LA
POESÍA Y SUS NOMBRES INFINITOS
SG | En él, esa apreciación es perfecta y por esa razón me sentí subyugada
viendo a ese poeta tan refinado asomado a su propio espejo de agua. Trasladado
todo esto al quehacer de los poetas modernos, tenemos que asumir que las
circunstancias que cambian con el devenir del tiempo, son absolutamente otras.
Cada día, los poetas estamos más desacralizados y entregados con pasión a
conmover con nuestra verba al mundo en el que nos toca vivir hoy. Creo que sí
guardamos el vino de la vida, de esa misma vida que nos convierte en héroes de
otra naturaleza.
FM | ¿Y cómo comienzas a moverte, como poeta, dentro de una tradición lírica
tan rica como la de tu país? ¿Cuáles fueron tus primeras afinidades con esa
poesía?
SG | Los poetas crecemos, como crece todo en la naturaleza. Podemos hacerlo
correctamente si tomamos como tutor la palabra de nuestros grandes antecesores.
En mi caso sentí un golpe al corazón cuando me asomé a Pizarnik, luego me sedujo
el señorío y la calma de Bernárdez, el desenfado abrumador de Girondo, el dulce
dramatismo de Juan Gelman, el puntillismo poético de Borges, y podría ocupar
todo este espacio en enumerar y dar nombres hasta nunca acabar. Esto es un
registro interior casi subconsciente y da como resultado lo que luego, cuando
los críticos toman bajo su análisis nuestra poesía, se llama “influencia”. Yo
mejor hablaría de un acto de amor infinito, de una mímesis de un alto voltaje
valorativo porque de algún modo queremos prolongar lo bello, contenerlo en
nuestro corazón y seguir sembrándolo.
Claro que el paseo que por largos años me llevó a caminar por la
poesía, me dio el privilegio increíble de leer a Whitman, Pound, Thomas, Rilke,
Ungaretti, Pavese, Pasolini, Montale y una miríada que, como ya te dije es
imposible enumerar. O sea que trato de impregnarme no solo de la tradición
lírica argentina, sino que abro el espectro para recuperar otras miradas
poéticas valiosas en el mundo.
Si hablas de mi poesía actual, creo que podría definirme en un lugar
moderado dentro de mi generación. La gran narradora María Esther de Miguel,
entrañable amiga, hablaba siempre de algo que ella veía, mi permanente pispear
ontológico. Pero en realidad uno se aleja de aseveraciones temporales y va tomando
un tono personal absolutamente desprendido de toda moda y escuela. La libertad
dentro de nosotros mismos hace que podamos sentir a la poesía como un pájaro
que se debate inquieto y a veces a picotazos, dentro de la jaula que es nuestro
ser creador. Y eso está más allá de toda moda y de toda especulación
estilística.
FM | Me parece perfecto ese abordaje de lo ontológico, y evocando aquí uno
de los poetas que mencionaste, Pasolini, él decía detestar, “en arte, todo lo
que se aproxima al naturalismo”; todo lo que en rigor es exterior al hombre, se
podría agregar. Estoy seguro de que piensas lo mismo. Entonces, díme, ¿cómo
lidias con la improvisación en términos de creación poética? ¿Cómo evitar, por
ejemplo, que la improvisación resulte en un acomodamiento a una simplicidad
primaria que le es exterior?
SG | Mi pensamiento se asienta sobre una base: toda generalización es
odiosa. Existen variables de la improvisación que no están para nada
relacionadas con un acomodamiento a la simplicidad. Creo que toda obra creativa
está expuesta a, y compuesta por la improvisación. No existe obra de arte que
tenga una estructura aleatoria que le indique el camino cierto. Mejor pensaría
en una obra de arte estrechamente ligada al azar y a múltiples factores que
intervienen en el acto creativo. Nada es una regla fija, gracias a Dios, en lo
relativo a la creación.
Estoy convencida que una base sólida es aportada por el mundo interior
del artista y su relación con su entorno natural, sus circunstancias sociales,
geográficas, históricas etc., y lo demás es lo que tiene tantos nombres que no
se puede definir con una sola palabra. Se llama creatividad, improvisación y
mil nombres más que se te puedan ocurrir.
FM | Me parece que ni los argentinos advirtieron todavía la importancia de
una voz poética tan esencial y reveladora como la de Enrique Molina. Era un
poeta de la escritura a sangre, de aquella misma “desgarradora dimensión
humana” que él encontraba en Artaud y en Girondo. Poeta de la escritura
visionaria, de la exaltación del vivir, contagioso de sus imágenes ígneas, y no
sé hasta qué punto este poeta tuvo importancia en tu vida. Me gustaría que me
hablaras un poco de él, si es posible.
SG | En un momento de mi vida, la pasión luminosa de Molina fue un lugar al
que acudía con un fervor increíble. Lo sigo haciendo, porque cada vez que su
relectura me conmociona, le prometo volver y volver a él una y otra vez. Y
siempre descubriré, a medida que mi vida de poeta vaya tomando sazón, nuevos
rincones que su poesía me depara. Cómo no estremecerse al leer de un grande
como él, que va de lo íntimo hacia el sentimiento colectivo, versos como este:
“Con un olor de luna caliente cuyo vaho / quema con sorda plata desierta las
orillas, / en las bandas de América se abren / unos puertos sin sueño / unos
oasis de moscas / caldeados por el viento, entre la luz y el trueno”.
FM | Y esta imagen preciosa: “¡Adiós pájaro definitivo! / Continuarás tu
vuelo en mi alma / sin entenderme, pero conmigo”. Este pacto deslumbrante con
el instante, su avidez asombrosa, hace que sea imposible leer a Molina sin ese
estremecimiento que mencionas. No sé si concuerdas con él en que “la poesía es
una gracia, una instancia que no puede alcanzarse ni por la inteligencia ni por
el ejercicio”.
SG | Cuando me preguntabas hace un momento sobre el acto del improviso, lo
que entiendo como acto creativo por momentos, está estrechamente ligado con eso
que Molina describe como “una gracia, una instancia…” ¿Se puede agregar más? En
algún tonto rincón de un diccionario leí esta definición de improviso: “acto
llevado a cabo sin una previa preparación. Ej.: improvisar versos”.
No creas que no estoy pensando en las infinitas digresiones académicas
que puede generar esta solo aparente simplificación mía. Tanto tú, como yo, como
todos los que nos pusiéramos a discutir sobre los puntos divergentes o en común
que tuviéramos sobre este tema, abriríamos un abanico de trescientos sesenta
grados en el que encajarían trescientas sesenta opiniones distintas, como
distinto es un hombre de otro, como distinto es un creador de otro.
FM | Un aspecto que la crítica verificó en algunos de tus libros condice con
lo que Normand Argarate llamó “constante indagación sobre mitologías
orientales”. El descubrimiento de Oriente proveyó a la tradición lírica
occidental de modelos notables, que se expresan de maneras distintas en poetas
como José Juan Tablada, Federico García Lorca y Allen Ginsberg, por ejemplo, al
mismo tiempo que se diluyen y se vulgarizan en muchos poetas a partir de los
años 60 en nuestro continente. ¿De qué manera te aproximas al tema?
SG | Podría decirte que si hablamos del orientalismo, tentación a la que ni
Octavio Paz pudo sustraerse, no podemos dejar de mencionar al argentino Juan L.
Ortiz, como alguien indiscutible en lo referido a su asimilación de lo
oriental. Juanele no buscaba la tontera supina de la métrica japonesa, error en
el que cayeron algunos poetas sesentistas a los que tú te refieres.
Te preguntarás por qué me detengo en él. Mi dedicación se debe a
reconocer a un hombre que vivió a orillas del majestuoso Paraná, en medio de
pajonales y silencios interminables, en perfecta comunión con la naturaleza y
el infinito.
Mi búsqueda de los primeros tiempos también se relacionaba con el
contacto permanente con la inmensidad de las pampas, que solo encuentran
sosiego en la línea del horizonte. Estos paisajes, ayudan a reconocer la
insignificancia de la presencia del hombre en el escenario de un universo
inmenso, contenido o detenido a veces, en las pequeñas cosas. Lo difícil es
decir tanto como lo que vemos con pocas palabras, ya que esta relación
grandiosa del hombre y sus universos no necesita sino de silencios
interrumpidos por la palabra justa. “Su alma sabe callar. / El que se asome a
su silencio / sentirá atronadora la caída de un pétalo.”
FM | Es un hecho que esta asimilación de lo oriental se dio en nuestros
países de una manera falsa, trasplantando a un plano sólo literario lo que
originalmente no tenía tal connotación. Esto fortaleció –si a eso se le puede
llamar fuerza– una tradición formalista, una poesía estéril en su sentido más
esencial, de gran conquista de la modernidad, de ese diálogo vertiginoso entre
ser y mundo, un embate de fuerzas trascendentes que, claro está, no evitan la
realidad. Busquemos en el haiku sólo su opción por la síntesis y su cariño por
el silencio. La forma como se realizan esas dos operaciones, la síntesis y el
silencio, debe expresar las particularidades del drama existencial de cada uno
de nosotros, sus afinidades con otras poéticas y su propia manera de estar en
el mundo. Pensando en esto, ¿cómo crees que se configura tu poética? ¿Cómo se
relacionan poema y Susana?
SG | Estoy plenamente de acuerdo con esa asimilación errada de lo oriental,
prueba de ello es el patético resultado de la traducción de un haiku escrito en
otra lengua y respetando la métrica cinco-siete-cinco. Ese afán por la
transposición nos da un resultado viciado, atenido a una fórmula y por qué no,
a una forma que produce eso que llamas una poesía estéril. Es que la ductilidad
de un diálogo personal, original entre el ser y el mundo, como tú dices y un
alejamiento artificial de la realidad, es el peligro que se corre buceando en
la filosofía de otras civilizaciones. Y no soy la excepción de la regla.
Mi realidad poética está morigerada por varias fuerzas que no planeo,
sino que se proyectan en mi poesía. Una, es la fuerza musical, con la que tengo
un estrecho vínculo. Otra es la fuerza cromática, inseparable de mis imágenes
por mi condición de artista plástica y definidamente la otra fuerza que no
puedo modular es la que surge de mi impulso interno, inconsciente, vital. Tal
vez sea esto último lo que le aporta un grado de originalidad a mi obra, solo
un matiz, porque en definitiva es regla general para todos los poetas que no se
trata de crear con el solo objeto de originalidad, porque toda obra de arte es
recreación, sino de hacerlo honestamente y con una cierta mística que, de
acuerdo a cada sensibilidad, aporta un dejo peculiar a cada poética.
FM | Sí, es verdad, hay en ti toda una relación íntima entre la poesía y la
plástica, el poema y la acuarela. Conoces naturalmente aquel sentido intenso de
la pincelada única, del maestro Shi-Tao, que apunta a una supresión de las
reglas, una apuesta vertiginosa al potens de la creación, esa conexión mágica
entre ser y tiempo. ¿Cómo ves todo esto?
SG | Si en algo relaciono la pincelada, el gesto de comunión intensa entre
agua, pigmento y pincel, es con esa poesía que en un momento me inspiró la
acuarela de escasa adjetivación, toda expresada en el trazo sustantivo. Tú
hablas del maestro Shi-Tao y me remontas a toda una disciplina, todo un
entrenamiento espiritual superior que da como resultado un remanso donde
dejarse estar, justo relajados sobre la profundidad, sospechándola… buscándola
con cada una de las fibras del cuerpo y el alma.
Argarate, poeta exquisito dice: “Hokusai
pinta una hoja. / Cien años demanda su tarea. / Con paciencia elabora / las
finas nervaduras / los ínfimos detalles. / Al final se estremece. / Nunca sabremos
/ si la hoja o su mirada”.
A veces creo que allí es donde comienza
el romance entre la palabra y la acuarela, en el estremecimiento mismo que nos
sorprende al ver como una da su potencia a la otra, con una intensa respuesta,
con un ir y venir apasionado que por momentos me abstrae sin dejarme
oportunidad para vivir otra cosa que no sea eso. Soy algo así como un testigo
involuntario que no puede dejar de acariciar con el pincel, con los dedos, con
el cuerpo esa mórbida humedad que espera sobre el papel, para luego describir
el fragoroso silencio y con un decir discreto hablar de todo lo que sentí
pintando.
FM | ¿Y cómo te sientes en relación con la música? O sea, ¿de qué manera
ella participa de este diálogo entre la poesía y la plástica?
SG | Esto de responderte acerca de mi trato íntimo con todas las disciplinas
del arte, puede producir un efecto repetitivo en mi diálogo. Pero es que
siempre he sentido una cierta sensación de evisceración cuando se intenta
separar con definiciones todo el contexto de un ser humano, sea este un
creador, un científico o el estudiante universitario que trabaja de obrero para
costearse sus estudios.
Te digo esto, porque hay infinitas anécdotas que hablan de la relación
de las personas con la música. No es una respuesta elíptica, sino una realidad
que solo me sirve de introducción o, si quieres mejor explicación, sirve para
relajar la tensión que me produce explicar lo inexplicable.
Sería amanerado que yo te señalara qué tipo de música me acompañó para
escribir tal poema. Y, en realidad, sería imperdonable que señalara dos o tres
poesías a las que influenció determinado compositor. Y asumo que es de esta
forma que la música aparece como una presencia dulcemente fantasmal en mi
poesía.
Mi poema “Ritual” (La armonía de las desarmonías) fue creado a partir
de “Bolero” de Ravel, ejecutado magistralmente por el gran bailarín argentino
Jorge Don en la película Los unos y los otros.
“Una nota de Scriabin” (inédito)
es una imagen casi onírica que me inspiró la poética melancólica del compositor
ruso.
Cuando viajo, el primer
movimiento es abalanzarme sobre la música típica de cada país. Y luego huyo con
ella en las manos, vuelvo a mi madriguera donde me extasío, analizo, me detengo
en los detalles. Un stacatto me sorprende, un allegro molto vivace levanta mi
ánimo y un pianíssimo me llena de ternura o me pone romántica. ¡Mujer al fin!
FM e Susana Giraudo. San Salvador, 2006 |
FM | ¡Perfecto! Yo había pensado también en la canción popular, en el
alcance de ciertas afinidades que el poema puede encontrar con letras de canciones,
y naturalmente, en tu caso, imagino que ha de haber una presencia muy fuerte
del tango, de su poética profundamente consternada y lacerante. Pregunto por
ti, por tu poesía, pero también me gustaría saber cómo se establece, en la
Argentina, la relación entre los poetas y el tango.
SG | Lo más particular de esto que hablamos de canción popular y en
Argentina, la que nos une, la que nos representa a todos, es el tango. En las
distintas regiones de mi patria, se bailan y cantan distintas canciones que
contienen en su poesía referencias de cada región en particular. Es tan grande
mi tierra que el folklore se va impregnado de temperaturas, características del
suelo, las estaciones del año, el mundo vegetal típico de cada región. Por
ejemplo en el norte, carnavalitos y bagualas se apoyan en el suelo argilloso y
el aire caliente de las provincias norteñas, en la región de Cuyo cambia el
clima, los frutos, la temperatura y escuchamos cuecas y valses, que pueden
decir “ando extrañando el zonda, su viento y polvareda” hablado de un viento
que arriba a esa región con su aliento de fuego. Y así, se tornaría tedioso
describirte cada regionalismo para arribar luego a este comentario: el tango es
la única música que nos une. No hay dos países en el mundo cuya música
identificatoria sea el tango y ahí hay que detenerse y preguntar ¿Ante qué
fenómeno musical estoy parado? Un fenómeno que hasta pega fuerte en el cine
internacional, imposible es no comentar la bellísima película Perfume de mujer.
La poesía del tango, apenas
aparecido en las márgenes del Río de La Plata, era de un verso melancólico,
llorón, consternado, lacerante, como tú dices. Pero luego, con el correr de las
décadas, dúctilmente se fue nutriendo de los acontecimientos políticos,
históricos, sociales y de la vida cotidiana, al punto de mutar en su temática
hasta llegar a las actuales vanguardias del tango.
FM | ¿Qué caminos habría entonces recorrido el tango hasta aquí?
SG | Fue llorón en los treinta y cuarenta, le habló al amor en los cincuenta
y luego se hizo picante y divertido, sin dejar de lado sus temas de siempre,
colmándose de imágenes novedosas.
Este es un liviano comentario del tango y no me perdono hacerlo de esta
manera, pero quiero contestar una pregunta entrelíneas que me haces sobre su
relación con la poesía. No desconocerás que llegó a incitar a Borges,
produciendo luego sus milongas (“Milonga de Jacinto Chiclana”), inspiradas en
sus lentos paseos por los arrabales porteños, del brazo del gran Xul Solar.
El tango fue también inspiración para Tuñón, Girondo, y otros poetas de
su época. Más allá de esta relación de los grandes con la canción ciudadana
(como se ha dado en llamarlo), debo decirte que hubo y hay grandes poetas del
tango como por ejemplo el gran Discépolo, Homero Manzi, Espósito etc., hasta
llegar al vanguardista Horacio Ferrer, poeta inseparable de Piazzolla con el
que llegó a componer hasta una operita tanguera (“María de Buenos Aires”) y
luego, la famosa “Balada para un loco” que dio la vuelta al mundo en la voz de
la Baltar.
FM | ¿Y se podría decir algo más, pensando en la actualidad?
SG | Sí, hacer notar de un plumazo el giro vertiginoso que le da la al tango
la era piazzolliana y el posterior aporte de grupos y cantantes de Rock.
Tampoco se puede dejar de mencionar a un poeta tanguero, como Cacho Castaña
(“Café la humedad”, “Tita de Buenos Aires”, “Ojalá que no puedas” etc.) venido
de la canción de moda hacia el tango. Debemos mencionarlo tanto a él, como los
arreglos tan personales de Andrés Calamaro y los nuevos intentos del
tecno-tango.
Si me preguntas qué relación tiene mi poesía con todo lo tanguero,
tengo que confesar que ninguna. Salvo dos o tres poemas en los que canto a los
instrumentos con que se ejecuta, mi poesía no es “cantable” ni tanguera.
FM | Quiero retomar algo: ¿hay un distanciamiento temático entre poemas y
acuarelas? ¿De qué manera se podría hablar de ambas vertientes como
complementarias?
SG | Es probable que en mi plano consciente no suceda esto de lo
complementario. Mejor señalaría que siento que viven dos artistas dentro de mí.
No hablo de los temas y su relación con mi poesía, porque la sensación que
tengo es que en acuarela a veces el tema te busca, tiene vida propia. Es algo
tan mágico el manejo de las transparencias y los estallidos a veces no
buscados, que nos hacen sentir un ser contemplativo y no un acuarelista. Un
tema que puedo reconocer como constante tanto en mi poesía como en mi pintura,
es el tema de las alas, los vuelos y los pájaros. Ellos, las jaulas y los
barrotes que amenazan la libertad, son una presencia repetida en mi poesía y en
mi pintura.
FM | En tus acuarelas se verifica, con más intensidad que en el poema, un
acento erótico. No me refiero a la temática, sino a las insinuasiones de
lenguaje, trazos, luces etc. ¿Estás de acuerdo?
SG | Si fuera obsecuente contigo, te diría que estás en lo cierto, pero no
es así. Mi natural erotismo fue evolucionando con la vida misma, mostrándose
como entre velos al comienzo de toda mi obra y luego manifiestamente en mi
producción actual. Lo no buscado, que es la presencia del erotismo, es
justamente la mejor línea conductora que pueden tener mis acuarelas y mi
poesía. Fluye de manera natural y sin plan ninguno. Deja que el que mire se
haga cargo de lo que siente al mirar. Si una acuarela es tansparentemente
erótica o si es fuertemente erótico un poema, no toman ese tinte por alguna
cosa planeada por mí como artista. Sale así y es así.
FM | René Magritte cierta vez observó el prejuicio de la obsesión del
artista por incorporar nuevas técnicas. Concordamos en que la técnica es un
medio y no un fin. Magritte también abordó la sensación del espectador frente a
un cuadro, recordando que el hábito hace de cuenta que deshace la fuerza de
este primer contacto con la obra. Decía que “el espectador debe estar dispuesto
a conocer un momento de conciencia única y reconocer su impotencia para
prolongarla”. ¿Cómo lidias tú, en el acto de la creación, con esa impotencia
que me parece que es también del artista y no sólo del espectador?
SG | No hay una sola técnica. Hay una técnica madre a la que uno accede por
vía académica y luego existen todas las pequeñas técnicas que se ponen en
práctica o se inventan a medida que necesitamos determinada expresividad. Allí
es cuando entiendo que, como dice Magritte, la técnica es un medio par alcanzar
el fin. Cada artista recrea la técnica en la medida que su angst lo demanda.
Por mi parte y en lo referido a la impotencia, trato de armonizar con ella y no
llenarme de la ansiedad que produce. No me aferro al exhibicionismo. Escribo y
pinto porque es imposible que no lo haga y soy feliz cuando alguien se conmueve
con el resultado y me lo dice.
FM | ¿Cómo distingues lo que es esbozo de lo que en un momento dado pasas a
considerar como obra acabada? ¿En qué punto lo inacabado resplandece como
definitivo?
SG | ¡Que pregunta tan personal! Siento que me estás indagando sobre algo
tan privado como es lo que yo llamo equilibrio entre lo ridículo y lo sublime.
La acuarela, históricamente, fue utilizada como esbozo. Arquitectos,
ingenieros, diseñadores y paisajistas, aún la usan de esa manera.,
Ahora, no se trata de usar sino
de expresar con un material lo que también se plasma con una línea de verso. Me
dejarías sin palabras si me preguntaras cómo hago para diferenciar un pequeño
mensaje anecdótico que se le escribe a un amigo, con un poema como “Soy feliz /
quise escribir un verso / y describí un pájaro. / ¿Por qué soy feliz? / Por que
voló, / como todos los versos / y como todos los pájaros.”
Es tan impreciso lo que sentimos cuando algo se manifiesta en un chispazo y deja de ser un esbozo o solo una esquela circunstancial, para ser una obra de arte en acuarela o un poema que me inclino ante el entrevistador. Floriano Martins, obraste el milagro de dejarme sin palabras.
FM e Susana Giraudo. Buenos Aires, 2007 |
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1972 Gabriel Chávez Casazola (Bolívia) LAS VANGUARDIAS EN BOLIVIA
1972 Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador) DIÁLOGO EN EL CENTRO DEL MUNDO
1973 Carolina Zamudio (Argentina) LA ILUSIÓN TRANSITORIA DE LOS ESPACIOS
1973 Ricardo Venegas (México) LA POESÍA DE RICARDO VENEGAS
1974 Fabricio Estrada (Honduras) LAS VANGUARDIAS EN HONDURAS
1974 Javier Payeras (Guatemala) LAS VANGUARDIAS EN GUATEMALA
1983 Manuel Iris (México) LAS VANGUARDIAS EN MÉXICO
1984 Alex Morillo Sotomayor (Perú) LAS VANGUARDIAS EN PERÚ
OBRA ENSAÍSTICA PUBLICADA
El corazón del infinito. Tres poetas brasileños. Trad. Jesús Cobo. Toledo: Cuadernos de Calandrajas, 1993.
Escritura conquistada. Diálogos com poetas latino-americanos. Fortaleza: Letra & Música, 1998.
Escrituras surrealistas. O começo da busca. Coleção Memo. Fundação Memorial da América Latina. São Paulo. 1998.
Alberto Nepomuceno. Edições FDR. Fortaleza. 2000.
O começo da busca. O surrealismo na poesia da América Latina. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2001.
Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra América. San José de Costa Rica: Ediciones Andrómeda, 2004.
Un nuevo continente. Antología del Surrealismo en la Poesía de nuestra América. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores, 2008.
A inocência de pensar. Coleção Ensaios Transversais. São Paulo: Escrituras, 2009.
Escritura conquistada. Conversaciones con poetas de Latinoamérica. 2 tomos. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana. 2010.
Invenção do Brasil – Entrevistas [edição virtual]. São Paulo: Editora Descaminhos, 2013.
Esfinge insurrecta – Poesía en Chile [edição virtual, em coautoria com Juan Cameron]. Fortaleza: ARC Edições, 2014.
Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad. México: UACM – Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2015.
Sala de retratos. São Paulo: Opção Editora, 2016.
Um novo continente – Poesia e Surrealismo na América. Fortaleza: ARC Edições, 2016.
Valdir Rocha e a persistência do mistério. Fortaleza: ARC Edições, 2017.
Laudelino Freire. Rio de Janeiro: Academia Brasileira de Letras, 2018.
Escritura conquistada – Poesía hispanoamericana. Fortaleza: ARC Edições, 2018.
Visões da névoa: o Surrealismo no Brasil. Natal: Sol Negro Edições, 2019.
120 noites de Eros. Fortaleza: ARC Edições, 2020.
TRADUÇÕES
Poemas de amor, de Federico García Lorca. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.
Delito por dançar o chá-chá-chá, de Guillermo Cabrera Infante. Rio de Janeiro: Ediouro Publicações, 1998.
Nós/Nudos, de Ana Marques Gastão (edição bilíngue). Lisboa: Gótica, 2004.
A condição urbana, de Juan Calzadilla (edição bilíngue). Florianópolis: Letras Contemporâneas, 2005.
Dentro do poema – Poetas mexicanos nascidos entre 1950 e 1959, Org. Eduardo Langagne. Fortaleza: Edições UFC, 2009.
A aventura literária da mestiçagem, de Pablo Antonio Cuadra (em parceria com Petra Ramos Guarinon). Fortaleza: Edições UFC, 2010.
III novelas exemplares & 20 poemas intransigentes, de Vicente Huidobro & Hans Arp. Natal: Sol Negro Edições/São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2012.
Sobre Surrealismo, de Aldo Pellegrini (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2013.
Memória de Borges – Um livro de entrevistas (2 volumes). São Pedro de Alcântara: Edições Nephelibata, 2013.
Bronze no fundo do rio, de Miguel Márquez (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2014.
Tremor de céu, de Vicente Huidobro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2015.
Costumes errantes ou a redondeza da terra, de Enrique Molina (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2016.
Reino de silêncio, de Mía Gallegos (edição bilíngue). Teresina: Kizeumba Edições, 2019.
Traduções do universo, de Vicente Huidobro. Natal: Sol Negro Edições, 2016.
O álcool dos estados intermediários, de Gladys Mendía. Santiago: LP5 Editora, 2020.
A tartaruga equestre, de César Moro (edição bilíngue). Natal: Sol Negro Edições, 2021.
Agulha Revista de Cultura
Criada por Floriano Martins
Dirigida por Elys Regina Zils
https://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
1999-2024
Inolvidable entrevista. Una charla amena entre amigos.
ResponderExcluirSusana Giraudo
Excelente entrevista .Felicitaciones Susana
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