DOS
ENCUENTROS
1 | VIAJES DE LA HISTORIA Y LAS VANGUARDIAS
FM | La publicación de este libro tuyo, Postumismo y Vedrinismo primeras
vanguardias dominicanas (2011), es valiosa en muchos aspectos y me parece que
uno de ellos es precisamente la estructura que encontraste para defender tus
ideas sobre el tema. Esa mezcla responsable de ensayo, estudio académico,
apuntes históricos, recuerdos, en mucho llévanos a la lectura de una escritura
placentera como la entendía Roland Barthes. Es como un libro de viaje por la
historia de la tradición literaria de tu país. Cuéntanos un poco de esa
definición estructural.
MMS | Ocurre que más que un estudio académico o un ensayo, se trata de un
libro didáctico. Pretendí una exposición que fuera comprensible para cualquier
lector, sin importar su nivel cultural. Aunque hoy existen facilidades que
durante la primera mitad del siglo pasado ni se podían soñar, como las
herramientas de búsquedas en internet, no todos los usuarios (que no son la
totalidad del universo de lectores posibles, mucho menos en países pobres y
tercermundistas como República Dominicana, a pesar de que muestre, en cuanto a comunicaciones,
progresos tangibles que superan a muchos del área), pueden tener acceso a cosas
tan simples como el muestrario sucinto de las principales vanguardias
universales y americanas con anterioridad a 1930, en especial a 1921 que es la
fecha de la proclama del Postumismo; de modo que es una forma de llegar
directamente a los temas a tratar sin desvíos y sin requerimientos de búsquedas
en el web. Esas cosas son obvias para iniciados en literatura, pero mi
preocupación mayor, como lo expreso al final en la dedicatoria especial, fue a
favor de los estudiantes y los interesados en nuestra literatura que no son
doctos en la materia, porque yo también había sido, como ellos, un ignorante de
estos procesos en mi juventud.
De
ahí que, como lector y como estudiante, recordara que regularmente no se vuelve
atrás para ver lo que se dijo, y es necesario repetirlo, a riesgo de fatigar al
lector, sobre todo cuando se refiera al meollo del asunto y la base de la
investigación. Es una manera de ir refrescando su memoria manteniendo el hilo
conductor del desarrollo temático.
Eso
puede resultar poco académico, pero creo que muy efectivo al final.
FM | Steven White ha escrito un libro que se llama La poesía de Nicaragua y
sus diálogos con Francia y Estados Unidos (1992). Allí están los datos
esenciales para comprender cómo fue posible a la lírica nicaragüense trascender
su aventura adánica mezclándose a la experiencia de la lírica de lenguas
inglesa y francesa. El sentido de mestizaje de nuestras culturas, en América, es
lo que tenemos de más fuerte, ya lo sabemos. En tu libro, una vez más, se hace
ese rasgo precioso, así como, por supuesto, la zambullida en el pasado, en el
siglo XIX, el diálogo con los llamados “dioses mayores” de la literatura
dominicana. El problema no son las entrañas francesas, inglesas, españolas o
portuguesas de nuestras raíces, sino la manera cómo, a partir de ellas,
fundamos nuestras singularidades. Creo que tu libro cumple esa función de
destacar el principio de las cosas y sus arreglos en nombre de la identidad de
una cultura.
MMS | En cuanto al afrancesamiento y el antihispanismo, es cierto. Tanto
Gastón Fernando Deligne como José Joaquín Pérez tradujeron poemas del alemán y
el inglés el primero, y del inglés y del francés el segundo. Salvo Salomé Ureña
de Henríquez (aunque leía con fluidez inglés y francés), que fue seguidora de
la tradición española, los intelectuales dominicanos hablaban y leían bien el
francés desde la ocupación haitiana de 22 años (1822 a 1844) y repudiaban a
España por la Anexión ocurrida en 1861 que provocó una cruenta guerra de
liberación, amén de que la literatura española del romanticismo, si exceptuamos
a Gustavo Adolfo Bécquer, tampoco mostraba mucho esplendor si se compara con la
gala a partir de Charles Baudelaire.
A mí me desconcertaba que se presentaran las
cosas como si ocurrieran mágicamente. Que de pronto alguien inventara nuevos
procedimientos lingüísticos o diferentes formas de expresarse. Eso no es así.
De modo que fui presentando los antecedentes de las vanguardias y de los
cambios, a veces casi imperceptibles, que fueron sucediendo en los poetas
dominicanos, a pesar de que algunos de ellos viajaban con frecuencia al
extranjero, en especial a París, meca del arte durante casi todo el siglo. No
sólo informar eso, sino mostrar lo qué se consideraban propiamente vanguardias
en Hispanoamérica y el grito tempranero de una de las figuras principales de la
poesía dominicana, considerada por la crítica barroca romántica uno de esos
Dioses Mayores de la Poesía, José Joaquín Pérez, que en 1896 había pedido en un
poema, que era todo un programa pre-vanguardista, dedicado a un “modernista
exótico” (referencia a un criollo que seguía los lineamientos de Rubén Darío y
su cohorte parnasiana), que no le cantara a cosas extrañas “que bien se están
en su nativo clima” sino a las americanas y a las mujeres nuestras, sobre todo
a la “india de cutis de canela”, que en el eufemismo tradicional dominicano se
refería a la mulata o mestiza, dando origen a toda una nueva tradición que produjo
el movimiento criollista. Pero también mostré lo que se publicaba en el país de
las vanguardias, especialmente del futurismo. Las visitas y conferencias de
personalidades como José Santos Chocano y Manuel Ugarte; los artículos y
debates en la prensa sobre la necesidad de los cambios, sobre todo de un arte
social más profundo, donde hubiera una mayor preocupación por el concepto.
De
ese modo creo demostrar que cualquiera pudo torcerle el cuello al cisne
modernista, pero que la gloria le correspondió a Domingo Moreno Jimenes y fue
la misión callada del movimiento postumista.
FM | El argentino Jorge Luis Borges decía que los historiadores en nuestra
época perdieron la capacidad de prever el pasado. Es una broma que es una
verdad y el símbolo de nuestro rechazo a la historia como una fuente perenne de
descubiertas. Lo más curioso es que la casi totalidad de las revelaciones de
errores en lectura del pasado todavía no fueron actualizadas en los libros para
estudiantes. En tu libro, en especial, hay un recuento maravilloso en el
sentido de precisar los orígenes del Vedrinismo y la actuación concreta de un
tipo como Vigil Díaz.
MMS | Precisamente, en el preámbulo digo que el motivo principal para
escribir el texto fueron algunas exposiciones de críticos y comentaristas
literarios ya establecidas como lugares comunes.
Todos
los libros que tratan sobre nuestra literatura a partir de 1943 cuando apareció
la Antología de Poesía Dominicana de Pedro René Contín Aybar, proclaman que en
1912 con la publicación de Góndolas, su primer libro, de poemas en prosa, Vigil
Díaz había proclamado el vedrinismo, hecho que magnificaría luego Manuel Rueda,
importante poeta y recio intelectual, en 1972 en la Antología Panorámica de la
Poesía Dominicana, diciendo que se trataba de la primera vanguardia americana.
Eso
era algo muy serio. No se trataba de improvisados sino de personalidades
fundamentales de la literatura contemporánea nacional y se dio por un hecho sin
mayores averiguaciones, como se daban por establecidas la mayoría de las cosas
que han adquirido la categoría de clisés o lugares comunes en cualquier
literatura.
El
hecho de que un escritor como yo, que no soy académico (de las academias
líbranos señor, como le pidió Darío al Quijote, aunque haya sido egresado de
una universidad con un título de doctorado en derecho, pero no en letras), que
nunca me había destacado como historiador, osara enmendarle la plana a estos
señores, se convertía en una acción vituperable. Demostrar que no tenían
razones valederas, que habían inventado la especie, que jamás presentaron la
más mínima prueba, sino todo lo contrario, que el ismo existe, pero a partir de
1926 y no creación de Vigil sino de un joven llamado Zacarías Espinal, se
convertía, así, de golpe y porrazo, en algo inaceptable.
Sin
embargo, las pruebas están ahí, son los textos originales y epocales que
aparecen en mi libro. Y de ahí que las repeticiones necesarias, los énfasis en
la mentira y el invento, terminaron por irritar a los defensores que no tienen
el menor argumento que exponer, que no sea la invectiva y el denuesto.
No
fue en la República Dominicana donde apareció la primera vanguardia americana.
No existió en la segunda década del siglo XX ni siquiera la palabra vedrinismo.
El término tan solo. Eso es lo que no soportan.
FM | Pero cuéntame una cosa: el mismo manifiesto del Vedrinismo es un tipo
curioso de alabanza a la cultura occidental, europea. Y sus piruetas verbales
no constituyen una ruptura, sino una sustentación del circo, más parnaso,
todavía más parnaso, en una cultura que ya necesitaba avanzar en lo que el
brasileño Raul Bopp llamaba de “frescor primitivo”. Además de una reliquia que
es casi un ornamento del pasado, ¿qué importancia real aporta a la cultura
dominicana el Vedrinismo?
MMS | Vamos por partes. Si admitiéramos que Vigil Díaz proclamó el vedrinismo
en 1912 con Góndolas, tendríamos que llegar al acuerdo de que en ese libro todo
lo que hay es parnasianismo y por lo tanto modernismo dariano de ley, ya en
franca decadencia para la época y con ejemplos por doquier de postmodernistas
aunque sin nombres con ismos. No. Lo que yo demuestro es que Vigil Díaz no
inventó el término. Que nunca proclamó el vedrinismo y que lo que llamamos tal,
aparece en mi libro en un apartado de la décima octava sección titulada Los
versos vhedrinhistas de Zacarías Espinal, sin que este proclamara nunca que se
trataba de una escuela o de un movimiento. Era un joven poeta, nacido en el
1901, que por razones médicas le administraron morfina y se convirtió desde sus
diez y nueve o veinte años en morfinómano; que publicaba cosas rarísimas, y que
el 9 de octubre de 1926 dio a la luz tres poemas extraños, diferentes a todo lo
que se hacía en el país hasta entonces, que tituló con esas haches
intercaladas, dando nacimiento al ismo. Incluso en las conclusiones de esa
sección señalo que la única definición que hasta ahora tenemos de lo que era el
vedrinismo para Espinal fue una expresión suya comentando un prólogo de un
libro de un médico criollo recién llegado de Francia, y es la siguiente: que
era la viva expresión del sub-consciente. Algo que Breton hubiera firmado como
surrealista, sin duda alguna. Ya el surrealismo existía. ¿Pudo haber alguna
conexión entre Zacarías y los surrealistas franceses? Eso cae en el terreno de
la especulación, pero yo digo que tendríamos que verlo como una forma de
surrealismo antillano. De modo, que por breve que sea la definición, por
extraño que fuera el nombre de los versos de Zacarías, que yo copio in extenso
en la obra, por lo menos tenemos una praxis rara, y un conato de manifiesto,
una manifestación escueta, pero una manifestación al fin. Luego Vigil publicó
dos poemas diciendo que eran vedrinistas, el primero con una ene (vendrinista),
dos o tres años después de Zacarías, en 1929 o posiblemente a fines del 1928
porque se trató de un segundo número y el primero data de octubre de ese año de
la revista El Día Estético, órgano de los postumistas; con tanta suerte, que no
sólo le regalaron el ismo sino que lo antedataron 17 años atrás.
Creer
lo dicho por Rueda y Contín como cierto, crea esa confusión. Si hubo un ismo
llamado vedrinismo, es lo que de él escribiera y dijera su creador: Zacarías
Espinal, que murió en plena juventud en 1933, víctima de su adicción. A su
muerte se habló bastante de sus rarezas como poeta y Manuel Rueda considera que
sus raros versos con palabras que parecían inventadas por él, eran unas
especies de jitajánforas, anteriores a las de Mariano Brull. Hubo algunos
imitadores de ciertas cosas de Espinal después de su tránsito, pero eso
rebasaba el presupuesto de mi texto.
FM | Cuando llegamos al Postumismo, leemos en su manifiesto la necesidad de
un arte autóctono, para abrir la talanquera que nos ha separado del infinito.
Una vez más la ilusión de que el arte puede despreciar el pasado y nacer de un
borbotón mágico. La magia de la cultura está en su habilidad de cambio. El arte
es fruto de la relación íntima entre todos los tiempos. El Postumismo está
relleno de mármol, aunque lo rechace. El mármol de que habla su manifiesto es
un prejuicio. No puedo decir que no quiero más Homero o Mallarmé, no hay acento
personal lejos de una visión múltiple de las cosas, no hay ritmo personal sin
la comprensión de toda la música – es el mismo error de todas las vanguardias
en Brasil –, la verdad es la esencia, la verdad está en la apertura de los
canales. Las vanguardias cerradas, ya lo sabemos, fueron las más torpes.
MMS | Lo primero es que ese Manifiesto del Postumismo es obra personal de
Andrés Avelino. Avelino era un muchacho campesino recién llegado a la ciudad.
Venía del norte lejano, de Montecristi, lleno de arrestos juveniles. Ni Moreno
Jimenes el principal creador, ni Rafael Augusto Zorrilla el mecenas y especie
de armador del trío, lo firmaron; aparece al final de su libro Fantaseos como
obra suya. Hay unas entrevistas a Moreno de esa misma fecha y hay otro artículo
de Avelino y otro de Zorrilla donde expresan lo que para ellos era el
Postumismo. Yo he tenido la audacia de hacer con esas expresiones de ellos
varios Manifiestos Virtuales, porque bien sabemos que las expresiones de los
fundadores forman parte de la ideología del movimiento, sobre todo cuando son
expresadas en los años de fundación. La boutade de Andrés Avelino se explica
por ser una reacción vanguardista típica, es decir iconoclástica. Pero con
mucha razón, porque luego, también reproduzco las concepciones que hoy se
tienen de lo que debieron ser las vanguardias americanas en los años veinte,
sobre todo en Hispanoamérica: que era la reacción contra el modernismo de
Darío. No hay dioses paganos ni nada que se le parezca en los postumistas.
Darío ha muerto de verdad. Ese fue su logro y hoy se considera que debió ser
así, una reacción contra Europa. Ahora bien, yo demuestro que lo que hizo
Moreno (los otros dos dicen que de su obra nació el movimiento), fue desterrar
las princesas azules y comenzar a cantar, no sólo lo que le rodeaba sino lo que
sentía, pero con palabras y tonos completamente distintos de los modernistas.
De ahí la ruptura con la métrica y la rima, aunque no fueron tan cerrados para
no admitir a los que eligieran formas anteriores. Ellos, los postumistas,
fueron los que cambiaron. Ahora bien, como sucede en todos los movimientos,
cada uno pensaba a su manera. El hecho de que hasta hoy se tenga como único
manifiesto el de Avelino, ha creado esas confusiones. Yo trato de aclararlo en
mi libro. Sin embargo, también te puedo decir, que todavía no se sabe qué era
realmente el postumismo.
FM | Ya he leído unas controversias a tu trabajo. Es rico que estás poniendo
en campo de pelea la realidad cultural de tu país, con sus vicios y debilidades.
Es un riesgo tuyo y no hay otro modo de uno avanzar en la recuperación del
patrimonio cultural de nuestros pueblos. Por supuesto, tus fuentes, el apoyo de
tus investigaciones, no pueden ser los libros oficiales. En este sentido, la
prensa, sobre todo las revistas culturales, desempeñan un papel fundamental.
Hay colecciones de revistas, por ejemplo, en nuestros países, que constituyen
la verdadera historia de su cultura. Pienso, por ejemplo, en la Revista del
Instituto de Cultura Puertorriqueña, que es un esfuerzo valioso de recuperación
de los caminos naturales de una cultura. Háblame un poco de tus fuentes y dime
si la vanguardia en República Dominicana puede ser buscada –pienso en un
investigador apasionado por la cultura de tu país– a través de la prensa.
MMS | Recordé que a principios del siglo XX (que fue un periodo turbulento
políticamente hablando, motivado en parte a la deuda externa que fue uno de los
pretextos de Estados Unidos para invadir el país en 1916; ocupación que duró
ocho largos años) no se editaron muchos libros, pero las revistas, dos de ellas
fundadas y dirigidas por venezolanos exiliados (Letras y Renacimiento dirigidas
por Horacio Blanco Fombona y Manuel Flores Cabrera) y otra (La Opinión que
llegó a ser dirigida por un español rebelde Juan José Llovet), y los
periódicos, suplían la necesidad de información y formaban el gusto. Un país
con alto nivel de analfabetismo, sin comunicaciones internas durante los
primeros veinte años, cuyas figuras cimeras vivían viajando, ya formándose y desarrollándose
en medios más amplios, como los hermanos Henríquez Ureña en Cuba, México y
Argentina, ya como diplomáticos, ya como exiliados, atesoraba estas
publicaciones que formaban parte de las bibliotecas familiares y era las bases
culturales de la gran mayoría de los escritores pobres (los editores las
preparaban para ser encuadernadas por tomos numerados).
Curiosamente,
los manuales de historia literaria no se detenían morosamente en el pasado ni
estudiaban lo que aparecía en estas revistas y en los periódicos.
En
el país no hemos rescatado como los puertorriqueños ese valioso documental.
Recién ahora el Archivo Nacional está haciendo esa labor tímidamente.
Recuerdo
que cuando intenté ponerme al día (después de haber publicado en 1976 un Manual
de Historia de la literatura dominicana y americana) revisando en las
hemerotecas nacionales de Santiago y de Santo Domingo, especialmente en el
Archivo General de la Nación, que entonces era un caos, me sorprendió lo poco
que sabíamos los literatos y los estudiosos de lo que realmente había sucedido
en ese interregno en nuestro país.
Como
los pichones esperan que los padres traigan de sus altos vuelos la comida
nutricia, nos habíamos quedado con las migajas que los grandes señores de la
crítica y de la historia nos habían entregado.
Ir a
las fuentes y tratar de rebatir a personalidades como Pedro René Contín Aybar y
Manuel Rueda, por citar los principales que se rebaten, parecía un
despropósito, porque Contín conoció y trató a la mayoría de los autores.
Estas
y otras autoridades, entre las que están Max Henríquez Ureña, Américo Lugo
etc., supuestamente ya habían saqueado las arcas culturales y los demás sólo
teníamos que partir de ellos. Nada de nuevas carabelas a explorar territorios
colonizados. Pero los piratas encuentran siempre tierras desconocidas o
inexploradas y arcas sin abrir.
De
ahí que comenzara primero a extrañarme de mis descubrimientos, porque se
trataba de cosas que estaban a la vista de todo el mundo, como la carta famosa
de Poe, de modo que fui tomando notas aquí y allá, de pequeños, a veces ínfimos
detalles.
Hubo
varias discusiones que parecían zanjadas entre los críticos nuestros. Una de
ellas era sobre la aparición del poema en prosa.
Que
el primer poema fuera de la autoría de una personalidad de nuestra literatura
como Federico Henríquez y Carvajal, apodado El Maestro, que vivió más de cien
años, y que lo publicara en 1892 en su revista de Artes y Ciencias, no dejaba
de ser un hecho significativo, cuando a lo más que llegaban los demás críticos
era a 1903, ignorándose que Francisco Henríquez Ureña, Fran, el hermano mayor
de Pedro, Max y Camila, que venía de París donde su padre terminaba la carrera
de medicina, había incursionado en el periodismo literario fundando una revista
en 1899 para difundir el poema en prosa, y que varias mujeres también habían
entrado en la moda.
Hechos
como ese, o que Tulio M. Cestero había sido el introductor del virus modernista
parnasiano en el país con unos ensayos en 1898 y con un libro pequeño de poemas
en prosa en el 1901, todo eso figuraba en las bibliografías, pero nadie había
dicho que con ello infectaba el virus modernista a la literatura nacional.
En
fin, en esos veinte años que van desde 1901 a 1920, a pesar de las montoneras,
de la ocupación americana, de los golpes de Estado, de los levantamientos, se
hizo literatura, y, podría decir que buena literatura. Haberlo demostrado,
sacando a la luz la existencia del yoísmo de Ricardo Pérez Alfonseca o el
socialismo militante en literatura de Federico Bermúdez, es lo que ha
desconcertado un poco. Todo eso se conocía, se sabía, como del criollismo del
que sigue siendo el mayor exponente las Criollasde Arturo Pellerano Castro,
aunque no en la forma que lo presento y muestro.
Creo
que en el fondo, lo que más desconcierta no es lo que demuestro de Moreno
Jimenes y los postumistas o de Zacarías Espinal como creador del ismo
vedrinista, sino que, quieran o no, tendrán que reescribir nuestra historia
literaria a partir de mi libro,. Lo digo sin jactancia alguna. Me hubiera
gustado que no fuera así. Pero las pruebas abrumadoras en apoyo de las tesis
que sostengo, lo demandarán.
Creo
que en otros países deben también rastrearse los antecedentes y presentar las
cosas con claridad palmaria, con pruebas, con textos, no con suposiciones o
imaginaciones.
Concluyo
el libro pediéndole a los jóvenes que siempre duden y esa duda los motive a
buscar la verdad.
FM | Pero hablemos con la fuerza de realidad: ¿tiene el rechazo a tu libro
que ver con cuestiones pragmáticas, un plan editorial de recuperación de
manuales históricos, la presencia casi siempre una ausencia de la educación en
los proyectos de gobierno, o, es nomás que una reacción del pavorealismo
nacional?
MMS | Hasta ahora lo que han llegado hasta mí son rumores. Ningún crítico se
ha pronunciado públicamente. La mayoría son profesores universitarios que están
molestos porque sencillamente no fueron ellos los que encontraron etas cosas
que denuncio, pienso yo. En sentido general los comentarios que me hacen me
satisfacen en parte, porque me dicen que leen el libro como una novela a pesar
de sus 787 páginas. Dudo que a pesar de todas las pruebas que aporto, el clisé
oficial del vedrinismo como fundado por Vigil Díaz en 1912, primera vanguardia
americana, bla, bla, bla, seguirá repitiéndose, precisamente por el
pavorealismo nacional, y lo dejarán así, como han dejado una mentira histórica
de Manuel Rueda, que Moreno Jimenes nació en Santiago, cuando he mostrado su
acta de nacimiento en Santo Domingo. Pero el mito supera la realidad,
desgraciadamente. En cuanto a un plan, no creo. Solo se trata, en mi caso, como
en otros, de individualidades hartas ya de las mentiras de ciertas autoridades
áulicas de nuestra cultura, a veces por simples ojerizas o malquerencias.
Aunque a veces, ciertamente, una golondrina puede fabricar el verano. Ojalá mi
libro sea esa dichosa ave solitaria.
FM | Dime ¿qué camino crees tenga tu libro, a ver, qué puede cambiar en la
comunicación entre el mundo institucional y los arreglos que aportas con el
peso de una verdadera revolución?
MMS | Creo en la verdad de la famosa frase aquella de que: Es necesario que
todo cambie para que todo siga igual. En efecto, a lo que me refiero es apenas
a treinta años de la vida literaria nacional, una etapa llena de sombras en
todo sentido, que he tratado de iluminar al estudiar nuestras vanguardias. Hay
muchas otras cosas que deben ser tratadas todavía, como la prosa narrativa y el
ensayo, si pensamos que Pedro Henríquez Ureña, y sus hermanos Camila y Max, y
otras personalidades, estaban en auge entonces. Algo cambiará, sin duda, porque
vivir es evolucionar, pero no habrá revolución; por lo menos, eso espero.
FM | ¿Olvidamos algo?
MMS | Creo que no, aunque cuando se comenta un libro de más de setecientas
páginas siempre quedarán muchas cosas por decir y preguntar, pero creo que lo
esencial ha sido cuestionado. Ahora, esperemos las críticas y los comentarios y
la reacción de las autoridades universitarias y escolares. Como sabes, hay un
segundo tomo que tendrá el índice onomástico, una antología de los dos ismos,
iconografías, la transcripción de los documentos importantes de los que sólo
hayamos extraído unas frases, y unas entrevistas inéditas que le hizo un
estudiante para una tesis de licenciatura en filosofía a Domingo Moreno Jimenes
y a Andrés Avelino. Nos espera un buen jaleo literario todavía. Entonces a la
luz de los textos, al cotejar los de Vigil Díaz y los de Zacarías Espinal, como
en el cuento aquel de Hans Christian Andersen, sobre el traje del emperador,
muchos verán quién estaba desnudo y quién vestido. Y se sabría quiénes fueron
los sastres embaucadores.
FM e Manuel Mora Serrando. Santo Domingo, 2009 |
2
| LAS VANGUARDIAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA
FM
| ¿Cuál es el punto inicial
de la vanguardia en tu país? ¿Cómo era el ambiente cultural entonces?
MMS
| Juan Bosch se quejaba de
la arritmia histórica en Santo Domingo; en efecto, la militancia auténticamente
modernista, con el mismo entusiasmo que la juventud de la mayoría de nuestros
países y hasta de la misma España con Salvador Rueda y otros que luego formarían
parte de la Generación del 98 incluyendo a Juan Ramón Jiménez, estaban a favor
de ciertos aspectos, entre nosotros no ocurrió igualmente, a pesar de que José
Joaquín Pérez en 1884 en la Revista Científica, literaria y de conocimientos
útiles escribió entusiasmado, adelantándose a casi todo el mundo en el resto de
Latinoamérica, del joven Rubén Darío de diez y siete años entonces. (Ver Rubén
Darío y sus amigos dominicanos, de Emilio Rodríguez Demorizi, Colombia:
Ediciones Espiral, 1948), lo siguiente:
No conocíamos el nombre de ese nuevo poeta
nicaragüense, pero si antes de ahora lo hubiésemos conocido, de seguro que lo
habríamos proclamado uno de los primeros de nuestra hermosa tierra americana.
El folleto de diez y seis páginas que contiene esta producción es digno de
leerse. Escrito en redondillas con una sencillez maravillosa, el poeta da al
arte cuanto el arte merece, por ser Sello que imprime el Señor en el que juzga
mejor ministro de lo sublime. Escaso sería todo el elogio que prodigásemos a obra
tan acabada como esta; y para que nuestros lectores por sí mismos la juzguen,
empezamos a reproducirla en el próximo número de la Revista seguros de que nos
lo han de agradecer. Es una hermosísima y rica producción, una joya de
delicadísima filigrana.
Lamentablemente nuestro gran poeta no dio el título
de ese opúsculo, que se ha confundido con Primeras notas, epístolas y poemas,
de 1885 editado en 1888 de acuerdo con la edición de Aguilar de sus Poesías
Completas (1961), aunque cronológicamente se ha dicho que Abrojos de 1887,
editado en Chile, fue su primer libro publicado, de modo que este opúsculo así
documentado fue el primero realmente. Destacamos este hecho porque precisamente
fue José Joaquín Pérez el gran admirador del joven Rubén el que le torció el
cuello al cisne quince años por lo menos antes que Enrique González Martínez y
con ello dio pie para que surgieran los primeros vagidos vanguardistas
nuestros.
Federico Henríquez y Carvajal, tío de Pedro
Henríquez Ureña, conocido como El Maestro, citó a Azul como una obra
maravillosa y en 1992 publicó un poema en prosa en el cual aparecen dos
heraldos rubenianos: un cisne y un lirio.
El dos de noviembre de 1894 apareció el número uno
de la revista El Hogar dirigida por Fabio Fiallo, en la cual colaboró el
entonces joven Tulio Manuel Cestero de apenas 17 años, convirtiéndose en la
primera publicación del país que hizo propaganda directa al modernismo. Ahí se
difundieron poemas en prosa de Rubén desde el inicio, apareciendo Fugitiva,
aquel que comienza: Pálida como un lirio, como una rosa enferma. Tiene el
cabello oscuro, los ojos con azuladas ojeras. El once de ese mes aparece el
primer poema modernista en prosa de un autor dominicano, de la autoría de
Tulio, prematuramente enviciado de exotismos, con el título de Pálida, comete
la audacia de iniciar diciendo: Triste se marchita allí, en el saloncito rojo,
como se marchitan las oropéndolas, los lirios y las azucenas, en los japoneses
jarrones. Hastiada, le mortifica el perfume de las flores, colocadas en los
etruscos vasos griegos y en las manos de las diminutas marmóreas estatuas.
Muchos de los poemas de Azul se dieron a conocer
allí y Tulio publicó otras prosas atrevidamente inmaduras.
En los primeros meses del año siguiente circuló la
falsa noticia de la muerte de Rubén. Un literato y periodista boricua, José
Contreras Ramos publicó un artículo en El Hogar denostando a Rubén por exótico,
diciendo de él, entre otras cosas: “Nacido en América, en estas tierras
criollas tan dignas de ser amadas, fue traidor a la patria intelectualmente
hablando”… “El poeta, francés, europeo, encuentra muy malo, dañina, la
independencia y sus resultados, y no la maldice pero coloca el indio salvaje
por sobre el criollo civilizado”… concluyendo: “En cuanto a mí, mientras más
sufra mi gran patria americana, más la he de amar. Criollo de nacimiento,
francés de corazón, duerme en paz.” Después que se desmintiera su muerte, se
supo que el señor Contreras no estaba solo. Mientras Pedro y Max Henríquez
Ureña confirman que el primer modernista convicto y confeso fue Tulio Manuel
Cestero como propagandista y ya vimos que como actor, por el poema citado y por
otros más que divulgó más adelante, además de traducciones de Charles
Baudelaire, y que al final del siglo XIX J. M. Vargas Vila lo incluyó en su
libro de 1899 Bustos y Medallas entre los valores modernistas del continente al
lado de Manuel Díaz Rodríguez y Rufino Blanco Fombona, amén de haberle dedicado
en New York un ejemplar de su novela Flor de Fango, dice de él: Tulio M.
Cestero, el bohemio dominicano, amante de lo exótico, el arista decadente de
“Notas y Escorzos; luego iniciando el Siglo XX gana un concurso con su pequeño
poema en prosa Del Amor editado en 1901 (ellos citaban a Fabio Fiallo como el
primer poeta influenciado), la reacción del gran admirador del adolescente
Darío, quizás recordando lo de Contreras Ramos, se adelantó al mexicano
González Martínez, como veremos en la comparación del poema del dominicano de
1896 y el famoso tuércele el cuello al cisne del mexicano de 1911 (de quien
Octavio Paz diría que aquel torcedor fue el único poeta auténticamente
modernista de México):
DE AMÉRICA, de José Joaquín Pérez
A un
modernista exótico
Pues háblame del mundo que conozco,
de mis flores silvestres, de mis selvas,
y deja para el viejo mundo, lotos,
clemátidas, orquídeas, crisantemos.
Ponme en contacto con la pompa virgen
de esta monumental naturaleza,
de formas y colores y matices
que el arte no profana ni supera.
Píntame a golpes de la luz del trópico
a la criolla del cutis de canela
que el beso perennal y voluptuoso
del sol en el cenit colora y quema.
Descríbeme torrentes y montañas,
cuanto con vida vigorosa alienta
en la fértil región americana:
¡en nuestra hermosa, exuberante zona!
No estudies en los libros, sino en ese
gran libro que el Creador aquí escribiera,
que los granos magníficos contiene
del más sublime, original poema.
TUÉRCELE EL CUELLO AL CISNE, de Enrique González Martínez
Tuércele
el cuello al cisne de engañoso plumaje
que
da su nota blanca al azul de la fuente;
él
pasea su gracia no más, pero no siente
el
alma de las cosas ni la voz del paisaje.
Huye
de toda forma y de todo lenguaje
que
no vayan acordes con el ritmo latente
de
la vida profunda. . .y adora intensamente
la
vida, y que la vida comprenda tu homenaje.
Mira
al sapiente búho cómo tiende las alas
desde
el Olimpo, deja el regazo de Palas
y
posa en aquel árbol el vuelo taciturno. . .
Él
no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila,
que se clava en la sombra, interpreta
el
misterioso libro del silencio nocturno.
José Joaquín Pérez enfrenta al modernista exótico,
que como vimos no podía ser otro que Tulio Manuel Cestero, confirmado más tarde
por Vargas Vila, y ofrece una solución contra el modernismo: el criollismo. El
deber del poeta americano de cantar y exaltar la fértil región americana:
¡nuestra hermosa, exuberante zona!
El mejicano señala la metafísica, desconociendo que
en ese aspecto el propio Rubén había presentado en sus nocturnos y en muchos
otros poemas al búho sabihondo como símbolo expresionista.
Sin duda alguna, la reacción contra el modernismo
que acontecería en la segunda y tercera décadas del siglo xx se iniciaría en
Santo Domingo a fines de la centuria anterior con Bienvenido Salvador Nouel, un
poeta nacido en la ciudad de Santo Domingo que se avecindó en un campo de La
Vega en el norte del país, que fuera el primero que escribiera un poema
modernista en versos, publicado en Letras y Ciencias el treinta y uno de marzo
de 1896 con el título de Azul para que no hubiera duda alguna de su influencia
de Darío:
Ella es como un rayo de luna/ en el ágata azul de
una concha!/ y nació de nereidas y silfos/ en el lecho nupcial de la
Aurora.//En su frente de nítidos lirios/ bullen albos ensueños de diosa;/
griego es su perfil, y sus labios/ dos pulidos rubíes de Golconda.
Curiosamente este poeta fue el primero que escribió
un poema criollista en prosa con el título de Criolla, en esa misma revista el
19 de mayo de 1896, demostrando tal influjo de José Joaquín Pérez que mezcla
detalles indigenistas de lo que este había sido la figura más importante del
país con sus Fantasías Indígenas, al expresarse de este modo: Suave, como
tierno corazón de palmito de nuestras selvas vírgenes, así es tu cutis fino,
donde luces la india color que acusa tu progenie. ¡Y pudiera llamarte Anacaona!
Flor de oro significa el nombre de la reina indígena y tú… Tú eres flor y eres
oro! Flor nacida a los besos de brisas cibaeñas! Oro purísimo que ha sufrido al
conjuro de genios invisibles, trasmutación de ángel!…
Es casi un
calco, por aquello del color del cutis, por el pedido de que cantara la criolla
de cutis de canela; este poeta, más tarde comprendió lo que quería el autor De
América, y escribió y publicó los primeros poemas auténticamente criollistas
describiendo la zona agreste donde vivía, creando una legión de seguidores por
toda la República con un criollismo que alcanzó sus más altas notas de
delicadeza en las Criollas de Arturo Pellerano Castro. Sin duda alguna pudo
convertirse en una vanguardia y de hecho así la consideramos, como el
antecedente más claro de lo que luego sería el postumismo, aunque no llegó a
señalarse como tal, fue un movimiento coherente, cuya ideología está claramente
expuesta en el poema copiado y en la protesta de aquel olvidado Contreras Ramos
y lo decimos por el concepto actual que algunos críticos y ensayistas tienen de
las vanguardias auténticas americanas, declarando que el criollismo es un claro
ejemplo de la rebelión contra el modernismo, que compartimos fervorosamente.
FM
| Los movimientos locales,
¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas correspondientes
o acaso agregaban algo distinto?
MMS
| Para responder esa pregunta
es preciso que diferenciemos claramente lo que significaba luego de la muerte
de Rubén Darío la rebeldía americana. Para ello voy a copiar una síntesis de lo
que señalan dos críticos historiadores de las vanguardias nuestras, el español
Guillermo de Torre en su Antología de poesía latinoamericana de vanguardia
(1916-1935) (Argentina, 1930):
En la América hispanoparlante, –no puedo prescindir
de mi actual punto de mira–, y además de los naturales reflejos y secuencias de
algunos de esos “ismos”, que en cada país y en cada literatura se colorean con
un acento particular.
Todavía podríamos apuntar
otros. Así aquellos que, empero su oriundez local y su ahínco terruñero
recibieron en lo formal, como razón extrínseca de su nacimiento, el soplo
vivificante de los modelos antedichos. Tales: el nativismo, el criollismo, con
brotes un poco esparcidos por todo el Altántico; y el indigenismo, el
indoamericanismo, visibles en la banda del Pacífico, aunque en estos últimos se
hallen más bien cargados de intenciones ideológicas y políticas que literarias.
En conjunto, todos ellos
se reducen a: tradicionalismo, localismo, folk-lorismo, retorno a lo genuino o
auténtico, desdén –más o menos declarado, aparente o sincero– de lo europeo. Es
decir, poseen características externas y generales diametralmente opuestas a
las de los ismos europeos, sintetizadas en la equivalencia del cuadro antes
descrito: descentralización, internacionalización.
Me refiero, naturalmente,
a la vanguardia surgida en América con sentido propio y cierta ambición
particularista. Ya que también existe, o ha existido, en este continente, otra
vanguardia, –caligramas, palabras en libertad, dislocaciones ramonianas etc.,
que hasta hace poco hicieron estragos en el Cuzco–pero ésta era solamente un reflejo
o adaptación de la europea.
Y
el rumano Mihail Grünfel en Las vanguardias españolas de 1920 a 1935 (Madrid:
Poesía Hiperión, 1997):
Su identificación con el movimiento internacional,
la vanguardia es eco y portavoz de las preocupaciones políticas, culturales y
nacionales del continente sureño cuya descripción es uno de sus proyectos.
Aunque cada movimiento
vanguardista preconiza normas estéticas propias, la tendencia general de la
vanguardia es hacia una liberalización del arte, hacia una democratización –el
tema de la libertad en el arte es central en casi todos los manifiestos de la
época– que borre la idea de una norma estética absoluta y permita la
coexistencia dentro del mismo movimiento de una pluralidad de voces y
discursos.
Una de las oposiciones
importantes que desaparecen durante el período de las vanguardias es la
contraposición entre la voz culta y la voz popular, y el supuesto de la
incompatibilidad de esos dos registros.
La vanguardia permite la
coexistencia de varios niveles discursivos, pero aún más, permite la
revalorización del discurso popular, de la voz del pueblo, dentro del discurso
literario.
Esta inclusión está
acompañada por el uso poético de un lenguaje popular de carácter oral
tradicionalmente excluido de la poesía y considerado a veces vulgar para el
género.
Como nadie trató de capitalizar el movimiento
criollista de principios de siglo en el que participaron más de dos decenas de
poetas (no recogidos en un volumen), aunque muchos fueron antologados, primero
por Osvaldo Bazil en su Parnaso Dominicano (Editora Mauci, Barcelona, 1915) y
después en la mayoría de las analectas, no podemos decir que fue vanguardia
aunque fuese uno de los más espontáneos movimientos literarios que hubo en el
país.
Otros dos poetas reaccionaron de diferente manera.
Se dio el caso de Ricardo Pérez Alfonseca, un modernista militante, residente
en París adonde había ido a realizar estudios de derecho, que llegó a ser tan
amigo que fue secretario de Rubén, de quien había recibido el título de Benjamín
del modernismo y quien luego, influenciado por los poetas post simbolistas
franceses como André Gide en sus Alimentos Terrestres, publicó en 1913 un poema
inusitadamente profundo: Oda de un Yo, que aunque fue criticado favorablemente
en esos años y hasta se habló del “yoísmo” de Pérez Alfonseca, que
correspondería a lo del búho de González Martínez, no cuajó en movimiento ni en
vanguardia.
Lo mismo ocurrió con Federico Bermúdez, otro poeta
modernista que se reveló socialista influido por Charles Baudelaire y José
Santos Chocano que nos visitara en 1908, que no solo editó Los Humildes en
1916, un libro clave, sino que lo dio a conocer desde 1913 publicando poemas y
defendiendo su ideología, sin que tampoco encontrara eco favorable en los demás
poetas de su tiempo, por lo que no cuajó en vanguardia ni en movimiento. Sin
embargo, vistos hoy a más de cien años del criollismo y a cien justos del
yoísmo y el socialismo, bien podríamos considerarlos como auténticas
manifestaciones de vanguardia.
Así llegamos al final de la segunda década cuando
en 1919 Domingo Moreno Jimenes, un poeta solitario que había sido designado
Director de la escuela primaria de Sabaneta, una remota aldea del norte del
país, desde allá comenzó a enviar unos poemas raros, sin rima ni métrica a la
revista Letras dirigida por el venezolano Horacio Blanco Fombona, que llamaron
la atención en aquella pequeña gran aldea que era Santo Domingo, al punto de
interesar a un pequeño industrial amante de la literatura llamado Rafael
Augusto Zorrilla que había publicado unas prosas galantes y de Andrés Avelino
un joven poeta del interior que había venido a continuar estudios a la capital,
tal y como ellos luego lo expresaron, y como llegaron a vivir en el vecindario
de los extramuros coloniales que llamaron la Colina Sacra, se entusiasmaron
tanto, que pensaron hacer de esa labor de Moreno una consigna. Así nació un
movimiento innominado, aunque por haber creído que nadie aceptaría su
rompimiento con la métrica y la rima en la poesía versal sino después de
muertos, Avelino lo bautizó postumismo. Moreno y Zorrilla lo aceparon. Lo demás
es historia: Proclamaron el movimiento en La Cuna de América una de las
principales revistas, en el mes de marzo de 1921 con despliegue de versos.
Apareciendo poemas por riguroso orden de importancia y jerarquía de: Domingo
Moreno Jimenes, Vigil Díaz, Andrés Avelino y Rafael Augusto Zorrilla.
No solo proclamaron el movimiento sino que tres de
esos pioneros editaron sus libros principales ese mismo año: Psalmos de Domingo
Moreno Jimenes, con el apéndice de su credo poético en dos entrevistas que le
hicieron; Galeras de Pafos de Vigil Díaz que incluía sus poemas
protopostumistas que llamó Sonetos Bárbaros, y Fantaseos de Andrés Avelino que
anexaba el Manifiesto Postumista que había elaborado y que los demás conjurados
no firmaron; aunque con tanta suerte, que se consideró por muchos años el único
testimonio ideológico del movimiento, a pesar de lo de Moreno en las
entrevistas y en el prólogo a Fantaseos y de dos escritos de Zorrilla: el
Origen del postumismo que apareció en la proclama y el pequeño ensayo Apuntes
Postumistas en el primer aniversario en el folleto que publicaron con el título
Del movimiento postumista, con clara conciencia de que realizaban algo que
avanzaba y que planteaba algo nuevo en el medio y recibiendo ataques
despiadados e irónicos y hasta un defensor, y como existía el ismo, se
consideraba y hay que considerarlo una vanguardia típicamente americana por el
fondo, porque lo de versolibrismo y libertad venía también de Europa y había
sido uno de los cánones del futurismo.
Años después, en 1926 un joven poeta llamado
Zacarías Espinal publicó unos poemas muy raros con el título de Versos
Vhendrinhistas. Ocurrencia que más tarde daría origen a lo que se ha considerado
otra vanguardia nacional. Estos poemas dieron pie a que se dijera que Vigil
Díaz había fundado un movimiento vanguardista en 1912 con la edición de su
libro Góndolas y que luego en Galeras de Pafos había expresado su ideología,
aunque los críticos amigos de Vigil señalaron, en su tiempo que él no era
hombre de ismos y que no era postumista; a pesar de que Tomás Hernández Franco
en una conferencia sobre la poesía dominicana dictada en París el veintinueve
de enero de 1923, editada ese año en francés con el título de La poesíe a la
Republique Dominicaine (Editions Rythme Et Synthèse, París), siendo enemigo
jurado de los postumistas por una desavenencia con Avelino, declaró que antes
del postumismo no hubo ninguna tendencia, que era la primera y que su figura
principal era, precisamente, Vigil Díaz. Años más tarde, en 1928 en El Día
Estético la revista de los postumistas, Vigil publicó su Poema Vendrinista (sin
las haches y con esta ene) y más luego en la revista Cromos en 1929 su Motete
Vedrinista (ya despojada de la ene y las haches, que más tarde resucitaría el
crítico Pedro René Contín Aybar en una nota de Antología de 1943: Vedrhinista,
y el propio Tomás ese mismo año declaró en un artículo sobre Los ismos de la
Vanguardia que Vigil lo había creado para burlarse de los postumistas, con lo
que, sea Zacarías Espinal, el verdadero creador del –ismo, o de Vigil, como
sostienen diferentes críticos e historiadores de nuestra literatura sin aportar
prueba alguna de que este último utilizara el adjetivo antes que Espinal, lo
que sea el vedrinismo es posterior al postumismo, y es justo reconocer cual fue
realmente el primero, ya que sin proclamas, sin manifiesto y sin seguidores no
puede reconocerse ninguna manifestación como movimiento vanguardista por rara que
fuese; de ahí que aunque se prescinda de lo primero, se ha dicho que el creador
del término fue el único seguidor de quien lo aprovechó.
Ahora bien, ni uno ni otro siguen lineamientos
europeos y si las rarezas de Espinal se consideran hoy las auténticamente
vedrinistas, se le acusaba de seguir en la forma al uruguayo Julio Herrera y
Reissig. Además para mayor prueba, de Zacarías es la única definición, como
explicaremos si ha lugar.
Max Henríquez Ureña, una de las autoridades
criollas más relevantes internacionalmente, en su Panorámica de la literatura
dominicana, Tomo I y II (Editorial Librería Dominicana, 1965) dice que el
nombre era veedrinismo y Zacarías figura, como en todos los demás que se
refieren al ismo, como discípulo de Vigil, que ya había escrito y publicado en
su libro de 1922 Del Sena al Ozama el prólogo a un libro de este, que llevaría
el título de Neurosis de Cristal, el cual todavía permanece inédito.
FM
| ¿Qué relaciones mantenían
estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás países
hispanoamericanos?
MMS
| Realmente los postumistas
señalaron entre los ismos conocidos por ellos el panedismo y el pancalismo de
1913 del puertorriqueño Luis Lloréns Torres que propugnaban: el primero que
todo era verso; y el segundo que todo era bello. Citaron en sus escritos el
creacionismo de Huidobro y el ultraísmo español. Tenían conocimiento del
dadaísmo y naturalmente del futurismo, porque de todo eso se había escrito
bastante en el país. Más tarde, Vigil hablaría de otros movimientos
puertorriqueños y veinte años después, Moreno visitaría a su amigo Luis
Hernández Aquino y tendría relaciones con el integralismo de este. Pero
realmente relaciones durante la época heroica no las hubo más que con algunos
intelectuales de Costa Rica como Moisés Vicenzi y Rafael Estrada que se
adhirieron al movimiento, hecho que los internacionalizaba, y porque Avelino en
su Pequeña Antología Postumista de 1924 incluiría a un poeta borinqueño que
realmente no militó en el movimiento, me refiero a Evaristo Rivera Chevremont.
En cuanto al vedrinismo no sabemos que tuviese ningún tipo de relación, porque
no hubo manifiestos ni proclamas.
Los postumistas además de la proclama, del
Manifiesto de Avelino, Del Movimiento Postmista, de la Pequeña Antología Postumista,
publicaron otro folleto titulado Poemas en 1923, un Boletín postumista y un
Panfleto Postumista de Avelino; editaron tres revistas: X, La Voz y El Día
Estético; Moreno y Avelino publicaron varios libros y se mantuvieron unidos
hasta 1934 en el cual hubo un cisma sobre el Pontífice Máximo del movimiento,
eligiendo a Zorrilla. En sus relaciones internacionales dieron a conocer lo que
se producía en el resto de América y daban a conocer tanto del estridentismo de
Manuel Maples Arce como de los socialistas de Suramérica y Cuba. Recibieron
cartas de Rufino Blanco Fombona, Juana de Ibarborou y de Víctor Haya de la
Torre, entre otros distinguidos escritores.
FM
| ¿Qué aportes
significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y
cuáles son sus efectos en los días de hoy?
MMS
| En cuanto al vedrinismo,
fue poco lo que pudieron influir en los demás poetas. Realmente lo que
diferenciaba era lo que publicaba Zacarías Espinal. Casi todo lo que escribió
se conservó y fue recogido por su sobrina Ligia Espinal en un opúsculo póstumo
con el título de Zacarías Espinal, editado en Holanda, sin datos de impresión
ni fecha en el colofón. El no podía ser imitado o seguido porque realmente era
sumamente raro y personal y salvo en esos primeros poemas y alguno que otro,
como norma no prescindió casi nunca de la rima y publicó sonetos en su mayoría
incluyendo palabras inventadas por él, o muy raras, que ha hecho pensar a
nuestros críticos que se anticipó a las jitajánforas de Mariano Brull y Alfonso
Reyes. Sin embargo, en el presente siglo hay jóvenes que respetan y veneran a
Zacarías y hasta intentan resucitar el vedrinismo, sobre todo por la admiración
que en las nuevas generaciones despierta el hecho de que Espinal fuese
morfinómano desde muy temprano en su vida (Vigil en el prólogo a su libro
inédito mencionado, señala que ya era adicto a la morfina). Sus familiares han
informado que se la habían recetado y así adquirió la adicción y por eso se
dice que muchos de esos poemas raros los escribió bajo los efectos de la droga.
En cuanto a los postumistas, influyeron poderosamente
en las generaciones posteriores y tuvieron corifeos y seguidores. Recibieron
repulsas y apoyos. Sobre todo en la imposición del versolibrismo.
Moreno Jimenes caminaría todo el territorio
nacional ofreciendo recitales y presentaciones en pueblos y ciudades, además
vendía sus libros y se reunía con los jóvenes inquietos de las distintas
localidades que seguían los lineamientos postumistas, fundando colinas sacras,
eligiendo las reinas del arte, especialmente en San Pedro de Macorís, Santiago,
La Vega, Barahona, San Francisco de Macorís. Se le acusaba de buhonero de
literatura porque vendía sus opúsculos y sus libros y de eso mantuvo su familia
durante muchos años hasta que en 1950 el gobierno lo nombró Director del
Instituto de Poesía Osvaldo Bazil que se creó en San Cristóbal, cuna del
dictador, aunque se mantuvo recibiendo jóvenes y asistiendo a clases de
literatura casi hasta su muerte en 1986, después surgió en Neyba en el sur del
país, un movimiento neopostumista en los años ochenta del pasado siglo. El
postumismo sigue siendo motivo de tesis académicas y de investigaciones
literarias.
FM
| Los documentos esenciales
de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a ellos?
MMS
| Todos los documentos que
se citan históricamente como pertenecientes a uno y otro ismo se han
recuperado, menos el libro inédito de Zacarías Espinal cuyo prólogo se salvó
porque Vigil Díaz lo incluyó en Del Sena al Ozama en 1922. Pero la mayoría de
su producción que incluyen poemas de aquel libro desaparecido se han dado a
conocer, tanto lo que aparece en revistas de la época en las cuales participó,
como en lo recogido por su sobrina Ligia ya citado. Incluso hay mucha tinta
derramada sobre los orígenes del ismo y no faltan los inventos para llenar los
vacíos y se ha creado todo un mito que ha trascendido internacionalmente.
Nosotros podríamos ofrecer ejemplos de cada uno de los poetas citados en ambos
ismos, pero nos vamos a conformar reseñando que en 2010 publicamos un volumen
de 792 páginas con el título de Postumismo y vedrinismo primeras vanguardias
dominicanas (Ministerio de Cultura, Santo Domingo), y respecto a las
ideologías, aparte de lo de Espinal que recoge Diógenes Céspedes en Obras de
Vigil Díaz y Zacarías Espinal (2004), extractos de los manifiestos virtuales de
Moreno y Zorrilla, el de Avelino y otro de unos artículos suyos, hasta la fecha
no ha aparecido nada que esclarezca su misterio, ya que Vigil nunca expuso su
concepto, a pesar de tener las puertas abiertas de todas las publicaciones
nacionales y su columna Fatamorganas en el Listín Diario, y haber publicado
Música de Ayer en 1952, donde aparece el poema vendrinista del Día Estético de
1928, que lo inserta sin título, algo que es sumamente curioso si hubiera
creado el ismo y ese poema fuese significativo. Hay que hacer una lectura de
este hecho como una forma de borrar su nombre de esa aventura.
Para no alargar demasiado mi intervención y para
ofrecer una idea de lo que pensaban tanto Espinal, como Moreno, Avelino y
Zorrilla, haremos un resumen de sus posiciones ideológicas, de algo que sostuvo
en un prólogo el primero y partes de los manifiestos, tanto real, el de
Avelino, como virtuales de los tres tomados de sus textos.
Como
hemos sostenido que el autor del adjetivo vhedrinhistas es Zacarías Espinal,
veamos lo que Diógenes Céspedes en el prólogo a la obra citada dice respecto a
lo único que hasta ahora aparece como esbozo ideológico del –ismo, tanto en él
como en Vigil.
He
aquí el resumen de lo que Zacarías Espinal entendía como vedrinista (1929):
A – Piñeyro (Julio) no pertenece a ninguna escuela
literaria de las existentes en ese momento, pero “de todas estas orientaciones
literarias domina poderosamente la poliformia de todas estas manifestaciones
estéticas y escribe con igual maestría una emocionante Oda Magistral que un
simple y complicado poema vedrinista.”
B – La razón no es quizás muy difícil de
encontrarla: sencillamente porque persuadido como está de que el verso es la
viva expresión del inconsciente, y es además la sugerente condición de este
algo superior, que es el psiquiatra Fursast y el no menos psicólogo Dostoiesky,
han solido llamar akoasmas de la virtualidad como un recurso de la condición
intelectiva: domina con encantadora maestría todo el cordaje de la lira fadika,
no haciendo en todo ello, sino derramar en un torrente singular el elevado
sentimiento de su concepto supraestético.
C – Su maravilloso pensamiento de fino artista del
verso, tanto en verso como en prosa está por encima y por fuera de su voluntad;
por eso precisamente., a pesar de su enérgica y vigorosa mentalidad poética, un
tanto vedrinista en el puro sentido estético de la concepción, su fina
sensibilidad no se ha contagiado nunca de hermosura exótica ni ha tratado de
trasplantar a sus versos como la mayoría de los poetas contemporáneos esa
florescencia de procedimientos extraños que embotan dolorosamente el
temperamento y coartan la maravillosa capacidad de la expresión.
D – El libro de Piñeyro es incuestionablemente el
simbolismo representativo de la independencia, de la libertad y de la autonomía
del poeta.
Aparte de que es la viva expresión del inconsciente
que ya en 1926 pudo emparentarlo con el surrealismo, dado que en Santo Domingo
en ese tiempo se seguía muy de cerca lo que acontecía en París, no podemos
decir que militaran o tuvieran parentesco. Además, hasta en ese fragmento del
prólogo a Piñeyro esas palabras akoasmas y fadika, que explican su vedrinismo
particular, se han convertido en un misterio, porque nadie sabe lo que
significan.
En cuando al postumismo, tomamos de mi obra
mencionada fragmentos del manifiesto real de Andrés Avelino y de los
manifiestos virtuales; luego seguiría Domingo Moreno Jimenes y terminamos con
Rafael Augusto Zorrilla de modo que el lector pueda conocer lo que era el
postumismo para cada uno de ellos.
Resumen
del Manifiesto de Andrés Avelino y Del Movimiento Postumista:
Fantaseos (1921)
Del Manifiesto
Postumista:
A – Porque no podemos seguir siendo súbditos de una
aristocracia intelectual que no nos pertenece. La verdadera aristocracia la
lleva el pensador en el cerebro. Debemos tan solo ser aristócratas de nuestra
democracia.
C – Vida sincera e íntima, arte autóctono, para
abrir la talanquera que nos ha separado del infinito.
D – De todo lo utilizable haremos un símbolo, un
solo símbolo, y de todos los simbolistas un fósil, un solo fósil. La luna con
los simbolistas será también un símbolo fosilizado.
E – Seremos humanamente eternistas; con un solo
Dios, nuevo, subpanteísta, que a cada quien permita buscar su religión en sí
mismo. Para nuestra ruta no olvidaremos el Corán y la Divina Comedia, la Biblia
y El Quijote.
F – Todos tendrán el mismo derecho de vivir su
momento artístico, lo mismo la dama de la quinta florida, que el galán con
chamarra, el labrador, el jornalero.
G – Los poetas no seguirán siendo seres
privilegiados y desconocidos de la multitud, camino del ensueño, sino seres
videntes, camino de la verdad; pensadores y filósofos.
H – No reconoceremos vocablos poéticos. Toda
palabra es bella cuando está bien escrita, todos los actos de la vida basta que
sean reales para ser artísticos; gran artista es aquel que más fiel
interpretación nos brinda de esos actos. La bella mentira de Oscar Wilde
desapareció con su muerte: un tronco carcomido jamás retoñará porque se le
inserten ramas de hojas verdes. La materia poetizada es creación. Nuestra
belleza de sombra y luz será la belleza del futuro.
I – Sofrenaremos la imaginación con las bridas en
tensión de los sentidos.
J – Reaccionaremos a la vez contra el romanticismo
de Hugo y contra el realismo de Balzac. Pero nada de malabarismos estéticos ni
musicales. Rubén Darío ha muerto. Cada acto debe ser una palabra escrita y la
belleza emoción de ese acto: ritmo, y ese ritmo: música. Reaccionaremos también
contra los ultraístas, futuristas y creacionistas que pretenden en acrobacia
azul y sobre grupa de aeroplanos ir a conquistar un más allá escondido tras las
nubes.
K – Destacaremos las extravagancias del decir y tan
solo daremos cabida a las sutiles.
L – Forma y fondo y fondo y forma será una misma
cosa ya que nuestro acento emocional permite una mezcla igual de idea y de
emoción.
Del Movimiento
Postumista, El Postumismo y la música:
A – El poeta postumista no debe aspirar solo a ser
un buen versificador ya que para él la versificación regular no existe.
B – Mientras la irregularidad métrica no flote en
el ambiente de su época, para el del futuro será tan solo necesaria la enjundia
de la personalidad, respetable requisito inconcuso para sentir armónicamente y
crear.
C – El verso postumista, caballo sin bridas que
monta la emoción.
D – Quién sabe si por eso, por ser sin bridas, es
que los jinetes de nuestro verso son tan escasos.
E – La música del verso postumista no puede ser
medida, en cambio, sí pesada. Pesada, porque la emoción es vibración y la
vibración energía. Energía sutilizada. Materia en movimiento.
F – Dando lugar la emoción pura al esqueleto
musical del verso postumista, la armónica general de una composición estará
siempre regida por la armonía unipersonal anímica del yo.
G – Cada diapasón temperamental humano está en
mayor o menor grado de afinamiento de conformidad con la escala cromática
universal.
H – El esquema de una pieza poética está ligado a
la psicología del motivo de ella, al ambiente y al temperamento del autor.
I – El corte de los versos debe ser dado en armonía
con el compartimiento de los acentos.
J – Nuestro verso es el resumen ideológico de las
épocas pasadas y futuras.
K – El camino para llegar a él fue la labor rítmica
de Moreno Jimenes, partiendo de la poesía rítmica castellana.
L – Es natural que despojada nuestra poesía de los
harapos de la métrica y la rima, fuese un campo abierto al pensamiento y la
emoción tanto tiempo mutilada.
Ll – Siendo nuestra poesía intensamente
psicológica, sea la emoción la única encargada de musicalizar la inconsciencia
del poeta.
M – Mientras el soplo poético del autor no dé para
crear belleza subconsciente, la musicalidad de sus producciones será
deficiente.
N – Pretender musicalizar en nuestro verso, es un
fracaso, mientras quien tal intente no esté imbuido de nuestras universales
tendencias y no esté en plena posesión de eso que solo se encuentra a fuer de
buscarse a sí mismo.
Resumen de la ideología
de Domingo Moreno Jimenes.
De Psalmos y prólogo a
Fantaseos (1921).
De
las entrevistas en Psalmos:
A – La rima es siempre cursi cuando no es preparada
para el canto, o para la canción; y es, además, tiránica; empuja
incompasivamente a la selección artificiosa en los campos del léxico. El ritmo
clásico métrico, aún el neológico anterior al postumista, es bailable y
despótico.
a) ¿De la rima? ¡Oh no! Esa es una cuestión
secundaria desde hace mucho tiempo. En mi concepto su uso quedará abolido… es
decir, relegado a ciertos efectos onomatopéyicos.
B – Se fracasa haciendo poesía cuando la emoción
que se trasmite no es capaz de engendrar una emoción parecida o relativa a la
emoción que engendró la obra poética.
b) Siendo, como es, la palabra hablada el signo
eufónico de la idea, y por su naturaleza, un signo limitado en el espacio y en
el tiempo, el poeta debe procurar que la palabra, después que fallezca en el
tiempo y en el espacio, continúe vibrando en el alma del mismo poeta factor y
en el espíritu de quien la ha oído.
b1) La poesía es ante todo música, pero música no
de sonidos retumbantes, sino de emoción eterizada hasta la quintaescencia. En
la emoción está el secreto de la música del poeta. Entre nosotros todo se
reduce a ver la realidad interna o exterior a través de nuestras emociones.
C – En todas las cosas, tómense en conjunto o
individualmente, hay belleza, desde el invisible átomo hasta el Cosmos. No hay
materia absolutamente vil desde el punto de vista artístico. El poeta, como los
astros, puede dorar o argentar todo lo que reposa o se mueve bajo su percepción
física; y más que los astros, puede colorar hasta lo que se escapa a la
percepción de sus sentidos y vaga en el mundo intangible del Ensueño
Del prólogo a Fantaseos:
O – El efecto capital de una composición consiste
en que sus variaciones armónicas no obedezcan a necesidades de la intención
psicológica, sino a ese afán espectacular de producir asombro.
P – Conociendo el origen acentual de la lírica
castellana, y deduciendo que si la rima se empleaba al final de los versos,
ello obedecería seguramente a la preeminencia de las voces finales, decidí
originar una nueva fórmula lírica en la cual casi toda la prosodia estuviese
basada en un acento emocional, que, sustituyendo la rima, contribuyera a darle
un influyente caudal de expresión al idioma.
Q – Cuando hay una adjetivación bastante profusa me
desagrada no poco.
R – Las bases de la futura manera están echadas,
pero yo no me quedé ahí; y casi a continuación, produje una poesía enteramente
regida por las emociones, donde los prejuicios de forma y fondo desaparecen. La
principal dificultad de esta modalidad consiste en el escrupuloso cuidado que
ha de tomarse para conservar el acento emocional patético y el ritmo apenas
perceptible en las pausas que la diferencia de la prosa.
Resumen
ideológico de Rafael Augusto Zorrilla
En
el folleto Del movimiento postumista (1922)
De
su ensayo Apuntes Postumistas:
C – El Postumismo, siguiendo el procedimiento
rítmico de la poesía castellana, sustituyendo el acento obligatorio por el
emocional patético con sus expresiones subjetivas al terminar de cada verso, en
mucho de su labor, sí ha llegado a encontrar el auténtico verso libre
castellano.
D – Moreno Jimenes el más feliz versolibrista
dominicano, en su obra recientemente publicada, ha realizado lo definitivo en
la materia.
F – La obra de Moreno Jimenes, como he dicho ya en
“Origen del Postumismo”, fue el punto inicial que dio principio a la nueva
tendencia.
H – La cuestión del color local en nuestra poesía
no presenta los inconvenientes que en las otras tendencias y modalidades,
ceñida como está a un naturismo sencillo y humano y siendo originaria de las
fuerzas instintivas, permite que el ideal de su belleza subconsciente no
necesite de energías anexas para tangibilizarse en el mundo de lo externo.
I – No más palabras: Intención, intención e
intención.
J – La poesía actual con su métrica fuera de razón
orquestal y su rima adocenada, mortifica la sublime armonía.
caso psicopatológico.
L – Luz, sombra, excursiones crepusculares del otro
lado de la vida, simples imágenes de serena sugerencia.
Ll – Dejemos como cosa olvidada en museos de
antigüedades esa belleza sugerente creada por imágenes agigantadas por lo
maravilloso y fantástico.
M – Hagamos uso de los vocablos y las notas
musicales para realizar la labor escenográfica de un estado de alma o la
indiscreción exacta de un girón de cielo.
N – Dejemos al verso su propia música. Música
universal y eterna, serena y condensada; creada por íntimas vibraciones
psicológicas.
0 – Emoción sutilizada en energía sonora y no hábil
combinación del sonido que tienen las palabras.
P – Paradojas de luz y sombra: inversión de lo
corpóreo a lo intangible, de lo tangible a lo incorpóreo.
Q – Realicemos la unidad subjetiva y objetiva
tangibilizando el ideal en una belleza subconsciente, como pura creación del
espíritu.
Realmente no hubo ningún otro ismo claramente expresado a partir de la aparición del postumismo que no fueran las variaciones, muy importantes en ese decenio y en el siguiente de las aproximaciones al ultraísmo por Tomás Hernández Franco y las incursiones de Manuel Cabral, tanto en esas zonas europeísta, como en la negritud, y el nuevo criollismo y la nota socialista de izquierdistas militantes, sobre todo del interior del país, aparte de un retroceso con el romancero propuesto por Juan Bosch siguiendo a Federico García Lorca en los años treinta, la presencia de los miembros de la diáspora española de izquierdistas que escaparon de la guerra civil entre los que estaba el surrealista Eugenio Fernández Granell y el chileno Alberto Baeza Flores canciller de la Delegación Diplomática de su país, son los detalles más relevantes antes de 1943, año en que aparece la revista y el movimiento de La poesía sorprendida.
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Esfinge insurrecta – Poesía en Chile [edição virtual, em coautoria com Juan Cameron]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.
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Valdir Rocha e a persistência do mistério. Fortaleza: ARC Edições, 2017.
Laudelino Freire. Rio de Janeiro: Academia Brasileira de Letras, 2018.
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Visões da névoa: o Surrealismo no Brasil. Natal: Sol Negro Edições, 2019.
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Delito por dançar o chá-chá-chá, de Guillermo Cabrera Infante. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.
Nós/Nudos, de Ana Marques Gastão (edição bilíngue). Lisboa: Gótica, 2004.
A condição urbana, de Juan Calzadilla (edição bilíngue). Florianópolis: Letras Contemporâneas, 2005.
Dentro do poema – Poetas mexicanos nascidos entre 1950 e 1959, Org. Eduardo Langagne. Fortaleza: Edições UFC, 2009.
A aventura literária da mestiçagem, de Pablo Antonio Cuadra (em parceria com Petra Ramos Guarinon). Fortaleza: Edições UFC, 2010.
III novelas exemplares & 20 poemas intransigentes, de Vicente Huidobro & Hans Arp. Natal: Sol Negro Edições/São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2012.
Sobre Surrealismo, de Aldo Pellegrini (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2013.
Memória de Borges – Um livro de entrevistas (2 volumes). São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2013.
Bronze no fundo do rio, de Miguel Márquez (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2014.
Tremor de céu, de Vicente Huidobro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2015.
Costumes errantes ou a redondeza da terra, de Enrique Molina (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2016.
Reino de silêncio, de Mía Gallegos (edição bilíngue). Teresina: Kizeumba Edições, 2019.
Traduções do universo, de Vicente Huidobro. Natal: Sol Negro Edições, 2016.
O álcool dos estados intermediários, de Gladys Mendía. Santiago: LP5 Editora, 2020.
A tartaruga equestre, de César Moro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2021.
Agulha Revista de Cultura
Criada por Floriano Martins
Dirigida por Elys Regina Zils
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
1999-2024
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