POESÍA:
EL ENSAYO DE LO INEFABLE
PAC | No sé cuáles son los mecanismos de la intuición poética que, en ciertos
momentos generacionales, imponen el rechazo de lo anterior. Éramos un grupo muy
joven, pero nos unió, ante todo, el oscuro sentimiento –que Hermann Hesse evoca
en Demián– de que un mundo terminaba y otro nuevo surgía en violento parto. El
Modernismo estaba agotado y nos sentíamos llamados a fundar algo nuevo y
distinto. No solamente la poesía: ¡todo nuevo! Nos abrimos a todas las
corrientes vertiginosas del momento: desde el Surrealismo hasta el Dadá. Pero,
ese momento de apertura y cosmopolitismo coincidió, en Nicaragua, con una
intervención extranjera, de Estados Unidos; con la protesta armada de Sandino
y, como es natural, con su reflejo en nuestro movimiento literario que se vio
patrióticamente presionado a crear una literatura; nueva, es cierto, pero
defensiva y afirmativa de nuestra identidad nacional. Por esta peculiaridad de
fusionar Cosmopolitismo y Nacionalismo de nuestra Vanguardia, su mayor
similitud es con la Semana de Arte Moderno de Brasil (de los dos Andrades y de
Claxon) y su proclama de “volver a las raíces” brasileñas.
Fuimos
más vocingleros y más unidos que los vanguardistas del resto de Centroamérica,
pero nos relacionamos con los mejores, publicamos sus escritos y canjeamos
publicaciones. El grupo Saker-Ti, Miguel Ángel Asturias, Raul Leiva, Davil Vela
y César Brañas de Guatemala; Salarrué, Guerra Trigueros y Hugo Lindo de El
Salvador; García Monje y Eunice Odio de Costa Rica, fueron, entre otros, los
que mantuvieron más estrechas relaciones con nosotros.
FM | Tu ensayo Introducción a la Literatura Nicaragüense, de 1980, se cierra
con la frase: “Una nueva época abrió sus puertas”, imagino que referida a los
acontecimientos de 1979. Pasados ocho años, ¿cómo analizas hoy lo que en esa
ocasión se denominó “nueva época”? ¿Qué rumbos tomó la literatura nicaragüense
a partir de entonces?
PAC | Todos esperábamos que se abriera una nueva época, pero solamente de
cerró la anterior. Parece que las grandes épocas creadoras no son
revolucionarias sino pre-revolucionarias. Fuimos como un hermoso y caudaloso
río que, de pronto, se sumergió en la frustración o en el exilio. Yo espero que
el fracaso obligue a rectificar y vuelva pronto a aflorar la corriente perdida.
FM | ¿Crees, como Octavio Paz, que “la historia, la realidad social de una
época, es una proyección de su arte y de su literatura”?
PAC | Voy a contarle una experiencia: nuestra revolución se pudo hacer porque
iba adelante abriéndole camino una poesía y un canto. Luego la revolución fue
desviada alevosamente: de tales desvíos anti-poéticos está llena la prosa de la
historia. Por eso Hispanoamérica hace su historia dando bandazos entre la
Utopía y el Exilio. Estoy de acuerdo con Paz. “El lenguaje de cada época
histórica –dice Oscar Milosz- adquiere su forma y la determina gracias a la
poesía”. Es una misteriosa relación que también Paz señaló al decir que no
existiría Grecia sin Homero, pero tampoco Homero sin Grecia. La poesía es la
fundadora de los arquetipos. En nuestra América es donde la lucha mítica de la
Poesía contra la Historia cuenta con un martirologio más numeroso.
FM | ¿Es posible afirmar que, de los poetas surgidos en torno al Movimiento
de Vanguardia, Martínez Rivas es el que más se destaca actualmente en
Nicaragua?
PAC | Nicador Parra, el chileno y Carlos Martínez Rivas (con más poder
poético) son los que abren los nuevos caminos de la poesía post-nerudiana.
Martínez Rivas es un peligroso nieto de Baudelaire que comete un poema como un
crimen perfecto. Desgraciadamente su hobby es tener al diablo encerrado en una
botella.
FM | En tus Notas críticas sobre poetas nicaragüenses, te refieres a Joaquín
Pasos como un precursor de la anti-poesía de Nicanor Parra. ¿Podrías hablarnos
algo a este respecto?
PAC | Los principales componentes de la Anti-poesía (nombre muy siglo XX pero
poco afortunado) los anticipa o están en germen, diez o quince años antes en la
poesía de Joaquín Pasos: la desacralización del “yo”, el uso de la fealdad y de
lo prosaico, la burla seria etcétera. Lo que se acentúa luego en Parra y lo
mismo en Martínez Rivas y en Cardenal, es el nivel oscuro y kafkiano de esos
elementos como reflejo de la condición desolada del hombre después de la guerra
y con la amenaza nuclear.
FM | Una cuestión que, por inevitable, se ha repetido siempre: no sólo tu
poesía sino también la de todos los integrantes del Movimiento de Vanguardia
consiguió escapar de la fiebre política, del cáncer de un patriotismo rancio,
de un didactismo fútil e inexpresivo. Fundamentalmente, ¿a qué atribuirías ese
hecho?
PAC | Creo que el hecho de coincidir la necesidad de crear una literatura
nacional con la irresistible atracción cosmopolita de las vanguardias: eso nos
permitió un equilibrio entre la tentación de la caverna y la lontananza.
Añadiría otro gran peso en la balanza: a pesar de nuestros ataques éramos
herederos de Darío, de su lección anti-provinciana de Universalidad. Y otra
importante ayuda: la ironía, ese alejamiento del poeta del poema que permite el
humor. No en balde nuestra generación tuvo un genial maestro que cantó por
todos nosotros Drummond de Andrade: Chaplin!
FM | ¿Por qué afirmas que “el americano no puede expresar al indio que lleva
adentro a no ser recorriendo la aventura lingüística y onírica del
Surrealismo”?
PAC | Nuestro pasado occidental, Siglos de Oro, Edad Media, Roma, Grecia, se
nos comunica por la escritura. (Grecia nos habla desde la raíz de nuestras
palabras) El indio perdió ese puente. Tikal (nuestra Atenas maya) es nuestra
Atenas muda: no nos habla por lengua o escritura, sino, como el amor, por
silencios. El indio que llevamos dentro lo llevamos entre-dormido. Se necesita
un lenguaje onírico, un lenguaje cuyas asociaciones y metáforas se salten lo
racional, se salten el puente caído de la lengua y nos comunique con ese mundo
ab-origen que está todavía vivo.
FM | ¿En qué sentido afirmas que Rubén Darío es el único gran renacentista
americano?
PAC | No el único sino el último. El broche de oro. Él termina y con él acaba
la tradición renacentista con sus cánones de belleza que identificaban belleza
natural y belleza artística. Pero es también quien coloca una carga de dinamita
de “estética acrática” –de rebelión contra la anquilosis mental, contra el
cliché verbal y el “molde único”–, carga que vuela el dique y abre las nuevas
libertades: la inundación de todas las culturas y de todos los cánones de
belleza: las cinco muchachas de Les Demoiselles d’Avignon de Picasso: Egipto,
Grecia, Roma, Asia, África. La vanguardia es el resultado de esa inundación. Es
la entrada violenta de lo “moderno”.
FM | De tu poesía se ha dicho que expresa lo que Darío dejó en silencio.
¿Concuerda con esto? ¿Consideras realmente tan acentuada la influencia de Darío
en tu obra poética?
PAC | Me halaga, pero lo creo exagerado. El silencio de un poeta es inefable.
¡Mucho más el de un Rubén Darío! Posiblemente los poetas de América que le
sucedieron no hemos hecho otra cosa que escribir lo el soñó y no escribió.
Darío, sin embargo, no influye en mí por contagio ni por rechazo. (Yo sería
incapaz de escribir “La Marcha Triunfal” de Ernesto Cardenal, ni tampoco
acercarme a Darío como Picasso a Velásquez, ni menos imitarle.) Influye en mí
como maestro: lo que trato de aprender de él es su oficio. El antidarismo
inicial de la vanguardia fue fecundo: nos permitió alejarnos de Rubén para no
imitarlo, pero sin perderlo de vista para poder continuarlo.
FM | ¿Concordarías con el poeta y crítico español José María Valverde cuando
señala en tu poesía la existencia de lo que él llama “americanismo cristiano”?
PAC | También el americanismo de Vallejo es profundamente cristiano, a pesar
de que se afilió en el Partido Comunista. Luis Alberto Cabrales, mi compañero
de vanguardia lo llama: “un marxista transido de Dios” y la caridad de Vallejo
tiene expresiones solo comparables con las de San Pablo. Pero sí: estoy de
acuerdo con Valverde. Lo cristiano afecta a lo americano suavemente, pero
definitivamente. Le dá al hombre amor para la vida y esperanza para la muerte.
Pero sin beligerancia. Cada día más desnudos. La situación de un cristiano ante
un no-cristiano es la situación de un mendigo que dice a otro mendigo dónde
encontrar de comer. Un gran poeta católico de ustedes –Jorge de Lima- decía en
un poema que el tenía en sus dos manos las dos hermanas de Betania:
la
que escribe, la que trabaja, la que propaga la palabra (Marta)
y la
que silenciosa sostiene tu frente fatigada (María)
Valverde
me concede también esas dos manos: la americana que es la que escribe en lucha
con la Historia, la mano de la acción de la palabra contra el tiempo. Y la
cristiana que es la que sostiene mi frente en la contemplación.
FM | Ya en 1959 usted hablaba de una “épica desmitologizada”, como la gran
meta de tu poesía. ¿La consideras totalmente alcanzada? ¿Cantos de Cifar y del
mar dulce y El tiburón serían sus mejores ejemplos?
PAC | Una de las maneras de abordar el mito en nuestro tiempo es
desmitificándolo. El mundo no puede subsistir sin mitos, pero cada época crea
sus propias atmósferas míticas que se gastan, como se gastan las palabras y las
monedas por el uso. Entonces hay que desnudar el Mito de sus adherencias
históricas: en Cantos de Cifar yo quería dar con Ulises antes de Homero. El
marinero que “le mete a su mujer el cuento de los cerdos”. El marinero común y
corriente de nuestro Gran Lago de Nicaragua. Y devolverle a la épica su
humildad primera. El tiburón no es fruto del mismo proceso. En mi luna de miel,
bañándome en el Gran Lago con mi esposa, nos atacó un tiburón del que logramos
escapar, pero pude ver sus ojos muy de cerca y me pareció que había descubierto
la mirada del Mal: un odio frío, la insensibilidad que parece inocencia de tan
perversa; el ojo de los torturadores y de los tiranos. El ojo con que nos mira,
con demasiada frecuencia, la Historia.
FM | Ya has dicho que la gran lucha del poeta, de la palabra del poeta, es
contra el tiempo. Recuerdo que Borges siempre refutó el tiempo, afirmando que
los poemas resistirán más que las ciudades. ¿Acaso te preocupa el futuro de lo
que escribes?
PAC | Me preocupa salir victorioso de todas las muertes que me asedian como
ser mortal. No tanto el futuro de aquello que escribo sino el futuro de lo que
viví o soñé cuando escribía. Ser poeta da derecho a tener la nacionalidad del
mundo futuro, cuando cese mi imaginación y comience la de Dios. La poesía es la
palabra que quiere alcanzar ese estado de resurrección: no es el lenguaje
original, como otros creen, sino el trans-final. Es el ensayo de lo inefable.
FM | ¿Podrías hablarnos de sus experiencias editoriales con los Cuadernos
del Taller San Lucas y El pez y la serpiente?
PAC | Son dos tipos de revista completamente distintos. Cuadernos del Taller
San Lucas se hicieron con un sentido de comunidad y colaboración, de taller, de
“cofradía” cuando estábamos jóvenes y todavía agrupados y movidos por el
impulso del movimiento de vanguardia. Fue una publicación hecha, se pude decir,
a mano, con humilde sentido artesanal. (Ernesto Cardenal se inspiró en esta
obra o labor para sus talleres del Ministerio de Cultura, pero no es lo mismo
lo espontáneo de un grupo amigo, a lo promovido burocráticamente por un
Estado.) La revista El pez y la serpiente la fundé mucho tiempo después para
que fuera el órgano de la pujante producción literaria –como la nicaragüense-
pero que sufrió y sufre de grandes problemas editoriales. Pretendía que fuera una
publicación que alentara esa producción y la diera a conocer en el mundo. Ha
sido como una antología periódica del quehacer artístico y literario de mi
país.
FM | ¿Tendrías algo que agregar como remate de nuestra conversación?
PAC | En un artículo reciente en homenaje a “Drummond de Andrade: gran poeta, gran amigo” escribí: A mis amigos poetas jóvenes llevo años aconsejándolos: ¡ojo con Brasil!, nos andamos tal vez consumiendo la curiosidad en lo francés, o inglés, o ruso mientras ignoramos la maestría cercana de una gran literatura paralela a la nuestra y llena de invenciones. Se nos cansarán los ojos y no encontraríamos fácilmente un par en el mundo para Drummond. (Pero ¿cuántas ediciones de su obra hay en español?) No perder a Europa es todavía importante pero cuando en el vecindario nos dan su obra un Machado de Assis, un Guimarães Rosa, un Drummond de Andrade, vale la pena adquirir el pasaje de la lengua portuguesa; ¡no es poco el mundo que pone a nuestro alcance!!
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Delito por dançar o chá-chá-chá, de Guillermo Cabrera Infante. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.
Nós/Nudos, de Ana Marques Gastão (edição bilíngue). Lisboa: Gótica, 2004.
A condição urbana, de Juan Calzadilla (edição bilíngue). Florianópolis: Letras Contemporâneas, 2005.
Dentro do poema – Poetas mexicanos nascidos entre 1950 e 1959, Org. Eduardo Langagne. Fortaleza: Edições UFC, 2009.
A aventura literária da mestiçagem, de Pablo Antonio Cuadra (em parceria com Petra Ramos Guarinon). Fortaleza: Edições UFC, 2010.
III novelas exemplares & 20 poemas intransigentes, de Vicente Huidobro & Hans Arp. Natal: Sol Negro Edições/São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2012.
Sobre Surrealismo, de Aldo Pellegrini (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2013.
Memória de Borges – Um livro de entrevistas (2 volumes). São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2013.
Bronze no fundo do rio, de Miguel Márquez (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2014.
Tremor de céu, de Vicente Huidobro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2015.
Costumes errantes ou a redondeza da terra, de Enrique Molina (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2016.
Reino de silêncio, de Mía Gallegos (edição bilíngue). Teresina: Kizeumba Edições, 2019.
Traduções do universo, de Vicente Huidobro. Natal: Sol Negro Edições, 2016.
O álcool dos estados intermediários, de Gladys Mendía. Santiago: LP5 Editora, 2020.
A tartaruga equestre, de César Moro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2021.
Agulha Revista de Cultura
Criada por Floriano Martins
Dirigida por Elys Regina Zils
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1999-2024
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