LAS
VANGUARDIAS EN MÉXICO
JFG | En México se considera que, históricamente, fue en la década de los
años veinte del siglo XX que aparecieron las vanguardias. En la literatura
fueron autores como José Juan Tablada y particularmente los integrantes del
movimiento estridentista, como Manuel Maples Arce, Arqueles Vela, Germán List
Arzubide, Salvador Gallardo, Germán Cueto y Leopoldo Méndez quienes enarbolaron
más visiblemente esa tendencia.
En cuanto al ambiente cultural predominante por entonces, hay que
considerar que el país se hallaba inmerso en un periodo de incertidumbre y
violencia luego del triunfo de la Revolución de 1910 y el exilio de Porfirio
Díaz. Literariamente hablando, la situación era un tanto contradictoria o bien
podríamos decir que polarizada. Por un lado, los Estridentistas irrumpían con
publicaciones contestatarias y manifiestos que agitaban el entorno cultural
principalmente de la ciudad de México, Puebla y Xalapa. Pero, hay que decirlo,
no siempre con obras literarias de gran valor. Parecían en este aspecto más
preocupados en mostrar una actitud irreverente que en realizar obras de una
calidad perdurable. Por otro lado, muchos de los más importantes escritores de
aquel momento no eran ni pretendían ser vanguardistas, como Alfonso Reyes, José
Vasconcelos, Julio Torri, Ramón López Velarde o bien los más jóvenes, conocidos
como Contemporáneos: Carlos Pellicer, José Gorostiza, Xavier Villaurrutia,
Salvador Novo, Gilberto Owen y Jorge Cuesta, por mencionar a los más
destacados. Los Contemporáneos eran de hecho un grupo que llegó a antagonizar
con los Estridentistas y aunque en algunas obras ellos mismos dejan ver cierta
huella particularmente del surrealismo (sobre todo Villaurrutia y Owen) no se
les puede clasificar como autores de vanguardia.
FM | Los movimientos locales, ¿estaban de acuerdo con las ideas de las
vanguardias europeas correspondientes o acaso agregaban algo distinto?
JFG | No hay duda que los muy localizados ejemplos de vanguardia en sus
inicios en México partían de la emulación de los movimientos europeos, sobre
todo del futurismo ruso y el dadaísmo francés. Si bien con diferentes
denominaciones y adaptaciones locales (como la consigna del primer manifiesto
estridentista: “¡Viva el mole de guajolote!”), la vanguardia resultaba a todas
luces un eco imprescindible de la modernidad que por entonces irrumpía con
nuevas tecnologías y vehículos, con nuevas conductas y costumbres, con nuevas
formas del arte y la comunicación, en fin, con una nueva semiótica cultural en
las principales capitales de Occidente.
FM | ¿Qué relaciones mantenían estos mismos movimientos con las corrientes
estéticas de los demás países hispanoamericanos?
JFG | Los vínculos entre los movimientos de vanguardia en Hispanoamérica
pasaban, al parecer, casi forzosamente por intermediación de los escasos
escritores y artistas que viajaban por aquellos años a París, Nueva York,
Viena, Roma o Madrid. No hay muchos documentos que permitan suponer gran
retroalimentación entre las naciones latinoamericanas. Sin embargo, cabe citar
eventuales intercambios que se dieron más que nada por iniciativas personales.
Por ejemplo, la estancia del colombiano Porfirio Barba Jacob o de la chilena
Gabriela Mistral por entonces en México o, más tarde, la del guatemalteco
Miguel Ángel Asturias y la del peruano César Moro. Asimismo, también está
documentada una estancia de Arqueles Vela y Germán Cueto en París (1929-1932) y
otra de Germán List Arzubide y Leopoldo Méndez en Estados Unidos (1930). Por
último, otras presencias que fueron decisivas para alumbrar esa época en el
arte y la cultura de México fueron también la de la fotógrafa de origen
italiano Tina Modotti y la del dramaturgo de origen francés Antonin Artaud. No
obstante, sobre este aspecto hay aún mucho que investigar para reconstruir toda
una red posible de vínculos e influencias que, sin la menor duda, provocaron
aquel intenso tiempo de la historia.
FM | ¿Qué aportes significativos de las vanguardias fueron incorporados a la
tradición lírica y cuáles son sus efectos en los días de hoy?
JFG | Creo que, ante todo, las vanguardias han constituido momentos de
renovación profunda en los discursos del arte contemporáneo, así como grandes
sacudidas críticas de la cultura predominante. Es innegable que el arte y la
literatura del siglo presente no serían lo que son sin el complejo y
revolucionario recorrido que significó el siglo XX. La modernidad, sin embargo,
es un fenómeno histórico que no ha cesado ni concluido ⎼pese a las elaboradas teorías de la posmodernidad⎼. En la medida en que dicha modernidad sigue afectando y transfigurando
la cotidianidad y sus nuevos códigos de comunicación, la vigencia del sentido
de las vanguardias tampoco ha culminado. Así, el talante crítico, la actitud
inconforme e irreverente, la inquietud por innovar en todos los terrenos, la
flexibilidad y adaptabilidad de las formas y los lenguajes, la participación
del azar, el humor y la ironía, son todos estos atributos una herencia que en
buena medida debemos reconocer a las múltiples vanguardias que han atravesado
la cultura y el arte de nuestro tiempo.
En México los procesos de renovación que suelen venir aparejados a la
actividad de las vanguardias han resultado paulatinos. No se puede decir que
hayan cambiado de un día para otro el rostro de la literatura mexicana, pero es
evidente su efecto digamos tanto irreversible como acumulativo en el gusto de
las nuevas generaciones.
FM | Los documentos esenciales de las vanguardias, ¿se han recuperado?, ¿es
posible tener acceso a ellos?
JFG | La mayoría de los documentos, obras y publicaciones del movimiento
estridentista han sido conservados y, hasta donde tengo entendido, es posible
acceder a ellos. Hay incluso no pocas investigaciones bastante serias y
exhaustivas sobre el tema que se han realizado en años recientes por parte de
académicos y críticos avezados. Cabe señalar, en este sentido, los libros de
Luis Mario Schneider, El estridentismo o una literatura de la estrategia
(Conaculta, 1997), de Silvia Pappe, El movimiento estridentista atrapado en los
andamios de la historia (UNAM), 1998), de Evodio Escalante, Elevación y caída
del estridentismo (Conaculta, 2002) y de Elissa Rashkin, The Stridentism
Movement in Mexico: The Avant-garde and Cultural Change in the 1920’s
(Maryland, Lexington Books / Rowman and Littlefield, 2009).
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Escritura Conquistada – Poesía
Hispanoamericana reúne ensayos, entrevistas, encuestas y
prólogos de libros firmados por Floriano Martins, además de muestra parcial de
su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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