro,
valor suficiente
–según los dueños
de cada posada–
para que se conviertan
en estatuas
durante el orgasmo.
La revuelta
siempre fue contenida
con carne seca y
cuentas poco brillantes.
Sus espaldas
estaban protegidas
para que siempre
permanecieran
tersas como un
tesoro intocable.
Los pasajes de
memoria subrayados
le dieron a mi
conciencia la noción
exacta del
abandono al que estábamos
sometidas.
Ninguna guerra podría
librarnos de los
intérpretes de nuestra
agonía. Nuestras
confesiones nunca
fueron
escuchadas. Nuestros martirios
jamás fueron
recordados. Rara vez
se pierde una lágrima
en el duro suelo
de los
dormitorios, pero me temo
que allí no
crecerá ningún árbol.
Ya ni siquiera
recuerdo mi nombre.
LA
NATURALEZA MUERTA DE TAHUANE KAZAYA
Los
cuerpos revirados en su inmovilidad escultórica
como si fueran las raíces contraídas de la histeria.
Los
nombres-muertos grabados en la piel. Las manos
asociadas
con las ramas secas de un árbol extinto.
Tenían
los ojos desgastados por el horizonte perdido.
Ellas
y sus secretos improbables, las mujeres de Tahuane
Kazaya,
representadas por el pretexto concéntrico
de
los abrazos, una acuarela roja, sepia, marrón,
con
la carne mostrando el agotamiento de la imagen.
Tal
vez así es como funcionaba su mundo
con
la frecuencia cambiada dentro de la mirada.
Los
cuerpos sin la vergüenza de un delito común,
la
asimetría excesiva de los impulsos del yo
y
el tronco encorvado con cicatrices. Quizás así
fue
como imaginó la descripción de su oscuridad.
El
miedo ardiente a las visiones fugaces, las viejas
conciencias
que todavía rondaban los nuevos amores,
las
dramáticas ruinas de sus terribles sueños.
Un teatro de fuego, una visión de sangre, para
Tahuane Kazaya el mundo aceptara haber
llegado al punto fulminante del fracaso.
Era necesario
construir
una imagen delirante del final, para que
los
reflejos ya no fueran fruto de los miedos sexuales
de
un destino obligado. Cuando los cuerpos
contorsionados
comenzaron a hablar, sus cicatrices
y
curvas imprevistas provocaron incendios forestales.
La
paciencia tiene un punto barroco que revela
la
mística fundamental de este bodegón salvaje,
transfiguración
contemplativa que permite
que
el éxtasis renueve sus tramas agitadas. Ella sabe
que
en nombre de su terca paciencia debe seguir
lloviendo
lentamente sobre la intensidad
de
sus gestos recortados. Si un día su corazón
deja
de latir, finalmente ella será una mujer alterada,
como
la aparición de un momento de éxtasis
que
de alguna manera explica los motivos
de
la muerte evocada, el momento en que su vida
presta
al arte los más puros delirios eróticos.
NADIE SEPARA EL BIEN DEL MAL
Dos noches por
cada una de las recompensas del espejo.
El vértigo en
espiral de sus imágenes es como espejismos
manifestados en
cada deseo. Lo que vemos también
resucita nuestros
miedos. Los rostros invertidos
o desfigurados de
los personajes en los que nos escondemos.
El espejo es en
ocasiones una evocación de obstáculos
que impiden la
llegada de nuestra imagen real.
Por eso le digo,
cada dos noches, un nombre diferente,
para que yo misma
nunca sepa la mujer que soy.
Cada dos noches
dejo un altar de madera
para ir a una
roca bañada por el mar. Cuando
comienza a
confundirme con sus perfiles, mastico
una amapola de
ensueño y evoluciono como los tres
pilares de un
reino lejano. Los sueños son
la imposibilidad
de una rutina. Mil noches sueño
con abrir la
misma puerta y, sin embargo,
nunca he conocido
a la misma mujer adentro.
Los sueños son el
río de Heráclito que los miedos
no soportan. La
llave del abismo. Alfa y Omega.
∞
A GRANDE OBRA DA CARNE
A poesia de Floriano Martins
1991 Cinzas do sol
1991 Sábias areias
1994 Tumultúmulos
1998 Autorretrato
2003-2017 Floração de centelhas [com Beatriz Bajo]
2004 Antes da queda
2004 Lusbet & o olho do abismo abundante
2004 Prodígio das tintas
2004-2015 Estudos de pele
2004-2017 Mecânica do abismo
2005 A queda
2005 Extravio de noites
2006 A noite em tua pele impressa
2006 Duas mentiras
2006-2007 Autobiografia de um truque
2007 Teatro impossível
2008 Sobras de Deus
2008 Blacktown Hospital Bed 23
2009-2010 Efígies suspeitas
2010 Joias do abismo
2010-2011 Antes que a árvore se feche
2012 O livro invisível de William Burroughs
2012-2014 Em silêncio [com Viviane de Santana Paulo]
2013 Anatomia suspeita da realidade
2013 My favorite things [com Manuel Iris]
2013 Sonho de uma última paixão
2013-2015 Breviário dos animais fabulosos fugidos da memória
2014 Mobília de disfarces
2014 O sol e as sombras
2014-2015 Reflexões sobre o inverossímil
2015 Enigmas circulares
2015 Improviso para dois pianos [com Farah Hallal]
2016 Cine Azteka [com Zuca Sardan]
2016 Circo Cyclame [com Zuca Sardan]
2016 Trem Carthago [com Zuca Sardan]
2016 A vida acidental de Aurora Leonardos
2016 Altares do caos
2016-2017 Convulsiva taça dos desejos [com Leila Ferraz]
2016-2017 Obra prima da confusão entre dois mundos
2017 O livro desmedido de William Blake
2017 Antigas formas do abandono
2017 Manuscrito das obsessões inexatas
2017-2020 A volta da baleia Beluxa [com Zuca Sardan]
2017-2022 Nenhuma voz cabe no silêncio de outra
2018 Atlas revirado
2018 Tabula rasa
2018 Vestígios deleitosos do azar
2021 Las mujeres desaparecidas
2021 Museu do visionário [com Berta Lucía Estrada]
2021 Naufrágios do tempo [com Berta Lucía Estrada]
2022 As sombras suspensas [com Berta Lucía Estrada]
2022 Las resurrecciones íntimas [com Berta Lucía Estrada]
2023 Huesos de los presságios [con Fernando Cuartas Acosta]
2023 Inventário da pintura de uma época
2023 Letras del fuego [con Susana Wald]
2023 Primeiro verão longe de casa
∞
1991-2023 Mesa crítica [Prefácios, posfácios, orelhas]
2013-2017 Manuscritos
∞
Poeta, tradutor, ensaísta, artista plástico, dramaturgo, FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957) é conhecido por haver criado, em 1999, a Agulha Revista de Cultura, veículo pioneiro de circulação pela Internet e dedicado à difusão de estudos críticos sobre arte e cultura. Ao longo de 23 anos de ininterrupta atividade editorial, a revista ampliou seu espectro, assimilando uma editora, a ARC Edições e alguns projetos paralelos, de que são exemplo “Conexão Hispânica” e “Atlas Lírico da América Hispânica”, este último uma parceria com a revista brasileira Acrobata. O trabalho de Floriano também se estende pela pesquisa, em especial o estudo da tradição lírica hispano-americana e o Surrealismo, temas sobre os quais tem alguns livros publicados. Como artista plástico, desde a descoberta da colagem vem desenvolvendo, com singular maestria, experiências que mesclam a fotografia digital, o vídeo, a colagem, a ensamblagem e outros recursos. Como ele próprio afirma, o magma de toda essa efervescência criativa se localiza na poesia, na escritura de poemas, na experiência com o verso, inclusive a prosa poética, da qual é um dos grandes cultores. A grande obra da carne – título emprestado de um de seus livros, é uma biblioteca desenvolvida como espaço paralelo dentro da Agulha Revista de Cultura, a partir de uma ideia do próprio Floriano Martins, de modo a propiciar acesso gratuito a toda a sua produção poética.
∞
OBRA POÉTICA PUBLICADA
Cinzas do sol. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1991.
Sábias areias. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1991.
Tumultúmulos. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1994.
Ashes of the sun. Translated by Margaret Jull Costa. The myth of the world. Vol. 2. The Dedalus Book of Surrealism. London: Dedalus Ltd., 1994.
Alma em chamas. Fortaleza: Letra & Música, 1998.
Cenizas del sol [con Edgar Zúñiga]. San José, Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2001.
Extravio de noites. Caxias do Sul: Poetas de Orpheu, 2001.
Estudos de pele. Rio de Janeiro: Lamparina, 2004.
Tres estudios para un amor loco. Trad. Marta Spagnuolo. México: Alforja Arte y Literatura A.C., 2006.
La noche impresa en tu piel. Trad. Marta Spagnuolo. Caracas: Taller Editorial El Pez Soluble, 2006.
Duas mentiras. São Paulo: Edições Projeto Dulcinéia Catadora, 2008.
Sobras de Deus. Santa Catarina: Edições Nephelibata, 2008.
Teatro imposible. Trad. Marta Spagnuolo. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2008.
A alma desfeita em corpo. Lisboa: Apenas Livros, 2009.
Fuego en las cartas. Trad. Blanca Luz Pulido. Huelva, España: Ayuntamiento de Punta Umbría, Colección Palabra Ibérica, 2009.
Autobiografia de um truque. São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2010.
Delante del fuego. Selección y traducción de Benjamín Valdivia. Guanajuato, México: Azafrán y Cinabrio Ediciones, 2010.
Abismanto [com Viviane de Santana Paulo]. Natal: Sol Negro Edições, 2012.
O livro invisível de William Burroughs. Natal: Sol Negro Edições, 2012.
Lembrança de homens que não existiam [com Valdir Rocha]. Fortaleza: ARC Edições, 2013.
Em silêncio [com Viviane de Santana Paulo]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.
Overnight medley [com Manuel Iris]. Trad. ao espanhol (Juan Cameron) e ao inglês (Allan Vidigal). Fortaleza: ARC Edições, 2014.
O sol e as sombras [com Valdir Rocha]. São Paulo: Pantemporâneo, 2014.
A vida inesperada. Fortaleza: ARC Edições, 2015.
Circo Cyclame [com Zuca Sardan]. Fortaleza: ARC Edições, 2016.
O iluminismo é uma baleia [com Zuca Sardan]. Fortaleza: ARC Edições, 2016.
Espelho náufrago. Lisboa: Apenas Livros, 2017.
A grande obra da carne. Fortaleza: ARC Edições, 2017.
Tabula rasa [com Valdir Rocha]. Fortaleza: ARC Edições, 2018.
Antes que a árvore se feche (poesia reunida). Fortaleza: ARC Edições, 2018.
Tríptico da agonia [com Berta Lucía Estrada]. Fortaleza: ARC Edições, 2021.
Las mujeres desaparecidas. Santiago, Chile: LP5 Editora, 2021.
Un día fui Aurora Leonardos. Quito: Línea Imaginaria Ediciones, 2022.
El frutero de los sueños. Wilmington, USA: Generis Publishing, 2023.
Sombras no jardim. Fortaleza: ARC Edições, 2023.
∞
Agulha Revista de Cultura
Criada por Floriano Martins
Dirigida por Elys Regina Zils
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
1999-2024
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