LA HUMANIDAD SECRETA DE
LOS ABISMOS
Bueno,
ahora quiero primero leer mi traducción del párrafo final de Vlía:
Não podemos mais. A vida
pesa demasiado. É uma tristeza dobrada nas cavernas que avançam. A noite não
pode ser detida em uma esquina qualquer. Deve ser porque nada nos une, sequer
os pensamentos. Eu deveria ir como cão à sombra das casas, fuçando nas
lixeiras. É impossível ficar sob o azul e ter a ti presente ou estar triste.
Tratarei de te dar outra silhueta para te imaginar melhor. Tudo ficará como árvores
ardidas até as veias frias. Já que estamos no cemitério, confortaria um
colóquio com os mortos. Aqui tudo é igual. A tradição fria desconhece o sol das
transformações. Se olhas à direita, ninguém ultraja a humanidade do algodão,
nem à esquerda um fraque cria ódios. Aqui devemos ter nascido: a música sempre
é escutada, uma virada para o Norte ou Sul para agradar com outra melodia, e
não fazem falta, ouvidos nem mãos, para temperar cordas, nem fôlego para sopros
estridentes. Tudo é nosso, um ritmo muito teu, muito daquele, muito meu, e tudo
descansa em uma serena igualdade. Porém já estamos sob a árvore eleita; nossa
primeira incursão aqui termina.
Luego,
por supuesto, su escritura original:
No
podemos más. La vida pesa demasiado. Es una tristeza doblada en las cavernas
que avanzan. La noche no se puede detener en una esquina cualquiera. Debe ser
que a nosotros nada nos une, ni siquiera los pensamientos. Debiera irme
como perro a la sombra de las casas, hurgando en los zafacones. Es imposible
quedarse bajo lo azul y tenerte presente o estar triste. Trataré de darte otra
silueta para imaginarte mejor. Todo quedará como árboles ardidos hacia las
venas frías. Ya que estamos en el cementerio, un coloquio con los muertos
confortaría. Aquí todo es igual, la tradición fría desconoce el sol de las
transformaciones. Si miras a la derecha, nadie ultraja la humanidad del
algodón, ni a la izquierda un chaqué crea odios. Aquí debimos haber nacido: la
música siempre es escuchada, un viraje al Norte o al Sur para agradar con otra
melodía, y no hacen falta oídos ni manos para templar cuerdas, ni aliento para
estridentes soplos. Todo es nuestro, un ritmo muy tuyo, muy de aquel, muy mío,
y todo descansa en una igualdad serena. Pero ya estamos bajo el árbol elegido;
nuestra primera incursión aquí termina.
Ahora,
¿qué es Vlía? ¿Un secreto nido de metamorfosis? ¿Maquillaje amorosa
de la locura? ¿Un teatro de escenas voraces que se encuentran más allá de toda
realidad? En la presentación de su primera edición, por la colección de La
Poesía Sorprendida, encontramos que
Vlía es
una confesión diabólica y creyente a la vez; angustiada y de interior fulgor,
de una sinceridad desnuda, densa, obscura, de secreto humor en busca de
liberación mayor. La ética y la poesía se alían y el acento del dolor que se
mezcla a la desesperación campean. Raro libro amoroso distinto, salvadoramente
difícil y minoritario, de lenta entrega.
Empecemos
por recordar la imagen de André Breton al decir que Lautréamont fue un
“transeúnte sublime, el gran cerrajero de la vida moderna”. Igual podemos decir
del lenguaje en este libro osado de Freddy Gatón Arce. El lenguaje asume el
protagonismo de un viaje por las posibilidades amorosas y la exaltación de los
sentidos. Por eso la definición del libro es una tarea ociosa, que a nadie debe
importar. ¿Qué explicación buscar en los textos bíblicos o en las evocaciones
de Maldoror? ¿No es lo mismo lo que pasa con Vlía y su humor
refinado y desbordado? ¿Con ese castillo de fuego y los metales que saltan de
las llamas como personajes que tratan de orientarnos por nuevos caminos? No son
poemas de viajes, sino el viaje en sí mismo.
2. Aquí tenemos que
recordar una confesión del mismo Freddy Gatón Arce, unos rasgos autobiográficos
que el poeta ha inserido en su libro Cantos comunes (Santo
Domingo: Editora Taller, 1983):
Ya
yo tenía escrito a Vlía, el texto de escritura automática que se editó en abril
de ese año y que parcialmente habría de marcar mi derrotero en el campo de la
poesía.
Abandoné
la práctica asidua del automatismo porque Mieses Burgos (Franklin), hábilmente
me llevó a ello. Sucedió que una noche, estando solos en su estudio, él me dijo
con aparente indiferencia: “¿Y cómo es eso de la escritura automática?, ¿cómo
tú la haces?” Y, sin prisa, pero yo hoy diría que imperativamente, me cedió el
sillón de su escritorio. Hice la exhibición y Franklin pasado un rato que
todavía no sé cuánto duró, me aconsejó con cariño: “Deja eso…te vi loco…”
Despedirme
del automatismo como base, eje y nervio de mi labor literaria no me fue
difícil, porque desde un principio lo utilicé como medio exploratorio de
posibilidades poéticas, tal como me insinuara Baeza; y porque en el país se
desencadenaron acontecimientos que me forzaron a alejarme de las actividades
visibles, por lícitas, aunque de precario ejercicio y nulo efecto, que
consintieran el arbitrario poder de turno y esto me condujo a que dedicara más
horas a la lectura.”
“Aprovecho
esta coyuntura para referirme a las suposiciones que con frecuencia se formulan
las gentes sobre quién o qué es Vlía, cuál personaje
o qué cosa. Esas sospechas se han multiplicado desde que el año pasado publiqué
mi libro “El poniente” y en el fragmento XII del poema de este mismo título
están estos versos:
Oh Vlía
este
es tu poema de la reparación.
La
explicación de estas dos líneas es que sigo practicando el automatismo, aunque
ya éste no sea el centro de mi escritura actual; no quise, pues, eliminar estas
líneas ni sustituirlas: Ahí están, y ahí se quedan,
me dije. Y esta frase no es manifestación de voluntariedad, pues ¿quién que es
auténtico suprime espontáneamente las puertas de la inesperada belleza?, y
quién niega la intuición?
3. Que Vlía sea
un raro ejemplar de escritura automática en el Caribe es otra cosa que requiere
un nuevo examen. Por supuesto hay que destacar el paso de André Breton por
Santo Domingo, así como la residencia de Alberto Baeza Flores y Eugenio
Granell. Como reflejo natural llegan las voces plasmáticas del surrealismo y la
magia entrañable de movimientos poéticos desde Cuba y Chile, sobre todo. Sin
olvidar la naturaleza mismo de Freddy Gatón Arce, siempre un lector hambriento,
devorador de maravillas, buscador de inagotables experiencias.
Una
de las voces críticas más relevantes del país, José Alcántara Almánzar, ha
recordado, tomando por base la fecha de publicación de Vlía, que
El
veinteañero Gatón Arce, bajo el influjo del surrealismo, publicó su
poema Vlía en el año del centenario de la República –cuando el ardor
nacionalista de la dictadura alcanzaba su cenit–, siendo el primer texto de
escritura automática nacional y continental, un poema maldito que bucea en los
pozos del subconsciente, un torrente irrefrenable creado entre
el sueño y la vigilia, según Baeza Flores, hecho de desconexiones o
discontinuidades, en el que prevalece la emoción por encima de la
técnica, a juicio de José Enrique García; un texto subversivo que elude las
interpretaciones fáciles. De ahí que Manuel Rueda, en un prólogo iluminador,
afirmara que Vlía se resiste a la tiranía de los significados
concluyentes. Vlía no significa: es. O cuando más, debemos
aceptar que su significado es consecuencia de su existir como puro artefacto
verbal.
Lo
que ha buscado a través de la escritura automática lo ha encontrado como poeta,
así que no necesita seguir creando de acuerdo con una receta. Ha alcanzado una
fluidez carismática que encontramos en Son guerras y amores (1980),
sobre todo el capítulo IV (Suelo y quebranto de las cañas), así como en
el capítulo Desde antes de las palabras del libro El poniente (1982).
La vorágine del lenguaje lleva en sus aguas la excelencia de trasmutaciones
como leemos en las páginas de estos libros, así como en los fragmentos de De
paso (1984) hasta el regreso de Vlía en Mirando el lagarto
verde (1985). Escuchemos:
Todo
comenzó con el vuelo.
Los muebles fueron bosquejándose
Con sus nuevas soledades,
Mientras los pasos y las voces de la casa
Parecían de otros pies y otras bocas.
El avión, con la primavera a bordo
Y sin embargo, en cualquier dirección
El infinito…
¿Cómo
decir que el surrealismo ha pasado por la vida de Freddy Gatón Arce una sola
vez, allá en el pasado remoto de los años 1940? ¿Cómo decir que fue un
accidente en la cultura dominicana? Es verdad que no hubo una formalización
ortodoxa, pero ojalá sea justamente eso lo que más importa a la salud del
surrealismo. Ya en 1952 decía André Breton que “no dejan de producirse hoy
obras que, sin ser exactamente surrealistas, lo son más o menos profundamente
por su espíritu”. Por supuesto que no se trata de la ceguera manifiesta en el
concepto de un para-surrealismo. Con el tiempo la creación fue
descubriendo varios matices para realizarse, como las mil formas vítreas que
uno puede lograr soplando la misma arena. Y las voces que representan el teatro
surrealista no se limitan a los dictámenes de sus técnicas.
En
la poesía de Freddy Gatón Arce encontramos la presencia casi constante del
humor en su acento más agudo, a veces disfrazado en afirmaciones vertiginosas e
insólitas. En contraste con el registro menos frecuente del automatismo allí
estamos siempre tomados de las manos con la exaltación lírica. Además, en la
fuerza anímica que caracteriza al poeta, podemos recordar con el argentino Aldo
Pellegrini que lo más atractivo del surrealismo “fue la creencia de que el arte
no tiene una función en sí, sino que es un modo de expresión de lo vital en el
hombre”.
Así
que Vlía es la primera página de un ambicioso proyecto de
exploración poética de la vida misma y sus inagotables perspectivas.
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Escritura Conquistada – Poesía Hispanoamericana
reúne ensayos, entrevistas, encuestas y prólogos de libros firmados por
Floriano Martins, además de muestra parcial de su correspondencia pasiva.
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Floriano Martins
ARC Edições | Agulha Revista de Cultura
Fortaleza CE Brasil 2021
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