LAS
VANGUARDIAS EN PANAMÁ
JC | El punto inicial de la vanguardia en Panamá sería el año de 1929, fecha
en la que regresa a nuestro país, procedente de Roma, el poeta Rogelio Sinán
con su libro Onda, obra iniciadora de la Vanguardia. Sin embargo, esa
afirmación admite una precisión que es válida, para los efectos de fijar una
discusión más rica y precisa del tema: ¿tratamos de fijar el punto de inicio de
la vanguardia en Panamá o el nacimiento de la vanguardia panameña?
Esa
discusión la inició el poeta, narrador, dramaturgo y crítico panameño Pedro
Correa Vásquez (1955-1996) en su ensayo Revelaciones (Mención de Honor en el
Premio Ricardo Miró 1976). Planteaba en dicho texto Pedro Correa V. que el
poemario Onda, de Rogelio Sinán, nos permitía fechar la llegada de la
vanguardia a las letras panameñas en el año de 1929, pero que la vanguardia
panameña se iniciaba con Demetrio Korsi (1899-1957) y su libro Bloc (1934),
obra en la cual el panameño y sus preocupaciones entran con derecho propio a la
literatura nacional con las formas y concepciones vanguardistas.
La
discusión puede parecer banal y hasta incidental, dentro de una historiografía
de la vanguardia en Panamá, pero a mí me parece de fondo y sustancial, porque
se trata de determinar un asunto que toca la esencia de lo que se discute.
El
ambiente cultural de entonces era como suele ser en los países que comienzan a
andar su historia con un legítimo deseo de ser modernos y de formar parte de la
contemporaneidad: con un vivo interés por lo nuevo, pero sin referentes
actualizados para pasar por la criba del juicio bien informado lo que nos
llegaba de afuera.
Panamá
no tenía ni 30 años de haberse convertido en república independiente, tras un
proceso traumático, cruzado por intereses foráneos en pugna que alinearon a las
clases dominantes y subalternas en tres bandos: el hegemónico que colocaba al
país bajo la tutela neocolonial USA; el conservador que aspiraba a continuar
bajo el status quo del dominio colombiano y el derrotado por la traición
de los liberales, que terminaron pactando con un sector del conservadurismo y
con los intereses estadounidenses para construir el canal interoceánico.
Ese
país culturalmente conservador, atrasado y ansioso de ser moderno, por una
parte miraba hacia Europa (París, más que Madrid) y por la otra a Estados
Unidos. Las preocupaciones culturales eran de carácter secundario, teniendo
como dirección de la nación panameña a una burguesía movida por el consumismo y
que se sentía a ratos bogotana, otras veces francesa y que, la mayor parte de
las veces, estaba deseosa de uncir al país al carro de las colonias
norteamericanas.
Desde
el punto de vista de las adhesiones literarias, el Panamá literario era
romántico en cuanto a la concepción y el gusto, pero aceptaba el modernismo
como la forma más avanzada del quehacer literario, aun cuando el mismo ya tenía
certificado de defunción extendido desde 1914 (dos años antes de la muerte de
Rubén Darío).
Panamá,
país cuyo signo siempre fue el de servir como ruta y plataforma de servicios
para mover mercancías y valores extranjeros hacia las metrópolis (ayer hacia
Europa –España fundamentalmente– y hoy hacia Estados Unidos de América y Asia)
ha sido mayoritariamente consumidor y, excepcionalmente, productor.
Esa
“ley de hierro de la economía” también se cumple en la producción y consumo de
bienes culturales. Por lo tanto, y toda vez que Panamá nunca ha sido un mercado
importante, el consumo de bienes culturales siempre fue residual y su
producción escasa.
Los
grandes movimientos culturales siempre llegaron tarde y fueron asimilados o
comprendidos con todas las cargas del atraso con el que llegaban.
Si
me preguntas cómo se puede caracterizar el ambiente cultural de esa época, a
juzgar por las publicaciones nacionales en periódicos y revistas, o por los
libros editados, habría que decir que era de mucha pobreza informativa y
formativa, ya que estaba atomizado alrededor de los que tenían el control de
los medios para publicar y el interés por hacer promoción cultural o impulsar
mecenazgos.
Los
poetas y escritores estaban vinculados a los periódicos de la época, que en
Panamá se reducían a uno grande (La Estrella de Panamá, fundado en 1853, uno de
los cinco periódicos más antiguos de Hispanoamérica) y a las publicaciones de
tirajes muy reducidos con formato de revistas o de panfletos dedicados al
libelo o a la denuncia social marginal.
La
Estrella de Panamá (también conocida como The Star & Herald por su parte
redactada en inglés) animó el ambiente cultural de la época con publicaciones
de poemas, versos o reseñas literarias y notas sobre música o bel canto, que ya
se cultivaba en Panamá, toda vez que el Teatro Nacional se inauguró en 1908.
FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
JC | La irrupción del vanguardismo en Panamá vino a ser como una declaración
de guerra a la sensibilidad en boga. Panamá todavía era modernista en sus
expresiones literarias de mayor desarrollo: la poesía y la narrativa. Y
lógicamente que la “inteligentzia orgánica” de las clases dominantes reaccionó
muy duramente contra lo que consideraba un contrasentido literario y un ataque
a “su buen gusto”.
El
diferendo quedó zanjado cuando en enero de 1933, en el Aula Máxima del
Instituto Nacional de Panamá (fundado en 1909 y primer colegio secundario de la
República), se realizó la velada cultural en la que el poeta Roque Javier
Laurenza (1910-1984) leyó su ensayo “Los poetas de la generación republicana”
que pasó a convertirse en el certificado de defunción de la poesía modernista y
post romántica en boga y fue una especie de “manifiesto de la vanguardia
panameña”; quizás el único producido, no por lo que declaraba sino por lo que
negaba de la poesía nacional en boga.
Ya
dije (y creo haber explicado) que por las especialísimas condiciones de nuestro
país, y por la conformación de la nación panameña y de su Estado, Panamá
siempre ha mostrado un atraso en cuanto a la llegada, aceptación y aclimatación
de los grandes movimientos artístico-culturales y sus estéticas. Con la
vanguardia no fue distinto. Como ejemplo de lo que afirmo, hacia 1950
encontramos las primeras influencias ultraístas en nuestra poesía (ver poemas
de Demetrio Herrera Sevillano) cuando dicho movimiento había surgido en 1922 en
Argentina y, hacia el año 1928, Borges ya empezaba a poner distancias con sus
postulados.
Nuestro
país no hizo ningún aporte fundamental al vanguardismo; ni siquiera con las
incorporaciones que hizo Demetrio Korsi al lenguaje, al introducir elementos
del habla afropanameña urbana a la poesía social, casi en forma concomitante
con lo hecho en Puerto Rico por Palés Matos (Tun tún de pasas y grifería de
1927) y Nicolás Guillén en Cuba (con Motivos de Son de 1932) con la llamada
Poesía Negrista, fenómeno que también se registra en Venezuela con algunos
textos de Andrés Eloy Blanco (que son poesía negrista por el tema y no por el
lenguaje) y en República Dominicana, que tiene en Manuel del Cabral a su cultor
más sobresaliente.
FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
JC | Lo que voy a afirmar resulta curioso y puede mover a la duda, pero
Panamá en lo cultural ha sido más insular que Cuba, Puerto Rico y República
Dominicana.
Las
explicaciones para ese fenómeno son muy variadas. Yo pienso que se debe al
hecho de que nuestra literatura siempre careció de temas fuertes bien tratados
y en forma oportuna (excepción hecha del tema reivindicativo del Canal de
Panamá, cuya eclosión ocurre a finales de los años ‘50, mediados de los años
‘60 y que tiene su punto más alto en los años ‘70 cuando logramos firmar los
tratados Torrijos-Carter) y no ha tenido escritores de talla continental,
excepción hecha de Rogelio Sinán, Joaquín Beleño y de Tristán Solarte que, en
momentos muy coyunturales, tuvieron ciertas proyección y brillo.
Ha
sido necesario asimilar críticamente las experiencias de la vanguardia europea
y Latinoamericana, acercarnos más a la experiencia de literaturas regionales
muy fuertes, tales como la mexicana, la cubana, la colombiana y la argentina
fundamentalmente, para que se vaya dando una comprensión que alimenta nuestra
propia historia: si Panamá ha sido el mundo, históricamente, por su condición
de lugar de paso y confluencia de muchas y diversas culturas en su territorio,
entonces el mundo nos pertenece y es legítimo que nos apropiemos de lo mejor de
sus producciones culturales y, para este caso, de sus aportes estéticos y
conceptualizaciones literarias.
FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
JC | Yo diría que muchos. Entre ellos, y para mí el más presente, el
Surrealismo como concepción y visión artística en la poesía, la pintura y la
narrativa.
Igual
ocurre con algunas técnicas del vanguardismo, que aún perduran en la lírica
nacional, tales como el verso libre, el conversacionalismo, la experimentación
y ruptura con la estructura tradicional del poema, la incorporación del
lenguaje del hombre común al texto poético, el fotograma como forma de capturar
el momento y devolverlo como texto poético etc.
FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
JC | Creo que lo fundamental realizado por la vanguardia panameña está
recogido en los textos artísticos que nos legó en libros y en poemas; muchos de
ellos, dispersos en periódicos de variada existencia y revistas de efímera
duración.
Los
manifiestos, que es muy probable que hayan existido, habría que rastrearlos en
periódicos y revistas archivados en La Hemeroteca Nacional. Esa tarea está
pendiente, como lo está la tarea de salvar muchos textos publicados en
periódicos que están por destruirse, dada las precarias condiciones que existen
para su conservación.
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Escritura Conquistada – Poesía
Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y
prólogos de libros firmados por Floriano Martins, además de muestra parcial de
su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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