terça-feira, 26 de janeiro de 2021

ESCRITURA CONQUISTADA | Enrique de Santiago (Chile, 1961)

 


LAS VANGUARDIAS EN CHILE

 


FM | ¿Cuál es el punto inicial de la vanguardia en tu país? ¿Cómo era el ambiente cultural entonces?

 

ES | Fundamentalmente el punto de inicio de la vanguardia en Chile está dada por la presencia del poeta creacionista Vicente Huidobro (1893-1948). Esto sucede especificamente en 1914, con su manifiesto Non serviam leído en El Ateneo de Santiago, donde se instala su forma estética denominada creacionismo. Este escrito se podría definir como el comienzo de una vanguardia orgánica, que se reconoce a sí misma como tal, empujando e incorporando sobre su andar, nuevas manifestaciones, distintas de la tradición estética anterior. Esto se traducirá posteriormente en que ya los actores e intérpretes tienen “consciencia de sí mismos” según citara algún autor. La vanguardia sabe esto y se empodera en su propia morada contextual. Huidobro con un breve viaje a Chile en 1919, comienza a instalar dicha vanguardia en este país, donde habitaba una realidad cultural que ya se venía haciendo preguntas acerca de cuál era el rol de la actividad creadora. Esto, desde los sucesos previos al cumplimiento del primer “Centenario” del país en 1910, momento cuando surgen las primeras inquietudes acerca del papel de la creación en virtud de superar las tradiciones líricas expuestas en gran parte del S. XIX y principios del S. XX.

La realidad generalizada anterior a la irrupción de la vanguardia, corresponde a dos corrientes que comienzan a disputarse la escena cultural local. Por un lado, asoma una vertiente que reclama por una mayor manifestación nacional, una que refleje los valores intrínsecos de la chilenidad y por otra parte una cultura ya instalada, que es más conservadora en sus aspectos estéticos, posición heredada del clasicismo europeo, producto de la herencia colonial, la que sólo ha incorporado algunos matices productos de los viajes de intelectuales del naciente país, estos viajeros, fundamentalmente artistas plásticos traerían sólo leves cambios, desde el período posterior de los procesos independentistas conocido como la primera etapa republicana, hasta el año de 1914. Es decir en sus primeros 100 años de vida, Chile mantiene casi inamovible su quehacer cultural desde el punto de vista de la incorporación de nuevas tendencias.

Un nuevo grupo de jóvenes poetas, viajaría a Europa. En ellos ya se asoma un cansancio con su medio. Estos jóvenes rebeldes que generalmente proceden de las clases aristocráticas, tienen la oportunidad de viajar a Francia y a España, y son influenciados por las nuevas tendencias que afloran en esas latitudes, esencialmente el Cubismo y los nuevos vientos que descienden influenciados por el Simbolismo de Mallarmé y la poesía transformadora de Rimbaud y Apollinaire por citar algunos. Es allí, en esa escena europea donde aterriza Huidobro, el hijo de aristócratas, desencantado con tanto conservadurismo e inquieto por encontrar algo nuevo, así es como se fascina con lo que está sucediendo en el viejo continente. En su primer viaje de regreso a Chile, trae en su maleta, su manifiesto, sus poemas y publicaciones europeas, que serán la simiente para producir un efecto exponencial en la cultura de los años venideros.

Esto mismo, pero unos años después, lo haría otro joven viajero conocido como Juan Emar (1893-1964), cuyo verdadero nombre era Álvaro Yáñez Bianchi, hijo de un destacado político y empresario llamado Eliodoro Yañez, dueño además del diario La Nación. Emar ya en 1918 es otro chileno que viaja a Europa, precisamente a Francia donde se inscribe en clases de pintura en Academia de la Grande Chaumiére, en Montparnasse (de allí su inspiración para bautizar en Santiago, el Grupo Montparnasse de mucha influencia en la escena literaria chilena). Emar al igual que Huidobro trae las últimas revistas y libros desde Europa y comienza a instalar las ideas de vanguardia en un escenario ávido de estas nuevas formas de creación.

Gracias a estos dos poetas, es que se produce una nueva mirada en los creadores nacionales. Habría que distinguir eso sí, que Huidobro lo hace con una clara intención de formar un “patriarcado” bajo su tutelaje, mientras que Emar simplemente lo realiza con el afán de difundir las buenas nuevas. En este mismo aspecto, importante sería la labor de Emar, en su espacio de crítica cultural que llevaría a cabo en el diario La Nación, en una página llamada “Notas de Arte”. Tanto así que en con fecha 23 de marzo de 1925 a meses de su aparición en Francia, se publica en su columna, una traducción de la primera parte del “manifiesto Surrealista” de André Breton, traducción realizada por la artista plástica chilena Sara Malvar, muy cercana además a Huidobro.

Ya a esas alturas son muchos los cultores de la vanguardia en Chile, la misma Sara Malvar, había realizado obras cubistas y caligramas junto a Huidobro. Asoman también unos jóvenes Carlos Sotomayor, Gabriela Rivadeneira, Eduardo Anguita y otros tantos. Estos dos portadores de la vanguardia, serían los verdaderos impulsores de estas nuevas tendencias hacia Chile. Cabe citar que Huidobro sería el primero en visualizar la vanguardia como nueva expresión, pero claramente su intención primera era levantar una escuela creacionista en esta parte del mundo y su labor se limitaría a la formación de un acotado círculo bajo sus influencias. Por lo mismo, la tarea difusora de Emar fue de mayor alcance y más desinteresada (por su columna de crítica en el diario La nación). Así y todo, la figura de Huidobro, gracias a su acción en el plano de las ideas, como lo es la política, logra instalar su obra en una mayor dimensión y más inmediatamente cerca del público, al menos en lo que a nuestro país se refiere.

Como último aspecto está claro, que entre ambos se compartiría la responsabilidad de hacer presente la vanguardia en Chile. Huidobro alentando publicaciones y entusiasmando a otros en diversas reuniones sociales-culturales. Y Emar desde su columna defendiendo esas nuevas tendencias artísticas provenientes de la vanguardia europea, sin ningún distingo y abogando por una superación del criollismo y academicismo reinante en aquella década. Así Emar transformó su columna en un reservatorio de las nuevas ideas y tendencias, que incluso contó con la colaboración del mismo Huidobro.

Otros antecedentes importantes que hablan de experiencias distintas dentro de la vanguardia chilena, son los relacionados con la presencia del Dadaísmo en Chile, hecho que es mayormente desconocido, debido seguramente a que el público estaba muy lejos de poder entender, asimilar y conservar estas producciones literarias y por lo mismo su imagen y memoria se pierde y se hace difusa. Esta manifestación no produjo mayor impacto en los círculos culturales y menos en el público de la época. Sobre esto mismo podemos contar la participación en el Dadaísmo en Francia de Joaquín Edwards Bello, que de vuelta en Chile aterriza con su libro Manifiesto (1921), motivo que condujo a Tzara a nombrarlo “presidente para Chile de Dadá”. Período que sería renegado después por este literato, pero que tiene luces muy interesantes y no ausentes de algunas voces “ultraístas”. Podemos citar también en esta línea dadaísta a Alberto Rojas Jiménez y a Juan Marín con “Manifiesto Agú” en 1920.

Otros poetas con un dadaísmo que pretendía ser más local (sin alcanzar ese propósito) y espontáneo serían los integrantes del grupo de los “Runrunistas” surgidos en la ciudad de La Serena, en el Norte de Chile y que tuvo permanencia creativa desde 1927 hasta 1934, con sus “performances literarias”. Con nombres como Raúl Lara Valle, Benjamín Morgado o Patricio Morgan entre otros. También se forma un círculo “runrunista” en Santiago, con literatos como Gerardo Seguel, Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva. El “Runrunismo” en cierta manera influiría también en la anti-poesía de Nicanor Parra, como manifestación que decide alejarse de las formas con aspecto o rasgos poéticos conocidos.

Otro órgano de difusión primordial además de la columna de Emar en La Nación, sería la publicación Claridad, periódico semanal de sociología, arte y actualidades que tiene su actividad entre 1920 a 1924, con colaboraciones de Neruda, Pablo de Rokha, Rojas Jiménez y César Vallejo, entre muchos colaboradores. Después se convertiría en el órgano oficial de la Federación de estudiantes de Chile, pasándose a llamar Claridad, periódico de sociología, crítica y actualidades de clara tendencia anarquista. Una acción distinta ejerció el grupo universitario Spartacus, quienes se auto-definen como un soviet de los estudiantes, que en 1921 lanzan su primer manifiesto, llamando a los artistas y estudiantes de Bellas Artes a salir de la inacción frente a la injusticia social imperante. Podemos citar además la vanguardia desplegada en la ciudad-puerto de Valparaíso a partir de 1922, y que se mantuvo lejos de las esferas “huidobrianas” desarrollando una literatura de corte “expresionista”. Esto sucede gracias a la presencia e influencias del escritor húngaro Zsigmond Remenyik. [1] También hay que nombrar las actividades de Neftalí Agrella, quien lideraba su propio grupo y que es descrito por Remenyik como “Dios Agrella”, como una manera de definir su vanguardia bañada de anarquismo. Agrella en 1924 fundaba la revista Ngillatún donde se desmarcaba de las influencias europeas para ejercitar una vanguardia más local, lo que constituye un acto adelantado, comparándolo con sus pares santiaguinos. Otro órgano difusor de la vanguardia, también en ese año y que también asoma en esta ciudad es la publicación Elipse, ideario de la nueva literaria de inspiración más proletaria, pero tomando variados elementos vanguardistas, lo que como veremos más adelante fue una excepción. Según el investigador Claudio Solar, las producciones literarias de Santiago y la de Valparaíso, presentan rasgos absolutamente distintos una de otra, tomando como fecha de referencia para este análisis, la aparición de la vanguardia en nuestro país.

 

FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?

 

ES | Evidentemente con las nuevas ideas provenientes desde el viejo continente, la cultura oficial cómodamente instalada presentó dura resistencia a la incipiente vanguardia de los primeros años. Por una parte se mantenían las ideas de un viejo academicismo, que en el siglo anterior había llegado también desde Europa (Francia, Italia y España) generando un movimiento muy robusto que abarcaba desde la plástica hasta la arquitectura. Y por otra un movimiento con una historia más joven, que había surgido cerca del centenario, y desde principios del S. XX, que abogaba por una suerte de criollismo para generar una cultura más ad hoc con las ideas nacionales o propias, tomando cierto pseudo-patriotismo y algunas luces vernáculas. Por lo mismo, los viejos creadores oficiales y estos otros criollistas que también deseaban imponer sus términos, se sintieron amenazados de sobremanera por estos jóvenes rebeldes que irrumpían en escena. Por una parte Chile seguía siendo una nación conservadora, con fuertes influencias de viejas políticas europeas, con dos partidos en la arena política, el Conservador y el Liberal. Sumado a esto, una iglesia de fuerte presencia en la sociedad y que estaba unida al Estado. Además, existía una clase política servil a los intereses oligárquicos, que se había enquistado firmemente desde el intento fallido de la Revolución de 1891, la que tras su derrota, trajo al país un régimen parlamentarista que respondía a los intereses de las clases dominantes y conservadoras. En este escenario, ni el estado, ni la clase dominante, ni la iglesia, deseaban un cambio o giro de ideas en las actividades culturales, menos aun cuando estas promocionaban transformaciones sociales o desprecio al status quo imperante. Por lo mismo los artistas y literatos “de la corte” tampoco iban a entregar tan fácilmente su situación de prestigio, que dicho sea de paso, gozaban desde hace bastantes años amparados en los círculos de poder. La clase oligárquica en ese entonces, era la única consumidora de la cultura y tomando en cuenta las precarias condiciones educacionales, las cuales no llegaban a la mayoría de la población. En ese sentido el largo período desde inicios del S. XIX hasta la mitad de la década del ‘20, ni el sistema político ni sus instituciones públicas (menos las privadas) se caracterizaban por ser solidarias con las capas populares de la sociedad. Los acontecimientos de 1920 (obligatoriedad de la educación primaria) y después la incorporación en 1925, de una nueva constitución política (que separa a la iglesia del estado), darían píe a nuevas transformaciones sociales, así comenzarían a instalarse las condiciones necesarias para un acceso de las capas inferiores de la sociedad a un mayor conocimiento y acceso a las nuevas ideas, lo que todas luces fue una condición favorable para la propagación de las vanguardias recién llegadas. Una reforma importante fue la que venía a asignar un rol más participativo del estado en materias de desarrollo y educación. Con un nuevo plan educativo, entonces se conformarían y sentarían las nuevas ideas y ya no habría vuelta atrás. A esto se suma el surgimiento de los partidos llamados revolucionarios de izquierda y la multiplicación de las luchas sociales, con el consecuente fenómeno de sindicalización masiva del proletariado, lo que empujaría a las masas obreras y populares a una mayor necesidad de instrucción, lo que por ende lleva a una aproximación a la cultura. La suma de estos aspectos y los sucesivos intentos revolucionarios de la década del ‘30, conformarían un caldo proteico óptimo, para el surgimiento de una clase proletaria más culta dando origen al florecimiento de las nuevas capas medias, que en definitiva, consagrarían la instalación de la “vanguardia” en la escena cultural. Ya en 1938 con el triunfo en las elecciones del Frente Popular y la consigna “Gobernar es educar” se aseguraba, para el futuro una generación mejor formada, que sería la que cosecharía los frutos de la semilla vanguardista plantada por Huidobro y Emar en la década de los años ‘20.

Deteniéndonos un poco en el actor social proletario de las denominadas culturas revolucionarias, que en cierta manera obedecían a su propio ideario, tampoco miraban con buenos ojos a esta vanguardia que no obedecía a directrices políticas partidistas y que menos se supeditaba a la forma de llevar la cultura por parte de los partidos de izquierda o renovadores. La izquierda cultural veía como poco disciplinada a su par vanguardista y miraba desde lejos el comportamiento de esta, pues veía en ella fines no muy claros en pos de alcanzar algún objetivo de cambio o reformas profundas. Para los escritores y artistas de la izquierda partidaria, solo ellos encarnaban una cultura útil para los intereses revolucionarios, actividad que ha llegado a definirse como una “literatura de servicio”, que en este caso sirve a los intereses proletarios. Sin embargo, algunos literatos de la izquierda tomaron algunos de los elementos nuevos de la vanguardia, claro qué hay que hacer una mención aclaratoria, en el sentido de que en alguna manera, mientras la forma había cambiado en este discurso literario, el fondo o sustancia seguiría siendo el mismo, es decir, su temática giraba exclusivamente en torno a lo proletario. Si en cambio, la legítima vanguardia se sentía incomoda con su propia substancia y se obligaba a mutar cada cierto tiempo, moviendo las ideas que la sustentaban de un lado para otro, por contraparte, la izquierda cultural, no podría desprenderse de su esencia que fundamentalmente era de un ideario político preciso y dogmático.

 

FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes estéticas de los demás países hispanoamericanos?

 

ES | Ciertamente hubo contactos con otras manifestaciones de vanguardia en otros países. La más relevante de señalar es la acaecida entre Vicente Huidobro y la del surrealista peruano César Moro. Ambos se conocen en Europa, y estos primeros encuentros se convertirían a la postre en una serie de desencuentros, siendo una de las rivalidades más sonoras de estas latitudes. Moro también tomó contacto con Juan Emar, desde donde conoció a diversos artistas y poetas chilenos jóvenes como Jaime D’Vor, Gabriela Rivadeneira, María Valencia, Eduardo Anguita, etc. Quienes además eran protegidos de Huidobro en Chile. Este contacto de Moro con los jóvenes poetas y artistas chilenos, tiene como consecuencia que estos últimos sean invitados a la Exposición Surrealista de 1935 en Lima, ocasión en que, en su catálogo Moro ataca a Huidobro con duras palabras, lo que produce la ira del poeta creacionista, llamando a sus protegidos a cortar lazos con Moro y a presentar una carta pública donde señalaban que habían sido invitados con engaños por parte del surrealista peruano.

También se sabe de los contactos de Pablo Neruda con algunos poetas peruanos jóvenes influenciados por las ideas traídas por Moro a ese país, Estos vínculos sucedieron en los años ‘20, el cual es su período más libre y con ciertas influencias de la vanguardia (Tentativa del hombre infinito o Residencia en la tierra), antes de adoptar una “Literatura de servicio”. También por esos años, Neruda tuvo contactos con el peruano César Vallejo. Otro vínculo, pero más posterior, sería el de Pablo de Rokha con la escritora argentina Silvina Ocampo (1903-1993). Pero en general hay pocos antecedentes sobre otros intérpretes de la vanguardia chilena y sus nexos con exponentes hispanoamericanos.

 

FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?

 

ES | Los aportes de la vanguardia a la tradición lírica actual es a todas luces notoria. Primeramente, transforma la forma de hacer poesía hasta esa época. Su irrupción sucede en años en que habitaba en nuestra escena propia un academicismo obsoleto de mediados del S. XIX, conviviendo con un criollismo sin mayores pretensiones, que se mantenía dentro de los márgenes de lo folclórico, lo tradicional o costumbrista. No había entonces en estas dos expresiones anteriores, posibilidad alguna o intención de apurar o profundizar una transformación desde dentro o impulsar algún tipo de búsqueda nueva que llevara a una nueva exploración dentro de los márgenes estéticos o semánticos, que produjera un cambio de esencia, figura o margen literario. El mayor aporte lírico, sería la incorporación de la metáfora como un elemento nuevo dentro de la poesía chilena, esta forma de expresión que tuvo su formulación definitiva con el “Romanticismo” en el S. XIX no tuvo resonancia en nuestro país en su momento, tampoco lo tuvo el “Simbolismo” (ambas vertientes si lo hicieron con algunas vanguardias europeas). El metalenguaje se hizo presente gracias a los viajes realizados a Europa por Huidobro, Emar y Edwards Bello y que se manifestó con fuerza a partir de los años 20, especialmente con las influencias de la nueva poesía francesa y la surrealista que contenía en su ADN un fuerte acervo simbolista-romántico. Por otra parte el arribo del dadaísmo a Chile, también colaboró a estos cambios, (aunque de menor manera), así y todo rompió con el clásico paradigma de la estructura poética, incluso arrasando con la metáfora. En Chile esta manifestación dadaísta fue de un efecto más escandaloso aún que en Europa, pues en nuestras latitudes aún persistía un fuerte culto a la rima, la qué era orgullo de una sociedad oligarca, que la celebraba de buena manera, haciendo presente que nuestra poesía era de corte tradicionalista clásico y por lo tanto, según opinión de los críticos de esos años, muy culta.

En el mundo de la prosa, los nuevos tópicos, con sus alcances insospechados y su permisibilidad en los cruce de estilos, han dotado a la escritura prosaica de una nueva expresión, que no se limitó a los temas costumbristas de corte aséptico y enfocados solamente a un amor de orden cortesano o a una narrativa épica. Pues como mencionaba anteriormente, con la llegada de la “vanguardia” a Chile, se comienza a romper un molde decimonónico que produce un cambio de forma y fondo ostensible que con el paso de las décadas va mostrando nuevas alternativas en lo que concierne al ámbito de la creación literaria y plástica.

En una primera etapa comprendida entre 1914 al 1938, visualizamos una mayor influencia de la vanguardia foránea sin variantes, pues claramente se tomaba su influencia en versión original y con pocos elementos estético-formales distintivos. Una suerte de purismo de vanguardia europea, que a partir de 1939, se convertirá a una expresión más local, donde se pretende incorporar mayor cantidad de elementos propios o vernáculos, en este sentido, podemos citar al grupo “Mandrágora”, los nuevos trabajos de Rosamel del Valle, Juan Negro, Jorge Millas etc.

Algo que se debe destacar es que al principio el efecto de la vanguardia era muy marginal, sobre todo en la década del 20, pero su mayor valor se sustenta en su capacidad de servir de memoria y directriz para las generaciones que comienzan a hacer su nueva aparición. Si nos situamos a los primeros años del fenómeno, el grupo que acoge la vanguardia traída por Huidobro o Juan Emar son de ciertos personajes en un número bastante acotado, no sucede lo mismo en los años 30, donde las reformas político-sociales y educacionales, comienzan a ser más profundas, y la generación de jóvenes que son receptoras, están más preparadas para entender y asimilar a la vanguardia. Hoy en día resulta imposible, sentir los nuevos procesos creativos sin la presencia e influencia de estas vanguardias llegadas en los años bisoños del S. XX. Pero así mismo, no sé si podrían seguir siendo vanguardias, ya que los tiempos, los medios, los lenguajes mismos han mutado y requieren de nuevas vanguardias. Lo claro está es que los actores culturales y el público mismo, en cierta manera están más pre-dispuestos para recibir los efectos de una nueva tendencia o directriz en lo que a cultura se refiere.

Entonces el efecto de las vanguardias, también resulta darse en el orden social, pues pasa desde una marginalidad evidente en el ámbito cultural, a convertirse en un elemento primordial para las nuevas acciones creativas que además inducen a miradas más profundas en lo social. Lamentablemente la vanguardia hoy se confunde con lo novedoso, lo lúdico, lo impactante. En este sentido, el elemento substancial-social-estético que caracterizó al movimiento llamado de vanguardia después de la primera década del siglo pasado, hoy no es el mismo o lisa y llanamente no ha florecido una vanguardia que se le iguale, esto no indica que no podamos a estar a portas de un nuevo movimiento vanguardista en proceso de eclosión próxima, esto habrá que verlo y estar muy atentos.

Por otra parte, existe el fenómeno de una cantidad de poetas destacados, que pese a no etiquetarse con los antiguos ismos, a todas luces usan los mismos elementos poéticos, composicionales, rítmicos o semánticos que sus antiguos antecesores. A diferencia de las artes plásticas, la literatura sigue utilizando la palabra, el verso y ciertas métricas similares, ya sean con influencia dadaísta, surrealista, futurista etc. Su diferenciación se da de manera más notoria en ciertos aspectos semánticos, pero sin ser muy rupturista en términos de la provocación, en cierta manera es una provocación domesticada o la yuxtaposición de una rebeldía de poco alcance.

En lo concerniente a los grados de influencias de la vanguardia, con respecto a nuestro tiempo presente, claramente han sido Huidobro y el Surrealismo, los que han generado mayor repercusión en este país, siendo este último movimiento el que mantiene mayor influencia hasta nuestros días. Los efectos de la “vanguardia” están muy activos a lo largo y ancho de toda la literatura hispanoamericana, eso no se puede negar, vemos la influencia y cruces de muchos “ismos” en la literatura a partir de los años ‘40, tanto que se podría hablar de un asentamiento definitivo de aspectos formales en nuestra historia cultural actual, pensar en una literatura netamente única de esta región no es tal y sus intentos de hacerla original, terminan siendo vanos esfuerzos, y aunque no se puede negar que hayan surgido elementos locales que se sumaron como aportes a estas corrientes, debemos decir claramente que la literatura de estas latitudes sigue debiéndole gran parte de su esencia vanguardista a la vanguardia europea.

 

FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es posible tener acceso a ellos?

 

ES | Sobre la sobrevivencia de los libros, documentos y testimonios referentes a las actividades de la vanguardia en Chile, podemos decir, que felizmente ha habido una suerte de providencial conservación de dichos documentos. Sumado a esto, la febril actividad de investigadores que en gran número se han dado a la caza de todo aquello que sea reserva del patrimonio vanguardista en este país. Gran parte de los libros se conservaron en bibliotecas públicas o familiares, además de la actividad profesional e informada de un ejército de libreros o “busquillas” que han permitido sacar a flote estos reservorios de una actividad literaria pasada.

Gracias a esto, desde hace poco más de una década, ha surgido un verdadero interés por parte de académicos e investigadores de sacar a la luz estos antecedentes olvidados, a través de sendas publicaciones o ensayos. Cabe mencionar la seriedad y rigor presentado en cada estudio, donde la metodología usada nos permite hoy en día tener a nuestra disposición, todo un rico material que ha ido armando de mejor manera nuestra historia vanguardística. Quizás de quien más poseemos antecedentes sea de Huidobro, pero nuevos trabajos de diversos estudiosos, pusieron nuevamente a la palestra a figuras como Juan Emar, Raúl Lara Valle, Neftalí Agrella y tantos otros actores notables de aquellas fructíferas décadas del ‘20 y ‘30. Dentro de los investigadores destacados podemos citar a Saúl Yurkeviech, con su libro Los avatares de la vanguardia o la publicación: Manifiestos, proclamas y polémicas de la vanguardia de Nelson Osorio, pero la lista es muy extensa y rica.

Cabe mencionar que el diario La Nación, guarda en sus bodegas, todas las publicaciones desde su primer ejemplar, por lo que hay acceso a las “Notas de Arte” escritas por Juan Emar, yo mismo acudí en varias oportunidades a tan relevante fuente. Allí el poeta daba cabida a otros autores, para establecer comentarios diversos, lo que ampliaba la visión de los sucesos acaecidos en los primeros años de la vanguardia chilena. Otras revistas se encuentran también disponibles, manuscritos guardados por museos o fundaciones, plaquettes, carteles, todo felizmente fue conservado y hoy está disponible para ser estudiado. Es así que podemos contar con ejemplos como el “Cartel Runrúnico, una especie de pequeña antología que es también una tarjeta de presentación del movimiento”. También agregar que documentos importantes de la vanguardia fueron reproducidos en las décadas del ‘50 y ‘60 por revistas como: Atenea, Zigzag y En viaje, en lo que podríamos definir como un primer intento de salvaguardar la memoria de la vanguardia chilena.


 

NOTA

1. Sobre este tema el investigador Adolfo de Nordenflycht Bresky nos dice: “En los primeros meses de 1922 la fecha es incierta aparece en Valparaíso un ‘cartel’ editado por la Editorial Tour Eiffel; se trata de un volante que se presenta como Antena, Hoja vanguardista N° 1, que consiste en el manifiesto titulado Rosa Náutica, junto a un grabado del húngaro Sandor Bortnyik que se titula ‘Aktivizmus’. Entre los firmantes que se reconocen a sí mismos como ‘La dirección del movimiento vanguardista chileno’ figuran los ya citados Alberto Rojas Jiménez y Martín Bunster, responsables del manifiesto Agú. Y además, de un total de 25, están Neftalí Agrella que encabeza el listado, Julio Walton, Salvador Reyes, el mexicano Carlos Toro, Marko Smimoff (que conocía bien la vanguardia rusa) y el húngaro Zsigmond Remenyik que había militado en el activismo liderado por Kasack. Adhieren al manifiesto: Huidobro, Edwards, Borges, Maples Arce, Guillermo de Torre y Norah Borges.”




  

 


Poeta, tradutor, ensaísta, artista plástico, dramaturgo, FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957) é conhecido por haver criado, em 1999, a Agulha Revista de Cultura, veículo pioneiro de circulação pela Internet e dedicado à difusão de estudos críticos sobre arte e cultura. Ao longo de 23 anos de ininterrupta atividade editorial, a revista ampliou seu espectro, assimilando uma editora, a ARC Edições e alguns projetos paralelos, de que são exemplo “Conexão Hispânica” e “Atlas Lírico da América Hispânica”, este último uma parceria com a revista brasileira Acrobata. O trabalho de Floriano também se estende pela pesquisa, em especial o estudo da tradição lírica hispano-americana e o Surrealismo, temas sobre os quais tem alguns livros publicados. Como artista plástico, desde a descoberta da colagem vem desenvolvendo, com singular maestria, experiências que mesclam a fotografia digital, o vídeo, a colagem, a ensamblagem e outros recursos. Como ele próprio afirma, o magma de toda essa efervescência criativa se localiza na poesia, na escritura de poemas, na experiência com o verso, inclusive a prosa poética, da qual é um dos grandes cultores. Escritura Conquistada é um complemento aos projetos: Atlas Lírico da América Hispânica (revista Acrobata) – poemas traduzidos para o português – e Conexão Hispânica (Agulha Revista de Cultura) – estudos críticos sobre poetas. Nesta terceira linha, também dedicada à tradição lírica na América Hispânica, encontramos juntos os ensaios, entrevistas e prólogos assinados por Floriano Martins. Parte significativa desse material – as entrevistas – compõe o volume homônimo, Escrita Conquistada, publicado em 2018.


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1940 José Kozer (Cuba) DOIS ENCONTROS

1940 Jotamario Arbeláez (Colombia) EXTRAVAGANCIAS POÉTICAS DEL NADAÍSMO

1941 Hildebrando Pérez Grande (Perú) LAS VANGUARDIAS EN EL PERÚ

1941 Luis Alberto Crespo (Venezuela) RESONANCIAS DEL ESPÍRITU POÉTICO

1943 Eduardo Mitre (Bolivia) LA RAZÓN ARDIENTE DE LA POESÍA

1944 Armando Romero (Colombia) DOS POETAS, CUATRO ENCUENTROS

1944 Francisco Proaño Arandi (Ecuador) DOS ENCUENTROS

1944 Renée Ferrer (Paraguay) DOS ENCUENTROS

1945 Harold Alvarado Tenorio (Colombia) POESIA & OUTRAS ESPÉCIES

1946 Carlos Vásquez-Zawadzki (Colombia) LAS VANGUARDIAS EN COLOMBIA

1946 Guido Rodríguez Alcalá (Paraguay) LAS VANGUARDIAS EN PARAGUAY

1947 Juan Cameron (Chile) LAS VANGUARDIAS EN CHILE

1947 Juan Carlos Mieses (República Dominicana) DETRÁS DE LAS PALABRAS Y LOS RITMOS

1947 Susana Giraudo (Argentina) LA POESÍA Y SUS NOMBRES INFINITOS

1948 Helen Umaña (Honduras) LAS VANGUARDIAS EN HONDURAS

1948 Miguel Espejo (Argentina) LAS VANGUARDIAS EN ARGENTINA

1948-2022 Alfredo Fressia (Uruguay) EN LAS FISURAS DE LA MIMESIS

1950 Alfonso Velis Tobar (El Salvador) LAS VANGUARDIAS EN EL SALVADOR 

1950 Soledad Alvarez (República Dominicana) LAS VANGUARDIAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

1950-2018 Enrique Verástegui (Perú) O MOTOR DO DESEJO

1951 Carlos Francisco Monge (Costa Rica) DOS ENCUENTROS

1951 Jesús David Curbelo (Cuba) LAS VANGUARDIAS EN CUBA

1952 David Cortés Cabán (Puerto Rico) LAS VANGUARDAS EN PUERTO RICO

1952 Julio del Valle-Castillo (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1952 Martin Jamieson (Panamá) LAS VANGUARDIAS EN PANAMÁ

1952 Orlando José Hernández (Puerto Rico) LAS VANGUARDAS EN PUERTO RICO

1954 Ernestina Elorriaga (Argentina) DOS POETAS EN UNA MESA DE LUZ

1955 Berta Lucía Estrada (Colombia) UNA MESA VERTICAL

1955 Carlos Barbarito (Argentina) A POESIA DE CARLOS BARBARITO

1955 Mónica Salinas (Uruguay) LAS VANGUARDIAS EN EL URUGUAY

1956 Gary Daher Canedo (Bolivia) SITIO DONDE AGUARDA UN CÁNTARO

1957 Alejandro Bruzual (Venezuela) LAS VANGUARDIAS EN VENEZUELA

1957 Homero Carvalho Oliva (Bolívia) LAS VANGUARDIAS EN BOLIVIA

1957 Luis Bravo (Uruguay) LAS VANGUARDIAS EN EL URUGUAY

1958 Adriano Corrales Arias (Costa Rica) LAS VANGUARDIAS EN COSTA RICA

1958 Beatriz Hausner (Chile) CAMINHOS DO SURREALISMO

1958 José Ángel Leyva (México) DOS ENCUENTROS

1958 José Carr (Panamá) LAS VANGUARDIAS EN PANAMÁ

1958 Nicasio Urbina (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1958 Omar Castillo (Colombia) DIÁLOGO ENTRE DOS POETAS

1958 Rodolfo Häsler (Cuba) EN BUSCA DE LO IMPOSIBLE

1960 José Mármol (República Dominicana) LA OTREDAD SORPRENDIDA DEL POETA

1960 Vilma Tapia Anaya (Bolivia) DOS ENCUENTROS

1961 Enrique de Santiago (Chile) LAS VANGUARDIAS EN CHILE

1962 Arturo Gutiérrez Plaza (Venezuela) LAS VANGUARDIAS EN VENEZUELA

1962 Raúl Serrano Sánchez (Ecuador) LAS VANGUARDIAS EN ECUADOR

1963 Pedro Xavier Solis (Nicaragua) LAS VANGUARDIAS EN NICARAGUA

1963-2016 Gonzalo Márquez Cristo (Colombia) CORRESPONDENCIAS ENTRE POESÍA Y ACCIÓN

1965 Jorge Fernández Granados (México) LAS VANGUARDIAS EN MÉXICO

1969 Luis Alvarenga (El Salvador) LAS VANGUARDIAS EN EL SALVADOR

1972 Gabriel Chávez Casazola (Bolívia) LAS VANGUARDIAS EN BOLIVIA

1972 Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador) DIÁLOGO EN EL CENTRO DEL MUNDO

1973 Carolina Zamudio (Argentina) LA ILUSIÓN TRANSITORIA DE LOS ESPACIOS

1973 Ricardo Venegas (México) LA POESÍA DE RICARDO VENEGAS

1974 Fabricio Estrada (Honduras) LAS VANGUARDIAS EN HONDURAS

1974 Javier Payeras (Guatemala) LAS VANGUARDIAS EN GUATEMALA

1983 Manuel Iris (México) LAS VANGUARDIAS EN MÉXICO

1984 Alex Morillo Sotomayor (Perú) LAS VANGUARDIAS EN PERÚ


 


 

 

OBRA ENSAÍSTICA PUBLICADA

 

El corazón del infinito. Tres poetas brasileños. Trad. Jesús Cobo. Toledo: Cuadernos de Calandrajas, 1993.

Escritura conquistada. Diálogos com poetas latino-americanos. Fortaleza: Letra & Música, 1998.

Escrituras surrealistas. O começo da busca. Coleção Memo. Fundação Memorial da América Latina. São Paulo. 1998.

Alberto Nepomuceno. Edições FDR. Fortaleza. 2000.

O começo da busca. O surrealismo na poesia da América Latina. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2001.

Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra América. San José de Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2004.

Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra AméricaCaracas, Venezuela: Monte Ávila Editores, 2008.

A inocência de pensar. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2009.

Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.

Invenção do Brasil – Entrevistas [edição virtual]. São Paulo: Editora Descaminhos, 2013.

Esfinge insurrecta – Poesía en Chile [edição virtual, em coautoria com Juan Cameron]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.

Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad. México: UACM – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2015.

Sala de retratos. São Paulo: Opção Editora, 2016.

Um novo continente – Poesia e Surrealismo na América. Fortaleza: ARC Edições, 2016.

Valdir Rocha e a persistência do mistério. Fortaleza: ARC Edições, 2017.

Laudelino Freire. Rio de Janeiro: Academia Brasileira de Letras, 2018.

Escritura conquistada – Poesía hispanoamericana. Fortaleza: ARC Edições, 2018.

Visões da névoa: o Surrealismo no Brasil. Natal: Sol Negro Edições, 2019.

120 noites de Eros. Fortaleza: ARC Edições, 2020.

 

TRADUÇÕES

 

Poemas de amor, de Federico García Lorca. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.

Delito por dançar o chá-chá-chá, de Guillermo Cabrera Infante. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.

Nós/Nudos, de Ana Marques Gastão (edição bilíngue). Lisboa: Gótica, 2004.

A condição urbana, de Juan Calzadilla (edição bilíngue). Florianópolis: Letras Contemporâneas, 2005.

Dentro do poema – Poetas mexicanos nascidos entre 1950 e 1959, Org. Eduardo Langagne. Fortaleza: Edições UFC, 2009.

A aventura literária da mestiçagem, de Pablo Antonio Cuadra (em parceria com Petra Ramos Guarinon). Fortaleza: Edições UFC, 2010.

III novelas exemplares & 20 poemas intransigentes, de Vicente Huidobro & Hans Arp. Natal: Sol Negro Edições/São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2012.

Sobre Surrealismo, de Aldo Pellegrini (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2013.

Memória de Borges – Um livro de entrevistas (2 volumes). São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2013.

Bronze no fundo do rio, de Miguel Márquez (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2014.

Tremor de céu, de Vicente Huidobro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2015.

Costumes errantes ou a redondeza da terra, de Enrique Molina (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2016.

Reino de silêncio, de Mía Gallegos (edição bilíngue). Teresina: Kizeumba Edições, 2019.

Traduções do universo, de Vicente Huidobro. Natal: Sol Negro Edições, 2016.

O álcool dos estados intermediários, de Gladys Mendía. Santiago: LP5 Editora, 2020.

A tartaruga equestre, de César Moro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2021.

 

  

 

Agulha Revista de Cultura

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