sexta-feira, 15 de dezembro de 2023

A GRANDE OBRA DA CARNE | Las mujeres desaparecidas [escrito originalmente en español]

 

 

Los fantasmas no deben jamás salir de casa.

PHUONG DÜ

 

Homenaje a Julia Domecq y sus amigas imaginarias.

 

 

LA ÚLTIMA NOCHE DE JULIA DOMECQ

 

Las noches se reúnen para buscar los motivos

de la muerte de Julia Domecq. Una de ellas insiste

que las luces conspiraron contra los espejos, que

nadie puede aceptar sus trucos fatales. Julia

caminaba en la playa oscura con sus pies desnudos.

Con el viento se aconsejaba, deseosa de abrigar

en su cuerpo las rutas secretas de la luna. Julia

y su marea íntima adormeciendo los barcos de pesca.

Nadie puede entender lo que hubo en su última noche.

Las fieras que salieron de las nubes, con sus ojos

hambrientos, le enseñaron los dientes metálicos

del abismo. ¿Cómo seguir con las cruces mientras

la voz de la muerte evoca una cena marítima

de cuerpos ahogados? Julia cubre los trazos de los

ventarrones. Las noches reunidas siguen buscando

el enigma de los vértigos y la primera hora

del mundo sin ella. Tres veces encontraron su cuerpo frío.

Tres veces la muerte decía cosas

distintas y desabrigadas. Nosotros, que pasamos

por la playa, nos damos cuenta de la ausencia

de algunas noches y entre los barcos de pesca

apenas uno lleva en su piel escrito el nombre

de Julia. ¿Cuántas veces morimos por ella?

¿Cuántos mares guardamos como un secreto

de su ausencia? De nada sirven los tres cuerpos

encontrados. Julia sigue muriendo cada noche.

Como una marea sangrando sin motivo.

Un crimen, nada más. Ya nadie puede entenderlo.

 

 

 

EL SUEÑO APÓCRIFO DE NINA FORTUNE

 

Las piedras comienzan a cantar con la mañana.

Hay que decirles que el cielo no existe, que no pueden

cantar como si la distancia fuera un sitio recuperable.

Sin saber la morada de sus convulsiones irregulares

o la moneda salvaje de sus vicios melancólicos,

el cielo no reside en parte alguna, como los espasmos

esenciales de los errores de Nina Fortune. Ella, la bella

incriminada con su humor, condenada a explicar

las enfermedades de la materia. Ella, atormentada

por la aspereza de las causas impuestas, la posesión

de una moral despreciable. ¿Cuántas veces ha pasado

por este andén de sueños, el círculo vicioso de la imitación?

Una paradoja escondida en el cerebro, copiando

las frecuencias de muerte de esa diosa convencida

de la existencia del cielo, cuya locura fue recibida

como la irreductible catástrofe de este siglo.

¿Cuál? El tiempo cambia a todo instante. Nina

Fortune ha presenciado muchos dolores. Su cuerpo

es la fuente de sus inevitables mentiras.

Su paradoja se llama inversión. Nadie puede

saber la extensión de sus síntomas. La máscara

gangrenada de sus evidencias. Todo es farsa

en ella, excepto la gloria de su desaparición.

 

 

LOS CORDONES MORTALES DE AUGUSTINE LURIE

 

Ahora me estoy convirtiendo en ironía.

A. L.

 

Un día imaginamos que nuestros hábitos estaban

estrictamente instalados y que era imposible

que los espíritus se liberaran de sus cadenas y pasillos

siniestros. Los rezos no tenían que preocuparse

por los bosques que rodeaban las viejas mansiones.

Lo sobrenatural no influyó en las noches dormidas

en silencio. Nuestra cabeza reclinada sobre

almohadas blancas sueñan con el nuevo trigo

de una vida feliz. Sin paredes crujientes ni luces

que estallen. No hay ondulaciones debajo

de las alfombras ni cicatrices en el techo.

Esta vida imaginaria y sin sospecha de invasión

de otros mundos logró alimentar nuestras almas

durante muchos años. Una euforia se ramificó

por todas las habitaciones con sus ritos seguros.

Una noche escuchamos el chello del viento

anticipando un hechizo. Un destello de granos

tan fascinante que no le dimos a esta fiesta

de sonidos un sentido corrosivo. Y sutiles

campanillas albergaban los pueblos iluminados

de nuestros hábitos. Cada una de nosotras

permaneció en su habitación, encantadas

por esa canción cargada de misterios. Cuando

se fue la noche, tuvimos un agradable silencio

y una fresca sensación de inmortalidad.

La mañana avanzaba lentamente con su culto

a la armonía. Y poco a poco nos reunimos todas

en la cocina para la primera comida del día.

La desconcertante ausencia de Augustine Lurie

nos llevó a su habitación. Sobre la cama

deshecha, como la proyección de un enigma,

encontramos los cordones de sus zapatos.

Nada más. Durante varias noches esperamos

inútilmente que el chello y las campanas

nos devolvieran a Augustine. El silencio se convirtió

en la catástrofe más terrible que nos sobrevino,

destrozando nuestros sueños y hábitos.

 

 

LOS ESPEJOS CIEGOS DE JOSEFINA RAMOS

 

Las sombras toman su lugar en la mesa.

Las aguas comparten el pasto de nuestras visiones.

Una noche por cada astucia. Un credo contra el destino.

Josefina sonríe como una leyenda, su cabello ondulado

alimenta el viento. Una multitud aguarda la curación,

el oratorio de las almas en agonía. Sangre llorosa

de una terrible experiencia. Los rostros desfigurados

por el fuego. ¿Cuántas somos? Llevamos su cuerpo

desconectado de las heridas. Su dolor parecía herirnos más.

Josefina contra el clero. Dios comería en otro sitio.

Nuestras carnes se arrepienten de tanta vida devota.

Nuestras luces encendidas por dentro. Ante el espejo,

las sombras sostienen a los espíritus. Las velas se ríen

de nuestros espejismos amordazados. ¿Cuántas

siguen escuchando el llanto de esta furtiva ausencia?

Josefina trabaja los capítulos de sus días en la tierra.

Nunca ha existido una cura para tantos males.

Muchos santos descubiertos con sus sombras degradadas.

Si alguna vez ella regresa, las aguas prevalecerán.

 

 

CONFESIONES DE HELENA SALUSTRE

 

Confieso los pecados que no cometí,

los dolores que no siento. Confieso

los besos que no recibí, las noches

que no duermo. Si quieres, te confieso

las pérdidas que no tuve, las cruces

que no desenterré. Y más: confieso

las plagas que no lancé, los tormentos

que no causé. Los perros colgados

atormentan mis sueños. Las lluvias

lamen las tumbas de los pequeños

hijos asesinados. Lloro por las luces

que me incriminan, lloro por los

marcados fantasmas de mi soledad.

Si quieres, les confieso la inocencia

que nunca me acarició. Confieso

las cosechas que no envenené, los

niños que no marqué con la señal

del diablo. Ruego que no me corten

las manos, que no me cosan el vientre.

Las noches empapadas de horror

desfiguran mis súplicas. Esto es

todo lo que pido: déjame enterrar

a mi dulce Astrid. Así que les confieso

que soy todo lo que quieren de mí.

 

 

POR DONDE PASABA SUZANNE DU PRAT

 

Confesiones de hornos, las convulsiones de calderas,

los mitos que surgen cuando los cráteres son hurgados.

Los altos precios que pagamos por los últimos restos

de una humanidad barrida como miserable arena.

Las leyendas prohibidas hacen con que los niños salvajes

encuentren sus símbolos escupiendo ríos de fuego

en los valles profundos y desconocidos de su alma.

Como estatuas de paso en pensiones abandonadas,

menhires con su rostro oculto en las fotografías.

Caminamos con los ancestros cincelados en la piel.

Suzanne Du Prat me sorprende con su pregunta:

¿No hay mujeres en tu vida? ¿Cómo explicas que los druidas

sean siempre estos viejos suspendidos por hilos como péndulos

en malas condiciones? Yo no sabía qué decirle, cómo

dejarla pasar con sus organismos vivos mientras

evolucionaba dentro de mí con divergente astrología.

Las mujeres se fueron, abierto el grifo de la inmortalidad.

Yo me quedé con los extraños poderes del agua,

evaporando, transmutando, rellenando y secando.

No fue la última vez que vi a Suzanne en los radioactivos

ciclos de la tierra. Ella había pasado como una verdad

fantástica tratando que las mujeres regresaran

de los temporales y descargas eléctricas de mi ser.

 

 

LOS PASOS PERDIDOS EN LOS OJOS DE SILVIA DENGUER

 

Mis ojos conocen mejor las noches por dentro.

Como fuentes de un abismo insondable, sus cables

deciden qué hacer con los movimientos nocturnos.

Como cilios iluminados y los labios de los árboles

más hambrientos, que preparan los caprichos

que hacen oscilar las nieblas y las selvas, las sombras

y las estrellas. Una vez me ha dicho Silvia Denguer

que sus ojos se hundieron en la oscuridad como

si se buscaran a sí misma. las columnas esparcidas

por el camino se ramifican entrelazadas en la parte

subterránea de su visión como escaleras que conducen

a mil caminos. Como un capítulo salvaje de las nieblas

que iluminan distintas formas de identificar el paisaje.

mientras hablaba pensé que mis ojos eran

tan parecidos a los de ella que tal vez en la confusión

de las noches se confundían y ahora cuando veo

a Silvia contarme estas cosas la oscuridad

se vuelve loca sin saber a qué mirada pertenece.

Quizás uno de nosotros se ha escapado del otro,

hasta el punto de que no dejamos rastro

de su paradero. Tal vez tenga que crear otra

oscuridad dentro de mí, para que la noche pueda

ver su abismo perdido. Pero también es posible

que ya no podamos hacer nada el uno por el otro.

 

 

JANET HORNE Y LA PARTICIÓN DEL MAL

 

Los pesos son accidentes graves

ante la falta de equilibrio del mundo.

Una ráfaga de cenizas ansiosas

por mostrar sus manifiestos de reforestación.

El propio cuerpo codicia otra residencia.

En el momento del fatal martirio,

a nadie le interesa el argumento de ser el último.

La historia no tiene un nombre propio

y se tambalea contra la loca discusión

de todas las cosas del pasado.

Los oyentes exigen la presencia del milagro

anunciado en la puerta. Somos bestias

torturadas en nombre de Dios.

La cruel mimesis de una simulación

que intensifica nuestra caída.

Gloria a la lujuria y al flagelo de los goces

imperturbables. La verdadera belleza

no se compadece de sí misma, fortalecida

con cada retablo de sus destellos.

Si es cierto que Janet Horne fue la última

mujer quemada para alimentar

la perversión humana, lo que nos muestra

la imagen es que sus carnes masticadas

al fuego todavía imprimen en la gastada

tela de nuestro destino el lenguaje

siniestro de un contrato macabro: todos los días,

a cada momento, una última mujer

retoma la partición del mal, el abominable

fetiche de nuestra marcha por la tierra.

 

 

LAS ABSTRACCIONES FALSIFICADAS DE LUCÍA ROSALES

 

El abismo es una costa enferma. Las piedras están

mutiladas para que nadie pueda identificar sus perfiles.

Figuras llevadas a los estragos, ahuyentando sus formas.

Las casas pintadas unas sobre otras, una ciudad entera

de prodigios emparedados. Las ventanas enterradas

son el refugio de los gritos que no pudieron salir.

La mano que rehace los códigos de esta destrucción

estética insiste en su interés civilizador. Los esqueletos

de la infamia bailan en honor a los cuerpos desgarrados.

Una mancha puebla el comercio de los argumentos.

Un borrón cautivo que puede sufrir por la vegetación

creciente de sus garabatos. Una bestia mitológica

que gobierna el mundo. El rostro de Lucía Rosales

está presente en el excéntrico mandamiento

de las inversiones. Lo que ella llama el privilegio

de sus pinceles es un paisaje destrozado. La sangrienta

semejanza refleja el sacrificio de los espejos. Licuadas

o quemadas, enterradas o arrastradas por el viento,

las nuevas formas acaban descubriendo que sus pecados

fueron cambiados en el pesebre. Algunas de ellas,

arrulladas por la sórdida vanidad, condujeron

sus ilegibles barcas a través del abismo interrumpido.

El mismo abismo erigido como un invento falso.

Lucía Rosales firmó los cuadros más bellos de su tiempo.

Detrás de uno de ellos leemos que la realidad es excesiva.

El abismo es un tótem con los sentidos extinguidos.

 

 

EL MAR Y EL LABERINTO EN LAS ROPAS EMPAPADAS DE MARGARITA BUTLER

 

El mar toca su cuerpo cansado en la quilla

de un laberinto abarquillado. Los acertijos

que flotan en su piel ondulada son de diferentes

edades. Se han olvidado las disonancias del pasado.

Una multitud de acólitos todavía cree en el espíritu

clásico. No importa el aburrimiento de Prometeo

en su fundición, quizás arrepentido de la humanidad

que creó. Los dolores aumentan en los almacenes

de la historia. Ninguna piedra cocida provocaría

una estampida de monstruos marinos. Las asambleas

sangran sus advertencias del fin de los tiempos.

La cómica tormenta de noticias de una nueva

tierra prometida. La realidad es una mecánica

de especulación. Nada en el mundo es real.

No hay ciencia ni religión que explique los cuerpos

arrojados al mar. Ni el arte más mediocre encontraría

una excusa para el flagelo de las violaciones.

Los discursos de la verdad son tóxicos. La razón

hace que las horas cambien de opinión. Margarita

Butler siguió escribiendo cartas en la prisión durante

algún tiempo. Algunos fragmentos encontrados

narran la deriva de un inmenso laberinto. Construido

para que la humanidad aprendiera a reconocerse

en sus muros, terminó vagando por los océanos,

deshabitados y sin rastro de la vida que habían

albergado. Las aguas se embriagan con las cenizas

de la imaginación. El pasado es un secreto

tan extraño que nadie supo mantener inalterado.

 

 

BERTHE DE ARÇAY Y EL PALACIO DE LA VENGANZA

 

Durante días sin noches planeé su asesinato.

Para él incluso preparé una tumba como una bóveda

dentro de una montaña. Un lugar donde su cadáver

estaría acompañado por la eternidad de todas

las mujeres a las que difamó y mató. Una canasta

de mimbre para cada una de sus cabezas.

El gran salón de espejos de sus ojos cristalizados.

La carga secreta de tantos dolores, la grotesca

tortura de sus sufrimientos, los pergaminos

de tantos horrores. El arte de las apariencias fue trazado

de manera indescifrable para que nadie notara la sombra

de la venganza proyectada sobre cada uno de esos cadáveres

cortados en sus tumbas abiertas. Las lenguas de aquellas

mujeres sufrientes fueron bañadas en oro fundido

para que ellas mismas, en su infinita bondad,

no revelaran el origen de mi inevitable sacrilegio.

Tuve que deshacerme del conflicto de las supersticiones.

Soporto mi culpa, sin prestarle mucha atención.

Un hombre arrastra sus miserias e incluso sueña

con el tesoro podrido de sus crímenes. Las sociedades

someten a la humanidad a alucinaciones aberrantes.

Durante años seguí el pasado, cavando sus súplicas,

exigiendo en silencio la denuncia de esas muertes.

No hay ruina más asombrosa que su aceptación.

 

 

TOMOKO IANODA Y EL ELOGIO DE LA INCONSISTENCIA

 

El cielo estaba cansado de sus lunas rotas,

las sombras ensangrentadas de los clanes y

los trozos de oscuridad repartidos en las comidas.

Las flores carnívoras en el invierno se convertían

en mujeres agrupadas con sus garras eléctricas

que decían a qué hombres devorarían.

Los muertos también tenían algo que decir.

Si no estuvieran tan lejos de casa,

sería otra la versión de sus imperios caídos.

Sin embargo, no se dio la palabra a las víctimas.

Quizás en otra temporada, cuando los cuerpos

eran un desperdicio y los gallos se ahogaban

con los granos mohosos del amanecer.

El amor arruina las mejores orquestas

y el beso perseguido de las trampas.

Los moldes de la memoria dan lugar

a las mejores ilusiones. Nada se compara

con el clímax de las cortinas. Las escaleras

esconden la fiebre de los siniestros

ladrones de tormentas. Tomoko Ianoda

cerró la ventana y se durmió. Sus sueños

se confundieron con los fantasmas

que alimentaban la cámara de ecos

de la vigilia. Su noche comenzó con estilo,

con una evocación de quién construiría

el castillo de naipes desde la utopía.

Tomoko estaba poseída por el gusto

por la paradoja y las dañadas redes

de transgresiones. Según ella, todos

los dioses eran corruptos, lo que justificaba

la curva privilegiada de los retrocesos.

El elogio de la inconsistencia era el mejor

método para comparar el inconsciente

con un chantaje de la razón. Al recrear

la vergüenza de las relaciones, Tomoko

se permitió un sueño reparador. Ni siquiera

se dio la vuelta en la cama. Nadie (nadie)

sospechaba cómo sería la vida cada mañana.

 

 

LORETTA ADAMS Y LA CIUDAD ETERNA

 

Salve el polvo de la tierra y sus verbos desiguales.

Los capítulos del caos que le damos a la luna a diario.

Salve los invitados exaltados por la síntesis de errores,

las silenciosas alturas de las oraciones y las sombras entornadas.

Los triunfos derretidos, los ungüentos que arden los ojos,

las piedras encantadas que no podían dejar el cielo.

Los ángeles embalsamados no vuelven a gritar al viento.

Salve el alma que brilla cuando aceptan su miseria,

el papiro manchado de sangre que envuelve a los muertos.

Los cargadores recogen las fugas de seres extraños

y el renovado desfalco de tantos horizontes ocultos.

Loretta Adams estaba bebiendo cerveza en su inframundo.

Los dioses saqueadores se emborracharon a su lado

al planificar el despojo de muchas urnas sagradas.

Salve la ira de todos los primogénitos violados,

las vastas columnas de oscuridad que emergen del dolor.

Salve los granos de terror enterrados con los amantes,

las bocas silenciadas de los temas más infundados.

Loretta cosía sus papiros y amaba a los cargadores.

Sus ojos brillaban dentro de las tumbas abiertas.

Brillan a través del poder que ofrecen tantas impurezas.

Salve la prosperidad de sus campos diezmados,

la fiesta de la gasa que elude la eternidad desvencijada

y el poderoso canal construido a través de la tierra.

 

 

ESTRENO PROHIBIDO DE LAURA TRINDADE

 

Los espejos destrozados tirados por la borda.

Rosas condicionadas por las lluvias que giran

como peonzas. La bella aparición de la momia

arrastrándose por la mesa en el banquete

de las cartas marcadas. Los fondos falsos

compartiendo los pájaros que no entendieron

el truco. El vudú de las dagas ciegas desgarrando

la noche. Una lista de compras inusuales de Laura

Trindade para editar su película. No hubo noche

esa noche. Las luces siguieron siendo acólitos

de la oscuridad. Los magos fueron a comer pastel

en la esquina del teatro. No se sabe qué pasó

con la momia, pero ella nunca asistió a los ensayos.

Laura guardó silencio mientras masticaba

las orquídeas negras y encendía el obturador

automático de la cámara antes de cerrar el estudio

y marcharse para siempre. La lista de compras

fue destrozada por los vientos. No volvió a llover

en esa película enmarcada por el vacío.

Las cartas iban dirigidas a otras apariciones.

Nunca volvimos a saber nada de Laura Trindade.

 

 

EL MANTO ROJO DE MADELEINE DE MAISTRE

 

Los explosivos destrozaron las noches

con sus insolentes vigilantes. En las calles

todavía encontramos los restos de su cobardía.

La historia reformada y reticente se mezcla

con los dolores más crudos. Los cabellos

cortados de la liberación idealizada,

el epílogo melancólico del idilio celeste,

los metros de tierra que revelan tantos cuerpos

enterrados en el silencio de las noches.

Quién sabe adónde fueron los desesperados.

Bajo el manto de Madeleine de Maistre,

muchas mujeres gradualmente dejaron

de sentirse culpables. Mientras aprendían

a fabricar explosivos, sintieron que, aunque

el cielo se derrumbaba sobre sus cabezas,

tenían que contener el desenfreno

que las estaba matando. Las manifestaciones

también se preparaban para detener los relojes.

Las horas deben gritar hasta el último

aliento de su infamia. Dramas análogos

se escondían como orbes magullados en sitios

inventados en detrimento de las pruebas.

¿Quién llora ante esta humanidad caída?

¿Cuánto esfuerzo deben hacer estas mujeres

para recuperar su dignidad degradada?

Los explosivos evocan una fusión

de muchos tormentos. Ya no hay refugio

en la vida ni en la muerte. El manto rojo

de Madeleine encierra un último sentido,

repudiado y contrario a todo lo que ella misma

piensa. Pero las calles desprecian la razón.

 

 

EL BARCO PESQUERO DE SALETE ROSENTHAL

 

Nunca hubo un límite para la presencia física

de la desesperación. Cuerpos apilados, máquinas

de tortura, realidades desconocidas. La tediosa

vida mecánica proyecta un fatalismo que tiene

extrañas formas de tormento. Un corte de arriba

hacia abajo en la singularidad de las preguntas.

Una duda que se arrastra como gusanos de angustia.

El pacificador sacó la lengua. El lenguaje humano

es incapaz de corregir su raquitismo. Los gritos

que se pronuncian en medio de la devastación

buscan un ojo que los lleve. Un barco de pesca

que puede salvar algunos sentidos degradados.

Las ciudades escriben sus manifiestos de esclerosis.

El dolor es una frase privada de fundamento.

Una vez que los hombres se han vuelto locos,

no aceptan la restitución de sus almas aterrorizadas.

Salete Rosenthal siempre viajaba con una segunda

noche, en caso de naufragios en el desierto.

Ella desafía la espiral de las correspondencias,

la percha de las leyendas heridas y el frío plato

de la agonía. Siempre sospechó del atavismo

de las sectas destructivas. Su red de pesca estaba

tejida con la insolente línea de la incredulidad.

Su pez tendría que encontrar una respuesta

a cada peligro sumergido. Era imposible

albergarla en un sueño. Todas las civilizaciones

han experimentado el mismo vértigo pasivo.

Salete quería hacer del asombro un código secreto

de irreversibilidad. La consciencia transfigurada

del azar y su barco que nunca regresó al puerto.

 

 

LA MALDICIÓN DE GEORGIA AL-MARIA

 

Las noches se abrieron para crímenes breves.

El barrio pasó por el nombre que le dieron.

Al principio, Georgia Al-Maria afiló sus cuchillos

y sedujo a una horda de cómplices. Las pequeñas

bombas caseras que hizo electrizaron las revueltas

más secretas. Georgia tarareó mientras manipulaba

sus ingredientes explosivos. Los chicos cómplices

esperaron la hora para repartir puñados de esperanza.

¿De qué otra manera podríamos deshacernos

del destierro de esa época? Las horas retrocedieron

temiendo nuevas cárceles. Los espejos del hambre

falsificaron sus reflejos. Era necesario detonar

todo ese horror. Las calles se llenaron de pánico.

Las granadas se pudrieron en las alcantarillas.

Georgia Al-Maria maldijo cada partícula de ese odio

acumulado. No quedaba nada más por hacer.

 

 

EL REGRESO DE ANNABEL LEE

 

Se encontró el fantasma de Annabel Lee

en una de las lunas de un antiguo planeta a la deriva

en el espacio entre nuestras mentes conspiradas.

Cuando cerraste tu libro diciendo que un día

volverías, escondí en mi cuerpo una de las llaves

de la gran despensa donde mezclabas las hierbas

y quesos de tus manuscritos. Los ratones royeron

los recuerdos que se colaban por detrás

de las estantes. Una rara colección de asteroides

previó una avalancha de párrafos encriptados,

una narrativa de misterios que harían de las noches

el alfabeto errante de tus pájaros negros. Una vez más,

escondí todas las semillas, los pasos astutos,

plataformas de aterrizaje para regresos anónimos.

Los sueños se desnudaron, releyendo tantos refranes,

las piedras contadas arrojadas a la cristalería

de cometas fabulosos. Annabel Lee era el ángel

tocante de estas caídas, la lámpara encantada

que empapaba las luces de rompecabezas. Las noches

masticaban planetas fugaces. Nadie te vio cuando,

furtiva, volviste a triunfar en el caos. No sabes

que escondí la última llave que quedaba en el cielo.

 

 

UNA NOCHE A BORDO DE CAROLINE COLNETT

 

300 batallas inminentes en nombre de la belleza. Los grandes fracasos conllevan una corona de riesgos. Quizás sea más peligroso rendir cuentas a la esperanza. Los siglos se acumulan y los hombres no han aprendido nada. El este no siempre está donde dice el mapa. No hay dos arroyos o rutas convergentes que no escondan a los pasajeros decapitados a bordo de sus irresistibles trucos. Las planchas de oro y plata de un recuerdo al que le encanta jugar el papel de coordenadas traicionadas. Los caminos, como los mares y los cielos, creen en la crueldad de los deslizamientos. Los legados se organizan como expediciones entre las figuras robadas de Caroline Colnett y los sables oxidados. Su mirada es una gruta impensable. Sus pechos son las cajas de piel que guardan el botín de las noches arrojadas en los sótanos de la virtud. Ella siempre contradice su moral exagerada. Los habituales calibres de sus orgasmos, las perlas que transmiten su intimidad carnal, los lechos arenosos de su cuerpo en tiempos de lluvia. Caroline es mi plan de vértigo constante, el atlas de los declives que favorecen el robo de las cartas que cambian constantemente el norte de tantas batallas que enfatizan la crueldad de su belleza. Ella y la irresistible hazaña de sus fuegos artificiales controlados por el azar.

 

 

MARLENE SMITH Y LOS ESPEJOS BAJO EL MAR

 

A veces escribía cartas de lugares en los que nunca

he estado, Marlene Smith confesó en una de ellas.

Los rostros perdidos estaban siendo destrozados

por el olvido. Una casa de espejos se elevó

gradualmente y sus paredes internas tocaron

el infinito. Helena vio el mar por primera vez

en las olas de un mantel. Con la madera de sus piernas

construyó el puerto del que partió para descubrir

nuevas tierras. Pronto aprendió a nadar en espejos,

lo que le permitió descifrar las señales recibidas

de otras galaxias. En medio de su inexplicable

desaparición, se encontró en una librería de viejos

un pequeño paquete de cartas dirigidas a Marte

a un señor Varxs Cornijo. Lugares inexistentes

pueblan la ilusión de que la vida se puede arreglar

de otra manera. Los rostros que no vemos secretan

los bocetos que nos hacen. He estado planeando

regresar a tu hogar desde hace algún tiempo,

a los abismos artificiales que plantaste en Marte.

El brillante manuscrito de Marlene Smith

pareció sumergirse en las aguas profundas

de esos papeles. Ciertamente, quienes escribieron

esas líneas hicieron algo más que regar el patio

trasero de su imaginación. De dónde venimos

es una trampa salvaje en la que la ciencia,

el arte y la religión nunca lograrán

un consenso. Los espejos tienen infinitos pliegues.

 

 

SERVILLETAS ALADAS DE SILVINA CAIXETA

 

Los platos dormidos donde guardamos el hambre

por los incontables minutos de las inquietudes.

Abejas azucaradas lamiendo los labios de una visión

parsimoniosa de la realidad. La receta embrionaria

para una felicidad bañada en aceites vegetales

y un estado de ánimo aluvial. Silvina Caixeta

enseña a los ojos de todos sus cuadernos de giros

y pone en marcha su cosecha de destellos.

Sus salsas estaban preparadas para compartir

misterios. Las lágrimas acumuladas en una jarra

reconocieron la precisión de su uso. Pronunciación

designada por las estaciones de apareamiento.

El pasto del silencio fue la reconciliación

con vislumbres milenarios, la pulpa de órganos

guardados en silos de cuero. Una cocina descansa

dentro de otra como siluetas preparadas

para envolver la eternidad. Silvina abrió los tubitos

de condimento en una perfumería dotada de sueños

y espejismos, donde la embriagadora composición

de sus trucos culinarios la convirtió en una leyenda.

 

 

NUALA KAVANAGH Y LA ADVERTENCIA DEL RELÁMPAGO

 

En Limerick ella comenzó a armar

el rompecabezas de sus venerables muertes.

Se consideró que las primeras piezas

revelaban imágenes peyorativas.

Como los perros despreciables

que devoraron un cadáver detrás de la Catedral.

Como el corazón de ese muerto

que previamente había sido quemado

por brujas en el centro de un pequeño bosque.

La mística ancestral constituía

otra región de ese juego. Un relámpago

anunció las vísceras expuestas de esas creencias.

Su luz infinitesimal fue considerada

una apoteosis de los cielos. Una fracción

de sacrificio de cada una de nuestras vidas.

Una extraña forma de pesadilla

fiel a nuestros impulsos. En Limerick,

Nuala Kavanagh pasaba las noches tejiendo

ese fabuloso tapiz, tarareando y pescando

las imágenes más aterradoras de la memoria.

Los murciélagos volaron desde la torre

de la Catedral en busca de sus diminutos

frutos nocturnos. Las sacerdotisas-arpistas

improvisaron una música dolorosa

en medio del trance hipnótico de los fieles.

Cada vez que aparecía un nuevo cadáver

en el rompecabezas, el relámpago

daba una advertencia: No te equivoques

con el perro negro, no te protege ni te inspira,

su altar debe dejarse al final, no juntes sus piezas

antes de ubicar el amuleto con el ojo de serpiente.

 

 

EL RÍO CON EL QUE NOS CREA JULIA MANZANARES

 

Las formas desesperan, deletreadas por la angustia

con que reconocemos a los fantasmas. Los árboles

eligen nuestro cuerpo como el centro de sus tormentos.

La gravedad encantada por el presagio de estos bultos

tormentosos. Ángeles despojándose de sus alas,

letras que emergen de orgasmos, las conexiones

profundas con todo lo que hemos perdido.

Es imposible aplicar la lógica a los sabores de estas

orgías que irradia la pluma de Julia Manzanares.

Las huellas místicas de sus avalanchas eróticas.

La amplitud de voces y ondas de una leyenda.

El altar se hinchó como la improvisación de un huracán.

El río subterráneo con sus espectros se amontonó

y volvió al absurdo por la corriente. Julia baraja

la narración como un hechizo extraordinario.

La confianza en que las imágenes serán la fuente

más clara de deseos. El sudor de estos cuerpos

descubiertos vuelve sobre el camino de formas

indescifrables. La impresión que tenemos es que

el propio cuerpo de Julia Manzanares es la pluma

con la que acentúa los sentidos del mundo.

 

 

DOROTHEA QUIROGA ESTUVO AQUÍ UN DÍA

 

La casa de Dorothea Quiroga no quería mudarse.

En la calle silenciosa donde vivía, la mayoría

de las casas habían desaparecido. Las dos últimas

eran la suya y una en la esquina, abandonada

hace mucho tiempo, que todos creían ser

la morada de un fantasma. El escarabajo Facundo,

que vivía con Dorothea desde que era un niño,

se dirigió a esa casa oscura y regresó con los ojos

nublados de asombro, diciendo que la casa

inicialmente parecía vacía, pero pronto notó

cómo los muebles iban apareciendo

y desapareciendo, de manera desigual,

como si estuvieran indecisos entre un mundo y otro.

Con la lámpara de su curiosidad encendida

como una ciudad de luciérnagas, Dorothea estaba

decidida a ver esta casa fantasma. Cuando ella

y Facundo llegaron allí lo que vieron fueron

los muebles de su propia casa, como si hubieran

cambiado de hogar por arte de magia. Era imposible

saber qué pasó. ¿Estoy condenada a habitar siempre

la misma casa, donde quiera que vaya? ¿Es este mi castigo

por no dejar ir mi casa? Cuando abrió la puerta

de su nueva morada vio que la calle estaba

completamente vacía y sus ojos se nublaron

haciendo que el mundo entero a veces desapareciera.

Cuando se volvió para hablar con Facundo,

ya no estaba. Los muebles oscilaban entre lo visible

y lo invisible, y Dorothea no tenía a nadie

con quien hablar sobre la moraleja de la historia.

 

 

EL ORO IMAGINARIO DE AURORA LEONARDOS

 

La inmensa cordillera acogió las lágrimas de Dios.

Aurora Leonardos solía decir que el hombre

había creado a Dios para llorar por sus errores.

Las montañas han sobrevivido a todas las vertiginosas

leyendas de angustia. Era necesario saltar desde

el más alto de todos los picos. Inventar la altura precisa

para los saltos que revelen la esencia del ser.

La joven Aurora fotografió las colinas de la miseria

humana. Sus ojos eran una súplica por fábulas

del inconsciente. La vida imaginada por Dios

siempre fue sacudida por nubes azotadas por el viento.

Las ciudades de abajo fueron recortadas como

un triunfo de espejismos. Los hombres olvidaron

hace mucho tiempo el texto original de este teatro

y repiten las frustrantes frases de la usura.

Aurora Leonardos se negó a crear una nueva

disciplina del error. Aceptó todos los riesgos

de un mundo sin Dios. No se sabe con certeza

si saltó desde lo alto de la cordillera

o si todavía vive allí con un fuego siempre

encendido en medio de esas lágrimas petrificadas.

 

 

LAS MUJERES PÁNICAS DE NATALIA CIRLOT

 

Si todas muriéramos ahora, yo dejaría que la luna

negra hiciera resonar sus hechizos. Las noches baten

las manos como si fueran la implosión de las trincheras

del insomnio. Una cuadrilla de pájaros atados

a sus muñecas como un pañuelo y cada una de nosotras

esconde un breve secreto que no da cuenta de todas

las muertes. Los ojos cautivos del vacío tienen

un sabor atormentado como trapos de un amor

que ha hecho que todos los espíritus detenidos

sacrificaron sus vuelos. A bordo sólo una bandada

de pisos ensangrentados. Maldades escritas al revés.

Los cuerpos sin vida que perdieron la rotación

del inconsciente. Un ataque de escobas arrojadas

al fuego. Natalia Cirlot nunca supo llegar más lejos.

Si tuviéramos que tatuarnos el pasado en las glándulas

que nos obligan a mejorar la agotada mecánica

de la angustia, de un plumazo dejaríamos

nuestras sombras a cargo del suntuoso relato

de tantos crímenes. Pero ninguna de nosotras

había podido dormir durante mucho tiempo.

Nuestras lenguas calcinadas estrangulaban

las frases que buscaban un desgarro en las paredes

para escapar. ¡Oh, luz que rasga las cicatrices

de estos sueños imposibles! ¡Oh, hojas

de imágenes que transpiran como un desorden

atrapado en el abismo! Si todas muriéramos ahora,

Natalia Cirlot al menos habría dejado una nota

declarando que la noche no es una amenaza.

 

 

EL TESORO DE WARDA MUFARREH

 

Muchas noches quedaron escondidas

bajo la fría alfombra nocturna del desierto,

quizás como evidencia de la imperfección

del tiempo, o incluso como refugio

de distancias que durante el día

no se podían alcanzar. Los primeros

poemas escritos por Warda Mufarreh

fueron como una ofrenda a esas noches

y sus espejos de espaldas al sol.

El enigma de sus versos pintaba

rostros con sus partes intercambiadas.

Mujeres con ojos por oídos,

bocas y narices divirtiéndose

cambiando de tarea, frentes mezcladas

con cuellos. Sus poemas presentaban

un mundo en el que todo estaba

dispuesto a ser otra cosa. El coraje

que demanda la metamorfosis

es como una llave fragmentada

cuyas partes están ocultas

por todo el mundo. Warda colocó

en sus versos las piezas esparcidas

de esa llave. Una metáfora podría

convertir una vasija tosca en un lago

con la piedra líquida de la lluvia.

Figuras saltaron de las chimeneas

de las casas invisibles que parecían

espejismos. Cuando ella escribió

su primer libro, le había enseñado

a atravesar la inmensidad nocturna

del desierto. Como un alma empeñada

en multiplicarse donde quiera que fuera.

 

 

ALBERTINA LUMMI Y SU AUTOBIOGRAFÍA ABANDONADA

 

El gran espejo de la habitación describe

una alegoría desconcertante. Las imágenes

tenían miedo de pegarse a la curva de la mirada.

Dos pares de brazos levantados descendieron

repentinamente hasta sus caderas, desde donde

pudieron vislumbrar las piernas entrelazadas

de las dos mujeres. Quizás era solo una mujer

y su reflejo. El frenesí mesurado con el que

aquellas figuras en movimiento daban

la impresión de que la habitación se inclinaba

sobre sí misma, cuestionando las formas

que relucían. Los sutiles y escasos vestidos

parecían volar como pájaros nocturnos

en la inquietud del aire. Una belleza

que se rehace constantemente y un enigma

que se prepara para el impacto de sus llaves.

Quizás fueron dos amantes desbordando

sus volúmenes figurativos. El espejo sabía

mucho más que esos cuerpos impregnados

de lujuria y humor que confunden el esplendor

de escenas inagotables. Los pezones alzados

dejaron una avalancha de secretos a los ojos

codiciosos. Los vientres como dos rocas

pegadas entre sí compartiendo el mismo

lecho de un gran río. El cuerpo de cada una

de esas mujeres era su propio reflejo.

Nada importaba que ellos fueran uno solo

y que su nombre fuera Albertina Lummi.

 

 

LA MENTIRA INCREÍBLE DE MASUMO KEMKO

 

Cuando abrimos las puertas de las últimas moradas

ya era imposible confirmar la mentira de los dioses. Estábamos a muy poca distancia del abismo

que reinaba como un monstruo en la basura.

Erige su cabeza anómala el pastor de los despojos,

una tumba de rocas dominada por el cambio de sombras. Cuando me acerco a su ilusión, sus dedos tocan

las enigmáticas arenas de mis ruinas, la civilización

perdida mientras el mercurio grababa las distorsiones

de lo que jamás fue posible regresar a la semejanza.

Metales destinados a la muerte, mujeres excavadas,

los diámetros tenebrosos profundamente penetrados,

nuestros cuerpos, fracasos dedicados a la ciencia.

Masumo Kemko soñaba con la sanación de su isla.

La gran pirámide industrial que succionaba el eco

de la vida, las generaciones hechas pedazos,

el cementerio de las tradiciones destrozadas,

once mil invasiones de ácidos y arquetipos envenenados.

Ella sabía que nada quedaría de este lodo de repeticiones.

Sus hermanas, con sus nombres ocultos, el centro

de sus voces soñando con aguas limpias. Nada quedará,

sus hijos comiendo misterios, el idioma quemado.

Solamente ella, nadie más, parecía durar para siempre.

 

 

LIANA STEPANOVIC Y ALGUNOS POEMAS AUTOMÁTICOS

 

Los retratos bailan a lo largo del delgado pasillo

que conecta una casa con otra. Es probable

que todos secreten simulacros en medio de tantas

sonrisas ocultas. Las imágenes muestran un grado

de excitación incalculable. Hay un doble cuerpo

que formula asociaciones que convierten escenas

en recuerdos parciales de catástrofes. El corredor

es un río que ignora los ruegos del mar. Los miembros

agitados de Liana Stepanovic encubren los motivos

y las sospechas de una rectitud distorsionada.

Ella actúa en ambas casas como camorrista

para los ataques febriles. Los retratos se aventuran

en la sangre de todas las mujeres. Los perfiles

son como piezas de una paradoja. La escritura

automática impresiona a los espíritus en su acto

extremo. Liana acorralada por los espasmos terribles

de un acto sexual. Nada se compara con la actitud

evasiva de sus antojos. La conducción del río es

una asociación con el azar. Las miradas preguntan

cuáles son los retratos que mejor representan

el poder de la seducción. Mientras el deseo carnal

cuenta sus cuerpos agotados, Liana Stepanovic

revela la negra sensibilidad de su muñeca.

Algunos poemas no son más que una gavilla

de las contradicciones de quienes los escribieron.

 

 

PALÍNDROMOS DE CONSTANZA GOUJON

 

Cuando desciende la oscuridad y la muerte

no sabe a quién llamar. Cuando los tesoros

salen a la calle sin que nadie pueda encontrarlos.

Cuando las flores del desierto de lo oculto

se enfrentan a sus miedos más inescrupulosos.

Un pequeño portal se funde con la realidad,

con los terribles créditos de inexactitud.

Un misterio se desvanece con sus serpientes líquidas.

El azar transcribe sus palíndromos. Las oraciones

desgarrando la carne en un doble sentido.

Todo el que llora descifra con sus lágrimas

los secretos relatos de la risa. Este era el drama

insípido de Constance Goujon, en su descarada

defensa de hechos inexistentes. Parecía imposible

convencerla de que el tiempo tiene una dirección

perversa. Cuando las impresiones de la imprudencia

deletrean las venas de sus instalaciones.

Cuando el inventario del silencio argumenta

a favor de los sentidos gastados. Cuando

las ciudades se revuelcan en mares falaces.

Cuando todos somos prisioneros de un gran cuadro.

La obra de arte solitaria surgida de las conquistas

más violentas. Este fue el momento preciso

en que Constance exhortó a las últimas gemas

de la razón y gritó a todo pulmón que su ofensiva

labor debía continuar. Cuando la vida no es más

que una colección dispersa de hechos explosivos.

 

 

RAFAELA KOSHA Y LA GRAN OBRA DE LOS TOBILLOS

 

Una mujer tendida sobre cojines.

La sombra se separa del cuerpo.

Las piernas ligeramente separadas

presagian un intervalo entre

la comprensión de la escena

y una nueva combinación de signos.

Rafaela Kosha nombró nuevamente

los talismanes que se encuentran

en cada obra y su fantasía. Su movimiento

era análogo al olvido. Quizás la mujer

fue un preludio de la imaginación.

Pechos y tobillos, nuca e interior

de los muslos, luces genitales

al alcance de la mano: ¿esta

vorágine erótica pertenecía

a la mujer o a su sombra?

El tiempo alternaba la energía

de sus espirales. Una voz parecía

venir de lejos y traía una caja

con nuevas posiciones para

distribuir por toda la escena.

Rafaela disfrutó de las vibraciones

cósmicas. Una sucesión mística

de agujas silenciosas fluyó de su boca.

La sombra fue el triunfo vibratorio

de esa pequeña muerte. Una mujer

que se libera de la materia hasta

el descubrimiento de una

próxima fuente de atracción.

 

 

EL ENCANTADOR PERFUME DESCUBIERTO POR GERALDINE KIRBY

 

Geraldine Kirby se masajeó la vagina y salivó

cuando sintió el acercamiento imaginario

de su amante.  Sus manos estimularon

los subterráneos de esa inmensidad dispuesta

a absorber toda la energía del mundo.

Los enigmáticos fluidos en sus articulaciones.

La catedral estaba arrodillada ante su cuerpo.

Arquitectura de gangas inusuales. ¿Cuántas

veces deletreó la calidez expansiva de su elixir

interior? Su pensamiento brindó por las arrebatadas

fuerzas del deseo. La creación requiere un estado

de latencia permanente. La libertad de vaciarse

hasta ser invadido por una convulsión vigilante.

Geraldine Kirby llevaba mucho tiempo

haciendo el amor con una criatura invisible.

Quizás el recuerdo en sí. Quizás el falso

testimonio de una realidad paralela. Los espíritus

lujuriosos cubrieron la creencia en el parecido

como una tierna confesión de íncubos

distantes. Le dio a cada uno

de sus dedos la oportunidad de convertirse

en un demonio. E hizo que las noches

bebieran la leche de sus ansias de violación.

 

 

EL MANUSCRITO OLVIDADO DE PRISCILLA AKBAR

 

No saldré de esta sala hasta que se hayan

leído todos los manuscritos. Tendré la fuerza

para identificar las trampas que se me han puesto.

Las confesiones sospechosas, la violencia

de los interrogatorios, las páginas rasgadas,

tendré que descifrar el alfabeto de los huecos,

memorizar las vestimentas de los fantasmas,

evitar los vaivenes de la ley. No fui hecha

para la plataforma de los artificios. La fe

no está escrita con sangre. Amar no requiere

sacrificio. No tengo que demostrar mi inocencia.

La verdad me hace perder el tiempo. Ella no está

interesada en lo que tengo que revelar.

¿Cuántas hace que ella no me mira a los ojos?

Le dije que tengo miles de nombres,

que mi sufrimiento está ramificado por todas

las mujeres y, sin embargo, nadie

me ha dicho nunca por qué estoy prisionera.

No puedo ser testigo de lo que no ha sucedido.

El frío es insoportable. No quiero comer

esta harina húmeda. Mi piel se agrieta.

Si algún día alguien me encuentra, ya no sabré

quién soy. Si alguien realmente puede probar

mi culpa, el mundo ya no será un buen hogar.

 

 

EL LEGADO ARBITRARIO DE ROSA CORREY

 

Cuando me despierto, justo cuando abro los ojos,

te veo pasar del sueño a la vigilia. Quizás no seas

más que destellos de mi deseo desgarrado,

fragmentos de esas sombras que van y vienen

sin que sepamos nunca lo que quieren. Tu silencio

me sorprende, que no me pidas nada ni que estés ahí

para perseguirme. A medida que su aparición

se vuelve frecuente en mis mañanas, me doy cuenta

de que la escena no es más que una melancolía gastada.

Un cierto vacío se esparce, como la sed de un milagro

arrastrándose por la casa. No creo que haya solución

para esta visita diaria. Al mismo tiempo,

el prodigio de su paso de un mundo a otro

no revela ansiedad ni deseo de comunicación.

Entonces, ¿qué estás haciendo en mi vida?

¿O me estoy volviendo loco y tú no eres nadie?

Con el tiempo intento inventar un nombre

y motivos para tu presencia. Tu imagen se presenta

ahora como la crónica inefable de los lugares

prohibidos. Y te siento dentro de mi ser

y dispuesta a descender conmigo

hasta la clandestinidad de mis suspiros.

Hay momentos en nuestro caminar

en los que juro escuchar tu voz, como un fantasma

que ha soplado su propio nombre en mi oído,

y las manchas incontroladas de esa visión

se fijaron en mi mente, recortando la memoria

como un collage de designios. Pienso entonces

cómo los mitos son precarios y, sin embargo,

atormentan la vida de quienes no saben cómo frenar

sus anhelos. Es posible que un día yo mismo muera

en tus brazos, y luego seré yo quien pase de la vigilia

al sueño, en el instante en que cierres los ojos para dormir.

 

 

EL TIEMPO SINIESTRO DE EMBY LANAUTO

 

El laberinto presiona la desnudez de sus ermitaños.

La multitud secuestrada de cortesanas encargadas

de los placeres contratados. Las rameras atribuyen

sus poderes a los conjuros de la carne, los polvos

sangrientos de sus víctimas golpeadas y la caída

de los ladrillos del alma, el suplicio provenzal, los

titulares del reino mantenidos en el calabozo a pan

y agua. Obscura violación de los derechos ilegales.

Cirujanos que se enriquecieron cambiando el rostro

de tantas sombras, purgando vicios con venenos

De hierro y fuego, devotos deformando los reflejos

de los creyentes en la mofa de Dios y su diablo.

Con ella, Emby Lanauto, teólogos y mercaderes

descifraban angustias y miedos en confesiones

siempre que estaban a su lado, desnudos todos,

bañados en el sudor viscoso de las tentaciones.

Ella con sus armas de golpes invisibles, la punta

de la lengua y el negro licor de lágrimas deseadas.

El dolor se oculta como un tesoro a contar los días

para ser descubierto y la persecución de ciudades

en las horas de sus crímenes fatales, las madres

heridas, traicionadas, olvidadas en las ciénagas.

El cuerpo un día desea deshacerse de sus ventanas

y las navajas elegidas son la evidencia de la soledad

del laberinto. La misma residencia donde Emby

Lanauto, incógnita como el aguafuerte del caos,

aguarda que los ermitaños se ahoguen en su baba.

 

 

KATALIN DEL BOSQUE

 

El diablo es una cabra y confunde

a las tejedoras del bosque. ¿Quién cree

que estas chicas son capaces de brujería?

¿Gracias a quién nos han quemado vivas

tantas veces? Los molinos de viento

cantan una canción aterradora

en las noches con luna llena. Las runas

están pintadas en la memoria para

que no amanezca el día. Katalin confesó

que no amamos sino la noche.

Nadie ha visto nunca los cascos

del demonio y el dominio de sus voces

alteradas. Katalin voló más alto

con sus manos imitando a un águila

y desde arriba vio cosas que nunca

sucedieron. Los cuerpos silenciados,

la carne traicionada, los huesos rotos.

Las alas crecieron mucho y muy rápido

Katalin comenzó a perder los pies,

los pechos, los ojos. Solo la lengua

volaba y cantaba y gritaba y no sabía

a quién más engañar. A partir

de entonces, la cabra ya no quiso

confundir a las tejedoras que

aún no habían sido quemadas.

Katalin huyó del bosque.

Los días perdieron sus noches.

 

 

EL PECADO ORIGINAL DE LA GIGANTA RADZIRA

 

Las botellas encontradas en la playa parecían

reflejar las almas de los muertos. Esto es

lo que todos querían creer. Los gatos afirmaron

que las migraciones eran una forma de protegerse

de la inundación y otras oraciones ciegas.

Las tiendas del sol albergaban a mensajeros

de otro mundo. Como gemas fertilizadas

dentro de símbolos. Una rosa equilibra

las fuerzas de la perversión. Las tumbas protegen

a una fauna misteriosa de ser aplastada por la deidad.

El girasol teje sus glandes en nombre de la abundancia.

La gigantona Radzira masticaba a los gnomos

mientras el universo se retorcía en su médula.

Los cielos son negros-negros, con la garganta abierta,

sorbiendo la grasa de los sueños. Los ríos

de mantequilla describen una nueva saga donde

las calles se tensan por las injustas dosis

de sus castigos. Lo grande torció los verbos.

Lo pequeño fue arrojado de la corona con un grito.

Radzira estaba atravesando esa terrible experiencia,

el brillante recipiente del conflicto, la persistencia

del mal. Quizás algún día dejaría de ser un gigante.

Quizás una alegoría supo explorar su cuerpo estirado.

Mientras tanto, mantuvo algunos gnomos

debajo de los juncos en el pantano,

para que el hambre no la atormentara más.

 

 

LECCIONES IMPACTANTES DE VICTORIA RAMOS

 

Una piedra me duele por dentro. Vine aquí

para persuadir al abismo de que volviera a vivir

conmigo. La soledad es una mujer intransigente.

Nunca tiene que ver con mazmorras o la inmovilidad

de los desiertos. Cuando se da cuenta de que puede

hacernos daño, es como una enfermedad

que seduce al sol. Hay una justicia inconfundible

que opera en el subsuelo de la moral. No nace

evocada por brujas ni asistida por falsificadores.

El primer cable recluta a sus fantasmas. Los dolores

solitarios abandonan sus cuevas para atravesar

los circuitos de la carne. Todo parece un simulacro

y así los dioses preparan sus condolencias.

Cuando los caballos extravagantes se reconocieron

en la vegetación móvil, se pudo escuchar los vicios

preparando las balsas para la gran travesía.

Los centenarios eran una raza difunta que

lamentaba constantemente las frases truncadas

de los evangelios. Un orfanato místico difuminó

el horizonte. Ya no había forma de salir de allí,

de su pasto de opresión. Las virtudes eran vidrios

borrosos que confundían los cantos de nostalgia

y abandono. Una procesión indescifrable

no dejó descansar a nadie. La tragedia

no acepta consejos ni ventajas. La última imagen

de la inocencia es una piedra encadenada al fondo

del abismo. Me quedo haciendo mi ronda febril sola.

 

 

NADIA ANJUMAN Y LA COPA DE LAS TORMENTAS

 

La historia es sorda y no escucha los gemidos humanos.

Pero la historia no existe lejos de los hombres, así que

sordos somos nosotros todos. Lo que deseamos recordar

es una realidad que dibuja otros signos de lo vivido.

Las voces muy penosas que hablan con sus dolores anunciados

no reconocen las lenguas cortadas, los velos sangrados,

los cuerpos que imploran protección por las calles.

Las voces de la historia son un castillo en que los hombres

ocultan la vida sin que ella pueda decir en que

se ha convertido. Nadia Anjuman fue deshonrada

entre las paredes de ese castillo, con su fuego sentenciado

a las quemaduras del silencio. La historia ha perdido

la sentencia flamante de la libertad. Ahora está cerrada

la cocina mágica de sus prodigios, como las montañas

por donde paseaba con sus sueños. Nadia y las piedras

de la vastedad de sus pensamientos. Muerta, su silencio

nos dice que la historia es cantada por hombres sordos.

 

 

LA NUEVA MORADA DE JULIANA DI SALIETRI

 

Los nombres son recordados como hojas desangradas

o piedras desgarradas de las manos del tiempo.

Un abecedario quemante en la memoria con sus letras

invadidas por la vida violentada de cada una de ellas.

Las sombras en su desmayo orquestal y los pasos

que perdieron el color de la piel del misterio.

Noches sufridas en cada nombre. Luces deshechas

por la agonía del recuerdo. Las ciudades robadas

en el tembloroso corazón de sus ruinas. Una de ellas

acostumbrada a decir que el polvo trae en su pecho

los nuevos habitantes de los sitios por donde pasan.

Los nombres conocían distintos apodos, casi siempre

temporales alimentando el orgullo de la muerte.

Fue así que un día Juliana di Salietri llegó

a su pecado original, contorneando los rayos

como serpientes charlatanas en el árbol de la vida.

Descubrió como decirles: Ahora morirán todas.

Como brazos y piernas de un mito alucinado

Juliana inventó los nombres que resucitarán.

Los goces y los credos de su deseada civilización.

 

 

UNA REENCARNACIÓN PARA SARAH JANIAK

 

Su alma era un transmisor de incierta frecuencia.

¿Cuántas horas debemos pasar juntos, hasta la caída

de su consciencia provisoria? Las emisiones fálicas

y el filamento de sus armónicas transferencias,

susceptibles a las formas, al modo como el universo

entra en cada una de nosotras, como los ciclos duplos

improvisan su génesis y el código genético del horror.

A través de la analogía revelamos nuestra personalidad.

Los guerreros sangran por sus mujeres, y los reyes

niegan que la verdad sea condicional. Un apocalipsis

en descomposición es suficiente para perturbar

los efectos del caos. Ya no es irrevocable el orden

secreto de la naturaleza humana. Como animales

que migran para el interior de sus huesos. Como

objetos que contestan sus sombras invertidas, Sarah

Janiak desfigura los proverbios, y los hace temblar

como la consecuencia eléctrica de sus miedos.

Una noche dormimos en su cuerpo, soplando lunas,

revolviendo las cicatrices de los privilegios heredados.

Las selvas estudian las protecciones intransigentes.

La muerte percibe que es demasiado tarde para ella,

y cada una de nosotras despertó en otro sitio.

 

 

LA REALIDAD DE LOS SUEÑOS DE CLARA VALENCE

 

Mis hijos algún día serán mayores que yo.

Con la confianza de una amistad que supera

las arrugas del tiempo y las casas azotadas

por el viento donde nos refugiamos de los males

terrenales. Por mucho que las ruinas humanas

escriban los subterfugios de su atormentada

historia, mis hijos algún día cuidarán

del oro macizo de nuestras leyendas.

Las aterradoras bestias morirán una a una,

renaciendo con sus fantásticos bustos

y sus infelices castillos. Los dioses se esconden

detrás de la fortuna de su imperio de orgullo

y crueldad. Las vírgenes del reino describen

sus ditirambos amenazados y lloran

mientras esperan que el agua se caliente.

Antes de que el mundo de cada una de ellas

se evapore y se lleve los restos de sus famosas

almas, mis hijos recogen en vasijas mágicas

los hechizos que convierten el sueño

de cada noche en días sutiles. Las sombras

que desaparecen trazan un camino que pocos

saben seguir. Las antorchas llameantes

de la inquietud surcan los vientos

como bailarinas que van en busca de suerte

en otras fuentes de vértigo. Mis hijos

pasan junto a mí con sus planes encantados.

Ahora estoy en sus brazos, cada vez más joven,

como la madre que siempre quise ser.

 

 

LA CURIOSIDAD DE LA LENGUA DE YUE MEIFENG

 

Hay que hacer maravillas con los fracasos, me dijo

Yue Meifeng mientras saqueábamos la abadía

de nuestros cuerpos, viejas ruinas de la carne

y los secretos de la sangre. Nada tendría más

efecto que el vino de sus palabras: la riqueza

de la vida está en los refugios de las ilusiones.

El cerro escarlata, las cajas de pedrerías,

la marea alta de sus excavaciones, todo, sí,

como una impropia inquietud y los días

que no hacen parte del calendario. Entre

lozas y candelabros soplaba la mar tranquila

de su nombre en mis ojos, precioso regreso

de cosas que jamás pensé que fueran mías. Yue,

mi pequeña, en mis brazos, confidenciando

el relicario de sus locuras, entre orgasmos

y lágrimas, Los grandes amores entierran

sus privilegios temiendo la eternidad, me lo dijo

y sonrió, quizás no queriendo que le creyera.

 

 

EN NOMBRE DE KAYENA GOVIRA

 

Cuando ella comenzó a contar los sellos

de los misterios que custodiaban su destino,

descubrió que algunos sueños estaban

escritos en lenguas desconocidas.

Los fantasmas sonrieron en los estrechos

confines de su bullicio. Los libros fueron cosidos

con hilo de lana de ovejas. Había un presentimiento

inusual detrás de cada palabra, como el anuncio

de alguna creencia desterrada.

Alucinaciones que a veces surgían

de sus lecturas estaban impregnadas

de dramas inverosímiles. ¿Quién podía

creer que algún día sus aldeas serían destruidas?

Los fuegos florecieron por todas partes,

y en poco tiempo ellas fueron llevadas a un rincón

olvidado de la historia. La razón permanece

oscura en su tragedia. Los pasos que se retiraron

dejaron en su lugar una simbología indescifrable.

Algunos de esos sellos fueron grabados

en doloroso silencio. ¿Quién podría predecir

la secuencia de muertes de nuestra gente?

Kayena Govira empezó a preparar su relato

con una reflexión angustiada: Nadie me pidió

que fuera mujer. Las noches gemían en las páginas.

El cielo estaba escrito a mano en la piel.

¿Cuántas fueron las figuras que huyeron del fuego?

¿Cuántas agonías se describieron en esos meses?

La fabulosa belleza de la mujer irradiaba

las claves que todas deberíamos seguir.

Kayena, Kayena, la diosa amiga que dejamos atrás

para contar nuestra historia. La mujer

que siempre busca la unión de nuestros pueblos.

 

 

SAVYA BARRAULT PONIÉNDOSE SUS ZAPATOS

 

Las palabras del ahorcado eran más que un juego.

Las arenas desconfiadas del semen encontrado

en la quilla de los barcos, la marea perforada

y el número indivisible por otros. ¿Por donde

pasan los siglos sin que el polvo sea consumido?

¿Desde cuándo negocia la clemencia los estragos

de sus islas sumergidas? Los diamantes eligen

mujeres y hoteles de sus malas costumbres.

Una de nosotras se llama Savya Barrault, la otra

hace mucho olvidó sus quejas y camina por

la playa en las noches de borrasca. Su enigma

reposa como un mensaje cifrado en el mar

de las botellas extraviadas. Las letras moteadas

del ahorcado negaban los planes de ese juego

de dejar el monstruo narrar la historia humana.

Nadie sale de este ensueño de encriptaciones

sin haber probado que lleva una iglesia enterrada

en el subterráneo del alma. Un lugar que sea

el escondite del ahorcado y su juego macabro.

 

 

LA CALIDEZ CON QUE AMO CASSANDRA ROUX

 

Hay un privilegio ritual en los besos de esa mujer.

Como si estuviéramos bañadas en las cascadas

de Wang Wei. Como si las entradas descritas

en su dulce lengua fueran el signo de un nuevo ascenso.

Como la luz vertiginosa que transcribe su espíritu

en mi cuerpo. Como la posible analogía de mil dinastías.

Como la vida armoniosa de mi deseo.

Como una oración para que ella nunca me abandone.

Como una pipa sagrada que aspira en el aire

con su humo el encuentro de nuestros sexos.

Hay un privilegio ritual en los besos de Cassandra

Roux que me convierte en la más afortunada de las amantes.

 

 

LA SUFRIDA CONJETURA DE LOS NOMBRES OLVIDADOS

 

Me arrancaron las lágrimas antes

de que la piedad me llevara al oído

los efectos de su borrachera.

Las ordalías rasguean sus rosarios

como si la culpa fuera la única

traición concedida. Los dolores

estaban escritos en el interior

de las almohadas distribuidas

a todas las mujeres. Los dolores

y una pequeña suma de oro,

valor suficiente –según los dueños

de cada posada– para que se conviertan

en estatuas durante el orgasmo.

La revuelta siempre fue contenida

con carne seca y cuentas poco brillantes.

Sus espaldas estaban protegidas

para que siempre permanecieran

tersas como un tesoro intocable.

Los pasajes de memoria subrayados

le dieron a mi conciencia la noción

exacta del abandono al que estábamos

sometidas. Ninguna guerra podría

librarnos de los intérpretes de nuestra

agonía. Nuestras confesiones nunca

fueron escuchadas. Nuestros martirios

jamás fueron recordados. Rara vez

se pierde una lágrima en el duro suelo

de los dormitorios, pero me temo

que allí no crecerá ningún árbol.

Ya ni siquiera recuerdo mi nombre.

 

 

LA NATURALEZA MUERTA DE TAHUANE KAZAYA

 

Los cuerpos revirados en su inmovilidad escultórica

como si fueran las raíces contraídas de la histeria.

Los nombres-muertos grabados en la piel. Las manos

asociadas con las ramas secas de un árbol extinto.

Tenían los ojos desgastados por el horizonte perdido.

Ellas y sus secretos improbables, las mujeres de Tahuane

Kazaya, representadas por el pretexto concéntrico

de los abrazos, una acuarela roja, sepia, marrón,

con la carne mostrando el agotamiento de la imagen.

Tal vez así es como funcionaba su mundo

con la frecuencia cambiada dentro de la mirada.

Los cuerpos sin la vergüenza de un delito común,

la asimetría excesiva de los impulsos del yo

y el tronco encorvado con cicatrices. Quizás así

fue como imaginó la descripción de su oscuridad.

El miedo ardiente a las visiones fugaces, las viejas

conciencias que todavía rondaban los nuevos amores,

las dramáticas ruinas de sus terribles sueños.

Un teatro de fuego, una visión de sangre, para

Tahuane Kazaya el mundo aceptara haber

llegado al punto fulminante del fracaso. Era necesario

construir una imagen delirante del final, para que

los reflejos ya no fueran fruto de los miedos sexuales

de un destino obligado. Cuando los cuerpos

contorsionados comenzaron a hablar, sus cicatrices

y curvas imprevistas provocaron incendios forestales.

La paciencia tiene un punto barroco que revela

la mística fundamental de este bodegón salvaje,

transfiguración contemplativa que permite

que el éxtasis renueve sus tramas agitadas. Ella sabe

que en nombre de su terca paciencia debe seguir

lloviendo lentamente sobre la intensidad

de sus gestos recortados. Si un día su corazón

deja de latir, finalmente ella será una mujer alterada,

como la aparición de un momento de éxtasis

que de alguna manera explica los motivos

de la muerte evocada, el momento en que su vida

presta al arte los más puros delirios eróticos.

 

 

NADIE SEPARA EL BIEN DEL MAL

 

Dos noches por cada una de las recompensas del espejo.

El vértigo en espiral de sus imágenes es como espejismos

manifestados en cada deseo. Lo que vemos también

resucita nuestros miedos. Los rostros invertidos

o desfigurados de los personajes en los que nos escondemos.

El espejo es en ocasiones una evocación de obstáculos

que impiden la llegada de nuestra imagen real.

Por eso le digo, cada dos noches, un nombre diferente,

para que yo misma nunca sepa la mujer que soy.

Cada dos noches dejo un altar de madera

para ir a una roca bañada por el mar. Cuando

comienza a confundirme con sus perfiles, mastico

una amapola de ensueño y evoluciono como los tres

pilares de un reino lejano. Los sueños son

la imposibilidad de una rutina. Mil noches sueño

con abrir la misma puerta y, sin embargo,

nunca he conocido a la misma mujer adentro.

Los sueños son el río de Heráclito que los miedos

no soportan. La llave del abismo. Alfa y Omega.


 

 



A GRANDE OBRA DA CARNE

A poesia de Floriano Martins

  

1991 Cinzas do sol 

1991 Sábias areias 

1994 Tumultúmulos 

1998 A outra ponta do homem 

1998 Autorretrato 

1998 Os miseráveis tormentos da linguagem e as seduções do inferno nos instantes trágicos do amor de Barbus & Lozna 

2003-2017 Floração de centelhas [com Beatriz Bajo]

2004 Antes da queda 

2004 Lusbet & o olho do abismo abundante 

2004 Prodígio das tintas 

2004 Rastros de um caracol 

2004 Sombras raptadas [Coroa] 

2004 Sombras raptadas [Cara] 

2004-2015 Estudos de pele 

2004-2017 Mecânica do abismo 

2005 A queda 

2005 Extravio de noites 

2006 A noite em tua pele impressa 

2006 Duas mentiras 

2006-2007 Autobiografia de um truque 

2007 Teatro impossível  

2008 Sobras de Deus

2008 Blacktown Hospital Bed 23 

2009-2010 Efígies suspeitas 

2010 Joias do abismo 

2010-2011 Antes que a árvore se feche 

2012 O livro invisível de William Burroughs

2012-2014 Em silêncio [com Viviane de Santana Paulo]

2013 Anatomia suspeita da realidade 

2013 My favorite things [com Manuel Iris]

2013 O piano andou bebendo 

2013 Sonho de uma última paixão 

2013-2015 Breviário dos animais fabulosos fugidos da memória 

2014 Mobília de disfarces 

2014 O sol e as sombras 

2014-2015 Reflexões sobre o inverossímil 

2015 Enigmas circulares 

2015 Improviso para dois pianos [com Farah Hallal]

2016 Cine Azteka [com Zuca Sardan]

2016 Circo Cyclame [com Zuca Sardan]

2016 Trem Carthago [com Zuca Sardan]

2016 A mais antiga das noites 

2016 A vida acidental de Aurora Leonardos 

2016 Altares do caos 

2016 Breve história da magia 

2016-2017 Convulsiva taça dos desejos [com Leila Ferraz]

2016-2017 Obra prima da confusão entre dois mundos 

2017 O livro desmedido de William Blake

2017 Antigas formas do abandono 

2017 Labirintos clandestinos 

2017 Manuscrito das obsessões inexatas  

2017 O mais antigo dos dias 

2017-2020 A volta da baleia Beluxa [com Zuca Sardan]

2017-2022 Nenhuma voz cabe no silêncio de outra

2018 Atlas revirado 

2018 Tabula rasa 

2018 Vestígios deleitosos do azar 

2021 Las mujeres desaparecidas

2021 Museu do visionário [com Berta Lucía Estrada]

2021 Naufrágios do tempo [com Berta Lucía Estrada]

2022 As sombras suspensas [com Berta Lucía Estrada]

2022 Las resurrecciones íntimas [com Berta Lucía Estrada]

2023 A casa de Lenilde Fablas

2023 Caligrafias do espírito

2023 Huesos de los presságios [con Fernando Cuartas Acosta]

2023 Inventário da pintura de uma época

2023 Letras del fuego [con Susana Wald]

2023 Representação consentida

2023 Primeiro verão longe de casa 


 

 

1991-2023 Mesa crítica [Prefácios, posfácios, orelhas]

2013-2017 Manuscritos


 

 

Poeta, tradutor, ensaísta, artista plástico, dramaturgo, FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957) é conhecido por haver criado, em 1999, a Agulha Revista de Cultura, veículo pioneiro de circulação pela Internet e dedicado à difusão de estudos críticos sobre arte e cultura. Ao longo de 23 anos de ininterrupta atividade editorial, a revista ampliou seu espectro, assimilando uma editora, a ARC Edições e alguns projetos paralelos, de que são exemplo “Conexão Hispânica” e “Atlas Lírico da América Hispânica”, este último uma parceria com a revista brasileira Acrobata. O trabalho de Floriano também se estende pela pesquisa, em especial o estudo da tradição lírica hispano-americana e o Surrealismo, temas sobre os quais tem alguns livros publicados. Como artista plástico, desde a descoberta da colagem vem desenvolvendo, com singular maestria, experiências que mesclam a fotografia digital, o vídeo, a colagem, a ensamblagem e outros recursos. Como ele próprio afirma, o magma de toda essa efervescência criativa se localiza na poesia, na escritura de poemas, na experiência com o verso, inclusive a prosa poética, da qual é um dos grandes cultores. A grande obra da carne – título emprestado de um de seus livros, é uma biblioteca desenvolvida como espaço paralelo dentro da Agulha Revista de Cultura, a partir de uma ideia do próprio Floriano Martins, de modo a propiciar acesso gratuito a toda a sua produção poética.


 

 

OBRA POÉTICA PUBLICADA

 

Cinzas do sol. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1991.

Sábias areias. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1991.

Tumultúmulos. Rio de Janeiro: Mundo Manual Edições, 1994.

Ashes of the sun. Translated by Margaret Jull Costa. The myth of the world. Vol. 2The Dedalus Book of Surrealism. London: Dedalus Ltd., 1994.

Alma em chamasFortaleza: Letra & Música, 1998.

Cenizas del sol [con Edgar Zúñiga]. San José, Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2001.

Extravio de noites. Caxias do Sul: Poetas de Orpheu, 2001.

Estudos de pele. Rio de Janeiro: Lamparina, 2004.

Tres estudios para un amor loco. Trad. Marta Spagnuolo. México: Alforja Arte y Literatura A.C., 2006.

La noche impresa en tu pielTrad. Marta Spagnuolo. Caracas: Taller Editorial El Pez Soluble, 2006.

Duas mentiras. São Paulo: Edições Projeto Dulcinéia Catadora, 2008.

Sobras de Deus. Santa Catarina: Edições Nephelibata, 2008.

Teatro imposible. Trad. Marta Spagnuolo. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2008.

A alma desfeita em corpoLisboa: Apenas Livros, 2009.

Fuego en las cartas. Trad. Blanca Luz Pulido. Huelva, España: Ayuntamiento de Punta Umbría, Colección Palabra Ibérica, 2009.

Autobiografia de um truque. São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2010.

Delante del fuego. Selección y traducción de Benjamín Valdivia. Guanajuato, México: Azafrán y Cinabrio Ediciones, 2010.

Abismanto [com Viviane de Santana Paulo]. Natal: Sol Negro Edições, 2012.

O livro invisível de William Burroughs. Natal: Sol Negro Edições, 2012.

Lembrança de homens que não existiam [com Valdir Rocha]. Fortaleza: ARC Edições, 2013.

Em silêncio [com Viviane de Santana Paulo]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.

Overnight medley [com Manuel Iris]. Trad. ao espanhol (Juan Cameron) e ao inglês (Allan Vidigal). Fortaleza: ARC Edições, 2014.

O sol e as sombras [com Valdir Rocha]. São Paulo: Pantemporâneo, 2014.

A vida inesperada. Fortaleza: ARC Edições, 2015.

Circo Cyclame [com Zuca Sardan]. Fortaleza: ARC Edições, 2016.

O iluminismo é uma baleia [com Zuca Sardan]. Fortaleza: ARC Edições, 2016.

Espelho náufrago. Lisboa: Apenas Livros, 2017.

A grande obra da carne. Fortaleza: ARC Edições, 2017.

Tabula rasa [com Valdir Rocha]. Fortaleza: ARC Edições, 2018.

Antes que a árvore se feche (poesia reunida). Fortaleza: ARC Edições, 2018.

Tríptico da agonia [com Berta Lucía Estrada]. Fortaleza: ARC Edições, 2021.

Las mujeres desaparecidas. Santiago, Chile: LP5 Editora, 2021.

Un día fui Aurora Leonardos. Quito: Línea Imaginaria Ediciones, 2022.

El frutero de los sueñosWilmington, USA: Generis Publishing, 2023.

Sombras no jardim. Fortaleza: ARC Edições, 2023.


 

 

Agulha Revista de Cultura

Criada por Floriano Martins

Dirigida por Elys Regina Zils

https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/

1999-2024 

 


 

 

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